martes, 4 de diciembre de 2012

La Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María

Solemnidad, Diciembre 8
La Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María
La Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María

SOLEMNIDAD

Martirologio Romano: Solemnidad de la Concepción Inmaculada de la bienaventurada Virgen María, que, realmente llena de gracia y bendita entre las mujeres, en previsión del nacimiento y de la muerte salvífica del Hijo de Dios, desde el mismo primer instante de su Concepción fue preservada de toda culpa original, por singular privilegio de Dios. En este mismo día fue definida, por el papa Pío IX, como verdad dogmática recibida por antigua tradición (1854).

Todo lo que se refiere a la Santísima Virgen María es un maravilloso misterio. Como la primera y más importante de las prerrogativas suyas es su condición de ser Madre de Dios, todo lo que deriva de ello-el caso de ser Inmaculada, por ejemplo- es una consecuencia de su especialísima, impar e irrepetible situación en medio de los hombres.

De hecho, en un tiempo concreto, justo en 1854, el papa Pío IX, de modo solemne y con todo el peso de su autoridad suprema recibida de Jesucristo, afirmó que pertenecía a la fe de la Iglesia Católica que María fue concebida sin pecado original. Lo hizo mediante la bula definitoria Ineffabilis Deus donde se declaraba esa verdad como dogma de fe.

Poco a poco fue descubriéndolo en el andar del tiempo y atendiendo a los progresos de la investigación teológica, al mejor conocimiento de las ciencias escriturísticas, a lo que era realidad viva en el espíritu y vida de los católicos y después de consultado el sentir del episcopado universal.

No es en ningún momento un gesto debido al capricho de los hombres ni a presiones ambientales o conveniencias económicas, políticas o sociales por las que suelen regirse las conductas de los hombres. No; es más bien la fase terminal y vinculante de un largo y complejo proceso en que se va desarrollando desde lo más explicito y directo hasta lo implícito o escondido y siempre al soplo del Espíritu Santo que asiste a la Iglesia por la promesa de Cristo. Por tanto, la definición dogmática no es la creación de una verdad nueva hasta entonces inexistente, sino la confirmación por parte de la autoridad competente de que el dato corresponde al conjunto de la Revelación sobrenatural. Por eso, al ser irreformable ya en adelante, asegura de manera inequívoca las conciencias de los fieles que al profesarla no se equivocan en su asentimiento, sino que están conforme a la verdad.

El libro del Génesis, la Anunciación de Gabriel trasmitida en el tercer evangelio, Belén donde nace el único y universal Redentor, El Calvario que es Redención doliente y el sepulcro vacío como triunfante se hacen unidad para la Inmaculada Concepción.

Los Santos Padres y los teólogos profundizaron en el significado de las palabras pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya reveladas y en los hechos; relacionaron las promesas primeras sobre un futuro Salvador, descendencia de la mujer, que vencería en plenitud al Maligno con aquellas palabras lucanas llena de gracia salidas del ángel Gabriel. Compararon a la Eva, madre primera de humanidad pecadora y necesitada de redención, con María, madre del redentor y de humanidad nueva y redimida. Pensaron en la redención universal y no podían entender que alguien -María- no la necesitara por no tener pecado. Con los datos revelados en la mano se estrujaron sus cabezas para entender la verdad universal del pecado original transmitido a todo humano por generación. Jugaron con las palabras Eva -genesíaca-, y Ave -neotestamentaria-, ambas del único texto sagrado, viendo en el juego maternidad analógica por lo común y lo dispar. Vinieron otros y otros más hablando de la dignidad de María imposible de superar; el mismo pueblo fiel enamorado profesaba la conveniencia en Ella de inmunidad, pero aún quedaban flecos sin atar. Salió algún teólogo geniudo diciendo ¡imposible! y otro sutil, que hilaba muy fino, afirmó que mejor es prevenir que curar la enfermedad para afirmar que la redención sí era universal y María la mejor redimida.

Solucionadas las aparentes contradicciones de los datos revelados que ataban todos los cabos sueltos y comprendido cuanto se puede entender en la proximidad del misterio, sólo quedaba dar la razón de modo solemne a la firme convicción de fieles y pastores en el pueblo de Dios que intuía, bajo el sereno soplo del Espíritu, que por un singular privilegio la omnipotencia, sabiduría y bondad infinitas de Dios habría aplicado, sin saber cómo, los inagotables méritos del Hijo Redentor a su Santísima Madre, haciéndola tan inocente desde el primer instante de su concepción, como lo fue después y para siempre, por haberla amado más que a ninguna otra criatura y ser ello lo más digno por ser la más bella de todo lo que creó. Así lo hizo, aquel 8 de diciembre, el papa Pío IX cuando clarificó para siempre el significado completo de llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.

Mientras los teólogos estudiaban y discutían todos los pormenores, los artistas les tomaron la delantera, sobre todo los españoles Murillo, Ribera, Zurbarán, Valdés Leal y otros; también no españoles como Rubens o Tiepolo. Ponían en sus impresionantes lienzos a la Inmaculada con túnica blanca y manto azul, coronada de doce estrellas, que pisaba con total potestad y triunfo la media luna y la humillada serpiente.

Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Sólo a Ella Dios le concedió el privilegio de haber sido preservada del pecado original, como un regalo especial para la mujer que sería la Madre de Jesús y madre Nuestra
Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Diciembre 8

Ella, desde el momento en que fue concebida por sus padres, por gracia y privilegios únicos que Dios le concedió, fue preservada de toda mancha del pecado original.

En nuestra sociedad, la pureza tiene dos valores opuestos. Mientras la droga más pura es la más cara y todos buscan el detergente que deje la ropa más blanca, muy pocos se preocupan de mantener su alma y su vida pura, de cara a la vida eterna. Incluso, quienes se confiesan seguido son, a veces, criticados y se les califica despectivamente de "mochos". La Virgen María nos invita a vivir este ideal de la pureza, aunque para ello tengamos que ir "contra corriente".

Un poco de historia

El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX, promulgó un documento llamado "Ineffabilis Deus" en el que estableció que el alma de María, en el momento en que fue creada e infundida, estaba adornada con la gracia santificante.

Desde entonces, esta es de las verdades que los católicos creemos, aunque a veces, no entendamos. Es lo que se llama Dogma o artículo de fe.

La Virgen María fue "dotada por Dios con dones a la medida de su misión tan importante" (Lumen Gentium). El ángel Gabriel pudo saludar a María como "llena de gracia" porque ella estaba totalmente llena de la gracia de Dios. Dios la
bendijo con toda clase de bendiciones espirituales, más que a ninguna otra persona creada. Ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo". (LG, n. 53)

La devoción a la Inmaculada Concepción es uno de los aspectos más difundidos de la devoción mariana. Tanto en Europa como en América se adoptó a la Inmaculada Concepción como patrona de muchos lugares.

María tiene un lugar muy especial dentro de la Iglesia por ser la Madre de Jesús. Sólo a Ella Dios le concedió el privilegio de haber sido preservada del pecado original, como un regalo especial para la mujer que sería la Madre de Jesús y madre Nuestra.

Con esto, hay que entender que Dios nos regala también a cada uno de nosotros las gracias necesarias y suficientes para cumplir con la misión que nos ha encomendado y así seguir el camino al Cielo, fieles a su Iglesia Católica.

Podemos aprender que es muy importante para nosotros recibir el Bautismo, que sí nacimos con la mancha del pecado original. Al bautizarnos, recibimos la gracia santificante que borra de nuestra alma el pecado original. Además, nos hacemos hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Al recibir este sacramento, podemos recibir los demás.

Para conservar limpia de pecado nuestra alma podemos acudir al Sacramento de la Confesión y de la Eucaristía, donde encontramos a Dios vivo.

Hay quienes dicen que María fue una mujer como cualquier otra y niegan su Inmaculada Concepción. Dicen que esto no pudo haber sido posible, que todos nacimos con pecado original. En el Catecismo de la Iglesia Católica podemos leer
acerca de la Inmaculada Concepción de María en los números 490 al 493.

Para saber más acerca del dogma de la Inmaculada Concepción, consulta haciendo click aquí

El alma de María fue preservada de toda mancha del pecado original, desde el momento de su concepción.

María siempre estuvo llena de Dios para poder cumplir con la misión que Dios tenía para Ella.

Con el Sacramento del Bautismo se nos borra el pecado original.

Dios regala a cada uno de nosotros las gracias necesarias y suficientes, para que podamos cumplir con la misión que nos ha encomendado.

¡Virgen María, Madre Inmaculada, ruega por nosotros!
Explicando la Inmaculada Concepción
La Virgen María fue concebida sin el pecado original. ¿Qué razones podemos dar para explicar esto a católicos y no católicos?
Explicando la Inmaculada Concepción
Explicando la Inmaculada Concepción
Pregunta un lector:

Hola, Hace unos meses atrás escuché al diácono diciendo que María fue concebida sin pecado original y luego dijo que ella nació sin pecado.

Yo siempre pensé que cuando se decía de la Virgen sin pecado concebida se refería a la Concepción de Jesús por medio del Espíritu Santo y por ende él era el nacido sin pecado.

¿Qué razones podemos dar para explicar esto a católicos y no católicos?

Respuesta

Es un hecho que Dios nos creó con diferentes maneras de ser a cada uno y también nos llama a un diferente ministerio o servicio a Él y a nuestro prójimo. En este caso La Santísima Virgen María fue creada ex profeso (y sólo ella) para ser la progenitora del Hijo de Dios, con todas las consecuencias que esto traería.

Una de las maravillosas y principales consecuencias es la que veremos en este tema y te ayudará a dar razones de lo que creemos.

La Inmaculada Concepción De María

Cuando usamos este título lo que queremos decir es que la Virgen María fue concebida sin el pecado original. Los motivos por los que estamos seguros de esta gran verdad son los siguientes:

1.- Razón principal.

Jesucristo, el Salvador prometido (Gen 2,15; Is 11,2), por necesidad tendría que venir a nosotros mediante un acto purísimo, libre de todo defecto o pecado (Fil 2,6-7), para que esto fuera así tendría que nacer en una mujer totalmente pura desde el punto de vista sobrenatural y moral.

Digamos entonces que Dios, como muestra de su honor y poder nos trajo a la Virgen María engendrada y nacida totalmente libre de defecto, que significa libre del menor vestigio del pecado original, que es lo único que podría mancharla. Esto fue posible por los Méritos de Jesucristo.

Pongamos un ejemplo para explicarlo más sencillamente: Cuando a una persona la llevan a la cárcel, puede ir después el abogado y pagando una fianza o cantidad de dinero lográ sacarlo de allí. La persona estuvo dentro y tal vez hizo algo malo para merecer eso, sin embargo, gracias a la fianza logró salir.

Pero también puede darse el caso de que otra persona vaya a ser llevada a la cárcel y el abogado ponga antes "un amparo" y logre que esta persona NO entre y no pise nunca la cárcel.
Algo similar a este segundo caso pasó con la Santísima Virgen María que normalmente, igual que todos los seres humanos, merecería nacer con el pecado original, pero por los méritos de Jesucristo al ser ella escogida para ser su madre y haberlo aceptado, gracias a los méritos de Jesús-como el amparo- ella fue liberada por Dios para que el Hijo de Dios que es perfecto y santo naciera de una mujer que hubiera sido concebida sin la mancha del Pecado Original.

2.- Razón bíblica.

Lo anterior nos sirve para profundizar el texto bíblico de Lc.1,28. La palabra griega empleada por el códice es Kejaritomene = Agraciadísima. A su vez esta palabra viene de una palabra hebrea como "Kedesh"= piadoso, o "santo" en alguno de sus superlativos ó grado máximo y "Gratia plena" (del texto latino).

Llegó el Ángel hasta ella y le dijo:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Lc 1,28

Traducido literalmente dice "Plenitud de gracia", o en el Ave María en español que dice: "Llena eres de gracia" (Perfección sobrenatural en grado tal que ningún ser humano puede tenerla excepto Jesucristo que es Hombre-Dios).

Lo que la Biblia y sus autores nos quisieron decir con esa palabra es algo tremendo. Ella es: "La Santísima Virgen María". Por lo tanto si ella era la "Santísima" tenía que haber nacido sin ninguna mancha de pecado.

Otro ejemplo está en Jueces 6,12 que dice: "Y el ángel de Yahvé se le apareció y le dijo: "Shalóm lac, gibor hehayil"
(Texto hebreo que significa: "Super-valientísimo". Y el personaje mencionado, llamándose Gedeón, el ángel (enviado por Dios [v.11] le llama "valiente en grado máximo".

Así, igual, en Lc,1,28 el ángel enviado por Dios le llamó a María así: "Poseedora de gracias en grado máximo", tanto en cantidad como en calidad; y una de ellas sería el nacer inmaculada.

Esto ilumina Gn 3,15 donde la enemistad entre la serpiente y la mujer significa una lucha, esto es: El Maligno que es "suma de maldad" luchando contra "suma de santidad" que es María, madre del Salvador.

Eso es lo que la Biblia nos quiso decir. Por eso María tendría que nacer sin la mancha del Pecado Original.

3.- Razón eclesial.

Nuestra fe no está basada solamente en lo que está escrito en la Biblia, sino también en la Iglesia que es el pilar y columna de la Verdad (1 Tim 3,15). Por eso Jesús no mandó escribir ni él escribió nada.

En el orden del tiempo la Iglesia es antes que la Biblia. Por este motivo veamos aquí la voz de la autoridad de la Iglesia Católica sobre este tema:
El 8 de Diciembre de 1854, el Papa Pío IX definió como dogma la " Inmaculada Concepción de María " en su Bula "Inefabilis Deus".

Agradezcamos a Dios el maravilloso regalo de enviarnos a su Hijo Jesucristo por medio de la Inmaculada concepción de María
La Inmaculada Concepción de la Virgen María
Objeciones comunes
Por  José Miguel Arráiz
La Virgen María
Pregunta
Un  protestante ha enviado un artículo que da varios argumentos bíblicos e históricos contrarios al dogma de la inmaculada concepción.  En ellos se dice que María tenía pecado y que ella misma lo reconocía. Les envío ahora las partes que me han confundido para que me den su opinión al respecto, la cual les agradezco de antemano.
Respuesta
Ante todo gracias por escribirnos.  Dividiré mi respuesta en varias secciones donde intentaré analizar cada uno de los argumentos que el artículo que me envías expone.
1.  La “bajeza” de María.
Argumento protestante:
“María, llanamente reconoció como era ante Dios. Ella reconoció <> y la necesidad de Cristo, como <>. Esa <> de la cual María nos habla en el <>, no era una manifestación de una gran modestia de María, como Roma dice. Si realmente María hubiese sido sin pecado y perfecta como Jesús, nunca hubiera hablado de su <> porque no la hubiera tenido; esto hubiera sido simple y llanamente: falsa humildad , y esta última nunca se hubiera producido si realmente María hubiera sido << sin pecado concebida>>. La verdadera humildad es reconocer lo que uno es, así como lo que uno no es.”
Este argumento tiene varias fallas. En primer lugar habría que aclarar que una traducción más apropiada del texto del Magníficat al que hace referencia el comentario es este:
“porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,” Lucas 1,48 Biblia de Jerusalén.
La palabra que utiliza aquí el texto griego es ταπείνωσις (tapeinōsis) que puede ser traducida como “humillación” , “estado humilde” (The New Testament Greek Lexicon)  y se refiere a la condición de la persona de donde se reconoce pequeña o hace pequeña. Todos tenemos que reconocer nuestra pequeñez ante Dios más eso no tiene una relación directa con haber pecado. Los ángeles también se humillan ante Dios y no lo han hecho.
Muchas Biblias protestantes traducen aquí esta palabra por “bajeza” (Las diferentes versiones de la Reina-Valera),  y aunque la traducción no es del todo incorrecta porque otra posible traducción de la palabra es “condición baja”,  no me parece aquí esta como la traducción más adecuada.
En Hechos 8,33 se utiliza la misma palabra ταπείνωσις  para referirse a la condición de Cristo.
“…«Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca. En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.»” Hechos 8,32-33
En este texto las mismas Biblias protestantes que en el primer texto traducían “bajeza” aquí si traducen “humillación”.  Esta forma de traducir parece tendenciosa, porque si la palabra se refiere a Cristo colocan humillación, si se refiere a María colocan bajeza.  
La palabra ταπείνωσις (tapeinōsis) viene de ταπεινόω (tapeinoō) que significa “humilde” y a su vez esta de ταπεινός (tapeinos), palabra que utiliza el mismo Cristo para referirse a sí mismo cuando dice:
“Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”  Mateo 11,29
Asumir que María tenía pecado porque habló de su humillación o humildad es como afirmar que Jesús también lo tenía porque la Escritura utiliza las mismas palabras para hablar de sucondición.
En el Magníficat María está hablando de su condición humilde, más que de una condición de bajeza que implique estar en pecado. Esto es algo que dicha palabra no implica y a este tipo de conclusiones erróneas puede llevar estudiar la Biblia con una traducción imprecisa sumado a una exégesis deficiente aislada del magisterio de la Iglesia.
Si todavía quedan dudas, ταπείνωσις también se utiliza en Santiago 1,10:
“El hermano de condición humilde gloríese en su exaltación; y el rico, en su humillación, porque pasará como flor de hierba” Santiago 1,9-10
En el versículo 9 se utiliza ταπεινός (tapeinos) para reflejar la condición humilde de los pobres, mientras que el versículo 10 utiliza ταπείνωσις (tapeinōsis) para referir la humillaciónde los ricos. Este es otro ejemplo donde se ve que dicha palabra se refiere a la condición de humildad o humillación de la persona, más que una condición pecaminosa. De ser así, tendríamos que entender que Santiago nos manda a gloriarnos en nuestra condición pecadora, sin embargo, el contexto claramente es opuesto a esto.
2.  Sobre el rechazo de los padres de la Iglesia al dogma de la Inmaculada Concepción .
Argumento protestante:
"En cuanto a los padres de la Iglesia dice Eusebio de Cesarea: <>San Ambrosio, doctor de la Iglesia y obispo de Milán, dijo: <>. San Agustín, doctor de la Iglesia, comentando el salmo 34 versículo 3, afirmó: << María, hija de Adán, murió por causa del pecado , y la carne del Señor nacida de María murió para borrar el pecado>>…
Pero la cosa no queda aquí, hasta hubo tres papas que mantuvieron ese mismo criterio: León I(440-461), dijo: <. El papa Gregorio el Grande (590-604), comentando el pasaje de Job 14: 4, expresa que Jesucristo es el único que no ha sido concebido de sangre impura, y el único también que ha sido verdaderamente puro en su carne. Inocencio III (1198-1216), dijo: <>.."
Si bien es cierto que hubo algunos casos contados de padres de la Iglesia que mostraron sus dudas respecto a la santidad perfecta de María (Como Santo Tomás de Aquino o San Juan Crisóstomo), estos son ciertamente una infima minoría. La mayoría de citas que menciona dicho artículo o son falsas y están descontextualizadas. Respecto a recomendamos consultar el siguiente estudio: 
(Debemos ser muy cautos con este tipo de citas que pululan en sitios de apologética protestante, no es la primera vez que citas falsificadas pasan de mano en mano siendo que quienes las toman no se toman en trabajo de verificar las fuentes para determinar si son ciertas o fraudulentas)
3.  Si María no cometió pecado ¿Quiere decir que no necesitó a Cristo como Salvador?
Argumento protestante:
"Por ser María bendita entre las mujeres (Lc. 1: 28), ser un ejemplo de obediencia y de fidelidad a Dios, ¿significa esto que María era perfecta, que no tenía pecado y que por lo tanto, no requería de la salvación que Jesús iba a traer al mundo por su sacrificio en la cruz? No. María, como todos los humanos, no podía salvarse a sí misma, ni por sus obras, ni por su propia justicia ni santidad, porque al igual que todos los demás, ella era humana, y por lo tanto, descendiente de Adán y Eva. La Biblia dice claramente que María se veía necesitada de la salvación que sólo Dios por Su gracia puede dar; y la da por los únicos y suficientes méritos de Cristo Jesús. María exclamó cuando fue a visitar a Elisabet: <<...Mi espíritu Se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva...>> (Lucas 1:47, 48).
“…. Como dice Miguel Ángel Tiscar, ex- sacerdote católico-romano, << Ella dice, y no podemos decir que María es embustera ni mentirosa. Ella dice: en Dios mi Salvador, luego ¡fue salva!>>. Si fue salva, es que antes estaba perdida, ¿no es cierto? , ya que uno es salvo de la perdición o condenación que por justicia merece (Ro. 3: 23) ."
Para responder esta pregunta debemos aclarar realmente que creemos los católicos, ya que en base a las palabras del autor del artículo, este no lo entiende a plenitud.
A la frase “María como todos los humanos no podía salvarse a si misma ni por sus obras, ni por su propia justicia ni santidad, porque al igual que todos los demás, ella era humana”nosotros responderíamos que estamos completamente de acuerdo. A la frase “María se veía necesitada de la salvación que sólo Dios por Su gracia puede dar; y la da por los únicos y suficientes méritos de Cristo Jesús” diríamos que eso es  100% doctrina católica.
Nosotros no creemos que María no necesitó de la salvación de Cristo, y la dificultad de entender como fue salvada por María por los méritos de Cristo sin haber sido concebida en pecado no es nueva. Inclusive teólogos como san Juan Crisóstomo o santo Tomás de Aquino presentaron sus reparos al respecto.
A este respecto explica Fray Nelson Medina:
 “La objeción cesa en cuanto descubrimos que precisamente lo que estamos celebrando es el modo singular en que la salvación de Dios se hizo primero presente en la vida de María. Dios salva levantando al que cae, pero también no dejando caerNo caer es un modo de haber sido sostenido, un modo de haber sido salvadoMaría no es la que no que no necesitó la salvación, sino la que fue salvada de modo peculiar, en razón de su misión particular….Ser salvado no implica haber pecado o haber estado bajo el poder del pecado”
Viéndolo de esta manera, no puede objetarse que nosotros los católicos creemos que María no necesitó ser salvada por Cristo, simplemente creemos que fue salvada de un modo peculiar debido a la misión única y trascendental que tendría que realizar: Albergar en su seno puro y sin mancha al Verbo de Dios. No era esta una misión cualquiera, no sería una carne manchada por el pecado y bajo el dominio de Satanás la que tomaría Cristo para sí mismo. La inmaculada concepción de María para nosotros redunda en beneficio más que en detrimento de la dignidad del Redentor.
Una vez entendido esto podemos entender la falla de este razonamiento del ex - sacerdote cuando pregunta:  “<< Ella dice, y no podemos decir que María es embustera ni mentirosa. Ella dice: en Dios mi Salvador, luego ¡fue salva!>>. Si fue salva, es que antes estaba perdida, ¿no es cierto?”
Hemos visto que esto es impreciso, no solamente puedo haber sido salvado si antes estaba perdido, sino también si fui salvado de llegar a estarlo.  Pongamos un ejemplo simple para ilustrar nuestro punto. Imaginemos que al cruzar la calle un peatón es atropellado por un auto. Alguien viene, le lleva al hospital y este sana. Bien puede decirse que él le ha salvado. Pero imaginemos que al momento de cruzar la calle alguien ve al auto venir y detiene al peatón antes de que sea atropellado. ¿No le ha salvado también?  Utilizando la óptica del ex – sacerdote tendríamos que responder que no, cuando esto es a todas luces incorrecto.
4.  Pero la Biblia dice que todos pecaron...
Argumento protestante:
“La Biblia dice que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Al parecer los católicos romanos no se han dado cuenta de que TODOS significa TODOS, y eso incluye a María. El mismo apóstol  Juan declara en 1 Juan 1:10 que si dijéremos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su Palabra no está en nosotros. Con la proclamación del dogma de la inmaculada concepción los católicos romanos han hecho a Dios mentiroso”
Un error común es tomar un texto fuera de su contexto y partir de allí para sacar doctrinas de forma aventurada.
Nosotros los católicos no desconocemos dichos textos, simplemente no creemos que ni San Pablo ni San Juan hayan tenido la intención de incluir o hacer referencia al caso especial de la Santa Virgen María, sino simplemente a la condición general del ser humano.
En primer lugar es incorrecto asumir que en la Escritura “todos” significa siempre “absolutamente todos”. Si leemos bien Romanos 3,23 también dice que TODOS  fueron privados de la gloria de Dios, sin embargo esto no es cierto para absolutamente todos, ya que Enoc y Elías no lo fueron. Testimonios de esto los tenemos en la misma Escritura:
Y anduvo Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” Génesis 5,24
“ Y aconteció que, yendo ellos hablando, he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino” 2 Reyes 2,11.
¿Pero cómo podría haber esto una referencia a absolutamente todos si  Enoc y Elías fueron llevados al cielo? ¿Deberíamos pensar que San Pablo no conocía estos eventos bíblicos? ¿O será más consistente suponer que no estaba haciendo referencia a los casos excepcionales?
Pues así como en este caso no lo hacía cuando se refería a estar privados de la gloria de Dios, no hay porque asumir que cuando en la misma frase alega que todos pecaron estuviera incluyendo específicamente el caso de María. Esto es bastante aventurado.
Otro ejemplo de que en la Biblia no siempre “Todos” significa “absolutamente todos” lo tenemos en otros textos:
"Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor." Lucas 1,5-6
Aplicando el mismo razonamiento protestante tendríamos que concluir que Zacarías y su esposa no tenían pecado, porque la Escritura afirma que caminaban sin tacha en todos los mandamientos y eran justos.
De la misma manera creemos que el texto de San Juan no pretende hacer referencia al caso particular de la Virgen María, ya que él no está tratando ese tema sino también la condición natural de todos nosotros de pecadores.  Una prueba de esto lo tenemos en que a diferencia de Romanos 3,23 él no está haciendo referencia al pecado original sino a pecados cometidos (El pecado original es un pecado “contraído” y no “cometido” – lo hemos contraído por ser descendientes de Adán, pero no lo hemos cometido nosotros, sino Adán).
Note que San Juan dice: “Si dijéremos que no hemos pecado…”. Cuando se refiere a “haber” pecado habla de pecados cometidos y no del pecado original (el cual repito, no hemos cometido sino contraído a través de la caída de Adán). Sin embargo los niños no han cometido pecados personales, por lo que San Juan tampoco está hablando de ellos. Un niño pequeño podría decir refiriéndose a los pecados personales que menciona Juan que no ha pecado y no por eso haría a Dios mentiroso.
Si cuando San Juan nos dice esto no está contemplando el caso particular de los niños, ¿por qué habría que suponer que estuviera haciendo referencia al caso particular de María – aquella que tenía que tener en su seno y dar su carne al Verbo de Dios?
Es más, el mismo Juan más adelante dice:
"Cualquiera que permanece en él, no pecacualquiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido." 1 Juan 3,6 
En base a este texto sería afirmado aventurar que hubo un tiempo en el cual María no permaneció en El, siendo que el ángel la proclama “llena de gracia” en un estado permanente e inclusive antes de que el Espíritu Santo realizara en ella la obra de la encarnación. Con esto podemos pasar al siguiente argumento.
5. Que significa llamar a María "llena de gracia"
Argumento protestante:
"El otro texto bíblico donde Roma se apoya para su dogma mariano es Lucas 1: 28, < El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres>> (Lucas 1: 28). Veamos, < >>, en griego <, significa ¡Saludos!. No es más que un ¡ Hola ! actual. <<¡Muy favorecida!>>, en griego: <, a cual participio Roma se ha agarrado para enseñar que María estaba << llena de gracia >> hasta los topes, sin dejar resquicio a pecado alguno, ni original ni personal, carece de todo fundamento, y para refutarla basta con advertir que Efesios 1: 6 usa exactamente el mismo verbo griego, sin que a nadie se le ocurra decir que todos los creyentes están <> a la manera que Roma dice de María. Hechos 4: 33, dice:<abundante gracia era sobre todos ellos>>, es decir, favor de Dios para con todos, cumpliéndose así las palabras de los ángeles de Lucas 2: 14, <<...en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres>>"
Lo primero que hay que aclarar es que “llena de gracia” si es una correcta traducción para la palabra κεχαριτωμενη (kejaritomene), aunque si hemos de ser precisos, ni siquiera esta traducción abarca el profundo significado de esta palabra.
La palabra κεχαριτωμενη es una extensión de tres palabras: χαριτοω (charitoo), μένη (mene) y κε (ke). χαριτοω (charitoo) significa “gracia”, κε (ke) es un prefijo de χαριτοω que significa que la palabra está en tiempo perfecto. Este indica un estado presente producto de una acción completada en el pasado. μένη (mene) hace esto un participio pasivo. “Pasivo” significa que la acción es realizada en el sujeto (en nuestro caso la Virgen María) por otra persona (en nuestro caso Dios). Resumiendo, la palabra κεχαριτωμενη de María es un participio pasivo de χαριτοω  (charitoo): Es Dios el autor de su estado de gracia: llenada, colmada de gracia.
También es importante hacer notar que cuando el ángel Gabriel utiliza κεχαριτωμενη para referirse a María, lo hace como pronombre (un pronombre toma el lugar de un nombre o un título), lo cual representa la identidad de la persona de la que se está hablando. Así María es identificada con un simple término, el cual no es su nombre (María),
 En base a esto nosotros interpretamos que el ángel no está diciendo que María está llena de gracia (en ese momento) sino que se está refiriendo a ella como la “llena de gracia” o “colmada de gracia”. Ahora, este estado siendo producto de una acción pasada (por ser un participio pasivo perfecto) viene indicando una perfección de la gracia que es intensiva y extensa. El estado de María es un estado de una acción pasada de Dios hacia ella donde la ha colmado de gracia, quedando identificada de este modo.
Cabe resaltar que esta palabra con la que él ángel identifica a María solamente es utilizada para ella en toda la Escritura y la verdad no se de donde el autor de tu artículo ha sacado que Efesios 1,6 utiliza el mismo verbo.  En primer lugar allí aparece es la palabra χαριτοω que es distinto a κεχαριτωμενη. 
Como hemos visto κεχαριτωμενη  no está conjugado de la misma manera que χαριτοω, ya que es un participio pasivo en tiempo perfecto utilizado como pronombre, lo cual es lo que le da a κεχαριτωμενη   la implicación de que el estado de gracia de María es total y permanente.
Un caso similar lo tenemos también cuando la Biblia habla de Esteban. La Escritura narra en hechos 6,8 que estaba “Esteban, lleno de gracia y de poder…”, sin embargo aquí ocurre algo similar, y se trata de un adjetivo “pleres” (lleno) seguido del genitivo “charitos” (χαριτοω) (de gracia). Los adjetivos reflejan cualidades de los sujetos, mientras que los pronombres sustituyen o identifican al sujeto en una oración. Así, hay una diferencia entre la palabra utilizada con María y la utilizada con Esteban, ya que la primera implica un estado permanente de gracia, mientras que la segunda a un estado de Esteban en ese momento.
6. María cumplió con los ritos de purificación porque estaba "impura".
Argumento protestante:
"En Lucas 2:22 se dice que cuando se cumplieron los días de la purificación de María, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor
Luk 2:23-24 como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor, y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.

Si María fuera sin mácula no hubiera sido necesario presentar las dos tórtolas, no hay que olvidar que la sangre es para remisión, y en este caso sin duda no era por Cristo entones por quien fue derramada la sangre,  y claro está que tiene que ser por María, la cual si necesitaba ser purificada"
De todas las objeciones en contra de la Inmaculada Concepción, citar Lucas 2, 22-24 es el más absurdo.  Se intenta poner como ejemplo el Levítico para justificar el hipotético pecado de la Bienaventurada Virgen María.

Dice el levítico: 
"Habla a los hijos de Israel, diciendo: La mujer cuando concibiere y diere a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días que está separada por su menstruo, será inmunda".  Levítico 12,2

Si vemos la prescripción del Levítico, habla de quien da a luz a un varón queda inmunda.  No entraremos en detalles sobre la naturaleza de ese estado de impureza, y si este implica que la mujer haya cometido algún pecado. Recuerde que no es “pecado” dar a luz, tampoco menstruar.

Sin embargo y sin tocar este punto, primeramente hay que tener en cuenta que  María no dio a luz a un simple varón...dio a luz al Hijo de Dios tal y como el ángel le dijo: 
"…El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios"  Lucas 1,35
¿Es un simple varón como el resto de nosotros ese Santo Ser, el Hijo de Dios, como para causar impureza en una mujer?

Por que en ese caso estaríamos diciendo que Jesús es causa de impureza, ya que se la causó a María.

Pero no, el Santo ser que nacerá de la Virgen es el Hijo de Dios, y recordemos que de ese mismo Hijo de Dios testificó san Juan Bautista 
Juan 1, 29 "Al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: "¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo
Así, ordenando los hechos tenemos que primeramente el autor del argumento afirma que María por dar a luz un varón quedó impura y de allí asume que “en pecado”, sin embargo el ángel aseguró que el Varón que nacerá de la Virgen es un Santo Ser, y que es Hijo de Dios, y por añadidura, Juan nos dice que ese Santo Ser quita el pecado del mundo.

La pregunta sería....¿Que clase de sentido común puede hacer pensar a un cristiano (o que dice serlo) que el Santo Ser por excelencia, el Hijo de Dios que santifica las almas, que al mero contacto de su túnica purificaba hemorroisas y sanaba enfermedades, haya dejado por su nacimiento impura a María?
¿Cómo es posible que el que quita el pecado de mundo dejara por su nacimiento un pecado e impureza en María?
Insinuar que María quedó impura y contrajo algún pecado por dar a luz al Verbo de Dios es francamente ridículo.
No hay que olvidar que Jesús nació bajo la Ley de Moisés: 
"Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley" Gálatas 4,4
Obviamente, la Mujer que dio a luz a Jesús tenía que cumplir las prescripciones legales. El mismo Jesús las cumplió, ya que fue circuncidado siendo éste un ritual legal.

Que María haya presentado el sacrificio legal no es prueba de su "impureza", ni mucho menos que haya pecado, todo lo contrario...es prueba su humildad y obediencia a Dios, ya que la Toda pura, a pesar de su santidad, lo hizo por obedecer la Ley de Dios.

Y eso nos recuerda inmediatamente la bella conexión entre Madre e Hijo, pues Jesús mismo, el Humilde de los humildes, hizo lo mismo: 

"Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados" Marcos 1,4
¿Y qué hizo Jesús? Esto hizo: 
"Aconteció en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán". Marcos 1,9
¡¡Recibió el bautizo de Juan!!...El cual era de arrepentimiento y perdón de pecados.

Si Jesús era Inmaculado y Santísimo... ¿por qué se sometió a un bautizo que era para pecadores? De utilizar la óptica protestante tendríamos que pensar que Jesús tampoco era inmaculado.

Ahora pasemos al punto de las tórtolas.
¿Por que llevaron las tórtolas? Porque así decía la Ley bajo la cual nació Jesús. Jesús cumplió a cabalidad la Ley, otro ejemplo de esto lo tenemos en el capítulo 17 de Mateo.
"Entrando en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma? Y él respondió: Cierto que sí. Cuando entró en casa, se acercó Jesús y le dijo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños? Contestó él: De los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos son libres. Mas, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca, y en ella hallarás un estater; tómalo y dalo por mí y por ti." Mateo 17, 24-27
Según la ley de Moisés (Ex 30.13; 38.26), entre los judíos, cada varón adulto tenía que pagar un impuesto anual para el templo;  tal impuesto era de dos dracmas, o sea, el salario de dos días de un campesino.

Según el mismo Jesús,  Él no tenía que hacerlo y por eso le dice a Pedro: "Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños? Contestó él: De los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos son libres."

Siendo Jesús el Hijo de Dios cumplió esa prescripción legal. Él era Hijo, no extraño, pero igual cumplió con la Ley. De igual manera no es de extrañar que María también viviera conforme a la Ley.
Igual la Bienaventurada Virgen y el Justo José: sacrificaron las dos tórtolas para cumplir la Ley y no causar escándalo a los judíos.
7. Una mujer no puede ser madre de todos los hombres.
Argumento protestante:
“Es célebre el pasaje de los Evangelios donde Jesús en la cruz le dice a su madre: <> (Juan 19:26), y luego le dice a Juan: <> (Juan 19:27). Roma ha enseñado que esa es prueba de que María es < >. Sin embargo, Jesús siempre nos enseñó del Padre que está en los cielos, no de una Madre terrenal ni celestial. Dicen, y muy acertadamente, que <>El que Jesús le dijera a su madre que Juan, el discípulo, sería <>, no se puede extrapolar a todos los creyentes, ya que ninguna mujer puede ser madre de todos”
Este argumento realmente no se refiere a la inmaculada concepción, sino que es más bien un rechazo a la maternidad espiritual de María hacia nosotros los cristianos, y aunque no es exactamente del tema en cuestión, aprovecharé de hacer unos comentarios al respecto.
El problema que veo de este argumento es que se sostiene en una afirmación gratuita. Todo argumento para que sea consistente debe basarse en pruebas o razonamientos que le dan consistencia. Aquí la razón que el artículo da para sostener que María no puede ser madre de todos los cristianos es “ya que ninguna mujer puede ser madre de todos”, sin embargo es aquí donde encontramos la afirmación gratuita – porque esto no se puede probar y no solo eso sino que es incorrecto.
Así a esta afirmación podríamos responder con una simple pregunta:
 ¿Y por qué una sola mujer no puede ser madre de todos nosotros los cristianos?
Téngase en cuenta que allí se hace evidente que no está hablando de una maternidad según la carne, sino una maternidad “espiritual”. Este concepto no solo de maternidad sino de paternidad espiritual no es ajeno a las Escrituras.
Abraham por ejemplo es llamado padre de los judíos según la carne:
“ ¿Qué diremos, pues, de Abraham, nuestro padre según la carne? ”Romanos 4,1
Pero también padre espiritual de todos los creyentes por medio de la fe.
“…y recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que poseía siendo incircunciso. Así se convertía en padre de todos los creyentes incircuncisos, a fin de que la justicia les fuera igualmente imputada; y en padre también de los circuncisos que no se contentan con la circuncisión, sino que siguen además las huellas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de la circuncisión” Romanos 4,11-12
“ Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, ésos son los hijos de Abraham.” Gálatas 3,7
Ahora bien, si el mismo San Pablo no tiene reparos en llamar a un hombre “padre espiritual” de todos los creyentes, ¿Por qué no podría ser María llamada su madre también en sentido espiritual?  ¿Sería coherente que alguien hubiera replicado a San Pablo en ese entonces que Abraham no podía ser padre de todos porque un hombre no podría serlo?
Así como es de inconsistente y “gratuito” este razonamiento con el caso de la paternidad espiritual de Abraham es igual de inconsistente con la maternidad espiritual de María.

La Inmaculada Concepción de María
 
En el orden cronológico, el primero de los grandes privilegios concedidos por Dios a la Santísima Virgen María, en atención a su futura maternidad divina, fue el privilegio singularísimo de su concepción inmaculada.

Introducción

Para ambientar un poco este gran privilegio y todos los demás relativos a la Santísima Virgen María, es conveniente recordar la grandeza inmarcesible a que la eleva su maternidad divina. Trasladamos aquí lo que sobre esto hemos escrito en otra parte:

'Todos los títulos y grandezas de María arrancan del hecho colosal de su maternidad divina. María es inmaculada, llena de gracia,


Corredentora de la humanidad; subió en cuerpo y alma al cielo para ser allí la Reina de cielos y tierra y la Mediadora universal de todas las gracias, etc., porque es la Madre de Dios. La maternidad divina la coloca a tal altura, tan por encima de todas las criaturas, que Santo Tomás de Aquino, tan sobrio y discreto en sus apreciaciones, no duda en calificar su dignidad de en cierto modo infinita. Y su gran comentarista, el cardenal Cayetano, dice que María, por su maternidad divina, alcanza los límites de la divinidad. Entre todas las criaturas, es María, sin duda ninguna, la que tiene mayor 'afinidad con Dios'.


Y es porque María, en virtud de su maternidad divina, entra a formar parte del orden hipostático, es un elemento indispensable ‑en la actual economía de la divina Providencia -para la encarnación del Verbo y la redención del género humano. Ahora bien: como dicen los teólogos, el orden hipostático supera inmensamente al de la gracia y la gloria, como este último supera inmensamente al de la naturaleza humana y angélica y aun a cualquier otra naturaleza creada o creable. La maternidad divina está por encima de la filiación adoptiva de la gracia, ya que ésta no establece más que un parentesco espiritual y místico con Dios, mientras que la maternidad divina de María establece un parentesco de naturaleza, una relación de consanguinidad con Jesucristo y una, por decirlo así, especie de afinidad con toda la Santísima Trinidad. La maternidad divina, que termina en la persona increada del Verbo hecho carne, supera, pues, por su fin, de una manera infinita, a la gracia y la gloria de todos los elegidos y a la plenitud de gracia y de gloria recibida por la misma Virgen María. Y, con mayor razón, supera a todas las gracias gratis dadas o carismas, como son la profecía, el conocimiento de los secretos de los corazones, el don de milagros o de lenguas, etc., porque todos son inferiores a la gracia santificante, como enseña Santo Tomás.

De este hecho colosal‑María Madre del Dios redentor‑arranca el llamado principio del consorcio, en virtud del cual Jesucristo asoció íntimamente a su divina Madre a toda su misión redentora y santificadora. Por eso, todo lo que El nos mereció con mérito de rigurosa justicia‑de condigno ex toto rigore iustitiae, nos lo mereció también María, aunque con distinta clase de mérito'.

Siendo esto así, nada debe sorprendernos ni extrañarnos en torno a las gracias y privilegios de María, por grandes y extraordinarios que sean. El primero de los cuales, en el orden cronológico, es el privilegio singularísimo de su concepción inmaculada y de la plenitud de gracia con que fue enriquecida su alma en el primer instante de su ser natural.

2. Doctrina de fe

Expondremos en primer lugar la doctrina definida por la Iglesia en dos conclusiones claras y sencillas:

Por gracia y privilegio singularísimo de Dios omnipotente, en atención a los méritos previstos de Jesucristo Redentor, la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original en el primer instante de su concepción. (Dogma de fe, expresamente definido por la Iglesia.)

He aquí las pruebas de este sublime dogma de fe:

a) LA SAGRADA ESCRITURA. No hay en ella ningún texto explícito sobre este misterio, pero sí algunas insinuaciones que, elaboradas por la tradición cristiana y puestas del todo en claro por el magisterio infalible de la Iglesia, ofrecen algún fundamento escriturístico para la definición del dogma. Son, principalmente, las siguientes: Dijo Dios a la serpiente en el paraíso: 'Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza' (Gén 3,15).

'Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo' (Lc 1,28).

'¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!' (Lc 1,42).

'Porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, cuyo nombre es Santo' (Lc 1,49)

No bastan estos textos para probar por sí mismos el privilegio de la concepción inmaculada de María. Pero la bula Ineffabilis Deus, por la que Pío IX definió el dogma de la Inmaculada, los cita como remota alusión escriturística al singular privilegio de María.

b) LOS SANTOS PADRES. Estos eximios varones, representantes auténticos de la tradición cristiana, fueron elaborando poco a poco la doctrina de la concepción inmaculada de María, que no siempre brilló en la Iglesia con la misma claridad. En la historia y evolución de este dogma pueden distinguirse los siguientes principales períodos:

1) PERÍODO DE CREENCIA IMPLÍCITA Y TRANQUILA.

Se extiende hasta el concilio de Éfeso (año 431). Los Santos Padres aplican a María los calificativos de santa, inocente, purísima, intacta, incorrupta, inmaculada, etc. En esta época sobresalen en sus alabanzas a María San Justino, San Ireneo, San Efrén, San Ambrosio y San Agustín.

2)PERÍODO INICIAL DE LA PROCLAMACIÓN EXPLÍCITA.

Se extiende hasta el siglo XI. La fiesta de la Inmaculada comienza a celebrarse en algunas iglesias de Oriente desde el siglo VIII; en Irlanda, desde el IX, y en Inglaterra, desde el XI. Después se propaga a España, Francia y Alemania.

3) PERÍODO DE LAS GRANDES CONTROVERSIAS (s.XII‑XIV).

Nada menos que San Bernardo, San Anselmo y grandes teólogos escolásticos del siglo XIII y siguientes, entre los que se encuentran Alejandro de Hales, San Buenaventura, San Alberto Magno, Santo Tomás, Enrique de Gante y Egidio Romano, negaron o pusieron en duda el privilegio de María por no hallar la manera de armonizarlo con el dogma de la Redención universal de Cristo, que no admite una sola excepción entre los nacidos de mujer. A pesar de su piedad mariana, intensísima en la mayor parte de ellos, tropezaron con ese obstáculo dogmático, que no supieron resolver, y, muy a pesar suyo, negaron o pusieron en duda el singular privilegio de María. Sin duda alguna, todos ellos lo hubieran proclamado alborozadamente si hubieran sabido resolver ese aparente conflicto en la forma clarísima con que se resolvió después.

4) PERÍODO DE REACCIÓN Y DE TRIUNFO DEL PRIVILEGIO (s.XIV-XIX).

Iniciado por Guillermo de Ware y por Escoto, se abre un período de reacción contra la doctrina que negaba o ponía en duda el privilegio de María, hasta ponerlo del todo en claro y armonizarlo perfectamente con el dogma de la Redención universal de Cristo. Con algunas alternativas, la doctrina inmaculista se va imponiendo cada vez más, hasta su proclamación dogmática por Pío IX el 8 de diciembre de 1854.

5) EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA.

He aquí el texto emocionante de la declaración dogmática de Pío IX:

'Después de ofrecer sin interrupción a Dios Padre, por medio de su Hijo, con humildad y penitencia, nuestras privadas oraciones y las súplicas de la Iglesia, para que se dignase dirigir y afianzar nuestra mente con la virtud del Espíritu Santo, implorando el auxilio de toda la corte celestial e invocando con gemidos el Espíritu Paráclito e inspirándonoslo él mismo:

Para honor de la santa e individua Trinidad, para gloria y ornamento de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y aumento de la cristiana religión, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra propia, declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, por gracia y privilegio singular de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original, ha sido revelada por Dios y, por tanto, debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles.

Por lo cual, si algunos ‑lo que Dios no permita‑ presumieren sentir en su corazón de modo distinto a como por Nos ha sido definido, sepan y tengan por cierto que están condenados por su propio juicio, que han naufragado en la fe y que se han separado de la unidad de la Iglesia' (D 1641).

La palabra del Vicario de Cristo, dirigida por el Espíritu Santo, ha pronunciado el oráculo infalible: Roma locuta est, causa finita est

c) LA RAZÓN TEOLÓGICA. Siglos enteros necesitó la pobre razón humana para hallar el modo de concordar la concepción inmaculada de María con el

dogma de la Redención universal de Cristo, que afecta a todos los descendientes de Adán, sin excepción alguna para nadie, ni siquiera para la Madre de Dios. Pero, por fin, se hizo la luz, y la armonía entre los dos dogmas apareció con claridad deslumbradora.


De dos maneras, en efecto, se puede redimir a un cautivo: pagando el precio de su rescate para sacarlo del cautiverio en el que ya ha incurrido (redención liberativa) o pagándolo anticipadamente, impidiéndole con ello caer en el cautiverio (redención preventiva). Esta última es una verdadera y propia redención, más auténtica y profunda todavía que la primera, y ésta es la que se aplicó a la Santísima Virgen María. Dios omnipotente, previendo desde toda la eternidad los méritos infinitos de Jesucristo Redentor rescatando al género humano con su sangre preciosísima, derramada en la cruz, aceptó anticipadamente el precio de ese rescate y lo aplicó a la Virgen María en forma de redención preventiva, impidiéndola contraer el pecado original, que, como criatura humana descendiente de Adán por vía de generación natural, debía contraer y hubiese contraído de hecho sin ese privilegio preservativo. Con lo cual la Virgen María recibió de lleno la redención de Cristo ‑más que ningún otro redimido y fue, a la vez, concebida en gracia, sin la menor sombra‑ del pecado original.

Este es el argumento teológico fundamental, recogido en el texto de la declaración dogmática de Pío IX.

El pueblo cristiano, que no sabe teología, pero tiene el instinto de la fe, que proviene del mismo Espíritu Santo, y le hace presentir la verdad aunque no sepa demostrarla, hacía muchos siglos que aceptaba alborozadamente la doctrina de la concepción inmaculada de María y se tapaba los oídos cuando los teólogos ponían objeciones y dificultades a la misma. Por eso aplaudía con entusiasmo y repetía jubiloso los argumentos de conveniencia, que, si no satisfacían del todo a los teólogos, llenaban por completo el corazón y la piedad de los fieles. Tales eran, por ejemplo, el llamado argumento de Escoto: potuit, decuit, ergo fecit (Dios pudo hacer inmaculada a su Madre; era conveniente que la hiciera; luego la hizo), y otros muchos del tenor siguiente:

a) ¿La Reina de los ángeles bajo la tiranía del demonio, vencido por ellos?

b) ¿Mediadora de la reconciliación y enemiga de Dios un solo instante?

c) Eva, que nos perdió, fue creada en gracia y justicia original, y María, que nos salvó, ¿fue concebida en pecado?

d) ¿La sangre de Jesús brotando de un manantial manchado?

e) ¿La Madre de Dios esclava de Satanás?

Todos estos argumentos de conveniencia eran del dominio popular siglos antes de la definición del dogma de la Inmaculada. Pero el argumento teológico fundamental es el de la redención preventiva, que hemos expuesto hace un momento. Si lo hubieran vislumbrado los teólogos medievales que pusieron en tela de juicio el singular privilegio de María, ni uno solo de ellos se hubiera opuesto a una doctrina tan gloriosa para María y tan en consonancia con el instinto sobrenatural de todo corazón cristiano.

Nota sobre el pensamiento de Santo Tomás en torno a la concepción inmaculada de María.

Como hemos indicado más arriba, el Príncipe de la teología católica, Santo Tomás de Aquino, figura en la lista de los que negaron el privilegio de María por no saberlo armonizar con el dogma de la redención universal de Cristo. Quizá Dios lo permitió así para recordar al mundo entero que, en materia de fe y de costumbres, la luz definitiva no la pueden dar los teólogos ‑aunque se trate del más grande de todos ellos‑, sino que ha de venir de la Iglesia de Cristo, asistida directamente por el Espíritu Santo con el carisma maravilloso de la infalibilidad.

Con todo, el error de Santo Tomás es más aparente que real. Por de pronto, la Inmaculada que él rechazó ‑una Inmaculada no redimida‑, no es la Inmaculada definida por la Iglesia. La bula de Pío IX definió una Inmaculada redimida, que hubiera sido aceptada inmediatamente por el Doctor Angélico si hubiera vislumbrado esta solución. El fallo de Santo Tomás está en no haber encontrado esta salida; pero la Inmaculada no redimida que él rechazó, hay que seguir rechazándola todavía, hoy más que entonces, a causa precisamente de la definición de la Iglesia.

Aparte de esto, Santo Tomás fluctuó toda su vida en torno a la solución de este problema. Por una parte, su corazón tiernamente enamorado de la Virgen le empujaba instintivamente a proclamar el privilegio mariano. Por otra, su enorme sinceridad intelectual le impedía aceptar una doctrina que no veía la manera de armonizarla con un dogma de fe expresamente contenido en la divina revelación ni con la práctica de la Iglesia romana, que no celebraba en aquella época la fiesta de la Inmaculada, aunque la toleraba en otras iglesias. Por eso, cuando se deja llevar del impulso de su corazón, proclama abiertamente el privilegio de María. Pero, cuando se abandona al frío razonamiento de la especulación científica, se siente coartado a manifestar lo contrario. Su equivocación, sin embargo, prestó un gran servicio para encontrar la verdadera teología de la Inmaculada, cerrando la puerta falsa por donde no se podía pasar ‑una Inmaculada no redimida‑; y la puerta que él cerró continúa cerrada todavía después de la definición dogmática de la Inmaculada redimida con la redención preservativa.

II. La Santísima Virgen María fue, por especial privilegio de Dios, enteramente inmune durante toda su vida de todo pecado actual, incluso levísimo. (De fe implícitamente definida.)

He aquí la definición implícita del concilio de Trento:

'Si alguno dijese que el hombre, una vez justificado, no puede pecar en adelante ni perder la gracia, y, por tanto, el que cae y peca no fue nunca verdaderamente justificado; o, al contrario, que puede evitar durante toda su vida todos los pecados, aun los veniales, si no es por especial privilegio de Dios, como de la bienaventurada Virgen lo enseña la Iglesia, sea anatema' (D 833).

El Doctor Angélico expone hermosamente la razón teológica de este privilegio de María en la siguiente forma:

'A los que Dios elige para una misión determinada, les prepara y dispone de suerte que la desempeñen idónea y convenientemente, según aquello de San Pablo: Nos hizo Dios ministros idóneos de la nueva alianza (2 Cor 3,6).

Ahora bien: la Santísima Virgen María fue elegida por Dios para ser Madre del Verbo encarnado y no puede dudarse de que la hizo por su gracia perfectamente idónea para semejante altísima misión. Pero no sería idónea Madre de Dios si alguna vez hubiera pecado, aunque fuera levemente, y ello por tres razones:

a) Porque el honor de los padres redunda en los hijos, según se dice en los Proverbios: Gloria de los hijos son sus padres (Prov 17,6);

luego, por contraste y oposición, la ignominia de la Madre hubiera redundado en el Hijo.

b) Por su especialísima afinidad con Cristo, que de ella recibió la carne. Pero dice San Pablo a los Corintios: ¿Qué concordia puede haber entre Cristo y Belial? (1 Cor 1,24).

c) Porque el Hijo de Dios, que es la Sabiduría divina, habitó de un modo singular en el alma de María y en sus mismas entrañas virginales. Pero en el libro de la Sabiduría se nos dice: En el alma maliciosa no entrará la sabiduría, ni morará en cuerpo esclavo del pecado (Sab 1 ,4).

Hay que concluir, por consiguiente, de una manera absoluta, que la bienaventurada Virgen no cometió jamás ningún pecado, ni mortal ni venial, para que en ella se cumpla lo que se lee en el Cantar de los Cantares: Toda hermosa eres, amada mía, y no hay en ti mancha ninguna' (Cant 4,7).

Por estas mismas razones hay que decir que la Santísima virgen María no cometió jamás la menor imperfección moral.

Siempre fue fidelísima a las inspiraciones del Espíritu Santo y practicó siempre la virtud con la mayor intensidad que en cada caso podía dar de sí y por puro amor de Dios, o sea con las disposiciones más perfectas con que puede practicarse la virtud.

3. Consecuencias teológicas

Las dos conclusiones anteriores han sido definidas por la Iglesia, como hemos visto. Pero, aparte de ellas, la teología tradicional ha deducido lógicamente otras consecuencias que constan en el depósito de la tradición cristiana y puede justificarlas perfectamente la razón teológica. Las principales son las siguientes, que expondremos también en forma de conclusiones:

I. La Santísima Virgen María fue enteramente libre del 'fomes peccati', o sea de la inclinación al pecado, desde el primer instante de su concepción inmaculada. (Completamente cierta.)

La razón teológica no puede ser más clara y sencilla. El fomes o inclinación al pecado es una consecuencia del pecado original, que inficionó a todo el género humano (cf D 592). Pero como la Virgen María fue enteramente preservada del pecado original, síguese que estuvo enteramente exenta del fomes, que es su consecuencia natural.

Y no se diga que también el dolor y la muerte son consecuencias del pecado original, y, sin embargo, María sufrió dolores inmensos y pasó por la muerte corporal como su divino Hijo. Porque el caso del dolor y de la muerte es muy distinto del fomes o inclinación al pecado.

Este último supone un desorden moral, al menos inicial, en la propia naturaleza humana. El dolor y la muerte, en cambio, no afectan para nada al orden moral, y, por otra parte, era conveniente ‑y en cierto modo necesario‑ que la Virgen pasara por ellos con el fin de conquistar el título de Corredentora de la humanidad al unir sus dolores y su muerte a los de su divino Hijo, el Redentor del mundo. Por eso fue enteramente exenta de la inclinación al pecado, pero no del dolor y de la muerte.

II. La Santísima Virgen María no sólo no pecó jamás de hecho, sino que fue confirmada en gracia desde el primer instante de su inmaculada concepción y era, por consiguiente, impecable. (Completamente cierta en teología.)

Pueden distinguirse tres clases de impecabilidad: metafísica, física y moral, según que el pecado sea metafísica, física o moralmente imposible con ella.

a) LA IMPECABILIDAD METAFÍSICA O ABSOLUTA es propia y exclusiva de Dios. Repugna metafísicamente, en efecto, que Dios pueda pecar, ya que es El la santidad infinita y principio supremo de toda santidad. Esta misma impecabilidad corresponde a Cristo‑Hombre en virtud de la unión hipostática, ya que las acciones de la humanidad santísima se atribuyen a la persona del Verbo, y, por lo mismo, si la naturaleza humana de Cristo pecase, haría pecador al Verbo, lo que es metafísicamente imposible.

b) LA IMPECABILIDAD FÍSICA, llamada también intrínseca, es la que corresponde a los ángeles y bienaventurados, que gozan de la visión beatífica. La divina visión llena de tal manera el entendimiento del bienaventurado, y la divina bondad atrae de tal modo su corazón, que no queda a la primera ningún resquicio por donde pueda infiltrarse un error, ni a la segunda la posibilidad del menor apetito desordenado. Ahora bien: todo pecado supone necesariamente un error en el entendimiento (considerando como bien real lo que sólo es un bien aparente) y un apetito desordenado en la voluntad (prefiriendo un bien efímero y creado al Bien infinito e increado). Luego los ángeles y bienaventurados son física e intrínsecamente impecables.

c) LA IMPECABILIDAD MORAL, llamada también extrínseca, coincide con la llamada confirmación en gracia, en virtud de la cual, Dios, por un privilegio especial, asiste y sostiene a una determinada alma en el estado de gracia, impidiéndole caer de hecho en el pecado, pero conservando el alma, radicalmente, la posibilidad del pecado si Dios suspendiera su acción impeditiva

Esta última es la que tuvo la Santísima Virgen María durante los años de su vida terrestre. En virtud de un privilegio especial, exigido moralmente por su inmaculada concepción y, sobre todo, por su futura maternidad divina, Dios confirmó en gracia a la Santísima Virgen desde el instante mismo de su purísima concepción. Esta confirmación no la hacía intrínsecamente impecable como a los bienaventurados ‑se requiere para ello, como hemos dicho, la visión beatífica‑, pero sí extrínsecamente,o sea, en virtud de esa asistencia especial de Dios, que no le faltó un solo instante de su vida. Tal es la sentencia común y completamente cierta en teología.

III. La Santísima Virgen María en el primer instante de su concepción inmaculada fue enriquecida con una plenitud inmensa de gracia, superior a la de todos los ángeles y bienaventurados juntos. (Completamente cierta.)

Que la Santísima Virgen María fue concebida en gracia es de fe divina implícitamente definida por Pío IX al definir la preservación del pecado original, puesto que una cosa supone necesariamente la otra. Es el aspecto positivo de la inmaculada concepción de María, mucho más sublime todavía que la mera preservación del pecado original, que es su aspecto negativo . Pero que la gracia inicial de María fuera mayor que la de todos los ángeles y bienaventurados juntos, no es doctrina definida, pero sí completamente cierta en teología. He aquí las pruebas:

a) LA SAGRADA ESCRITURA. En la Sagrada Escritura se insinúa esta doctrina, aunque no se revela expresamente. En efecto, el ángel de Nazaret se dirige a María con estas palabras: 'Ave María, llena de gracia, el Señor es contigo' (Lc 1,28).

Esa llenez o plenitud de gracia no hay razón alguna para circunscribirla al tiempo de la anunciación y no antes. Habiendo sido concebida en gracia, lo más natural es que tuviera esa plenitud desde el primer instante de su concepción. Eso mismo parece insinuar el verbo es: no fue, ni será, sino simplemente es, sin determinar especialmente ningún tiempo. Y que esa plenitud fuera mayor que la de los ángeles y santos, lo veremos muy claro en el argumento de razón teológica.

b) EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. La bula Ineffabilis Deus, por la que Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, comienza con el siguiente párrafo:

'El inefable Dios, cuya conducta es misericordia y verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de límite a límite con fortaleza y dispone suavemente todas las cosas, habiendo previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano, que había de provenir de la transgresión de Adán, y habiendo decretado, con plan misterioso escondido desde la eternidad, llevar a cabo la primitiva obra de su misericordia, con plan todavía más secreto, por medio de la encarnación del Verbo, para que no pereciese el hombre, impulsado a la culpa por la astucia de la diabólica maldad, y para que lo que iba a caer en el primer Adán fuese restaurado más felizmente en el segundo, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su Unigénito Hijo, hecho carne de Ella, naciese en la dichosa plenitud de los tiempos; y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola Ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual, tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que Ella, libre siempre absolutamente de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios'.

c) LA RAZÓN TEOLÓGICA. El Doctor Angélico señala la razón teológica en la siguiente forma :

'En todo orden de cosas, cuanto uno se allega más al principio de ese orden, más participa los efectos de ese principio (v.gr., el que más cerca está del fuego, más se calienta). De donde infiere Dionisio que los ángeles, por estar más cercanos a Dios, participan más de las perfecciones divinas que los hombres. Ahora bien, Cristo es el principio de la gracia: por la divinidad, como verdadero autor; por la humanidad, como instrumento. Y así se lee en San Juan: 'La gracia y la verdad vino por Jesucristo' (Jn I, 17). Pero la bienaventurada Virgen María estuvo cercanísima a Cristo según la humanidad, puesto que de ella recibió Cristo la naturaleza humana. Por tanto, debió obtener de El una plenitud de gracia superior a la de los demás'.

Todavía añade otra razón profunda en la respuesta a la primera dificultad:

'Dios da a cada uno la gracia según la misión para que es elegido. Y porque Cristo, en cuanto hombre, fue predestinado y elegido 'para ser Hijo de Dios, poderoso para santificar' (Rom 1,4), tuvo como propia suya tal plenitud de gracia, que redundase en todos los demás, según lo que dice San Juan: 'De su plenitud todos nosotros hemos recibido' (Jn 1,16). Mas la bienaventurada Virgen María tuvo tanta plenitud de gracia, que por ella estuviese cercanísima al autor de la gracia, hasta el punto de recibirlo en sí misma y, al darle a luz, comunicara, en cierto modo, la gracia a todos los demás'.

En razón de esta cercanía a Cristo, no importa que en el primer instante de su concepción no estuviese la Santísima Virgen unida a Cristo por la encarnación del mismo en sus entrañas virginales; porque, como dice muy bien Suárez, 'basta haber tenido orden y destino para ella por divina predestinación'.

Esta plenitud de gracia que recibió María en el instante mismo de su concepción fue tan inmensa, que, según la sentencia hoy común entre los mariólogos, la plenitud inicial de la gracia de María fue mayor que la gracia consumada de todos los ángeles y bienaventurados juntos. Lo cual no debe sorprender a nadie, porque, como explica San Lorenzo Justíniano, el Verbo divino amó a la Santísima Virgen María, en el instante mismo de su concepción, más que a todos los ángeles y santos juntos; y como la gracia responde al amor de Dios y es efecto del mismo, a la Virgen se le infundió la gracia con una plenitud inmensa, incomparablemente mayor que la de todos los ángeles y bienaventurados juntos.

Sin embargo, la plenitud de la gracia de María, con ser inmensa, no era una plenitud absoluta, como la de Cristo, sino relativa y proporcionada a su dignidad de Madre de Dios. Por eso Cristo no creció ni podía crecer en gracia, y, en cambio, pudo crecer, y creció de hecho, la gracia de María. La Virgen fue creciendo continuamente en gracia con todos y cada uno de los actos de su vida terrena ‑incluso, probablemente, durante el sueño, en virtud de la ciencia infusa, que no dejaba de funcionar un solo instante‑ hasta alcanzar al fin de su vida una plenitud inmensa, que rebasa todos los cálculos de la pobre imaginación humana. Dios ensanchaba continuamente la capacidad receptora del alma de María, de suerte que estaba siempre llena de gracia y, al mismo tiempo, crecía continuamente en ella. Siempre llena y siempre creciendo: tal fue la maravilla de la gracia santificante en el corazón inmaculado de la Madre de Dios .


Santo Tomás habla de una triple plenitud de gracia en María. Una dispositiva, por la cual se hizo idónea para ser Madre de Cristo, y ésta fue la plenitud inicial que recibió en el instante mismo de su primera santificación. Otra perfectiva, en el momento mismo de verificarse la encarnación del Verbo en sus purísimas entrañas, momento en el que recibió María un aumento inmenso de gracia santificante. Y otra final o consumativa, que es la plenitud que posee en la gloria para toda la eternidad.

La plenitud de la gracia de María lleva consigo, naturalmente, la plenitud de las virtudes infusas y dones del Espíritu Santo, así como

también de las gracias carismáticas que eran convenientes a la dignidad excelsa de la Madre de Dios, tales como la ciencia infusa, el don de profecía, etc.

Nótese, finalmente, que la concepción inmaculada de María y su plenitud de gracia en el momento mismo de su concepción es privilegio exclusivo de María. La santificación en el seno materno ‑pero después de concebidos en pecado- puede afectar también a otros, como nos dice la Escritura de Jeremías (cf Jer 1, 5) y Juan el Bautista (Lc 1, 15). Estos, según Santo Tomás, fueron santificados y confirmados en gracia antes de nacer, pero sólo con relación al pecado mortal, no al venial .

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..." (Bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX )


La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción. 
Como demostraremos, esta doctrina es de origen apostólico, aunque el dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.
 "...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)
La Concepción: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica  procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.
Cuando hablamos del dogma de la Inmaculada Concepción no nos referimos a la concepción de Jesús quién, claro está, también fue concebido sin pecado. El dogma declara que María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir María es la "llena de gracia" desde su concepción.
La Encíclica "Fulgens corona", publicada por el Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, argumenta así: «Si en un momento determinado la Santísima Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya -al menos durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera- la enemistad eterna de la que se habla desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre»

Fundamento Bíblico
La Biblia no menciona explícitamente el dogma de la Inmaculada Concepción, como tampoco menciona explícitamente muchas otras doctrinas que la Iglesia recibió de los Apóstoles. La palabra "Trinidad", por ejemplo, no aparece en la Biblia. Pero la Inmaculada Concepción se deduce de la Biblia cuando ésta se interpreta correctamente a la luz de la Tradición Apostólica. 
El primer pasaje que contiene la promesa de la redención (Genesis 3:15) menciona a la Madre del Redentor. Es el llamado Proto-evangelium, donde Dios declara la enemistad entre la serpiente y la Mujer. Cristo, la semilla de la mujer (María) aplastará la cabeza de la serpiente. Ella será exaltada a la gracia santificante que el hombre había perdido por el pecado. Solo el hecho de que María se mantuvo en estado de gracia puede explicar que continúe la enemistad entre ella y la serpiente. El Proto-evangelium, por lo tanto, contiene una promesa directa de que vendrá un redentor.  Junto a El se manifestará su obra maestra: La preservación perfecta de todo pecado de su Madre Virginal.
En Lucas 1:28 el ángel Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima Virgen María «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.». Las palabras en español "Llena de gracia" no hace justicia al texto griego original que es "kecharitomene" y significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios. Aunque este pasaje no "prueba" la Inmaculada Concepción de María ciertamente lo sugiere.
El Apocalipsis narra sobre la «mujer vestida de sol» (Ap 12,1).  Ella representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la Santísima Virgen, en virtud de una gracia singular. Ella es toda esplendor porque no hay en ella mancha alguna de pecado. Lleva el reflejo del esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la relación esponsal de Dios con su pueblo.

Los Padres de la Iglesia y la Inmaculada
Los Padres se referían a la Virgen María como la Segunda Eva (cf. I Cor. 15:22), pues ella desató el nudo causado por la primera Eva.
  • Justín (Dialog. cum Tryphone, 100),
  • Ireneo (Contra Haereses, III, xxii, 4),
  • Tertuliano (De carne Christi, xvii),
  • Julius Firm cus Maternus (De errore profan. relig xxvi),
  • Cyrilo of Jerusalem (Catecheses, xii, 29),
  • Epiphanius (Hæres., lxxviii, 18),
  • Theodotus of Ancyra (Or. in S. Deip n. 11), and
  • Sedulius (Carmen paschale, II, 28).
También se refieren a la Virgen Santísima como la absolutamente pura San Agustín y otros.  La iglesia Oriental ha llamado a María Santísima la "toda santa"


InmaculadaEn el siglo IX se introdujo en Occidente la fiesta de la Concepción de María, primero en Nápoles y luego en Inglaterra.

Hacia el año 1128, un monje de Canterbury llamado Eadmero escribe el primer tratado sobre la Inmaculada Concepción donde rechaza la objeción de San Agustín contra el privilegio de la Inmaculada Concepción, fundada en la doctrina de la transmisión del pecado original en la generación humana.
La castaña, escribe Eadmero, «es concebida, alimentada y formada bajo las espinas, pero que a pesar de eso queda al resguardo de sus pinchazos». Incluso bajo las espinas de una generación que de por sí debería transmitir el pecado original, María permaneció libre de toda mancha, por voluntad explícita de Dios que «lo pudo, evidentemente, y lo quiso. Así pues, si lo quiso, lo hizo».

Los grandes teólogos del siglo XIII presentaban las mismas dificultades de San Agustín: la redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no fuese común a todos los seres humanos. Si María no hubiera contraído la culpa original, no hubiera podido ser rescatada. En efecto, la redención consiste en librar a quien se encuentra en estado de pecado.
El franciscano Juan Duns Escoto, al principio del siglo XIV, inspirado en algunos teólogos del siglo XII y por el mismo San Francisco (siglo XIII, devoto de la Inmaculada), brindó la clave para superar las objeciones contra la doctrina de la Inmaculada Concepción de María. El sostuvo que Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de mediación más excelso: Cristo la redimió preservándola del pecado original. Se trata una redención aún más admirable: No por liberación del pecado, sino por preservación del pecado.

Escoto
preparó el camino para la definición dogmática. Dicen que su inspiración le vino al pasar por frente de una estatua de la Virgen y decirle: "Dignare me laudare te: Virgo Sacrata"  (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti).

1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? - Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.

2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original? -
Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.

3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.

Entonces Scotto exclamó: Luego
1. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.
2. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha
3. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.
Méritos: María es libre de pecado por los méritos de Cristo Salvador. Es por El que ella es preservada del pecado. Ella, por ser una de nuestra raza humana, aunque no tenía pecado, necesitaba salvación, que solo viene de Cristo. Pero Ella singularmente recibe por adelantado los méritos salvíficos de Cristo. La causa de este don: El poder y omnipotencia de Dios.
Razón: La maternidad divina. Dios quiso prepararse un lugar puro donde su hijo se encarnara.
Frutos:1-María fue inmune de los movimientos de la concupiscencia. Concupiscencia: los deseos irregulares del apetito sensitivo que se dirigen al mal.
2-María estuvo inmune de todo pecado personal durante el tiempo de su vida. Esta es la grandeza de María, que siendo libre, nunca ofendió a Dios, nunca optó por nada que la manchara o que le hiciera perder la gracia que había recibido. 
El dogma de la Inmaculada Concepción de María no ofusca, sino que más bien pone mejor de relieve los efectos de la gracia redentora de Cristo en la naturaleza humana. Todas las virtudes y las gracias de María Santísima las recibe de Su Hijo. La Madre de Cristo debía ser perfectamente santa desde su concepción. Ella desde el principio recibió la gracia y la fuerza para evitar el influjo del pecado y responder con todo su ser a la voluntad de Dios. A María, primera redimida por Cristo, que tuvo el privilegio de no quedar sometida ni siquiera por un instante al poder del mal y del pecado, miran los cristianos como al modelo perfecto y a la imagen de la santidad que están llamados a alcanzar, con la ayuda de la gracia del Señor, en su vida.
En torno a las ideas de Escoto se suscitó una gran controversia. Después de que el Papa Sixto IV aprobara, en 1477, la misa de la Concepción, esa doctrina fue cada vez más aceptada en las escuelas teológicas.
El Papa Sixto IV, en 1483, casi 4 siglos antes del dogma, había extendido la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a toda la Iglesia de Occidente.

Fue valioso también el aporte del mundo universitario. Las universidades de París, Maguncia y Colonia y, en España, la de Valencia (1530), Granada, Alcalá (1617), Salamanca (1618) y otras proclamaron a María Inmaculada como Patrona. Sus doctores, al recibir el grado, hacían voto y juramento de enseñar y defender la doctrina de la Inmaculada Concepción de María.


La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María tiene un llamado para nosotros:1-Nos llama a la purificación. Ser puros para que Jesús resida en nosotros.
2-Nos llama a la consagración al Corazón Inmaculado de María, lugar seguro para alcanzar conocimiento perfecto de Cristo y camino seguro para ser llenos del Espíritu Santo.
"Con la Inmaculada Concepción de María comenzó la gran obra de la Redención, que tuvo lugar con la sangre preciosa de Cristo. En Él toda persona está llamada a realizarse en plenitud hasta la perfección de la santidad" Juan Pablo II, 5-XII-2003.


Respuesta a los argumentos contra la Inmaculada Concepción de María.
1- Argumento: La Inmaculada  Concepción contradice la enseñanza de San Pablo: "todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios" (Romanos 3:23).

Respuesta católica: Si fuéramos a tomar las palabras de San Pablo "todos han pecado" en un sentido literal absoluto, Jesús también quedaría incluido entre los pecadores. Sabemos que esta no es la intención de S. Pablo ya que después menciona que Jesús "no conoció pecado" (2Cor 5,21; Cf. Hebreos 4:15; 1 Pedro 2:22). 
El dogma de la Inmaculada Concepción de María no contradice la enseñanza Paulina en Rm 3:23 sobre la realidad pecadora de la humanidad en general, la cual estaba encerrada en el pecado y lejos de Dios hasta la venida del Salvador. San Pablo enseña que Cristo nos libera del pecado y nos une a Dios (Cf. Efesios 2:5).  Esta es la enseñanza del Catecismo de la Iglesia católica, el pecado original «afecta a la naturaleza humana», que se encuentra así «en un estado caído». Por eso, el pecado se transmite «por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales». Pero Jesús tiene la potestad para preservar a su Madre del pecado aplicando a ella los méritos de su redención.
San Pablo declara que, como consecuencia de la culpa de Adán, «todos pecaron» y que «el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación» (Rom 5,12.18). El paralelismo entre Adán y Cristo se completa con el de Eva y María: La mujer tuvo un papel importante en la caída y lo tiene también en la redención. 
San Ireneo, Padre de la Iglesia del siglo II, presenta a María como la nueva Eva que, con su fe y su obediencia, contrapesa la incredulidad y la desobediencia de Eva. Ese papel en la economía de la salvación exige la ausencia de pecado. Era conveniente que, al igual que Cristo, nuevo Adán, también María, nueva Eva, no conociera el pecado y fuera así más apta para cooperar en la redención.

El pecado que mancha a toda la humanidad no puede entrar en el Redentor y su colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador.
Entonces, lo que Pablo declara en forma general para toda la humanidad no incluye a Jesús y a María.
2- Argumento: Según algunos, María reconoce que ella era pecadora y que necesitó ser rescatada por la gracia de Dios (Lucas 1: 28, 47).
Respuesta católica: Que María se declarara pecadora es falso. Que ella se declarara salvada por Dios es cierto. En Lc 1:48 ella reconoce que fue salvada. ¿De qué? Del dominio del pecado, por gracia de Dios. Pero para eso no tuvo que llegar a pecar. Dios la salvó preservándola del pecado.
El dogma de la Inmaculada Concepción de María no niega que ella fue salvada por Jesús. En María las gracias de Cristo se aplicaron ya desde el momento de su concepción. El hecho de que Jesús no hubiese aún nacido no presenta obstáculo pues las gracias de Jesús no tienen barreras de tiempo y se aplicaron anticipadamente en su Madre. Para Dios nada es imposible. 
¿Cómo sabemos que La Virgen María fue concebida sin pecado? La fe católica reconoce que la revelación Bíblica necesita ser interpretada a la luz de la Tradición recibida de los Apóstoles y según el desarrollo dogmático que, por el Espíritu Santo, ha ocurrido en la Iglesia. De esta manera lo que esta ya en la Biblia en forma de semilla se llega a entender cada vez mejor.  


 Juan Pablo II sobre La Inmaculada Concepción
1. En la reflexión doctrinal de la Iglesia de oriente, la expresión llena de gracia, como hemos visto en las anteriores catequesis, fue interpretada, ya desde el siglo VI, en el sentido de una santidad singular que reina en María durante toda su existencia. Ella inaugura así la nueva creación.

Además del relato lucano de la Anunciación, la Tradición y el Magisterio han considerado el así llamado Protoevangelio (Gn 3, 15) como una fuente escriturística de la verdad de la Inmaculada Concepción de María. Ese texto, a partir de la antigua versión latina: «Ella te aplastara la cabeza», ha inspirado muchas representaciones de la Inmaculada que aplasta la serpiente bajo sus pies.

Ya hemos recordado con anterioridad que esta traducción no corresponde al texto hebraico, en el que quien pisa la cabeza de la serpiente no es la mujer, sino su linaje, su descendiente. Ese texto por consiguiente, no atribuye a María sino a su Hijo la victoria sobre Satanás. Sin embargo, dado que la concepción bíblica establece una profunda solidaridad entre el progenitor y la descendencia, es coherente con el sentido original del pasaje la representación de la Inmaculada que aplasta a la serpiente, no por virtud propia sino de la gracia del Hijo.

2. En el mismo texto bíblico, además se proclama la enemistad entre la mujer y su linaje, por una parte, y la serpiente y su descendencia, por otra. Se trata de una hostilidad expresamente establecida por Dios, que cobra un relieve singular si consideramos la cuestión de la santidad personal de la Virgen. Para ser la enemiga irreconciliable de la serpiente y de su linaje, María debía estar exenta de todo dominio del pecado. Y esto desde el primer momento de su existencia.

A este respecto, la encíclica Fulgens corona, publicada por el Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, argumenta así: «Si en un momento determinado la santísima Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya –al menos durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera– la enemistad eterna de la que se habla desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre» (MS 45 [1953], 579).

La absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y el demonio exige, por tanto, en María la Inmaculada Concepción, es decir, una ausencia total de pecado, ya desde el inicio de su vida. El Hijo de María obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado. Como consecuencia, el Hijo le concedió el poder de resistir al demonio, realizando así en el misterio de la Inmaculada Concepción el más notable efecto de su obra redentora.

3. El apelativo llena de gracia y el Protoevangelio, al atraer nuestra atención hacia la santidad especial de María y hacia el hecho de que fue completamente librada del influjo de Satanás, nos hacen intuir en el privilegio único concedido a María por el Señor el inicio de un nuevo orden, que es fruto de la amistad con Dios y que implica, en consecuencia, una enemistad profunda entre la serpiente y los hombres.

Como testimonio bíblico en favor de la Inmaculada Concepción de María, se suele citar también el capitulo 12 del Apocalipsis, en el que se habla de la «mujer vestida de sol» (Ap 12, 1). La exégesis actual concuerda en ver en esa mujer a la comunidad del pueblo de Dios, que da a luz con dolor al Mesías resucitado. Pero, además de la interpretación colectiva, el texto sugiere también una individual cuando afirma: «La mujer dio a luz un hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro» (Ap 12, 5). Así, haciendo referencia al parto, se admite cierta identificación de la mujer vestida de sol con María, la mujer que dio a luz al Mesías. La mujer­comunidad está descrita con los rasgos de la mujer­Madre de Jesús.

Caracterizada por su maternidad, la mujer «está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz» (Ap 12, 2). Esta observación remite a la Madre de Jesús al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25), donde participa, con el alma traspasada por la espada (cf. Lc 2, 35), en los dolores del parto de la comunidad de los discípulos. A pesar de sus sufrimientos, está vestida de sol, es decir, lleva el reflejo del esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la relación esponsal de Dios con su pueblo.

Estas imágenes, aunque no indican directamente el privilegio de la Inmaculada Concepción, pueden interpretarse como expresión de la solicitud amorosa del Padre que llena a María con la gracia de Cristo y el esplendor del Espíritu.

Por ultimo, el Apocalipsis invita a reconocer mas particularmente la dimensión eclesial de la personalidad de María: la mujer vestida de sol representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la santísima Virgen, en virtud de una gracia singular.

4. A esas afirmaciones escriturísticas, en las que se basan la Tradición y el Magisterio para fundamentar la doctrina de la Inmaculada Concepción, parecerían oponerse los textos bíblicos que afirman la universalidad del pecado.

El Antiguo Testamento habla de un contagio del pecado que afecta a «todo nacido de mujer» (Sal 50, 7; Jb 14, 2). En el Nuevo Testamento, san Pablo declara que, como consecuencia de la culpa de Adán, «todos pecaron» y que «el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación» (Rm 5, 12. 18). Por consiguiente, como recuerda el Catecismo de la Iglesia católica, el pecado original «afecta a la naturaleza humana», que se encuentra así «en un estado caído». Por eso, el pecado se transmite «por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales» (n. 404). San Pablo admite una excepción de esa ley universal: Cristo, que «no conoció pecado» (2 Co 5, 21) y así pudo hacer que sobreabundara la gracia «donde abundo el pecado» (Rm 5, 20).

Estas afirmaciones no llevan necesariamente a concluir que María forma parte de la humanidad pecadora. El paralelismo que san Pablo establece entre Adán y Cristo se completa con el que establece entre Eva y María: el papel de la mujer, notable en el drama del pecado, lo es también en la redención de la humanidad.

San Ireneo presenta a María como la nueva Eva que, con su fe y su obediencia, contrapesa la incredulidad y la desobediencia de Eva. Ese papel en la economía de la salvación exige la ausencia de pecado. Era conveniente que, al igual que Cristo, nuevo Adán, también María, nueva Eva, no conociera el pecado y fuera así más apta para cooperar en la redención.

El pecado, que como torrente arrastra a la humanidad, se detiene ante el Redentor y su fiel colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador.

Llena de Gracia, el nombre mas bello de María.
Benedicto XVI, 2006
Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos hoy una de las fiestas de la bienaventurada Virgen más bellas y populares: la Inmaculada Concepción. María no sólo no cometió pecado alguno, sino que quedó preservada incluso de esa común herencia del género humano que es la culpa original, a causa de la misión a la que Dios la había destinado desde siempre: ser la Madre del Redentor.

Todo esto queda contenido en la verdad de fe de la Inmaculada Concepción. El fundamento bíblico de este dogma se encuentra en las palabras que el Ángel dirigió a la muchacha de Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28). «Llena de gracia», en el original griego «kecharitoméne», es el nombre más bello de María, nombre que le dio el mismo Dios para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, «el amor encarnado de Dios» (encíclica «Deus caritas est», 12).

Podemos preguntarnos: ¿por qué entre todas las mujeres, Dios ha escogido precisamente a María de Nazaret? La respuesta se esconde en el misterio insondable de la divina voluntad. Sin embargo, hay un motivo que el Evangelio destaca: su humildad. Lo subraya Dante Alighieri en el último canto del «Paraíso»: «Virgen Madre, hija de tu hijo, humilde y alta más que otra criatura, término fijo del consejo eterno» (Paraíso XXXIII, 1-3). La Virgen misma en el «Magnificat», su cántico de alabanza, dice esto: «Engrandece mi alma al Señor… porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lucas 1, 46.48). Sí, Dios se sintió prendado por la humildad de María, que encontró gracia a sus ojos (Cf. Lucas 1, 30). Se convirtió, de este modo, en la Madre de Dios, imagen y modelo de la Iglesia, elegida entre los pueblos para recibir la bendición del Señor y difundirla entre toda la familia humana.

Esta «bendición» es el mismo Jesucristo. Él es la fuente de la «gracia», de la que María quedó llena desde el primer instante de su existencia. Acogió con fe a Jesús y con amor lo entregó al mundo. Ésta es también nuestra vocación y nuestra misión, la vocación y la misión de la Iglesia: acoger a Cristo en nuestra vida y entregarlo al mundo «para que el mundo se salve por él» (Juan 3, 17).

Queridos hermanos y hermanas: la fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios, que viene, miremos a María que «brilla como signo de esperanza segura y de consuelo para el pueblo de Dios en camino» («Lumen gentium», 68). Con esta conciencia os invito a uniros a mí cuando, en la tarde, renueve en la plaza de España el tradicional homenaje a esta dulce Madre por la gracia y de la gracia. A ella nos dirigimos ahora con la oración que recuerda el anuncio del ángel.
 


Oración a la Inmaculada Virgen MaríaSantísima Virgen, yo creo y confieso vuestra Santa e
Inmaculada Concepción pura y sin mancha.
¡Oh Purísima Virgen!,
por vuestra pureza virginal,
vuestra Inmaculada Concepción y
vuestra gloriosa cualidad de Madre de Dios,
alcanzadme de vuestro amado Hijo la humildad,
la caridad, una gran pureza de corazón,
de cuerpo y de espíritu,
una santa perseverancia en el bien,
el don de oración,
una buena vida y una santa muerte.
Amén"

 


NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN Comienza el 30 de Noviembre para preparar la fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de Diciembre).

Otras novenas:
Purísima; novena  Inmaculate Conception; Novena -Maximilian Kolbe
Oraciones para todos los días de la novena:
Señal de la cruz
Canto
Acto de contriciónSeñor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Ante vuestra divina presencia reconozco que he pecado muchas veces y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de haberos ofendido. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo no volver a caer más, confesarme y cumplir la penitencia que el confesor me imponga. Amén.Oración preparatoriaDios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida para Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción; así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que, por la gracia de Dios, has sido elegida para ser madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre.

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta Novena, para rogarte nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado. Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloria, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano. Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro haya sido desamparado.

No me dejéis pues a mí tampoco, porque si no, me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a Vos, antes bien cada día quiero crecer más en vuestra verdadera devoción. Y alcanzadme principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un gran aprecio de la virtud, y la tercera, una buena muerte. Además dadme la gracia particular que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestra y bien de mi alma.
[Oración particular del día (ver abajo)]Oración finalRezar tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad, y luego pide lo que por intercesión de la Inmaculada Concepción deseas conseguir de la Novena.

Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
Te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
¡No me dejes, madre mía!
Cantos


DÍA PRIMERO
Oración particular

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María del pecado original en su Inmaculada Concepción y a nosotros nos hiciste el gran beneficio de libramos de él por medio de tu santo bautismo, así Te rogamos humildemente nos concedas la gracia de portarnos siempre como buenos cristianos, regenerados en Ti, Padrenuestro Santísimo.


DÍA SEGUNDO
Oración particular

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María de todo pecado mortal en toda su vida y a nosotros nos das gracia para evitarlo y el sacramento de la confesión para remediarlo, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de no cometer nunca pecado mortal, y si incurrimos en tan terrible desgracia, la de salir de él cuanto antes, por medio de una buena confesión.


DÍA TERCERO
Oración particular

¡Oh santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María de todo pecado venial en toda su vida, y a nosotros nos pides que purifiquemos más y más nuestras almas, para ser dignos de Ti, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de evitar los pecados veniales y de procurar y obtener cada día más pureza y delicadez de conciencia.



DÍA CUARTO
Oración particular
¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como libraste a María del pecado y le diste dominio perfecto sobre todas sus pasiones, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de ir domando nuestras pasiones y destruyendo nuestras malas inclinaciones, para que Te podamos servir con verdadera libertad de espíritu y sin imperfección ninguna.


DÍA QUINTO
Oración particular

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como desde el primer instante de su Concepción diste a María mas gracia que a todos los Santos y Angeles del cielo, así Te rogamos humildemente por intercesión de tu Madre Inmaculada nos inspires un aprecio singular de la divina gracia que Tú nos adquiriste con tu sangre y nos concedas el aumentarla más y más con nuestras buenas obras y con la recepción de tus santos sacramentos, especialmente el de la comunión.


DÍA SEXTO
Oración particular

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como desde el primer instante infundiste en María, con toda plenitud, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, así Te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas a nosotros la abundancia de estos mismos dones y virtudes, para que podamos vencer todas las tentaciones y hagamos muchos actos de virtud dignos de nuestra profesión de cristianos.


DÍA SEPTIMO
Oración particular

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como diste a María, entre las demás virtudes, una pureza y castidad eximia, por la cual es llamada Virgen de las Vírgenes, así Te suplicamos, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la dificilísima virtud de la castidad, que no se puede conservar sin tu gracia, pero que tantos han conservado mediante la devoción de la Virgen y tu protección.


DÍA OCTAVO
Oración particular
¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como diste a María la gracia de una ardentísima caridad y amor de Dios sobre todas las cosas, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas un amor sincero a Ti, oh Dios y Señor nuestro, nuestro verdadero bien, nuestro bienhechor, nuestro Padre, y que antes queramos perder todas las cosas que ofenderte con un solo pecado.


DÍA NOVENO
Oración particular

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como has concedido a María la gracia de ir al cielo y de ser en él colocada en el primer lugar después de Ti, así Te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas una buena muerte, que recibamos bien los últimos sacramentos, que expiremos sin mancha ninguna de pecado en la conciencia y vayamos al cielo para siempre gozar en tu compañía y la de nuestra Madre, con todos los que se han salvado por ella.
LETANÍA A LA VIRGEN
Señor, tened piedad de nosotros.
Cristo, tened piedad de nosotros.
Señor, tened piedad de nosotros.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escuchadnos, Cristo, escuchadnos,
Dios, Padre celestial. Tened piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo. Tened piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo. Tened piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios. Tened piedad de nosotros.


A las siguientes contestamos: “Ora pro nobis” o “Ruega por nosotros”

Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Divina Gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre inviolada,
Madre y virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de exaltación,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la alianza,
Puerta del Cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los Cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina, concebida sin pecado original,
Reina, asunta a los Cielos,
Reina del santísimo Rosario,
Reina de la Paz,

Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo. Perdonadnos, Señor.
Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo. Escuchadnos, Señor.
Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo. Tened piedad de nosotros.

V. Rogad por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

ORACIÓN

Os rogamos, Señor Dios, que nos concedáis a vuestros siervos gozar de continua salud de alma y cuerpo; y que por la intercesión de la siempre Virgen Santa María, seamos libres de las tristezas de esta vida y gocemos de las eternas alegrías del cielo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

BIENAVENTURANZAS DE MARÍA , LA MADRE DE JESÚS

BIENAVENTURADOS SI RESPONDEMOS A LA IDEA CREADORA DE DIOS
Bienaventurados nosotros si respondemos como ella con todo nuestro ser y en respuesta, va contenida una cooperación perfecta con la gracia de Dios que previene y socorre y una disponibilidad plena y generosa a la acción del Espíritu Santo que hace de nosotros una criatura nueva y abierta a la acción constante y maravillosa de nuestro padre y creador.  
BIENAVENTURADOS SI ABIERTOS A SU PALABRA MANTENEMOS UN DIALOGO CONSTANTE CON ÉL
Bienaventurados nosotros si sabemos que creer es "abandonarse" en la verdad misma de la palabra de Dios viviente, sabiendo y reconociendo humildemente cuán inescrutables son sus designios e inescrutables sus caminos. Se conforma a ellos en la penumbra de la fe, aceptando plenamente y con corazón abierto todo lo que está dispuesto en su proyecto eterno de amor.
BIENAVENTURADOS SI EN LAS PRUEBAS Y DIFICULTADES SABEMOS DECIR AMÉN
Bienaventurados nosotros si como Ella, que confió plenamente en Él, en medio de las pruebas y dificultades de la vida y supo decir cada día con más hondura y radical confianza: "Hágase en mí según tu palabra". Que seamos capaces de crecer y cultivar juntos en familia, en grupo, en comunidad, esa Palabra dicha para cada uno, aceptando, descubriendo, asumiendo en toda su profundidad ese beneplácito amoroso de Dios.
BIENAVENTURADOS SI NOS ADHERIMOS A CRISTO, CAMINO Y VERDAD DE NUESTRAS VIDAS
Bienaventurados nosotros si como Ella, llena de Gracia, que está permanentemente presente en el misterio de Cristo, pegada y adherida a Él en todo su peregrinar (terrestre y celeste) y al mismo tiempo, de modo discreto, pero directo y eficaz, haciendo presente a los hombres el misterio de Jesucristo doloroso, muerto y resucitado. Quien cree en Él no muere, vive para siempre.
BIENAVENTURADOS NOSOTROS SI UNIDOS AL ESPÍRITU HACEMOS IGLESIA
Bienaventurados nosotros si estrechamos nuestra unión y abiertos a la acción fecunda del Espíritu Santo, sabemos aguardar con ánimo abierto y esperanzado, la promesa de los dones del Espíritu para hacer brotar y renacer algo nuevo e inesperado, porque las riquezas del Espíritu son inagotables. Para Dios NADA hay imposible. "Dichosa tú que has creído, porque se hará lo que Él ha dicho".
BIENAVENTURADOS SI SOMOS LIBRES Y VIVIMOS EN LA VERDAD Y LA LUZ
Bienaventurados nosotros si abiertos totalmente a la luz de Dios y orientados hacia Él, por el empuje de la fe, vemos en María, al lado de su hijo, la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia Ella, Madre y Modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión expresado en el Magnificat.¡Eso engrandece!
BIENAVENTURADOS SI LA ACOGEMOS EN EL ESPACIO MÁS ÍNTIMO DE NUESTRO SER
Bienaventurados nosotros si como auténticos discípulos de Cristo, como Juan al pie de la Cruz, vivimos esta dimensión Mariana, mediante una entrega filial y confiada a la Madre de Dios, iniciada con el testamento del Redentor en el Calvario, "acogiéndola entre las cosas propias" e introduciéndola en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su yo humano y cristiano. Vivir en Él.
BIENAVENTURADOS SI VEMOS EN ELLA EL MODELO DE UNA PERSONA PLENA Y REALIZADA
Cultivando los más altos sentimientos de que es capaz el corazón humano: la oblación total del amor, la fuerza que sabe resistir los más fuertes dolores, la fidelidad sin límites, la laboriosidad infatigable y la capacidad de conjugar la intuición penetrante con la palabra de apoyo y de estímulo. El verdadero sentido de la mujer que la Iglesia descubre a la luz de María. "Tú, que para asombro de la naturaleza humana, has dado el ser humano a tu Creador.

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