Virgen, Mayo 12 | |||||
Queremos que Dios diga sí o no, y que lo diga en el momento. Si no podemos obtener una respuesta inmediata, queremos algún signo de que Dios ha escuchado nuestra petición y al menos está considerando seriamente el asunto. Demasiado a menudo sin embargo, lanzamos nuestras plegarias en dirección al cielo, sin estar nunca seguros de que hayan sido realmente recibidas.
Nuestras principales dificultades con la oración tienen lugar porque las respuestas no suelen venir del modo que esperamos. Miramos fijamente en una dirección, mientras la respuesta viene de la otra. Toma, por ejemplo, el caso de la Beata Imelda. Oraba para recibir la Comunión, no para que apareciese una hostia milagrosa. ¡Y Fijaos lo que recibió! Cuando oramos, necesitamos mantener nuestros ojos y corazones abiertos para observar la respuesta. Siempre vendrá, pero casi nunca del modo en que la esperamos. En el año 1826 S.S. León XII confirmó su culto. El Papa San Pío X la nombró patrona de los niños que van a recibir la primera comunión.
Beata Imelda Lambertini, virgen
fecha: 12 de mayo
fecha en el calendario anterior: 13 de mayo n.: 1321 - †: 1333 - país: Italia canonización: Conf. Culto: León XII 20 dic 1826 hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Bolonia, de la Emilia, beata Imelda Lambertini, virgen, aceptada desde muy pequeña como monja en la Orden de Predicadores, donde, siendo aún joven, después de haber recibido de modo admirable la Eucaristía, entregó de inmediato su espíritu.
La beata Imelda, patrona de la primera comunión, pertenecía a una de las más antiguas familias de Bolonia. Era hija del conde Egano Lambertini y de Castora Galuzzi. Desde muy niña dio muestras de excepcional piedad; era muy amante de la oración y acostumbraba a retirarse en un rincón de la casa, donde se había construido un pequeño oratorio con flores e imágenes. A los nueve años, sus padres, accedieron a su deseo y la enviaron a educarse al convento dominicano de Val di Pietra. Allí se ganó Imelda el cariño de todos, y su fervor edificó mucho a las religiosas. La joven tenía especial devoción a la presencia eucarística de Cristo en la misa y en el tabernáculo. Imelda deseaba ardientemente hacer la primera comunión, pero, según la costumbre de la época, ésta no podía tener lugar antes de cumplir los doce años. Imelda exclamaba algunas veces: «¿Cómo es posible recibir a Jesús y no morir de gozo?» Cuando tenía once años, Imelda asistió, con el resto de la comunidad, a la misa de la Ascensión. Como era la más joven, fue la única que no recibió la comunión. Las religiosas se disponían ya a salir de la capilla, cuando vieron que una hostia volaba hasta Imelda, quien se hallaba absorta en oración, cerca del tabernáculo. Inmediatamente le hicieron notar al sacerdote que había celebrado la misa, el cual, impresionado por el milagro, dio inmediatamente a Imelda la primera comunión, que fue también la última. La emoción que produjo a la beata la presencia de Cristo fue demasiado grande. Fulminada por un ataque al corazón, Imelda cayó por tierra; cuando las religiosas acudieron a levantarla la encontraron muerta. Los bolandistas insertaron en Acta Sanctorum. (mayo, vol. III) un artículo sobre la beata Imelda, en razón de la antigüedad de su culto, aunque éste no fue confirmado oficialmente sino hasta 1826. Existen varias biografías de tipo devoto, como las de Lataste (1889) , Corsini (1892), Wilms (1925) y T. Alfonsi (1927). Ver sobre todo M. C. de Ganay, Les Bienheureuses Dominicaines (1913), pp. 145-152. También hay un corto artículo en Procter, Lives of Dominican Saints, pp. 259-262.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Si usted tiene información pertinente para la canonización de la beata Imelda, comuníquese a: Chiesa San Sigismondo Via San Sigismondo, 7 40126 Bologna, ITALIA | |||||
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
viernes, 10 de mayo de 2013
Imelda Lamertini, Beata
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