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Luis Baba, Beato |
Mártir
Martirologio Romano: En Shimabara, de Japón, beatos mártires Miguel Carvalho,
de la Compañía de Jesús; Pedro Vázquez, de la Orden
de Predicadores; Luis Sotelo y Luis Sasanda, presbíteros, y Luis
Baba, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que
fueron quemados vivos a causa de su fe en Cristo
(1624).
Fecha de beatificación: por Pío IX el 7 de julio
de 1867
Luis Baba, mártir en
el Japón, nació de una familia japonesa de antigua tradición
católica y fue el catequista predilecto de Fray Luis Sotelo,
franciscano. Por su celo y sus capacidades catequísticas fue escogido
por él como compañero de misión en los muchos y
largos viajes, una experiencia que lo confirmó siempre más en
su propósito de prodigarse para el servicio de la fe.
De regreso de España visitó a México y luego llegó
a las islas Filipinas.
La última parte del viaje de
Manila a Nagasaki se realizó en un junco de japoneses,
los cuales, temiendo comprometerse por haber transportado al país misioneros
(era el tiempo de la dura persecución), los entregaron sin
más a las autoridades, que los arrestaron y en 1622
los enviaron a Omura, donde el catequista Luis vio realizarse
su antiguo deseo de ser admitido a la Tercera Orden
de San Francisco y vestir su hábito.
La mañana del 25
de agosto de 1624 el gobernador de Omura notificó a
Luis Baba y a otros cuatro prisioneros la sentencia que
los condenaba al suplicio del fuego. Ante esta noticia el
ánimo de ellos se sintió pleno de gozo y juntos
dieron gracias a Dios. Antes de ser conducidos al suplicio,
el gobernador los sometió a un interrogatorio preguntándoles sus nombres
y su especialidad. Por todos respondió el Beato Luis Sotelo:
“estos dos padres pertenecen uno a la Orden de Santo
Domingo y el otro a la compañía de Jesús y
se llaman Pedro Vásquez y Miguel Carvalho. De estos dos
japoneses, uno es sacerdote y religioso de mi Orden, el
otro, Luis Baba, antes era catequista, y yo en la
prisión lo recibí en la Orden de la Penitencia de
San Francisco. Todos nosotros predicamos la fe en Jesucristo y
estamos prontos a morir en testimonio de esta fe”.
El gobernador
tomó nota de esta declaración y los santos confesores de
la fe fueron conducidos al lugar de la ejecución cerca
de Omura donde habían muerto mártires también el Beato Apolinar
Franco y sus compañeros. A lo largo del viaje no
cesaron de predicar a Jesucristo. Al llegar al lugar establecido
fueron atados a los postes y se encendieron las hogueras.
El mártir Luis Baba, sintiendo aflojarse los lazos que lo
mantenían atado pasó entre las llamas y se arrodilló delante
del Beato Luis Sotelo para recibir su última bendición, luego
regresó tranquilamente a su poste y esperó allí la muerte
sonriente.
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