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lunes, 27 de mayo de 2013

Viernes de la séptima semana del tiempo ordinario

viernes 24 Mayo 2013


San Vicente de Lerin



Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : “Los dos serán una sola carne”

Lecturas

Eclesiástico 6,5-17.

Las palabras amables te harán ganar muchos amigos, un lenguaje cortés atrae respuestas benevolentes.
Ten muchos amigos, pero para aconsejarte escoge uno entre mil.
Si has encontrado un nuevo amigo, comienza por ponerlo a prueba, no le otorgues demasiado pronto tu confianza.
Hay amigos que sólo lo son cuando les conviene, pero que no lo serán en las dificultades.
Hay amigos que se transforman en enemigos y que dan a conocer a todo el mundo su desavenencia contigo para avergonzarte.
Hay amigos que lo son para compartir tu mesa, pero que no lo serán cuando vayan mal tus negocios.
Mientras éstos marchen bien, serán como tu sombra, e incluso mandarán a la gente de tu casa.
Pero si tienes reveses, se volverán contra ti y evitarán encontrar tu mirada.
Mantente a distancia de tus enemigos y cuídate de tus amigos.
Un amigo fiel es un refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un tesoro.
¿Qué no daría uno por un amigo fiel? ¡No tiene precio!
Un amigo fiel es como un remedio que te salva; los que temen al Señor lo hallarán.
El que teme al Señor encontrará al amigo verdadero, pues así como es él, así será su amigo.


Salmo 119(118),12.16.18.27.34.35.


¡Bendito seas, Señor, enséñame tus preceptos!
En tus preceptos me deleitaré, jamás me olvidaré de tus palabras.
Abre mis ojos para que yo vea las maravillas de tu Ley.
Haz que tome el camino de tus ordenanzas para que medite tus maravillas.
Dame inteligencia para guardar tu Ley, y que la observe de todo corazón.
Guíame por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco.



Marcos 10,1-12.

Jesús dejó aquel lugar y se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. Otra vez las muchedumbres se congregaron a su alrededor, y de nuevo se puso a enseñarles, como hacía siempre.
En eso llegaron unos (fariseos que querían ponerle a prueba,) y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?»
Les respondió: «¿Qué les ha ordenado Moisés?»
Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse.»
Jesús les dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes.
Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer;
por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa,
y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo.
Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe.»
Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo,
y él les dijo: «El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa;
y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio.»


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Homilía para la apertura del Sínodo sobre la Familia, 26/09/1980, §5 y 7

“Los dos serán una sola carne”

Cuando Cristo, antes de su muerte, en el umbral de su misterio pascual,
ora al Padre diciendo: “Padre Santo, guarda en tu nombre a los que me has
dado para que sean uno, como tú y yo somos uno” (Jn 17,11), pedía también,
quizás de un modo privilegiado, por la unidad de los matrimonios y de las
familias. Ora por la unidad de sus discípulos, por la unidad de la Iglesia.
Ahora bien, el misterio de la Iglesia es comparado por San Pablo al
matrimonio. (Ef 5,32)

La Iglesia, por tanto, no sólo coloca el matrimonio y la familia en un
lugar especial dentro de sus afanes, sino que, en cierto modo, considera
también el matrimonio como preclara imagen suya. Colmada del amor de
Cristo-Esposo, que nos amó "hasta el extremo", la Iglesia mira hacia los
esposos, que se juran amor hasta la muerte, y considera como tarea suya
peculiar salvaguardar este amor, esta fidelidad y esta honestidad y todos
los bienes que nacen de ahí para la persona humana y para la sociedad. Es
precisamente la familia la que da la vida a la sociedad. Es en ella donde,
a través de la obra de la educación, se forma la estructura misma de la
humanidad, de cada hombre sobre la tierra.

He aquí lo que dice, en el Evangelio de hoy, el Hijo al Padre: "Yo les
he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos ahora las recibieron...
y creyeron que tú me has enviado...; todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío"
(Jn 17, 8-10).

¿No resuena, en el corazón de las generaciones, el eco de este diálogo?
¿No constituyen estas palabras algo así como la historia viva de cada una
de las familias y, a través de la familia, de cada hombre?... "Yo ruego por
ellos..., por los que tú me diste; porque son tuyos" (Jn 17, 9).   

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