lunes, 15 de octubre de 2012

No pidan una señal


Lucas 11, 29-32. Tiempo Ordinario. No pedir señales extraordinarias, ser nosotros mismos signos de Dios que ayuden a los demás a llegar a Él.
 
No pidan una señal
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se puso a decirles: Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.

Oración introductoria

Dios mío, creo que al invocarte te haces presente en mi oración. Tengo la certeza que quieres concederme este momento de oración para llenarme de tu gracia, para que crea y mire al futuro con confianza, para poder amar más generosamente.

Petición

Señor, ayúdame a reconocer los signos de tu presencia en lo cotidiano de mi vida.

Meditación del Papa

Es una señal, es un dedo que indica hacia lo esencial. Nos muestra que sólo Dios basta; que más allá de todo lo que puede haber en este mundo, más allá de nuestras necesidades y capacidades, lo que cuenta, lo esencial es conocer a Dios. Sólo Dios basta. Y este "sólo Dios" él nos lo indica de un modo dramático. Y, al mismo tiempo, esta vida realmente europea que, de santuario en santuario, abraza todo el continente europeo hace evidente que aquel que se abre a Dios no se aleja del mundo y de los hombres, sino que encuentra hermanos, porque por parte de Dios caen las fronteras; sólo Dios puede eliminar las fronteras porque gracias a él todos somos hermanos, formamos parte los unos de los otros; hace presente que la unicidad de Dios significa, al mismo tiempo, la fraternidad y la reconciliación de los hombres, el derribo de las fronteras que nos une y nos cura.Benedicto XVI, 16 de abril de 2012.

Reflexión:

Ya lo repetiría Cristo con otras palabras, pero en sentido positivo: "Dichosos los que creen sin haber visto." Lo que este Evangelio pretende no es reprocharnos, sino recordarnos que ya tenemos la señal que esperamos y necesitamos. No hace falta buscar ni pedir más señales. Hay una que basta. "Más que Jonás... más que Salomón". Hoy se nos hace la invitación a descubrir esta señal. Es la misma de hace 20 siglos: la que muchos no quisieron ver, pero también la que bastó para que muchos creyeran.

Cuando un avión va a aterrizar, el piloto observa muchas luces que le guían, pero todas pretenden indicarle dónde está la pista. Así, todos los signos que hoy tenemos nos señalan a Cristo. ¡Aprendamos a "leerlos" adecuadamente! Nos habla de Cristo la Eucaristía, pues es Cristo mismo. Nos hablan de Cristo los buenos ejemplos que observamos en los demás... ¡Todo nos lleva a Cristo si nosotros lo buscamos! Este es el camino de la fe: avanzar por la vida sin milagros, sin certezas humanas absolutas. Vivir la fe en lo más ordinario.

¡Qué adjetivo pondrá Cristo a nuestra generación si nos distinguimos no por pedir señales extraordinarias, sino por ser nosotros mismos signos de Dios, que ayuden a los demás a llegar a Él!

Propósito

Estar atento para aprovechar las gracias y mociones particulares que Dios me va a dar este día.

Diálogo con Cristo

Señor, todo está bajo tu dominio menos mi libertad, porque Tú respetas mi decisión de cumplir o no tu voluntad. Me has dado tu Palabra en el Evangelio, te me ofreces en la Eucaristía, para que tu presencia viva transforme todo mi ser: inteligencia, voluntad, afectos, imaginación y sentimientos. Haz, Jesús, que sepa apreciar estos dones y que aproveche todas las oportunidades, circunstancias y situaciones de mi vida para amarte más.

lunes 15 Octubre 2012
Lunes de la vigésima octava semana del tiempo ordinario

Santa Teresa de Ávila


Leer el comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo : “Esta generación malvada pide una señal...” (cf Lc 11,29)

Lecturas

Pablo a los Gálatas 4,22-24.26-27.31.5,1.


Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su mujer, que era libre.
El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, nació en virtud de la promesa.
Hay en todo esto un simbolismo: estas dos mujeres representan las dos Alianzas. La primera Alianza, la del monte Sinaí, que engendró un pueblo para la esclavitud, está representada por Agar,
Pero hay otra Jerusalén, la celestial, que es libre, y ella es nuestra madre.
Porque dice la Escritura: ¡Alégrate, tú que eres estéril y no das a luz; prorrumpe en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto! Porque serán más numerosos los hijos de la mujer abandonada que los hijos de la que tiene marido.
Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de una esclava, sino de la mujer libre.
Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud.


Salmo 113(112),1-2.3-4.5a.6-7.


¡Aleluya! Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.

Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.

¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?

El levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria,


Lucas 11,29-32.


Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Pedro Crisólogo (hacia 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia
Sermón 3; PL 52, 303-306 ; CCL 24, 211-215

“Esta generación malvada pide una señal...” (cf Lc 11,29)

        Jonás mismo decide que le echen a la mar: “Agarradme y tiradme al
mar” (Jn 1,12) dice, lo cual significa la pasión voluntaria del Señor... He
aquí, que sale de las profundidades del mar un monstruo, un gran pez se
acerca que tiene que cumplir y manifestar la resurrección del Señor, o
mejor dicho, engendrar este misterio. He aquí un monstruo, imagen
terrorífica del infierno, que con sus fauces abiertos se lanza sobre el
profeta, saborea y asimila el poder de su creador, y devorándolo come su
propia incapacidad de engullir ya nunca más a nadie. La estancia en sus
entrañas prepara la estancia del visitante de arriba: así, lo que había
sido causa de desdicha se transforma en embarcación inconcebible de una
travesía necesaria, guardando a su pasajero y echándolo, al cabo de tres
días, a la orilla. Así se dio a los paganos lo que se arrebató a los
enemigos de Cristo. Y cuando éstos pidieron un signo, el Señor determinó
que este único signo les sería dado, por el cual comprenderían que la
gloria que esperaban recibir de Cristo sería otorgada a los paganos...

        Por la maldad de sus enemigos, Cristo fue sumergido el las
profundidades del caos del infierno; durante tres días ha recorrido todos
sus rincones (1P 3,19) . Y cuando resucitó manifestó la crueldad de sus
enemigos, la propia grandeza y su triunfo sobre la muerte.

        Será, pues, justo que los habitantes de Nínive se levantaran el día
del juicio para condenar a esta generación, porque ellos se convirtieron
por la proclamación de un solo profeta naufragado, extranjero, desconocido,
mientras que la gente de esta generación, después de tantas obras
admirables y prodigios, con todo el esplendor de la resurrección, no
llegaron a acoger la fe ni se convirtieron. Han rechazado creer en el signo
mismo de la resurrección.

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