miércoles, 4 de diciembre de 2013

Bartolo o Bartolomé Buonpedoni, Beato


Presbítero, 12 Diciembre
 
Bartolo o Bartolomé Buonpedoni, Beato
Bartolo o Bartolomé Buonpedoni, Beato

Bartolo o Bartolomé Bompedoni de Mucchio nació en 1227 en el castillo feudal de los Condes de Mucchio, cerca de San Gimignano, en la provincia de Siena. Desde joven se consagró al servicio de Dios contra la clara oposición de su padre, que nunca toleró en su hijo este género de vida. Bartolo se trasladó a Pisa y fue durante un año huésped de los benedictinos de San Vito.

Habiendo entrado en la Orden Franciscana Seglar fue a Volterra, donde el Obispo quiso que fuera sacerdote y lo destinó primero como capellán a Peccioli, luego como párroco en Pichena. Atacado de lepra, se retiró al leprosorio de Celiole, cerca de San Gimignano, donde vivió veinte años y mereció, por la paciencia demostrada en soportar tanto tiempo el mal, el sobrenombre de “Job de la Toscana”.

Nunca se acaba de admirar la maravillosa florescencia espiritual que brotó en el siglo XIII tras la palabra y el ejemplo de San Francisco, madurada en la Primera Orden de los Hermanos Menores, en la Segunda Orden de las Clarisas y sobre todo en la Terdcera Orden, querida por el Santo de Asís para los laicos y casados, gracias a la cual la enseñanza franciscana penetró y renovó la vida espiritual de la sociedad de la época, la vida civil y el tejido social.

A la Tercera Orden de San Francisco pertenecieron personajes encumbrados en la historia como San Luis IX rey de Francia, Santa Isabel de Hungría, San Fernando, rey de Castilla, figuras excelsas en el arte y en la cultura, como Giotto, pintor, y Dante, poeta.

¿Qué decir de tantos que vivieron en un plano modesto pero no menos tenaz a la sombra de estas grandes plantas? Terciarios como el Beato Luquesio y su mujer Buonadonna, comerciantes de Poggibonsi; San Ivo de Bretaña, abogado de los pobres; Santa Margarita de Cortona, pecadora y penitente; la Beata Humiliana dei Cerchi, asceta y sin mancha. ¿Qué decir de figuras todavía más modestas y hasta pintorescas, como el Beato Novelón, escrupuloso y devoto zapatero de Faenza; el Beato Pedro Pettinaio, silencioso mercader sienés de los peines, y finalmente el Beato Bartolo Buonpedoni de Mucchio, cerca de San Gemignano?.

Enviado como párroco a Puchena, durante veinte años maravilló y conmovió al pueblo por su celo excepcional, por la extraordinaria caridad para con los pobres. A los cincuenta años enfermó de lepra, se retiró a un leprosorio, donde se distinguió por su paciencia en la desgracia, o más bien se podría decir serenidad, felicidad y “perfecta alegría”, lograda en la dura tribulación.

Murió a los 73 años en 1300, sepultado en San Gemignano en la bella iglesia de San Agustín, Bartolo Buonpedoni de San Gemignano sembró en el mundo, no los gérmenes de su enfermedad, sino el gozo y la serenidad de su alma franciscana.


Beato Bartolo Buonpedoni, presbítero
fecha: 12 de diciembre
fecha en el calendario anterior: 14 de diciembre
n.: 1228 - †: 1300 - país: Italia
otras formas del nombre: Bartolomé de San Gimignano
canonización: Conf. Culto: Pío X 27 abr 1910
hagiografía: Frate Francesco
Cerca de Celloli, de la Toscana, beato Bertolo Buonpedoni, presbítero, que, atacado de lepra a los sesenta años, dejó la cura parroquial y, vistiendo el hábito de la Tercera Orden Regular de San Francisco, recluido en un hospicio atendió pacientemente a todos.
refieren a este santo: Beato Vivaldo de San Geminiano

Bartolomé Buonpedoni, a quien sus amigos llamaban Bartolo, nació en Mucchio, cerca de San Gimignano de Toscana, a principios del siglo XIII. Su padre quería que hiciese carrera y contrajese matrimonio, pero Bartolomé, que pensaba de otro modo, entró a trabajar como criado en la abadía benedictina de San Vito de Pisa. Trabajó como enfermero y se distinguió tanto, que los monjes le propusieron que tomase el hábito. En tanto que reflexionaba sobre ello, se le apareció el Señor en sueños y le dijo que ganaría su corona, no como monje, sino aceptando los veinte años de sufrimientos físicos que le esperaban. Después de estudiar un poco en el monasterio, Bartolomé se ordenó hacia los treinta años de edad y fue nombrado párroco de Peccioli. Era terciario franciscano; vivía y desempeñaba su oficio pastoral según el espíritu del santo. En su casa se hospedaba un joven llamado Vivaldo o Ubaldo, el cual se hizo ermitaño después de la muerte de Bartolomé y alcanzó el honor de los altares.

En el año 1280, el beato Bartolomé contrajo la lepra; entonces recordó que el Señor le había predicho veinte años de sufrimientos. Acompañado por el fiel Vivaldo, se retiró al lazareto de Celloli, donde fue nombrado capellán. Aunque la enfermedad le atormentó mucho, nunca le impidió celebrar la misa. Así vivió el beato, con infinita paciencia y sirviendo al prójimo, hasta el 12 de diciembre de 1300. La enfermedad duró exactamente veinte años. Bartolomé fue sepultado en la iglesia de los agustinos de San Gimignano. Uno de los agustinos escribió hacia el fin del siglo un relato de su vida y de sus milagros. Sus reliquias se hallan todavía en esa iglesia. Los habitantes de San Gimignano le llaman «San Bartolo» y «el Job de Toscana». En 1499 fue aprobada la fiesta local, y el culto fue oficialmente confirmado en 1910. Los frailes menores celebran su fiesta el 14 de diciembre.

En el decreto de confirmación del culto (Acta Apostolicae Sedis, vol. II (1910), pp. 411-414, hay un resumen bastante completo de la vida del beato. Allí mismo se dice que Próspero Lambertini (Benedicto XIV) consideraba que el culto había sido ya virtualmente confirmado en 1499 por Alejandro VI. Se encontrarán otros detalles sobre la vida del beato en Wadding, Annales Ordinis Minorum; Mazzara, Leggendario Francescano (1680), vol. II, pte. 2, pp. 681-684. Véase también Léon, Auréole Séraphique (ed. ingl.), vol. xv, pp. 165-169, quien se basa directamente en la biografía de Fray Giunta, escrita, según se dice, en el siglo XIV.

San Pió X aprobó su culto el 27 de abril de 1910.

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