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lunes, 27 de agosto de 2012

Joaquina de Vedruna, Santa


Viuda y Fundadora, 28 de agosto
 
Joaquina de Vedruna, Santa
Joaquina de Vedruna, Santa

Viuda y Fundadora
de las Hermanas Carmelitas de la Caridad

Martirologio Romano: En Barcelona, en España, santa Joaquina de Vedruna. Madre de familia, educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez viuda, fundó el Instituto de las Carmelitas de la Caridad, soportando con tranquilidad de ánimo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió por contagio del cólera (1854).

Fecha de canonización: Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).
Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.

Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.

La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.

Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco manchas de pecado en su alma.

A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.

A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa.

Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a su sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas también.

Cuando Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.

Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a auxiliarla.

Un día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.

Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.

Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.

Se encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".

Pronto ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia.

Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.

Vino luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera caridad.

Al volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.

En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.

Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.

Antes había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos países.

La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas soln atendidas en sus hospitales.

Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).

Santa Joaquina: sin hacer milagros en vida, y siendo una sencilla madre de familia, una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que dedicó sus grandes energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue por nuestra santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como ésta, muchas Joaquinas más.

La orden carmelita la recuerda el 22 de mayo. 
 
 
 
 22 de mayo
 Santa Joaquina de Vedruna
Fundadora
Año 1854
Santa Joaquina VedrunaJoaquina significa: "Dios dispondrá". Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco mancas de pecado en su alma.
A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa.
Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a su sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas también.
Cuando Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.
Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a auxiliarla.
Un día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.
Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.
Se encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".
Pronto ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia.
Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.
Vino luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera caridad.
Al volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.
En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.
Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.
Antes había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos países.
La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas soln atendidas en sus hospitales.
Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).
Santa Joaquina: sin hacer milagros en vida, y siendo una sencilla madre de familia, una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que dedicó sus grandes energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue por nuestra santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como ésta, muchas Joaquinas más.


Santa Joaquina de Vedruna
Joaquima de V, Morell, 1903.jpg
Nombre Joaquina de Vedruna Vidal
Nacimiento 1783
Barcelona, Bandera de España España
Fallecimiento 1854
Barcelona, Bandera de España España
Venerado en Iglesia católica
Beatificación 1940 por Pío XII
Canonización 1959 por Juan XXIII
Festividad 22 de mayo
Patronazgo Congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad
Santa Joaquina de Vedruna Vidal (Barcelona, España, 1783 - ibídem, 1854) fue una santa española fundadora de la orden de las Carmelitas de la Caridad , beatificada en 1959 por la Iglesia católica.

Biografía

Joaquina significa: "Dios dispondrá". Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. tuvo nueve hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 71 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1783. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco manchas de pecado en su alma.
Por parte de algunos sectores de la Iglesia se ha querido ocultar el origen aristocrático de la familia Vedruna que el documento adjunto demuestra irrefutablemente.
Enoblecimiento familia vedruna

Vida religiosa

Sin embargo dedicó el resto de su vida a actividades de enseñanza y asistencia de enfermos, para lo cual su director espiritual, el capuchino Esteban de Olot le sugirió que fundara en 1826 la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad. El obispo de Vich, Pablo Jesús Corcuera, le pidió que fuera de inspiración carmelita. El mismo obispo escribió la regla el 6 de febrero de 1826 y el 26 de febrero de ese mismo año, ella y otras ocho mujeres pronunciaron los votos.
Tras su destierro en Francia entre 1839 y 1843 a causa de sus ideas absolutistas,1 regresó y fundó veintidós comunidades a pesar de los desafíos producidos por la inestabilidad política. La congregación se expandió por España, Hispanoamérica y Asia.
"Quisiera abrazar las necesidades de todos los pueblos"
Santa Joaquina de Vedruna.

Fallecimiento y canonización

El cuerpo incorrupto de Santa Joaquina de Vedruna.
Por último, la enfermedad la obligó a abandonar su puesto como superiora de la orden y, aunque falleció debido a un brote de cólera en Barcelona, durante los cuatro últimos años de su vida fue víctima paulatina de parálisis. Falleció el 28 de agosto de 1854 a la edad de 71 años.
Joaquina era conocida por su gran sentido de la oración, confianza profunda en Dios y caridad desinteresada. Fue beatificada por el papa Pío XII en 1940 y canonizada en 1959 por el papa Juan XXIII.
Su festividad se celebra el 22 de mayo.

Referencias

  1. La Gran Enciclopèdia en català Volumen 20, 2004, Barcelona: Edicions 62, ISBN 84-297-5448-2

Bibliografía

  • Enciclopedia Universal Sopena (Volumen 5) (1969), Barcelona: Editorial Ramon Sopena.
  • Itúrbide, Emilio (1959), Del matrimonio a la gloria de Bernini: Santa Joaquina Vedruna, fundadora del Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad. Ejemplo vivo para todos los estados de la vida, Pamplona: Gómez.

Enlaces externos


SANTA JOAQUINA VEDRUNA

Santa Joaquina Vedruna

Su vida

Nació en Barcelona el 16.4.1783. Sus padres, Lorenzo de Vedruna y Teresa Vidal, eran profundamente cristianos.
Desde niña se sintió muy inclinada a pensar en Dios. Todo le hablaba de El.
Intentó ser religiosa carmelita de clausura, pero el Señor le tenía destinada otra misión. Contrajo matrimonio, siendo muy joven, con Teodoro de Mas, el 1799.
Tuvo nueve hijos. El 1816 quedó viuda y, dirigida por el P. Esteban de Olot, capuchino, fundó, en 1826, a las Carmelitas de la Caridad.
Las patrocinó el obispo de Vich, D. Jesús Corcu era y Corcuera, ferviente devoto de la Virgen de Carmen, y por ello les dio el nombre con que son conocidas en la actualidad.
Durante toda su vida de joven, esposa, viuda y religiosa, sobresalió como acogedora y atrayente, de sencillez cautivadora, de amable austeridad y suavidad conquistadora; porte sencillo, trato alegre sin artificios y acUvidad intensa sin visos de pedantería.
Entre sus hijas no admitió distinción ni privilegio, descollando además por su espíritu maternal y sus preclaras dotes de prudente consejera, educaoora y formadora.
Fue ella muy devota de la Sma. Trinidad, de la Virgen María y se entregó a la difusión de su obra y al cuidado de los más necesitados, a la oración y a la mortificación. Murió santamente en Barcelonaen 1854.
Fue beatificada el 19.5.1940 y canonizada el 12.4.1959.
Su fiesta, el 22 de mayo.
Su espiritualidad
Tres fueron los resortes sobre los que apoyó su vida espiritual, triple faceta que dio un impacto distintivo a su santidad heroica: sentido providen cialista de la vida, ininterrumpido ejercicio de la oración y amor a Cristo crucificado.
Todo incluido en una confianza ilimitada y gozosa en la Divina providencia, que fue el secreto de su maravillosa ductilidad. Abandonada por entero en los brazos amorosos del Padre, que todo lo ve y todo lo puede, se adaptó con sorprendente seguridad y naturalidad espontánea a las circunstancias más imprevistas, humanamente más desconcertantes por las que hubo de atravesar su azarosa vida.
Cabe también destacar su arraigado sentir en todo con la iglesia. Penetrada del sabor y eficacia de las oraciones litúrgicas, gustaba de ellas preferentemente, en estas fórmulas sabía ponderar y comentar su hondo contenido, su profundidad de doctrina.
Supo vivir intensamente el espíritu que anima los misterios litúrgicos.
Su dinamismo apostólico fue movido y orientado por el resorte del amor contemplativo.
Las múltiples ocupaciones nunca la apartaron de Dios. sino que la unieron más estrechamente a El. De manera que el lema de sus empresas pareció ser "Por la contemplación a la acción".
Su vida estaba caldeada en la fragua del amor divino, se desarrollaba calladamente, sublimada por las comunicaciones divinas que la enlazaban con el misterio Trinitario.
Santa Joaquina cifró su afán y predilección en la modalidad dolorosa y reparadora de la Divina Pasión. Los acerbos dolores de Cristo en su Pasión la atraían cual imán irresistible, cultivaban su alma y embelesaban su corazón.
Por otra parte, encontró sus delicias en acercar-se a la Eucaristía llevada por la mano de María Santísima, su dulce Madre del Carmelo, a la que protesó un amor entrañable.
Estaba plenamente convencida y había experimentado que nadie mejor que la Madre divina puede enseñar a las almas a vivir en Jesús y con Jesús. Por lo mismo, puso gran empeño en enseñar a sus hijas el modo de valerse de la Virgen para celebrar con fruto los misterios de Jesús.
Es de notar además el rumbo marcadamente carmelitano que tomó la devoción mariana en su Instituto, colocado desde el principio bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen del Carmen.

Su mensaje


  • que en nuestro propio estado de vida podemos y debemos santificarnos.
  • que estemos siempre atentos al Señor "que llama".
  • que la vida de sacrificio es camino breve para el cielo.
  • que la oración y la humildad son necesarias para salvarse.

Su oración

Señor, tú que has hecho surgir en la Iglesia a Santa Joaquina Vedruna para la educación cristiana de la juventud y el alivio de los enfermos, haz que nosotros sepamos imitar sus ejemplos y dediquemos nuestra vida a servirte con amor en nuestros hermanos. Amén.
 Image of floral bouquet

En poco tiempo, la acción de las comunidades de Joaquina se hizo presente en los pueblos de la Cataluña rural de entonces. La sencillez evangélica de las Hermanas, su cercanía a la gente, su abnegación y su buen hacer al servicio de los más pobres en el campo de la educación de la mujer, de la salud y de la acción social, las hicieron creíbles y deseadas en muchas partes.
Cuando Joaquina murió –el 28 de agosto de 1854-  a los 71 años de edad, dejaba tras sí una presencia consolidada de 27 comunidades  y unas 150 hermanas.
Tras ellas y una generación tras otra, la historia congregacional, se ha enriquecido con la experiencia y aportaciones de quienes se han ido incorporando al proyecto que nació con Joaquina. Como ella soñó, su pequeño grano de mostaza es hoy un árbol frondoso que “acoge gentes venidas de todas partes”, un espacio de vida renovada puesto al servicio del Evangelio.
El Papa Pío XII beatificó a la fundadora el 19 de mayo de 1940. Fue canonizada por Juan XXIII el 12 de abril de 1959. Los restos de Santa Joaquina de Vedruna se veneran en la capilla del Manso Escorial de Vic. 


Joaquina anciana

Casa Caridad Barcelona

Claustro Casa Madre

Urna Santa Joaquina. Manso Escorial

Joaquina de Vedruna fue la fundadora de la Congregación Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna, nacida en Vic (España) el 26 de febrero de 1826.



  Natural de Barcelona y educada en un  ambiente  familiar muy cristiano, se sintió sienpre atraída por Dios. 
 Casada con un joven de Vic, Teodoro de Mas, se amaron profundamente y se entregaron ilusionados a la 
 tarea de educar a sus nueve hijos.
 Prematuramente viuda, Joaquina dedicó lo mejor de sí misma a sus hijos y a los enfermos pobres de la ciudad  de Vic, decidida entonces a acabar sus días como  religiosa, en la pobreza y la oración.
Cuando, ya mayores sus hijos, parecía llegado el momento del retiro a la vida monástica, el Señor le mostró, a través de providenciales circunstancias, el cami- no hacia una meta nueva: poner en marcha una congregación religiosa “para abrazar las necesidades de los pueblos, ya para cuidar enfermos, ya para la enseñanza de las niñas”, como ella misma decía.
Deseosa únicamente de “emprender lo que el Señor quiera”, “dispuesta para hacer su voluntad”, reunió hermanas e inició con ellas un nuevo modo de vida religiosa al servicio de las clases populares del país. La infancia y la juventud, los marginados y los enfermos… encontraron en ella acogida y respuesta a sus necesidades.
Murió en Barcelona, víctima del cólera, en el verano de 1854, dejando tras sí numerosas comunidades, que, herederas de su carisma, son hasta hoy las continuadoras de su obra en la Iglesia.
“Madre de nueve hijos –dijo de ella Juan XXIII– se convertirá en madre de innumerables pobres”. Él mismo, en 1959, añadía el nombre de Joaquina de Vedruna a la lista de los testigos ejemplares del Señor, los santos.
Las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna, fueron fundadas el 26 de febrero de 1826 en la ciudad de Vic, provincia de Barcelona (España), por Santa Joaquina de Vedruna y de Mas. El proyecto iniciado ayer por Joaquina y sus primeras compañeras sigue vivo hoy en nuevas generaciones de mujeres que, "con la luz de Dios en sus pupilas y la compasión de Jesús en sus entrañas", se encarnan en nuevos lugares del mundo para irradiar esperanza y amor sin fronteras. Hoy están en:
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