domingo, 9 de diciembre de 2012

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María

sábado 08 Diciembre 2012

La Inmaculada



Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : “Alégrate, llena de gracia”

Lecturas

Génesis 3,9-15.20.

Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?".
"Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí".
El replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?".
El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él".
El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí".
Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón".
El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.


Salmo 98(97),1.2-3.3-4.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.

se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.

Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.


San Pablo a los Efesios 1,3-6.11-12.

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad-
a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria.


Lucas 1,26-38.

En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Encíclica “Redemptoris Mater”, §7, 10 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana rev.)

“Alégrate, llena de gracia”

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en
Cristo, por cuanto nos ha eligió en él antes de la fundación del mundo.”
(Ef 1,3-4) La carta a los Efesios, hablando de la “riqueza de gracia” con
que el Padre nos ha bendecido (cf Ef 1,7) añade: “En él tenemos por medio
de su sangre la redención”. Según la doctrina formulada en los documentos
solemnes de la Iglesia, esta “gloria de la gracia” se ha manifestado en la
Madre de Dios por el hecho que ella ha sido “rescatada de manera sobre
eminente”. (Papa Pio IX)

En virtud de la riqueza de la gracia del Hijo Bienamado, en virtud de
los méritos redentores de aquel que debía ser su Hijo, María fue preservada
de la herencia del pecado original. Así, desde el primer momento de su
concepción, es decir, desde su existencia, pertenece a Cristo, participa de
la gracia salvífica y santificante y del amor que tiene su fuente en el
“Hijo bienamado”, en el Hijo del Padre eterno que, por la encarnación, es
su propio Hijo. Por esto, por el Espíritu en el orden de la gracia, es
decir, de la participación en la naturaleza divina, María recibe la vida
de aquel al que ella misma, en el orden de la generación terrena, da la
vida como madre... Y porque María recibe esta vida nueva en una plenitud
que conviene al amor del Hijo hacia su Madre –y pues a la dignidad de la
maternidad divina- el ángel de la Anunciación la llama “llena de gracia."

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