sábado, 21 de diciembre de 2013

Papa Francisco: El silencio dejó crecer el misterio en la esperanza

 

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 El misterio de nuestro encuentro con Dios se comprende en un silencio que no busca publicidad. Solo el silencio custodia el misterio del camino que el hombre cumple con Dios. Lo aseguro el Papa Francisco en la homilía de la Misa presidida en la Casa de Santa Marta. Que el Señor, pidió el Santo Padre, nos dé “la gracia de amar el silencio”, que tiene necesidad de ser “custodiado” lejos de toda “publicidad”.
En la historia de la salvación, no el bullicio ni las plateas, sino la sombra y el silencio son los “lugares” que Dios ha elegido para manifestarse al hombre. Confines evanescentes de los que su misterio ha tomado de vez en vez una forma visible, ha tomado carne. La reflexión del Pontífice partió de los instantes de la Anunciación, propuesta por el Evangelio de hoy, de forma particular el pasaje en el que el Ángel dice a María que la potencia del Altísimo la “cubrirá con su sombra”. Como, en el fondo, casi de la misma sustancia de la sombra estaba también hecha la nube con la cual, recordó el Pontífice, Dios había protegido a los judíos en el desierto:
“El Señor siempre se ha ocupado del misterio y ha cubierto el misterio. No ha hecho publicidad al misterio. Un misterio que hace publicidad de sí no es cristiano, no es el misterio de Dios: ¡es un farsa de misterio! Y esto es lo que ocurrió aquí a la Virgen, cuando recibe a su Hijo: el misterio de su maternidad virginal está escondido. ¡Estuvo escondido toda la vida! Y Ella lo sabía. Esta sombra de Dios, en nuestra vida, nos ayuda a descubrir nuestro misterio: nuestro misterio del encuentro con el Señor, nuestro misterio del camino de la vida con el Señor”.
“Cada uno de nosotros – afirmó el Obispo de Roma – sabe cómo obra el Señor misteriosamente en nuestro corazón, en nuestra alma”. Y ¿cuál es – se preguntó – “la nube, la potencia, cual es el estilo del Espíritu Santo para cubrir nuestro misterio?”:
“Esta nube en nosotros, en nuestra vida se llama silencio: el silencio es precisamente la nube que cubre el misterio de nuestra relación con el Señor, de nuestra santidad y de nuestros pecados Este misterio que no podemos explicar. Pero cuando no hay silencio en nuestra vida, el misterio se pierde, se va. ¡Custodiar el misterio con el silencio! Aquella es la nube, aquella es la potencia de Dios para nosotros, aquella es la fuerza del Espíritu Santo”.
La Madre de Jesús ha sido el icono perfecto del silencio. Desde el anuncio de su excepcional maternidad hasta el Calvario. “Pienso, meditó Francisco, en cuantas veces ha guardado silencio y cuantas veces no ha dicho aquello que sentía para custodiar el misterio de la relación con su Hijo”, hasta el silencio más crudo, “al pie de la Cruz”:
“El Evangelio no nos dice nada: si ella dijo o no una palabra … Era silenciosa, pero dentro su corazón, ¡cuántas cosas decía al Señor! ‘Tú, aquel día – esto es lo que hemos leído – me has dicho que será grande; tú me has dicho que le habrías dado el Trono de David, su padre, que habría reinado por siempre ¡y ahora lo veo allí!’. ¡La Virgen era humana! Y quizás tenía ganas de decir: ‘¡Mentiras! ¡He sido engañada!’: Juan Pablo II decía esto, hablando de la Virgen en aquel momento. Pero Ella, con el silencio, ha cubierto el misterio que no comprendía y con este silencio ha dejado que este misterio pudiese crecer y florecer en la esperanza”.

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