jueves, 5 de diciembre de 2013

Compartir...


Hubo una vez, hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura. Como ya es sabido las guerras traen consigo rencores, envidias, muchos problemas, muchos muertos y mucha hambre. La gente no puede sembrar, ni segar, no hay harina ni pan.

Cuando este país acabó la guerra y estaba destrozado, llegó a un pueblecito un soldado agotado, harapiento y muerto de hambre. Era muy alto y delgado.
Hambriento llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando vio a la dueña le dijo:
-Señora, ¿No tenéis un pedazo de pan para un soldado que viene muerto de hambre de la guerra?

Y la mujer le mira de arriba abajo y responde:
-Pero, ¿Estás loco? ¿No sabes que no hay pan, que no tenemos nada? ¡Cómo te atreves!
Y a golpes y a patadas lo sacó fuera de la casa.
Pobre soldado. Prueba fortuna en una y otra casa, haciendo la misma petición y recibiendo a cambio peor respuesta y peor trato.

El soldado casi desfallecido, no se dio por vencido. Cruzó el pueblo de cabo a rabo y llegó al final, donde estaba el lavadero público. Halló unas cuantas muchachas y les dijo:
-¡Muchachas! ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?
Las muchachas se mofaron de él diciendo:
-¿Una sopa de piedras? No hay duda de que estás loco.


Pero había unos niños que estaban espiando y se acercaron al soldado cuando éste se marchaba decepcionado.
-Soldado, ¿te podemos ayudar? Le dijeron.
-¡Claro que sí! Necesito una olla muy grande, un puñado de piedras, agua y leña para hacer el fuego.
Rápidamente los chiquillos fueron a buscar lo que el soldado había pedido. Encienden el fuego, ponen la olla, la llenan de agua, lavan muy bien las piedras y las echan hasta que el agua comenzó a hervir.
-” ¿Podemos probar la sopa?” preguntan impacientes los chiquillos.
-¡Calma, calma!.

El soldado la probó y dijo:
-Mm… Â ¡Qué buena, pero le falta una pizquita de sal!
-En mi casa tengo sal -dijo un niño. Y salió a por ella. La trajo y el soldado la echó en la olla.
Al poco tiempo volvió a probar la sopa y dijo:
-Mm… ¡qué rica! Pero le falta un poco de tomate.
Y un niño que se llamaba Luis fue a su casa a buscar unos tomates, y los trajo enseguida.
En un periquete los niños fueron trayendo cosillas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.
La olla se llenó, el soldado removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:
-Mm… es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida. ¡Venga, venga, id a avisar a toda la gente del pueblo que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡Que traigan platos y cucharas!
Repartió la sopa. Hubo para todos los del pueblo que avergonzados reconocieron que, si bien era verdad que no tenían pan, juntos podían tener comida para todos.
Y desde aquel día, gracias al soldado hambriento aprendieron a compartir lo que tenían.

Jesús dijo: "Mas bienaventurado es dar que recibir". Hechos 20, 35

Así como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por mucho". Mateo 20, 28.


“Amaos unos a otros con amor fraterno”. Romanos 12, 10


Y la gente como si nada...

Cierta vez, un conductor se desplazaba por una carretera a una velocidad excesivamente alta, cuando de repente, justo después de una curva, aparece un hombre parado en medio de la vía haciendo señal de parada con los brazos y de una forma desesperante.


 El conductor, sorprendido y a la vez asustado, toca insistentemente la bocina para ver si así el individuo se quitaba del camino, pero fue inútil. El hombre seguía haciendo señal de parar con sus brazos.

-Debe de estar loco -dijo el conductor mientras pisaba el freno provocando un fuerte chirrido y dejando dos largas marcas negras en el pavimento, logrando así detener el coche antes de arrollar a aquel hombre. Muy enojado, se baja del coche y cerrando violentamente la puerta, se dirige hacia el hombre y le dice:

- ¿Acaso no tienes ojos? ¿No ves lo peligrosa que es esta carretera y te colocas en medio de ella como si nada? ¿O acaso estás loco para no ver el peligro que corres?

-No señor, no estoy loco -le contestó el individuo-. Lo que pasa es que el puente que está en la próxima curva acaba de desplomarse; y sabía que, si no hacía algo, usted, en este momento, ya estaría muerto. Tuve que arriesgar mi vida para ver si podía salvar la suya.

Quizás, en la carretera de tu vida algún católico "loco" te ha obstaculizado el paso para hablarte del Amor de Dios, lo mucho que Cristo te ama; y te has enojado sobremanera porque vas MUY DEPRISA.

Quizás hoy yo esté obstaculizando tu camino quitándote unos minutos; pero, ¿qué habría pasado si el conductor hace caso omiso al individuo del camino? ¿Qué crees que pasará a los que oyen la advertencia de la palabra de Dios y no hacen caso?


"HAY CAMINOS QUE AL HOMBRE LE PARECEN DERECHOS, PERO SU FIN ES CAMINO DE MUERTE". Proverbios 14, 12

No hay comentarios: