miércoles, 10 de abril de 2013

Antipas, Santo


Mártir, 11 de abril
 
Antipas, Santo
Antipas, Santo

Mártir

Martirologio Romano: En Pérgamo, en la provincia romana de Asia, en la moderna en Turquía, conmemoración de san Antipas, que fue testigo fiel, como dice san Juan en el Apocalipsis, al ser martirizado por el nombre de Jesús. ( s. I)
El nombre de San Antipas nos ha sido transmitido por el libro de Apocalipsis: “Eres fiel a mi nombre y no has renegado de mi fe, ni siquiera en los días de Antipas, mi testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, ahí donde habita Satanás” (Ap. 2;13), esa es la única mención que nos da el Apóstol San Juan.

Un relato escrito muy posteriormente nos cuenta que Antipas fue martirizado en Pérgamo, en Asia Menor, durante el reinado de Nerón, emperador que realizara una feroz persecución a los cristianos. Andrés de Cesarea, en sus comentaros del Apocalipsis escritos en el siglo VII, declara haber leído el relato del martirio del santo, pero tan sólo nos da brochazos de información, tal como se acostumbraba en el modelo del género literario usado por el autor.

De acuerdo a este relato Antipas, ya de avanzada edad, fue arrestado tras un levantamiento popular y llevado ante el tribunal del prefecto de la ciudad. Interrogado como de costumbre, se le instó a obedecer las órdenes imperiales y ofrecer sacrificio a los dioses, por su negativa fue arrastrado hasta el templo de Diana y encerrado en un toro de bronce que puesto al fuego tomaba un intenso brillo incandescente.

Tanto en el Sinasario Bizantino cuanto en el Martirologio Romano a San Antipas se lo conmemora el 11 de abril. La iconografía lo representa como obispo y según la tradición oriental él era parte de los 72 discípulos de Cristo que se menciona en los Evangelios.

San Antipas, santo del NT
fecha: 11 de abril
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
En Pérgamo, en la provincia romana de Asia, conmemoración de san Antipas, que fue testigo fiel, como dice san Juan en el Apocalipsis, al ser martirizado por el nombre de Jesús.

«Eres fiel a mi nombre y no has renegado de mi fe, ni siquiera en los días de Antipas, mi testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, ahí donde habita Satanás» (Apocalipsis 2,13) Así aparece en la única mención que tenemos de este mártir de la Iglesia en sus inicios. No tenemos más datos de él -cosa que nos ocurre a menudo con los mártires antiguos- y no podemos contextualizarlo demasiado. Existe una «Passio» de Antipas, que ubica el martirio en tiempos de Nerón, y describe los detalles, pero es un escrito muy posterior, que no se basa en documentos, sino que sólo reproduce los lineamientos del género literario. El párrafo citado forma parte de la «Carta a la Iglesia de Pérgamo», la tercera de las siete cartas a las Iglesias de Asia Menor, que forman la primera sección del libro del Apocalipsis.

Estas «cartas» describen las situaciones históricas de maneras tan esquemáticas y a pinceladas tan gruesas (lo que es propio de los escritos apocalípticos), que poco podemos hacernos a la idea de los hechos ocurridos tras la narración. Se nos dice que allí, es decir, en Pérgamo, «habita Satanás», una invectiva muy fuerte a los oídos de cualquier cristiano. Pérgamo era, de hecho, un centro especialmente volcado al culto pagano, y dentro de ello, el culto al emperador brillaba respecto de otras ciudades; posiblemente sea ésa la alusión. No se sabe a qué persecusión se refiere; el libro se suele datar en una primera redacción en tiempos de Nerón (54 a 68), con una reelaboración final en tiempos de Domiciano (81-96), dos momentos de especial crisis en el cristianismo inicial, ya que hubieron en ellos persecusiones que han quedado como «modelo» de la furia persecutoria pagana, y a lo que precisamente el Apocalipsis quiere oponer la fuerza de la esperanza cristiana, que se basa, no en el triunfo terreno, sino en la fidelidad al «Cordero degollado».

Lo cierto es que Apocalipsis es posiblemente el responsable de que el término «mártir» -que en griego (martýs) significa simplemente «testigo», sin que necesariamente se halle implicada la connotación de testimonio cruento o «por la sangre»- haya quedado como término específico para designar cierta forma de testimoniar a Jesús: en la perfecta fidelidad a su muerte, y por lo tanto cruentamente. Y uno de esos momentos en que el Apocalipsis ahonda en la profundidad del «testimonio» (martirio) cristiano es, precisamente, al referirse a nuestro Antipas. Merece él además, por parte del libro sagrado, un especial título: no sólo «martys», sino «martys pistós», «testigo fiel», que es un título cristológico, que usa el propio Apocalipsis para referirse a Cristo como testigo de Dios, en 1,5 y 3,14. A través de esto el Apocalipsis muestra, nos muestra, que Cristo -tal como él mismo lo pidió- puede realmente ser imitado por los suyos: su gesta es, desde un cierto punto de vista, única, pero desde el punto de vista del camino que él abre y al que nos convoca, esa gesta es infinitamente repetible, puede ser realizada por cualquier creyente en cualquier época. Y así, cada vez que alguien da su sangre por la fe, se reactualiza de manera eminente la gesta salvadora de Jesús en la cruz.

Aunque no sepamos más nada de este Antipas, le debemos ser aquel mártir que por primera vez nos sirve de ejemplo vivo de este pasaje del martirio de Jesús al martirio de los cristianos. Es verdad que el primer mártir cristiano es san Esteban (Hechos 6), sin embargo, en su narración no se aplica aun el término mártir para describir la relación de su muerte con la de Jesús, habrá que esperar al Apocalipsis, y a esta mención de Antipas, para que la concepción de la muerte por la fe como «martirio» encuentre todo su lenguaje.
 

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