sábado, 21 de diciembre de 2013

CATEQUESIS DEL PAPA: "Necesitamos silencio para escuchar la voz de Dios"



Queridos amigos y hermanos del blog: "Dios habla en el silencio, pero es necesario saberlo escuchar". Son palabras pronunciadas por Benedicto XVI, durante la Audiencia General de ayer por la mañana, que ha celebrado en el patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. El Papa en su alocución catequética ha explicado la importancia que tiene el monasterio en la vida de los religiosos, un oasis del espíritu a través del cual Dios habla a la humanidad.

El Santo Padre dirigiéndose en italiano a los miles de fieles de todo el mundo que le escuchaban, ha puesto de relieve que "tenemos necesidad del silencio en nuestra vida" para "lograr una armonía espiritual auténtica" y "dirigir nuestra mirada a Dios". La catequesis, el Pontífice la ha centrado en la importancia que tiene el silencio y la meditación. Y en particular el Papa, ha querido hacer hincapié en los lugares elegidos por los hombres que han dedicado su vida a Dios en oración. Estos lugares, ha dicho, "combinan dos elementos muy importantes para la vida contemplativa": la belleza de la creación y el silencio:

"El silencio es la condición ambiental que mejor favorece el recogimiento, la escucha de Dios, y la meditación. Ya el hecho mismo de disfrutar el silencio, de dejarnos, por así decirlo, "llenar" por el silencio, nos predispone a la oración".

Benedicto XVI ha recordado también que en la Biblia leemos que el profeta Elías, en el Monte Horeb, reconoció la voz de Dios en una ligera brisa. Una historia que tiene mucho que decir al hombre de hoy:

"Dios habla en el silencio, pero hay que saberlo escuchar. Por esta razón los monasterios son oasis en los que Dios habla a la humanidad. Allí se encuentra el claustro, un lugar simbólico, porque es un espacio cerrado, pero está abierto al cielo".

Haciendo presente la fiesta de mañana, memoria litúrgica de santa Clara de Asís, el Papa ha evocado el pequeño convento de San Damián, "oasis" del espíritu -ha dicho-, tan querido por la Familia Franciscana y por todos los cristianos. En la capilla restaurada por san Francisco después de su conversión, Clara y sus compañeras ha afirmado el Papa, “establecieron su comunidad, viviendo en oración y de pequeños trabajos":

"Se hacían llamar las 'hermanas pobres' y su 'forma de vida" era la misma que la de los Hermanos Menores: Observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, conservando la unión de mutua caridad y cumpliendo en particular la pobreza, y la humildad, vividas por Jesús y su Santísima Madre"

En este lugar, como en muchos otros oasis del espíritu, ha añadido el Papa, se puede ver "un reflejo de la armonía espiritual" que las comunidades monásticas buscan y tratan de lograr. "¡Mirando las cosas en una óptica espiritual, estos lugares del espíritu son un eje básico del mundo! No es casualidad que muchas personas, especialmente en los períodos de descanso, visiten estos lugares y pasen en ellos algunos días: también el alma, gracias a Dios, tiene sus propias exigencias"

Además de Santa Clara, el Papa ha recordado en su alocución a los fieles a otros santos que la Iglesia celebra en estos días de agosto, como Edith Stein, ayer; y hoy a San Lorenzo, diácono y mártir, con un augurio especial a los romanos, que lo veneran como uno de sus patronos.

Al terminar su alocución en italiano, como le es habitual, Benedicto XVI ha saludado en distintas lenguas a los peregrinos reunidos en Castel Gandolfo. Sus palabras en español:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la Arquidiócesis de Portoviejo, en Ecuador, así como a los grupos provenientes de España, Colombia, México, Venezuela, Chile, Argentina y otros países Latinoamericanos. Invito a todos en este tiempo a descubrir y contemplar la belleza de la creación, que a su vez revela al Creador, y a cultivar también el silencio interior, que dispone al recogimiento, a la meditación y a la oración, para favorecer el progreso espiritual mediante la escucha de la voz divina en lo profundo del alma. Muchas gracias y que Dios os bendiga.

Texto íntegro de la catequesis del Santo Padre:

Queridos hermanos y hermanas! En todas las épocas, hombres y mujeres que han consagrado su vida a Dios en la oración - como los monjes y las monjas - han establecido sus comunidades en lugares particularmente bellos, en el campo, las colinas, en los valles de las montañas, cerca de los lagos o el mar, e incluso en pequeñas islas. Estos lugares unen dos elementos muy importantes para la vida contemplativa: la belleza de la creación, que lleva a la belleza del Creador, y el silencio garantizado por la lejanía respecto a la ciudad y a las grandes vías de comunicación. El silencio es la condición ambiental que mejor favorece el recogimiento, la escucha de Dios y la meditación. Ya el hecho mismo de disfrutar el silencio, de dejarnos, por así decirlo, "llenar" por el silencio, nos predispone a la oración. El gran profeta Elías en el Monte Horeb - es decir, en el Sinaí - fue testigo de una ráfaga de viento, un terremoto, y luego relámpagos de fuego, pero no reconoció en ello la voz de Dios; lo reconoció, sin embargo, en una ligera brisa (1 Reyes 19,11-13).

Dios habla en el silencio, pero hay que saberlo escuchar. Por esta razón los monasterios son oasis en los que Dios habla a la humanidad. Allí se encuentra el claustro, un lugar simbólico, porque es un espacio cerrado pero abierto el cielo.

Mañana queridos amigos celebraremos la memoria de santa Clara de Asís. Por esto me gusta recordar uno de estos "oasis" del espíritu particularmente querido por la Familia Franciscana y por todos los cristianos: el pequeño convento de San Damián, situado justo debajo de la ciudad de Asís, en medio de olivos que gradualmente bajan hasta santa María de los Ángeles. Cerca de esta pequeña iglesia, que Francisco restauró después de su conversión, Clara y las primeras compañeras establecieron su comunidad, viviendo de oración y de pequeños trabajos. Se les llamaban "las hermanas pobres" y su "forma de vida" era la misma que la de los Hermanos Menores: "Observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo" (Regla de Santa Clara, I, 2), conservando la unión de mutua caridad (cf. ibid, X, 7) y cumpliendo de manera particular la pobreza y la humildad vividas por Jesús y su Madre Santísima (cf. ibid, XII, 13).

El silencio y la belleza del lugar donde vive la comunidad monástica - belleza sencilla y austera – constituyen, por así decirlo, un reflejo de la armonía espiritual que la misma comunidad busca alcanzar. El mundo está sembrado de estos oasis del espíritu, algunos muy antiguos, especialmente en Europa, otros más recientes, y otros restaurados por nuevas comunidades. ¡Mirando las cosas en una óptica espiritual, estos lugares del espíritu son un eje básico del mundo! No es casualidad que muchas personas, en los períodos de descanso, visiten estos lugares y se detengan por algunos días: ¡también el alma, gracias a Dios, tiene sus propias exigencias!

Recordemos, por tanto, a Santa Clara. Pero recordemos también a otras figuras de santos que nos evocan la importancia de dirigir la mirada a "las cosas del cielo", como Santa Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz, carmelita, compatrona de Europa, que celebramos ayer. Y hoy, 10 de agosto, no podemos olvidar a san Lorenzo, diácono y mártir, con un afecto especial para los romanos, que desde siempre lo veneran como uno de sus patronos. Finalmente, dirijamos nuestra mirada a la Virgen María, para que nos enseñe a amar el silencio y la oración.

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