viernes, 14 de diciembre de 2012

Indiferencia de los judíos

Indiferencia de los judíos


Mateo 11, 16-19. Adviento. Cambia la perspectiva de tu vida. No queramos acomodarlo todo a nuestros gustos.

Del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: "Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Demonio tiene." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores." Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».



Oración introductoria



Señor, inicio esta oración pidiéndote perdón por mis faltas y omisiones. Te agradezco este nuevo día y las gracias que vendrán con él. Creo en Ti y en tu amor por mí. Quiero corresponderte y demostrarte que te quiero. Ayúdame a no distraerme y a guardar el silencio interior necesario para poder escucharte.



Petición



Jesucristo, dame un corazón auténticamente bondadoso y caritativo, como el tuyo.



Meditación del Papa



No sólo los fieles creyentes, sino también otros ajenos, observan con preocupación cómo los que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente; cómo hay un estancamiento de las vocaciones al sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la incredulidad. ¿Qué debemos hacer entonces? Hay una infinidad de discusiones sobre lo que se debe hacer para invertir la tendencia. Y, ciertamente, es necesario hacer muchas cosas. Pero el hacer, por sí solo, no resuelve el problema. El núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces. En este sentido, el encuentro en África con la gozosa pasión por la fe ha sido de gran aliento. Allí no se percibía ninguna señal del cansancio de la fe, tan difundido entre nosotros, ningún tedio de ser cristianos, como se percibe cada vez más en nosotros. Benedicto XVI, 22 de diciembre de 2011.



Reflexión



El Evangelio nos presenta la opinión de Cristo sobre los hombres de su tiempo. ¿Qué podrá decir de nuestra generación? ¿Qué podrá decir Cristo de mí? El tiempo de Adviento es una ocasión propicia para hacernos este tipo de preguntas, no movidos por el temor o el puro interés personal, sino por el amor a Él.



Cristo hace ver a sus contemporáneos que son gente inconforme. Si hay alegría y danza, no bailan. Si hay canto de duelo, no hay golpes de pecho. Si Juan no comía ni bebía, está poseído. Si Cristo en cambio come y bebe... también hay quejas. ¿No será por ventura, que en esto los hombres no hemos cambiado?



La raíz está en que queremos acomodarlo todo a nuestros gustos y modos de ver. Nos gusta exigir, pero no que nos exijan. Miramos nuestro beneficio pero no siempre el de los demás. Consideramos lo que Dios nos pide, pero raramente pensamos en lo mucho que Él nos ha dado.



Que la venida de Cristo, la Navidad, sea un cambio de perspectiva en nuestras vidas. Como bien lo expresaba san Francisco: "no querer ser consolados, sino consolar; no querer ser comprendidos, sino comprender; no buscar ser amados, sino amar".



Propósito



Hacer referencia a la presencia de Cristo en mi vida, al menos tres veces durante este día.



Diálogo con Cristo



Señor, qué fácilmente juzgo a los demás, mirando lo aparentemente malo en vez de buscar constantemente lo bueno que puede haber. Permite que esta meditación me ayude a cambiar mi actitud sabiendo acoger amorosamente a todas las personas que pongas en mi camino. Esto será posible en la medida en que Tú ocupes el lugar central en mi corazón.



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¿Quieres conocer el origen de las tradiciones de Adviento? El Adviento, preparación para la Navidad

viernes 14 Diciembre 2012


Viernes de la segunda semana de Adviento



San Juan de la Cruz







Leer el comentario del Evangelio por

Beato John Henry Newman : La sabiduria de Dios



Lecturas



Isaías 48,17-19.





Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que debes seguir.

¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un río y tu justicia, como las olas del mar!

Como la arena sería tu descendencia, como los granos de arena, el fruto de tus entrañas; tu nombre no habría sido extirpado ni borrado de mi presencia. Invitación a salir de Babilonia





Salmo 1,1-2.3.4.6.





¡Feliz el hombre

que no sigue el consejo de los malvados,

ni se detiene en el camino de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los impíos,



sino que se complace en la ley del Señor

y la medita de día y de noche!

El es como un árbol

plantado al borde de las aguas,

que produce fruto a su debido tiempo,

y cuyas hojas nunca se marchitan:

todo lo que haga le saldrá bien.



No sucede así con los malvados:

ellos son como paja que se lleva el viento.

Porque el Señor cuida el camino de los justos,

pero el camino de los malvados termina mal.







Mateo 11,16-19.





¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:

'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.

Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.

Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".





Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.







Leer el comentario del Evangelio por



Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra

Meditaciones y Devociones, parte III, VII Dios con nosotros, 1



La sabiduria de Dios



San Juan Bautista vivía separado de la gente, era nazir (Lc 1,15; Nb

6,1), consagrado a Dios. Dejó el mundo y se enfrentó a él..., llamándolo al

arrepentimiento. Todos los habitantes de Jerusalén acudían a él en el

desierto (Mc 3,7-8), y se enfrentaba con ellos cara a cara. Pero cuando

predicaba, hablaba de alguien que tenía venir y enseñarles de manera muy

diferente. Alguien que no se separe de ellos, no se presentaría como un

ser superior, sino como su hermano, hecho la misma carne y los mismos

huesos, uno entre muchos hermanos, uno entre la multitud. Y efectivamente

ya estaba entre ellos: "en medio de vosotros hay uno que no conocéis" (Jn

1,26)... Por fin Jesús comienza a mostrarse y a "manifestar su gloria"

(Jn 2,11) por los milagros. ¿Pero dónde? En un banquete de bodas. ¿Y cómo?

Multiplicando el vino... Comparad todo esto, con lo que dice de sí mismo:

"Vino Juan, y no comía ni bebía. Vino el Hijo del hombre que come y bebe, y

decís: ' es un borracho '". Pudimos rechazar a Juan, pero lo respetamos;

Jesús, él, fue despreciado... Oh mi Señor, esto ocurre porque amas tanto

esta naturaleza humana que creaste. No nos amas simplemente como tus

criaturas, obra de tus manos, sino como seres humanos. Lo amas todo, porque

lo creaste todo, pero amas a los hombres por encima de todo. ¿Cómo es esto

posible, Señor? ¿Qué hay en el hombre, más que en otras criaturas? "¿Qué es

el hombre para que te acuerdes de él?" (Sal. 8,5)... No tomaste la

naturaleza de los ángeles cuando te manifestaste para nuestra salvación, y

no tomaste una naturaleza humana o un papel o una carga por encima de una

vida humana ordinaria - ni nazir, ni sacerdote o levita, ni monje, ni

ermitaño. Viniste precisa y plenamente en esta naturaleza humana que tanto

amas, esta carne que fracasó en Adán, con todas nuestras imperfecciones,

nuestros sentimientos y nuestras afinidades, excepto el pecado.





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