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Antonio Chevrier, Beato |
Fundador de la Obra de la Providencia del Prado
Martirologio Romano:
En Lyon, en Francia, beato Antonio Chevrier, presbítero, que instituyó
la Obra de la Providencia del Prado, para preparar sacerdotes
destinados a enseñar la doctrina cristiana a jóvenes pobres (1879).
Nació
en Lión el 16 de abril de 1826 de una
familia modesta. A los diecisiete años el joven Antonio sintió
la llamada al ministerio sacerdotal. En el primer año de
los estudios teológicos pensó seriamente ingresar en el Instituto de
Misiones extranjeras de París. No logró realizar su deseo, pero
el anhelo misionero permaneció en él y se manifestó concretamente
en el momento de su ordenación sacerdotal, en 1850, cuando
aceptó gustoso el nombramiento rechazado por otros, de vicario en
la parroquia de San Andrés, en pleno barrio obrero, en
medio de los pobres. Allí ejerció un apostolado fructuoso por
su caridad inagotable.
La noche de Navidad de 1856, delante del
pesebre, recibió la revelación de la divina pobreza y el
amor de Navidad, y desde entonces, como perfecto imitador de
San Francisco de Asís, vivió una vida cada vez más
pobre. Alentado por el santo Cura de Ars aceptó en
1857 el oficio de director espiritual de la “Ciudad del
Niño Jesús”, una obra fundada en Lión para niños pobres,
que se proponía sobre todo la preparación de los niños
para la primera comunión y la acogida de niños abandonados.
En 1859 decidió fundar una obra suya en favor de
los muchachos marginados. Con la ayuda de Fray Pedro Louat
y de Sor Amelia y Sor María compró un gran
salón de baile, situado cerca de la parroquia de San
Andrés en Lión, que se llamaba “Prado” y que fue
el centro de sus obras asistenciales.
A la obra para los
muchachos añadió pronto una escuela para clérigos de la cual
salieron los sacerdotes que formaron la “Sociedad de los Sacerdotes
del Prado”. Antonio Chévrier está ciertamente entre los primeros en
tomar conciencia de la apostasía de las masas y del
riesgo que corría el sacerdote permaneciendo lejos de los pobres.
Por eso quiso “sacerdotes pobres entre los pobres”, verdaderos testigos
de Cristo buen samaritano y, como él, solícitos sobre todo
de la salvación de los hermanos.
Como los grandes apóstoles de
la juventud, Antonio meditaba a menudo las palabras de Jesús
(Mc 10,14): “Dejad que los niños vengan a mí y
no se lo prohibáis, porque de los que son como
ellos es el reino de Dios”. “Si no os convertís
y no os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos (Mt 18,3). “El que acoge a
uno de estos mis pequeños, a mí me acoge!”.
En Lión,
después de un año de agudos dolores a causa de
una úlcera, se durmió en la paz de los santos
el 2 de octubre de 1879, a los 53 años.
Fue beatificado por Juan Pablo II durante su peregrinación apostólica
a Lión el 4 de octubre de 1986.
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