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Domingo Loricato, Santo |
Eremita
Martirologio Romano: En San Severino Marche, del Piceno, en Italia,
santo Domingo, llamado Loricato, por la coraza de hierro que
llevaba ceñida al cuerpo, presbítero de la Orden Camaldulense, el
cual, habiendo sido ordenado simoníacamente, se hizo monje eremita y,
discípulo de san Pedro Damiani, llevó una vida austera y
disciplinada (1060).
Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al Señor,
viene del latín
La severidad con que el
joven Domingo se condenó a hacer penitencia por un crimen
que él no había cometido, es un reproche para todos
aquellos que, tras de ofender a Dios a sabiendas, esperan
el perdón, sin poner las condiciones de la verdadera penitencia.
Los padres de Domingo, que ambicionaban para su hijo una
brillante carrera eclesiástica, regalaron al obispo una piel de cabra
para que le ordenase sacerdote. Cuando Domingo se enteró de
ello, .concibió graves escrúpulos sobre su ordenación y jamás volvió
a celebrar la misa ni a ejercer los ministerios sacerdotales.
Por entonces había en Umbría, en las fragosidades de los
Apeninos, un santo varón llamado Juan de Montefeltro que se
consagraba a la vida eremítica con sus dieciocho discípulos. Domingo
acudió a él y le rogó que le admitiese en
la comunidad. Juan de Montefeltro aceptó gustoso. El fervor con
el que Domingo se entregó a la penitencia, era la
mejor prueba de la pena que consumía su corazón, Algunos
años después, hacia 1042, Domingo se retiró a la ermita
de Fonte Avellana, gobernada entonces por San Pedro Damián.
El abad quedó sorprendido por el espíritu de
penitencia de Domingo, por más que estaba acostumbrado a los
ejemplos de penitencia heroica. Domingo vestía una especie de cota
de malla de puntas aceradas, por lo cual se le
apodó el "loriactus" o enmallado. Como si eso fuera poco,
solía atarse cadenas en los miembros, y sus frecuentes disciplinas
sobrepasaban toda medida. Se alimentaba exclusivamente de pan, yerbas y
agua, en cantidades muy reducidas, y dormía de rodillas. Vestido
con su coraza de cilicio y ceñido de cadenas acostumbraba
hacer numerosas postraciones o permanecer con los brazos en cruz
hasta que se agotaba su resistencia. El santo practicó ese
género de penitencias hasta el fin de su vida. Dios
le llamó a Sí pocos años después de que Domingo
había sido nombrado superior de la ermita que San Pedro
Damián fundó en San Severino. Santo Domingo rezó maitines y
laudes con sus monjes la última noche de su vida,
y murió cuando éstos empezaban a cantar prima, el 14
de octubre de 1060.
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