Narcisa de Jesús Martillo Morán (1832-1869)
Narcisa de Jesús Martillo Morán nació en 1832, en la
hacienda San José de Nobol, Daule, Ecuador. Los dominicos regentaban su
parroquia desde hacía casi trescientos años. Fue hija de Pedro Martillo
y Josefa Morán, campesinos propietarios, gente
sencilla y profundamente creyente. Su padre, dotado de una
inteligencia
clara y espíritu de trabajo, reunió una apreciable fortuna. Era muy
devoto de la futura Santa Mariana de Jesús y de San Jacinto de
Polonia, que se venera con fervor en toda la provincia del Guayas. Los
nueve hijos del matrimonio crecieron sanos y robustos, Narcisa ocupaba
el
sexto lugar. En 1838, cuando contaba 6 años, falleció su madre. Con
la ayuda de una maestra particular y de su hermana mayor, se
instruyó en las primeras letras. Aprendió a leer, escribir, cantar,
tocar la guitarra, coser, arte que llegó a dominar con verdadera
maestría, tejer, bordar, cocinar. Poseía grandes cualidades, con
predisposición especial para la música. Con frecuencia su plegaria se
hacía
canción, y su cántico fue íntimo y piadoso,
entregando el corazón a Quien bien lo merecía, como
rezaba una composición que gustaba repetir cuando era jovencita.
Tuvo una clara percepción de su llamada a la santidad,
especialmente a partir del sacramento de la Confirmación, que recibió a
la edad de 7 años, el 16 de septiembre de 1839. Adquirió la costumbre
de retirarse con frecuencia a un bosquecillo cercano
a la casa, para entregarse libremente a la contemplación de las
realidades divinas. El árbol de Guayabo junto al cual rezaba, es hoy
el
término de nutridas peregrinaciones. Convirtió en oratorio doméstico,
un pequeño cuarto de su casa. Se propuso imitar a Santa Mariana
de Jesús, identificándose con la vocación de víctima. Asumió un
camino arduo de penitencia, para unirse más íntimamente a Cristo
sufriente y ayudarle a la redención del mundo. Colaboraba en los
trabajos domésticos y en los del campo. Era una joven reflexiva,
amable, alegre, de carácter dulce y apacible, sumamente buena y
obediente, caritativa, compasiva para con los pobres, extremadamente
piadosa, amada por todo el vecindario. Joven muy hermosa, de ojos
azules y cabello rubio, esbelta, fuerte y ágil. Se manifestó una
excelente catequista. No podía menos de transmitir el fuego del amor
divino a los suyos y a los niños del vecindario.
En enero de 1852 falleció su buen padre. Narcisa, que
contaba
19 años de edad, pasó a Guayaquil, y se hospedó con una familia
muy conocida que habitaba junto a la catedral. En esta ciudad
permaneció hasta 1868, exceptuando unos meses que pasó en la ciudad de
Cuenca. Mudó varias veces de morada para preservar su intimidad y
dedicarse con mayor libertad a la oración y
penitencia, viviendo del trabajo de costurera. Socorría a pobres y
enfermos. Fue dócil a las directrices de sus directores espirituales, y
compartió ideales, y a veces vivienda, con la Beata Mercedes de Jesús
Molina.
Impulsada por un anhelo de mayor perfección y aconsejada por un religioso franciscano, se embarcó en junio de 1868 para
Lima, Perú, y vivió como seglar interna en el convento dominicano
del Patrocinio, fundado en 1688 en lugares donde solía apacentar
su rebaño San Juan Macías. El Señor la favorecía con dones
extraordinarios, y le mostraba cuán acepta le era su vida, también en medio de las pruebas del espíritu.
A finales de septiembre de 1869 se le declararon unas fiebres.
Poco pudieron hacer los remedios médicos, pero continuó con su
ritmo de vida normal, y así hasta finalizar la novena y celebrar con
gran gozo, vestida de blanco, la Eucaristía en la solemnidad de la
Inmaculada Concepción de María, 8 de diciembre de 1869, el mismo día en
que el Beato Pío IX abría en Roma el Concilio Vaticano I. Al final de
la jornada se despidió de las hermanas, porque iba a realizar un
viaje muy largo. Lo tomaron a broma, pero al poco rato una de ellas,
la encargada de bendecir las habitaciones, advirtió un resplandor
y una fragancia especial en la suya. Acudió la comunidad y
comprobaron que había muerto. Contaba 37 años de edad.
Se supo después que había hecho voto privado de virginidad perpetua, de pobreza, obediencia, clausura, eremitismo, ayuno
a pan y agua, comunión diaria, confesión, mortificación y
oración.
Todos estos votos los mantuvo fielmente. Vivía en continua
unión con Jesucristo. Sus mortificaciones fueron muy severas.
Llevaba constantemente en su cuerpo la crucifixión del Señor. Tenía
una fe firme y una admirable esperanza. Los médicos se maravillaban
de que hubiera podido vivir con tan poco alimento.
En su cadáver se advirtieron durante largo tiempo
signos de flexibilidad y fragancia, y ante él se obraron múltiples
gracias. Lima la aclamó como santa, y lo mismo hicieron las gentes de
Guayaquil y Nobol. Las hermanas del Patrocino guardaron memoria de sus
virtudes y custodiaron con suma veneración el sepulcro, hasta
que su cuerpo, prácticamente incorrupto, se trasladó a Guayaquil en
1955.
El proceso diocesano de canonización fue entregado en
la
Congregación para las Causas de los Santos en 1964. El Papa Juan Pablo
II la beatificó el 25 de octubre de 1992. El 22 de agosto de
1998 dedicaron un santuario en su honor en Nobol, donde se venera
en la actualidad el sepulcro, con su cuerpo incorrupto. La devoción
a la «Niña Narcisa» denota la espontánea identificación del pueblo
sencillo con esta mujer de la costa ecuatoriana. El ejemplo de
su vida pura y piadosa, trabajadora y apostólica, transmite un mensaje
muy actual.
SANTA NARCISA DE JESÚS MARTILLO Y MORÁN
(1832 †1869)
Fiesta: 8 de Diciembre
La Violeta de Nobol
En Octubre 29, 1832. Nació en Nobol, Ecuador.
se
desempeñaban como campesinos y murieron cuando Narcisa era muy joven.
La beata ecuatoriana, se trasladó a Guayaquil donde vivió por más de 15
años dedicada a la oración, al trabajo manual y a la caridad
apostólica. A principios de 1868 viajo a Lima y allí continuó su vida
virtuosa como seglar, alojada en la Casa de las Hermanas de la Orden
Laical de Santo Domingo, hasta su muerte el 8 de diciembre de 1869. Su
cuerpo fue trasladado a Guayaquil en 1955 y ahora permanece en su pueblo
natal.
En 1955 su cuerpo incorrupto es trasladado desde Perú a Guayaquil, y en 1972 regresa a Nobol, lugar donde había nacido.
Fue beatificada el 25 de octubre de 1992 junto a los mártires de Barbastro por Juan Pablo II.
Canonización 12 de Octubre, 2008, por Benedicto XVI
Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán
Narcisa de Jesús Martillo Morán no
dejó nada escrito. Siempre quiso permanecer oculta ante los ojos del
mundo. Dedicaba ocho horas diarias a la oración. La acompañaban el
silencio, la soledad, el trabajo y el sacrificio.
El próximo 12 de octubre será
canonizada esta laica consagrada ecuatoriana. "No obstante la pobreza
de las informaciones que todo biógrafo lamenta, la riqueza espiritual
(...) es tan grande que resplandece a través de lo poco que sabemos de
ella", asegura Pagoli G Papasgoli, en el libro "Riscatto di un popolo"
(Rescate de un pueblo).
Como laica hizo sus votos de
virginidad perpetua, pobreza y obediencia a la Iglesia. Se sentía
llamada a permanecer en el mundo para ser fermento de bien. Dedicaba
ocho horas diarias a la oración. También practicaba actos de penitencia
para unirse más a la cruz del Señor.
Nació en un pueblo llamado Nobol de
la diócesis de Guayaquil, Ecuador. Sus padres eran agricultores y fue la
sexta de nueve hijos. Su madre murió cuando era pequeña. Era de
carácter dulce. Aficionada a la costura, al servicio doméstico, también
al canto y la guitarra. La búsqueda de una dirección espiritual la
llevó a trasladarse a Guayaquil cuando tenía unos 20 años donde llevaba
una vida pobre y se alojaba en lugares sencillos. Quiso seguir el
ejemplo de la vida de la santa también ecuatoriana Marianita de Jesús
(1618 - 1645).
Sus biógrafos las consideran como
almas gemelas. "El punto de unión es la entrega total que ellas hacen a
Cristo y al prójimo. Narcisa igualmente sigue el estado de vida laical
como Mariana, además sigue la espiritualidad de oblación y sacrificio
tomando por modelo a Mariana en reparación por los pecados de los
compatriotas" Carlos Vinicio Urdiales, sacerdote ecuatoriano, estudioso
de la vida de la santa. En Guayaquil conoció al sacerdote franciscano
Fray Pedro Gual que residía en Lima.
Narcisa se encontraba sin director y
él comenzó a ayudarle espiritual y materialmente y por ello le pidió
que se trasladara a Lima donde se estableció en el Beaterio del
Patrocinio. Por haberse santificado tanto en el campo como en la
ciudad, y en su patria como fuera de ella, muchos emigrantes le tienen
especial devoción. Practicaba la caridad especialmente con los pobres y
enfermos a quienes les preparaba infusiones de yerbas con las que
mejoraban.
Anheló siempre reproducir la pasión
de Cristo y realizaba sacrificios con azotes y coronas de espinas:
"Estaba firmemente persuadida de que el camino de la santidad pasa por
la humillación y la abnegación, es decir, por el sentirse crucificada
con Cristo", dice el documento de la Congregación para la Causa de los
Santos. El Concilio Vaticano I se inauguró el 8 de diciembre de 1869.
Ese día murió Narcisita. El milagro
atribuido a su intercesión necesario para su canonización fue
experimentado por Edelmira Arellano, una niña de siete años que había
nacido sin órgano genital. Su madre fue al santuario a pedir por la
salud de su pequeña. Ese mismo día el médico aseguró que su condición
física era normal. La conclusión de quienes estudiaron el caso fue la
restitución del defecto anatómico, congénito de manera imprevista,
completa y duradera, científicamente inexplicable.
Hoy, en Nobol muchas personas se
dedican a las labores del campo o a pequeños negocios como venta de
comidas o acogida de miles de peregrinos que llegan de todos lados la
hacienda San José donde vivió y el santuario donde reposan sus restos.
"En Narcisita brillan la humildad y
la caridad, practicados en grado heroico así como la penitencia adecuada
a la época, la expiación de los pecados de su pueblo, especialmente de
los sacerdotes y el irradiar a Cristo en medio del pueblo", Monseñor
Roberto Pazmiño, vicepostulador para la causa de su canonización.
Himno
Dichosa tú, que,
entre todas,fuiste
por Dios sorprendida
con tu lámpara encendida
para el banquete de bodas.
Con el abrazo inocente
de un hondo pacto amoroso,
vienes a unirte al Esposo
por virgen y prudente.
Enséñanos a vivir,
ayúdenos tu oración,
danos en la tentación la gracia de resistir.
Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria,
y gloria por esta gloria
que alegra a la humanidad. Amén
Tú, Señor, que te
complaces en habitar en los limpios y sinceros de corazón, por
intercesión de Santa Narcisa, virgen, concédenos vivir de tal manera que
merezcamos tenerte siempre entre nosotros. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
Narcisa de Jesús Martillo Morán, Santa |
Virgen Laica Ecuatoriana |
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Narcisa de Jesús Martillo Morán, Santa |
"La Violeta de Nobol"
Martirologio Romano: En Lima, ciudad de Perú,
beata Narcisa de Jesús Martillo Morán, virgen nacida en Ecuador,
que, privada de padres y desprovista de sustento, después de
muchos trabajos fue recibida en la hospedería de un cenobio,
donde se dio a la oración continua y a la
áspera penitencia.
Etimología: Narcisa = aquella que produce sopor, en referencia
a la flor del mismo nombre; es de origen griego
Nació
el 29 de Octubre 1832, en Nobol, arquidiócesis de Guayaquil
(Ecuador) el día de San Narciso.
Sus padres eran agricultores y
buenos cristianos. La fecha de su bautismo es desconocida.
Contaba con
7 años cuando recibió el sacramneto de la Confirmación de
manos de Mons. Francisco Javier de Garaicoa, primer Obispo de
Guayaquil, el 16 de Septiembre de 1839, dentro de las
fiestas patronales del Señor de los Milagros de Daule.
A los
15 años aprendió el oficio de costurera que ejerció a
domicilio y en las familias vecinas. Desde muy joven recibió
como don del Espíritu Santo, un gran amor a la
Oración: dejaba a menudo los juegos y los amigos para
retirarse a su habitación o junto a un árbol de
guayabo en la hacienda familiar, para orar.
Pasó su vida en
familia, dedicada a las tareas domésticas y a la costura,
creando una admósfera de caridad, alegría y paz entre sus
cuatro hermanos y sus cuatro hermanas.
Siendo niña perdió a su
madre. Así, ella tuvo que encargarse de la crianza y
educación de sus hermanos menores. En esos años conoció la
vida de Santa Marianita de Jesús, quien apenas había sido
beatificada poco tiempo antes, y a quien imitará con su
vida, hasta tal punto que uno de sus directores espirituales
escribió “basta leer la vida de Santa Marianita para conocer
las virtudes de Narcisa”.
De esa época de su vida se
recuerda su caridad, su alegría, su gran amor por la
oración y la gran importancia que le daba a la
dirección espiritual.
Cuando tenía 18 años muere su padre, y ella
emigra a Guayaquil. Allí trabaja como costurera y comienza a
dirigirse con Luis Tola, quien después será obispo de Portoviejo.
En
la catedral de Guayaquil, y antes en la parroquia de
Daule, dedicó mucho tiempo al apostolado, especialmente a los niños,
a quienes les enseñaba catecismo. También trabajó con jóvenes abandonadas
y refugiadas en la “Casa de las Recogidas” y visitaba
a los enfermos y moribundos. Después se trasladó algún tiempo
a Cuenca para atender a Monseñor Amadeo Millán, quien era
su director espiritual, y que había contraído tuberculosis.
En 1867, cuando
fallece monseñor Millán, regresa a Guayaquil, a la “Casa de
las Recogidas”, donde, junto con la Beata Mercedes de Jesús
Molina, enseña costura a las niñas huérfanas.
Algunos de sus directores
han destacado el amor que ella tenía a Jesús en
la Eucaristía y a la Santísima Virgen. Cuando vivía en
Guayaquil perteneció a la Asociación Piadosa de Hijas de María,
cuyo programa consistía en la práctica de las virtudes cristianas
a imitación de María y en las obras de apostolado
y de caridad.
En 1868 se trasladó a Lima (Perú) para
continuar la dirección espiritual con el sacerdote franciscano Pedro Gual,
quien poco después partió para Roma. Por esto tuvo que
comenzar a dirigirse con el p. Manuel Medina, de quienes
son la mayoría de los escritos que nos han llegado
sobre ella. Este sacerdote, previendo un posible proceso de beatificación,
los hizo corroborar con la firma de un Notario Público.
En Lima vivió en el Convento del Patrocinio como huésped
o como pensionista, nunca como religiosa, ganándose el sustento con
las labores de su propia mano.
En Septiembre de
1869 se inicia su última enfermedad. En los últimos momentos
de su vida los dolores de su enfermedad se hicieron
muy intensos, pero ellas los soportó heroicamente, abandonándose a la
voluntad de Dios, y ofreciéndose como víctima por la conversión
de los pecadores. Falleció el 8 de Diciembre después de
haber comulgado.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de
Octubre de 1992, y en la actualidad el Ecuador está
de fiesta por que el Vaticano ya a anunciado su
próxima canonización.
Su canonización se realizó el 12 de octubre de
2008 por S.S. Benedicto XVI.
Sus milagrosas intercesiones
Para su beatificación
Juan Pesántez
Peñaranda es un hombre solitario. Nunca se casó y tampoco
conoce sus orígenes familiares porque a los nueve meses fue
regalado a una pareja en Gualaceo, la que a los
10 años abandonó para ir a trabajar en las bananeras
de Pasaje, en El Oro.
Allá fue donde se golpeó la
frente con un tallo de plátano, lo que le originó
varios tumores, que luego se comprobaron eran cancerosos. Pero en
1967, tras repetidas intervenciones quirúrgicas que no le ayudaron a
superar el mal que padecía, recibió “la sanación de Narcisita”,
dice, mientras limpia los pasillos del colegio La Inmaculada, de
Guayaquil, donde trabaja por más de tres décadas.
Tenía algo más
de 20 años y muchos le decían que pida un
milagro.
Pero él no creía. “Solo tenía fe en un
Dios lejano”, dice, y cuenta que un día, mientras estaba
en el hospital Luis Vernaza, se le acercó un policía
quien le sugirió que le escriba a “Narcisita, que era
milagrosa, pero le dije que no creía en eso y
me quedé dormido”.
Sin embargo, mientras descansaba tuvo un sueño. Ahí
habló con ella y le dijo: ‘Narcisita, si es de
curarme, ¡cúrame!, sino ¡llévame!’. “Y me respondió ‘te vas a
curar. Anda ponle una velita a la Virgen’. Cuando me
desperté conté a todos que me iba a sanar, pero
la mayoría pensaban que la enfermedad me había vuelto loco”
Para
sorpresa de todos, la curación fue real, una comisión médica
del Vaticano revisó el caso de Pesántez y en 1991
lo calificó como “un milagro de curación de Narcisa de
Jesús”.
Cuenta que tras la sanación, su fe en Dios
creció. Llegó a ser de la corriente carismática, actualmente
no participa ya de ese grupo pero su fe no
a claudicado, va regularmente a misa y visita con
frecuencia la iglesia San José, en Guayaquil, donde
estaban los restos de Narcisa cuando él superó el cáncer.
Para
su canonización
Edermina Victoria Arellano Plúas, que para el 2008 tenía
20 años, y estaba por terminar sus estudios de colegio,
Luego desea trabajar como secretaria.
Ella vive en Nobol, donde aprendió
el oficio de corte y confección, pero no se imagina
vivir dedicada a la costura como lo hiciera Santa Narcisa
de Jesús Martillo, a quien, dice, debe la vida.
La joven
que, según la Iglesia, recibió un milagro de la sierva,
tras la reconstrucción de sus genitales externos, se considera
una devota de la Beata, aunque no intenta seguir sus
pasos.
Edermina se imagina en una oficina contestando llamadas y manejando
el computador, y no descarta casarse y tener hijos.
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Narcisa de Jesús Martillo y Morán (
Nobol,
Guayas,
29 de octubre de
1832 -
Lima,
8 de diciembre de
1869) fue una joven
laica ecuatoriana,
beatificada por
Juan Pablo II el
25 de octubre de
1992, propuesta como modelo de laica y
catequista.
Benedicto XVI la
canonizó el
12 de octubre de
2008.
Biografía
Sus padres eran agricultores. La fecha de su
bautismo es desconocida, aunque se supone que fue en la festividad de
San Narciso. A los 7 años recibió el
sacramento de la
Confirmación de
Francisco Javier de Garaicoa, primer
obispo de
Guayaquil.
Narcisa era muy joven cuando su madre murió, por lo que ella se encargó
de cuidar de sus hermanos menores. Desde los 15 años fue
costurera. En está época comenzó a leer sobre la vida de
Mariana de Jesús, lo cual la marcó, adoptando la espiritualidad de esta santa
quiteña.
A los 18 años murió su padre y ella emigró a Guayaquil. Allí alternó los oficios domésticos con la oración y la
penitencia, teniendo a
Amadeo Millán como
director espiritual.
En la catedral de Guayaquil dedicó mucho tiempo al apostolado, especialmente con niños, a quienes enseñaba el
catecismo. Trabajar con jóvenes abandonadas y refugiadas en la
Casa de las Recogidas,
utilizando el canto y la enseñanza del catecismo como medio de
formación pedagógica. Mientras vivió en Guayaquil perteneció a la
Asociación Piadosa de Hijas de María, cuyo programa consistía en la práctica de las virtudes cristianas y en las obras de apostolado y caridad.
En
1868,
Pedro Gual, uno de sus directores, le invitó a
Lima para continuar con su formación. Allí vivió en el
Convento del Patrocinio
(Casa de las Hermanas de la Orden Laical de Santo Domingo) como laica,
participando en las diferentes actividades al igual que las religiosas.
En septiembre de
1869 se descubrió su enfermedad, que le provocó la muerte el 8 de diciembre de 1869.
Su cuerpo, que presenta una urna de cristal fue trasladado a
Guayaquil en 1955 y ahora permanece en Nobol (Ecuador), su pueblo natal.
Beatificación
El cuerpo de la Santa venerado por los fieles.
Narcisa fue beatificada el 25 de octubre de 1992 por el Papa
Juan Pablo II, en el Vaticano. Para esto, se le atribuyó el
milagro de curación de cáncer de Juan Bautista Pesantes Peñaranda, en 1967.
En dicha ceremonia, Juan Pablo II señaló:
Narcisa de Jesús Martillo Morán es presentada hoy por la Iglesia como
un modelo de virtud, especialmente para tantas mujeres de América
Latina que, como ella, tienen que emigrar del campo a la ciudad en busca
de trabajo y sustento.
Canonización
La actual cabeza de la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI, la
canonizó el domingo 12 de octubre de 2008 en el Vaticano. Narcisa de
Jesús es el cuarto santo latinoamericano que proclama el Pontífice.
El milagro
El milagro ocurrido a la niña Edelmira Arellano es el que permitió la
canonización de la Santa. Edelmira fue una niña de siete años que había
nacido sin órgano genital.
El año 1992, la madre de Edelmira acudió al santuario de Narcisa de
Jesús y pidió por la salud de su hija. Ese mismo día, en la cita que
tenía la niña con el médico, se constató que su condición física era
normal.
El Arzobispo de Guayaquil de aquel entonces ordenó la investigación
del caso. Se procedió entonces a la consulta a testigos y médicos. Toda
la documentación de dicho proceso fue enviada al Vaticano.
Los médicos a cargo del estudio del caso, concluyeron que Edelmira recibió en 1992:
La restitución completa del defecto anatómico, congénito, de manera
imprevista, completa y duradera, científicamente inexplicable.
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