![6. Cuando estás cansado o deprimido](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_sWsIta4Rb3gy7dSmeHXd63vFSqP2-tTjcL1VwC_4BU8C0JJ9vZigfcWxZbPY2FZ--VyOoZXt6yAkh6Vy8MB-JndRHyudNefyaaPzRM1Ejjj5svPv0eqf2PW-LzKcm76PF-NLr5_UVIJCsq59dPlEYq-fNEcQ=s0-d) |
Cuando estás cansado o deprimido |
Vengan a mí todos los que están fatigados
y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo,
y aprendan de mi, que soy sencillo y humilde de
corazón, y encontrarán descanso para sus vidas. Porqu mi yugo
es suave y mi carga ligera.
Mateo 11, 28-30
PALARA DE DIOS
Paciencia
en la prueba
“¡Feliz el hombre que soporta la prueba!
Porque superada la prueba recibirá la corona de la
vida que ha prometido el Señor a los que le
aman”.
Santiago 1, 12
La fuerza nos viene de Dios
“¿Es que no lo sabías? ¿O es que no lo
has oído? Dios eterno, Dios, creador de la tierra hasta
sus bordes, no se cansa ni se fatiga; imposible escrutar
su inteligencia. Que al cansado da vigor, y al que
no tiene fuerzas la energía le acrecienta. Los jóvenes se
cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan, mientras que
a los que esperan en Dios él les renovará el
vigor, subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse
y andarán sin cansarse.”
Isaías 40, 28-31
No dejarse abatir por la tristeza
“No te abandones a la tristeza, ni te atormentes con
tus pensamientos. La alegría de corazón es vida para el
hombre, y la felicidad le alarga los días. Distrae tu
alma y consuela tu corazón, aparta de ti la tristeza;
pues la tristeza ha perdido a muchos, de ella
no se saca ningún provecho. Envidia y malhumor acortan los
días,” Eclesiástico 30, 21-24
Distinguir la tristeza buena de la mala
“En
efecto, la tristeza según Dios produce un irreversible arrepentimiento para
la salvación; mas la tristeza del mundo produce la muerte.
Mirad qué ha producido entre vosotros esa tristeza según Dios:
¡qué interés, qué disculpas, qué enojo, qué temor, qué añoranza,
qué afán, qué escarmiento”. 2ª. Corintios 7, 10-11
Las fuentes de la
alegría para el cristiano
“«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de
ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque
ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque
ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed
de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los
que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de
Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos
es el Reino de los Cielos.” Mateo 5, 3-10
Palabras de esperanza
“En verdad, en verdad os digo que lloraréis y
os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero
vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va
a dar a luz, está triste, porque le ha llegado
su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya
no se acuerda del aprieto por el gozo de que
ha nacido un hombre en el mundo.” Juan 16, 20-21
Confianza en
el consuelo que viene de Dios
“Yo cambiaré su duelo
en risas, los consolaré y transformaré en alegría su dolor.” Jeremías
31, 13
“Yo haré que cicatrice tu llaga, y sanaré
tus heridas.”
Jeremías 30, 17
“El que anda a oscuras y carece
de claridad confíe en el nombre del Señor y apóyese
en su Dios.” Isaías 50, 10
“En lo
excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el
humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de
los abatidos, para avivar el ánimo de los humillados”. Isaías 57,
15
“Clamarás, y Yahvé te responderá; pedirás socorro y dirá
«aquí estoy».” Isaías 58, 9
“Seréis alimentados, en brazos seréis llevados,
sobre las rodillas seréis acariciados. Como aquél a quien
su madre consuela, así yo os consolaré”.
Isaías 66, 12-13
“¿Sufre alguno
entre vosotros? Que ore.” Santiago 5, 13
ORACIONES
Lo que Jesús nos ofrece: Si lloras, estoy deseando consolarte. Si eres
débil, te daré mi fuerza y mi energía. Si nadie te
necesita, yo te busco. Si eres inútil, yo no puedo prescindir
de ti. Si estás vacío, mi plenitud te colmará. Si tienes miedo,
te llevo sobre mis espaldas. Si quieres caminar, iré contigo. Si me
llamas, vengo siempre. Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte. R.
Prieto
No tengo ganas de rezar
Esta tarde, Señor, no tengo
ganas de rezar. No me sale hablar contigo hoy. Y
no sé porqué. La apatía me domina. O tal vez,
tengo miedo a escucharte. No quiero hacer ningún esfuerzo. Sólo
desearía dormir, dormir profundamente, para que el tiempo pase, este
tiempo de rutina y de flojera. Me acuerdo de que
Jesús siempre nos dice: Sean perfectos... Otras veces este consejo me
animaba y me ponía en plan. Hoy, la verdad, no
me dice nada... Lo único que puedo decirte es, Señor, Aquí
me tienes, como soy. Mi pobreza es posible que te complazca. Mi
sinceridad me dice que tú aceptas siempre lo que cada
uno es, lo que cada quien tiene. Esta tarde sólo tengo
que presentarte esta mi situación lamentable. Seguro que no puedo ofrecerte
un día perfecto, nada extraordinario, nada importante. Sí te presento lo
que ahora siento: apatía, desgana. Recuerdo tantos días de silencio,
Jesús, que tú pasaste en Nazaret. ¡Tantos días, tantos años!
¿Para qué? Me hace pensar que tú también habrías tenido días
aburridos, haciendo siempre lo mismo: del taller a la fuente,
de la plaza a la sinagoga, con los mismos vecinos,
con las mismas palabras, día tras día, año tras año,
sin otro horizonte que las cuatro casas de tu desconocido
e ignorado Nazaret. Pero, allí, en tales situaciones, en tal aburrimiento,
tú te entregabas al Padre con generosidad y esto era
lo que te reconfortaba y lo que te reanimaba. Aquí
me tienes, Señor Jesús, queriendo romper mi pereza, para comunicarme
contigo. Acepta lo que tengo, tan mío. No tengo
otra cosa que presentarte hoy. Si nadie te ama, mi alegría
es amarte.
REFLEXION
Como cristianos no buscamos “una felicidad fácil (la paz
de Cristo no es como la que da el mundo,
nos dice el Evangelio); es la felicidad de una realización
profunda según el plan de Dios, que es siempre salvación
y hasta de alegría. El riesgo de privarse de esa
felicidad o paz como conjunto de bienes que la constituyen,
se encuentra en la resistencia a esa llamada, en perder
la oportunidad de llegar a ser lo que Dios quiere
que seamos. Por eso se requiere un sincero discernimiento de
la Voluntad de Dios sobre nuestras vidas.” (Monseñor José Delicado Baeza,
Arzobispo emérito de Valladolid)
TESTIMONIO DE LOS SANTOS
“Nos hiciste Señor para
ti y nuestro corazón inquieto estará hasta que no descanse
en ti” San Agustín
“Entro la caridad en mi corazón junto
con la necesidad de olvidarme perpetuamente de mi misma, y
desde entonces fui dichosa”. Santa Teresita del Niño Jesús
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