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martes, 4 de junio de 2013

Clotilde Reina, Santa


Reina de Francia, Junio 3
 
Clotilde, Santa
Clotilde, Santa

Reina de Francia

Clotilde quiere decir: "la que lucha victoriosamente" (tild: luchar. Clot: victoria).
Esta santa reina tuvo el inmenso honor de conseguir la conversión al catolicismo del fundador de la nación francesa, el rey Clodoveo.

La vida de nuestra santa la escribió San Gregorio de Tours, hacia el año 550.

Era hija del rey de Borgoña, Chilberico, que fue asesinado por un usurpador el cual encerró a Clotilde en un castillo. Allí se dedicó a largas horas de oración y a repartir entre los pobres todas las ayudas que lograba conseguir. La gente la estimaba por su bondad y generosidad.

Clodoveo el rey de los francos supo que Clotilde estaba prisionera en el castillo y envió a uno de sus secretarios para que disfrazado de mendigo hiciera fila con los que iban a pedir limosnas, y le propusiera a Clotilde que aceptara el matrimonio secreto entre ella y Clodoveo. Aunque este rey no era católico, ella aceptó, con el fin de poderlo convertir al catolicismo, y recibió la argolla de matrimonio que le enviaba Clodoveo, y ella por su parte le envió su propia argolla.

Entonces el rey Clodoveo anunció al usurpador que él había contraído matrimonio con Clotilde y que debía dejarla llevar a Francia. El otro tuvo que aceptar.

Las fiestas de la celebración solemne del matrimonio entre Clodoveo y Clotilde fueron muy brillantes. Un año después nació su primer hijo y Clotilde obtuvo de su esposo que le permitiera bautizarlo en la religión católica. Pero poco después el niñito se murió y el rey creyó que ello se debía a que él no lo había dejado en su religión pagana, y se resistía a convertirse. Ella sin embargo seguía ganando la buena voluntad de su esposo con su amabilidad y su exquisita bondad, y rezando sin cesar por su conversión.

Los alemanes atacaron a Clodoveo y este en la terrible batalla de Tolbiac, exclamó: "Dios de mi esposa Clotilde, si me concedes la victoria, te ofrezco que me convertiré a tu religión". Y de manera inesperada su ejército derrotó a los enemigos.

Entonces Clodoveo se hizo instruir por el obispo San Remigio y en la Navidad del año 496 se hizo bautizar solemnemente con todos los jefes de su gobierno. Fue un día grande y glorioso para la Iglesia Católica y de enorme alegría para Clotilde que veía realizados sus sueños de tantos años. Desde entonces la nación francesa ha profesado la religión católica.

En el año 511 murió Clodoveo y durante 36 años estará viuda Clotilde luchando por tratar de que sus hijos se comporten de la mejor manera posible. Sin embargo la ambición del poder los llevó a hacerse la guerra unos contra otros y dos de ellos y varios nietos de la santa murieron a espada en aquellas guerras civiles por la sucesión.

San Gregorio de Tours dice que la reina Clotilde era admirada por todos a causa de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza de su vida y sus largas y fervorosas oraciones, y que la gente decía que más parecía una religiosa que una reina. Y después de la muerte de su esposo sí que en verdad ya vivió como una verdadera religiosa, pues desilusionada por tantas guerras entre los sucesores de su esposo, se retiró a Tours y allí pasó el resto de su vida dedicada a la oración y a las buenas obras, especialmente a socorrer a pobres y a consolar enfermos y afligidos.

Sus dos hijos Clotario y Chidelberto se declararon la guerra, y ya estaban los dos ejércitos listos para la batalla, cuando Clotilde se dedicó a rezar fervorosamente por la paz entre ellos. Y pasó toda una noche en oración pidiendo por la reconciliación de los dos hermanos. Y sucedió que estalló entonces una tormenta tan espantosa que los dos ejércitos tuvieron que alejarse antes de recibir la orden de ataque. Los dos combatientes hicieron las paces y fueron a donde su santa madre a prometerle que se tratarían como buenos hermanos y no como enemigos.

A los 30 días de este suceso, murió plácidamente la santa reina y sus dos hijos Clotario y Chidelberto llevaron su féretro hasta la tumba del rey Clodoveo. Así terminaba su estadía en la tierra la que consiguió de Dios que el jefe y fundador de una gran nación se pasara a la religión católica, con todos sus colaboradores.

Santa Clotilde, reina
fecha: 3 de junio
n.: 474 - †: 545 - país: Francia
otras formas del nombre: Clothilde, Chrodechilda, Clotilda
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Tours, en la Galia Lugdunense, santa Clotilde, reina, cuyas oraciones indujeron a su esposo Clodoveo, rey de los francos, a abrazar la fe cristiana, y al enviudar se retiró a la basílica de San Martín, donde deseó no ser considerada como reina sino como sierva de Dios.
patronazgo: patrona de las esposas, los cojos y los notarios; para pedir por la conversión del cónyuge, contra la peste, enfermedades de la infancia y muerte súbita.
refieren a este santo: San Clodoaldo, San Remigio de Reims

Clotilde, una burgundia cristiana, había contraído matrimonio, alrededor del año 492, con Clovis (Clodoveo), rey de los francos salianos. El monarca era un pagano, pero Clotilde llegó a ejercer una gran influencia sobre su esposo y no escatimó esfuerzos para ganarlo a la religión de Cristo. «Ya habrás oído hablar de cómo tu abuela, la reina Clotilde de feliz memoria -escribía san Niceto de Tréveris a la princesa Clodovinda de Francia- atrajo a la fe a su real esposo y de cómo él, un hombre de clara inteligencia, no quiso ceder hasta que estuvo convencido de la verdad». En efecto, Clovis permitió que fuera bautizado su hijo primogénito, un niño que murió a los pocos meses, y toleró que su segundo vastago, Clodomiro, recibiera las aguas bautismales; pero él, personalmente, todavía vacilaba en declararse cristiano. Al fin tomó la decisión, cuando libraba una furiosa batalla. Se hallaba en una situación desesperada: las huestes de los alemanes avanzaban inconteniblemente y sus propias tropas retrocedían; en ese momento, el rey Clovis apeló «al Dios de Clotilde» para que le ayudase y le prometió hacerse cristiano si le daba la victoria. Aquel mismo día, venció a los alemanes y, en la mañana de la Navidad del año 496, fue bautizado por san Remigio en la catedral de Reims. Poco es lo que agrega la historia sobre la vida matrimonial que Santa Clotilde llevó de ahí en adelante; los reyes fundaron juntos en París la iglesia de los Apóstoles Pedro y Pablo, que después llevó el nombre de Santa Genoveva. Ahí sepultó Clotilde al rey Clovis, quien murió en 511.

Desde entonces, la existencia de Clotilde estuvo amargada por las disputas de familia y las peleas entre hermanos, con la participación de sus tres hijos, Clodomiro, Childeberto y Clotario, así como por el infortunio de su hija, también llamada Clotilde, maltratada y vejada por su marido, el visigodo Amalarico. Clodomiro, el hijo mayor, atacó a su primo, san Segismundo y, tras de vencerlo en un encuentro, lo mató villanamente, junto con su mujer y sus hijos; pero no tardó en recibir su castigo, puesto que el hermano de san Segismundo lo atacó a su vez y, en la primera oportunidad, lo asesinó. Una vez muerto Clodomiro, la reina Clotilde recogió a sus tres pequeños nietos, con el propósito de educarlos para que llegaran a ocupar el trono algún día. Sin embargo, ni Childeberto, ni Cloderico estaban dispuestos a renunciar a la herencia de su padre y, por medio de la astucia, convencieron a su madre, la reina, para que dejara a los tres niños con ellos. Tan pronto como tuvieron en su poder a los príncipes, Clotario en persona mató a sus dos sobrinos de mayor edad. A Clodoaldo, el más pequeño, se le perdonó la vida y, con el tiempo, fue a terminarla convertido en monje, en el monasterio de Nogent, cerca de París, el que tomó el nombro de Saint-Cloud en honor del infortunado príncipe.

Amargada y entristecida por todas aquellas tragedias familiares, santa Clotilde abandonó París y se refugió en Tours para todo el resto de su vida, dedicada a socorrer a los pobres y consolar a los afligidos. Ahí se enteró de que sus dos hijos habían reñido, se hallaban en guerra y a punto de enfrentarse en el campo de batalla. Llena de angustia por las funestas nuevas, la reina Clotilde corrió a la iglesia de San Martín y se entregó durante toda la noche a la oración, para rogar a Dios que le concediera la gracia de terminar con aquel conflicto entre los dos hermanos y, según nos dejó dicho san Gregorio de Tours, la respuesta del cielo no se hizo esperar: al alba, mientras la reina rezaba aún y los dos ejércitos se hallaban frente a frente, en espera de la orden de ataque, se desató de pronto una tempestad tan violenta y prolongada, que fue necesario abandonar las operaciones militares. Pero ya para entonces, estaban a punto de terminar las pruebas para Clotilde. La reina murió a los treinta días de aquel suceso venturoso, luego de haber permanecido viuda durante treinta y cuatro años. Sus dos hijos, que tantas pesadumbres le habían causado, quedaron reconciliados y, juntos, llevaron a enterrar a su madre en el mismo sepulcro del rey Clovis, cerca de su otro hijo y de sus nietos.

Recientes investigaciones históricas han relegado al reino de la fantasía muchos pintorescos incidentes relacionados con Santa Clotilde que los cronistas de varias generaciones tenían por ciertos, después de haberlos tomado de las páginas de San Gregorio de Tours y de otras fuentes similares. Gracias a dichas aclaraciones, la santa reina quedó reivindicada de algunos cargos de ferocidad y perversos deseos de venganza que se formularon contra ella, y que no se hubiesen conformado con el carácter virtuoso de la dama. La única biografía antigua de Santa Clotilde no tiene mucho valor como documento histórico, puesto que no fue recopilada antes del siglo diez. La historia de Santa Clotilde tuvo que ser formada con trozos dispersos entre las páginas de autores dignos de confianza, como San Gregorio de Tours, Fredegario y algunas biografías de santos.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 

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