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lunes, 27 de mayo de 2013

María Bartolomé Bagnesi, Beata


Dominica, Mayo 28
 
María Bartolomé Bagnesi, Beata
María Bartolomé Bagnesi, Beata

Religiosa Dominica

Nació en Florencia en 1514. Después de rechazar el matrimonio fue víctima de una enfermedad misteriosa que la tuvo inmovilizada en el lecho durante cuarenta y cinco años, con fortísimos ataques dolorosos, tanto que le fue administrada ocho veces la unción dé los enfermos.

Fue el sufrimiento físico el arma con que Dios se, sirvió para, cincelar su santidad. A los treinta y tres años, en 1547, pasa a formar parte de la Orden seglar de santo Domingo. Su apostolado eficacísimo lo realizó con la aceptación gozosa de sus sufrimientos, con las cartas que escribió y con su palabra de consejo.
La paciencia con que soportó su difícil enfermedad creó en tomo a ella una estimación unánime de santidad y muchos vinieron a ella en busca de consejo, y oraciones.

Estuvo muy relacionada con el monasterio carmelitano de Santa María de los Ángeles en Florencia y a su muerte, el 28 de mayo de 1577, fue enterrada en este monasterio y allí se venera su cuerpo incorrupto. Santa María Magdalena de´ Pazzi, que vivió del 1566 a 1595 y fue monja de ese monasterio, atribuyó su curación a la intercesión de la beata María Bartolomea.

Su culto fue aprobado por Pío VII el 11 de julio de 1804.



Beata María Bartolomea Bagnesi, virgen
fecha: 28 de mayo
n.: 1514 - †: 1577 - país: Italia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Florencia, de la Toscana, beata María Bartolomea Bagnesi, virgen, hermana de la Orden de Penitencia de Santo Domingo, que soportó muchos y muy duros dolores durante casi cuarenta años.

La historia de la beata María Bartolomea de Bagnesiis es la de una vida de sufrimientos soportados con heroica paciencia. La beata pertenecía a una noble y rica familia florentina. Pero su infame aya le hizo padecer tanta hambre en sus primeros años, que la salud de la beata se resintió para siempre, hasta el grado de que jamás pudo volver a comer normalmente. Desde muy pequeña, María Bartolomea, que era muy piadosa, había resuelto seguir al convento a sus dos hermanas mayores. Pero la madre de la beata murió cuando ésta tenía diecisiete años, y ello la obligó a permanecer al lado de su padre. Según parece, la idea de casarse no había pasado por la mente de María; así pues, cuando su padre le dijo que le había escogido ya un marido, la joven sufrió una depresión nerviosa que no sólo le impidió casarse, sino que la dejó inválida para siempre.

María soportó con gran resignación todas las complicaciones de su enfermedad y se sometió, con paciencia, a las prescripciones absurdas y dolorosas de los charlatanes que su padre llamó para que la curasen. Desde su lecho de enferma, María Bartolomea ejerció una influencia bienhechora sobre las numerosas personas que iban a visitarla: reconciliaba a los enemigos, consolaba a los tristes, convertía a los pecadores y curaba a los enfermos, totalmente olvidada de sus propios sufrimientos. A los treinta y dos años tomó el hábito de terciaria de Santo Domingo y, durante algún tiempo, se rehizo lo suficiente para ir a la iglesia; pero la mejoría no duró mucho, y la beata tuvo que volver al lecho. La enfermedad era muy dolorosa; María Bartolomea recibió ocho veces la extremaunción. Felizmente se le había concedido el privilegio de oír la misa en su habitación y podía comulgar con frecuencia. En varias ocasiones fue arrebatada en éxtasis; pero la humildad le impedía hablar de sus experiencias místicas aun con su propio director espiritual. María Bartolomea murió al cabo de cuarenta y cinco años de enfermedad. Según su deseo, fue sepultada en la iglesia del Carmen de Santa María de los Ángeles.

En Acta Sanctorum, mayo, vol. VI, apéndice, hay una traducción de la detallada biografía que escribió en italiano el capellán doméstico de la beata.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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