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viernes, 5 de abril de 2013

Francisco Marto, Beato


Vidente de Fátima, 4 de abril
 
Francisco Marto, Beato
Francisco Marto, Beato

Niño Vidente de la Virgen en Fátima

Martirologio Romano: En el lugar de Aljustrel, cerca de Fátima, en Portugal, beato Francisco Marto, que, consumido por una enfermedad, siendo todavía niño, brilló por la suavidad de costumbres, la perseverancia en los sufrimientos y en la fe, y también por la asiduidad en la oración. († 1919)

Fecha de beatificación: 13 de mayo de 2000 por el Papa Juan Pablo II.
Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Junio de 1908. Fue bautizado el 20 de Junio de 1908.

Cayó victima de la neumonía en Diciembre de 1918 y falleció en Aljustrel a las 22 horas del día 4 de Abril de 1919.

Sus restos mortales quedaron sepultados en el cementerio parroquial de Fátima hasta el día 13 de marzo de 1952, fecha en que fueron trasladados para la Basílica de Cova da Iria (lado derecho según se entra).

Su gran preocupación era la de “consolar a Nuestro Señor”. El Espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fueron notables en su vida tan corta. Pasaba horas “pensando en Dios”. Según su historia, el pequeño Francisco pasaba largas horas "pensando en Dios", por lo que siempre fue considerado como un contemplativo.

Su precoz vocación de eremita fue reconocida en el decreto de heroicidad de virtudes, según el que después de las apariciones "se escondía detrás de los árboles para rezar solo; otras veces subía a los lugares más elevados y solitarios y ahí se entregaba a la oración tan intensamente que no oía las voces de los que lo llamaban".

Hoy festejamos de nacimiento de Francisco al Reino de Dios; Francisco junto a su hermana Jacinta son festejados el 20 de febrero.
Beato Francisco Marto, niño
fecha: 4 de abril
n.: 1908 - †: 1919 - país: Portugal
canonización: B: Juan Pablo II 13 may 2000
hagiografía: Vaticano
En el lugar de Aljustrel, cerca de Fátima, en Portugal, beato Francisco Marto, que, consumido por una enfermedad, siendo todavía niño, brilló por la suavidad de costumbres, la perseverancia en los sufrimientos y en la fe, y también por la asiduidad en la oración.

Nació en Aljustrel, Fátima (Portugal), el 11 de junio de 1908; fue bautizado a los pocos días, y cayó víctima de una neumonía en diciembre de 1918, falleciendo en el mismo pueblo a las 22 horas del 4 de abril de 1919. Fue enterrado en el cementerio de Fátima y luego trasladado a la Basílica, el 13 de marzo de 1952.

Su gran preocupación era la de «consolar a Nuestro Señor». El espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fue notable en su tan corta vida; pasaba horas dedicadas a «pensar en Dios». Fue un contemplativo.

De la homilía de SS Juan Pablo II en Fátima, en la misa de beatificación de Francisco y su hermana Jacinta, el 13 de mayo del 2000:

1. «Yo te bendigo, Padre, (...) porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11, 25).
Con estas palabras, amados hermanos y hermanas, Jesús alaba los designios del Padre celestial; sabe que nadie puede ir a él si el Padre no lo atrae (cf. Jn 6, 44), por eso alaba este designio y lo acepta filialmente: «Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito» (Mt 11, 26). Has querido abrir el Reino a los pequeños.
Por designio divino, «una mujer vestida del sol» (Ap 12, 1) vino del cielo a esta tierra en búsqueda de los pequeños privilegiados del Padre. Les habla con voz y corazón de madre: los invita a ofrecerse como víctimas de reparación, mostrándose dispuesta a guiarlos con seguridad hasta Dios. Entonces, de sus manos maternas salió una luz que los penetró íntimamente, y se sintieron sumergidos en Dios, como cuando una persona -explican ellos- se contempla en un espejo.
Más tarde, Francisco, uno de los tres privilegiados, explicaba: «Estábamos ardiendo en esa luz que es Dios y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? No se puede decir. Esto sí que la gente no puede decirlo». Dios: una luz que arde, pero no quema. Moisés tuvo esa misma sensación cuando vio a Dios en la zarza ardiente; allí oyó a Dios hablar, preocupado por la esclavitud de su pueblo y decidido a liberarlo por medio de él: «Yo estaré contigo» (cf. Ex 3, 2-12). Cuantos acogen esta presencia se convierten en morada y, por consiguiente, en «zarza ardiente» del Altísimo.
2. Lo que más impresionaba y absorbía al beato Francisco era Dios en esa luz inmensa que había penetrado en lo más íntimo de los tres. Además sólo a él Dios se dio a conocer «muy triste», como decía. Una noche, su padre lo oyó sollozar y le preguntó por qué lloraba; el hijo le respondió: «Pensaba en Jesús, que está muy triste a causa de los pecados que se cometen contra él». Vive movido por el único deseo -que expresa muy bien el modo de pensar de los niños- de «consolar y dar alegría a Jesús».
En su vida se produce una transformación que podríamos llamar radical; una transformación ciertamente no común en los niños de su edad. Se entrega a una vida espiritual intensa, que se traduce en una oración asidua y ferviente y llega a una verdadera forma de unión mística con el Señor. Esto mismo lo lleva a una progresiva purificación del espíritu, a través de la renuncia a los propios gustos e incluso a los juegos inocentes de los niños.
Soportó los grandes sufrimientos de la enfermedad que lo llevó a la muerte, sin quejarse nunca. Todo le parecía poco para consolar a Jesús; murió con una sonrisa en los labios. En el pequeño Francisco era grande el deseo de reparar las ofensas de los pecadores, esforzándose por ser bueno y ofreciendo sacrificios y oraciones. Y Jacinta, su hermana, casi dos años menor que él, vivía animada por los mismos sentimientos.
 
 
 

Si tiene información relevante para la canonización de los beatos Jacinta y Francisco, escriba a:
Rev. Anton Witwer, SJ
Secretariado dos Pastorinhos
Aptdo. 6
Rua de São Pedro, 9
2496-908 Fátima, PORTUGAL

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