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Felipe Benizi (o Benicio), Santo |
Sacerdote
Martirologio Romano: En Todi, de la Umbría, san Felipe Benizi,
presbítero de Florencia, varón de gran humildad y propagador de
la Orden de los Siervos de María, que consideraba a
Cristo crucificado su único libro (1285).
El hijo más ilustre y
el más ardiente propagador de la congregación de los servitas
en Italia nació en el seno de una noble familia
de Florencia el 15 de agosto de 1233. A los
13 años fue a vivir a París a estudiar medicina.
De París pasó a Padua donde a los 19 años
obtuvo el grado de doctor en medicina y filosofía, regresando
a su ciudad natal y ejerciendo por un año su
profesión. Durante ese tiempo, estudió las Sagradas Escrituras y, frecuentaba
las iglesias de su ciudad natal, especialmente La Anunciata, que
estaba a cargo de la Orden de los Servitas (siervos
de María), así llamados por la gran devoción que tenían
a nuestra Señora, que allí era particularmente reverenciada.
Una epístola de
la semana de pascua refiere que uno de los discípulos
y diácono de la primitiva comunidad de Jerusalén, llamado FeIipe,
recibió de Dios el encargo de acercarse al carruaje del
mayordomo de la reina de Etiopía e intentar convertirla a
la fe católica. Dijo el Espíritu Santo: "Acércate y sube
a este carro".
Pues bien, estando Felipe Benicio, el l6
de abril de 1254, jueves de pascua, oyendo la misa
conventual en la cercana ciudad de Fiésole, al proclamarse aquellas
palabras: "Felipe, acércate y sube a este carro", tomadas de
los Hechos de los apóstoles, interpretó que iban dirigidas a
él. Y después en su casa, orando, tuvo una visión
en medio de un éxtasis: vio venir a su encuentro
a la Virgen, Madre de Dios, quien mostrándole el hábito
negro de los servitas, le sonrió diciéndole: "Felipe, acércate y
sube a este carro". Comprendió entonces que la reina del
cielo lo invitaba a ponerse bajo su protección.
Ocultando su
condición de noble y su profesión, Felipe pidió la admisión
en Monte Senario y recibió de manos de San Bonfilio
el hábito de los hermanos lego. Los superiores le ordenaron
trabajar en el huerto, pedir limosna y algunas faenas duras
y difíciles del campo. El santo se entregó por completo
a dichas labores, orando incansablemente durante todas ellas. En 1258
fue enviado al convento de Siena, y durante el camino
intervino en una polémica discusión sobre los dogmas de la
fe, en la cual Felipe supo intervenir brillantemente aclarando y
dando el verdadero sentido sobre lo dicho. Dos miembros de
su congregación, que viajaban con él, dieron cuenta al prior
general, quien al constatar la sabiduría del santo, lo ordenó
sacerdote, y en 1262, fue nombrado maestro de novicios del
convento de Siena, y Vicario asistente del prior general. En
1267, por voto unánime, el santo fue elegido prior general
de la orden religiosa. Como primera labor, visitó todos los
conventos de la orden que estaban en el norte de
Italia invitando a las gentes a convertirse y someterse a
la protección de la Virgen Madre. Luego, y al finalizar
un intenso y largo retiro espiritual, San Felipe decidió visitar
los conventos de Alemania y Francia.
En el Concilio de
Lyon, San Felipe impresionó a todos por su sabiduría y
don de las lenguas, don que fue utilizado por el
santo para la conversión de los pecadores y reconciliación de
los cismáticos de muchos lugares del mundo a donde iba
a predicar el Evangelio; sin embargo, toda su fama no
era suficiente para obtener la aprobación pontificia para la Orden
de los Siervos de María.
En 1284, San Alejo puso
bajo la dirección de San Felipe a su sobrina Santa
Juliana, la cual fundó la tercera orden de las Siervas
de María. El santo se encargó también de enviar a
los primeros misioneros servitas al oriente, algunos de ellos, derramaron
su sangre por mantenerse firmes en su fe a Cristo.
Cuando comprendió que se acercaba la hora de su muerte,
en el año 1285, San Felipe decidió retirarse descansar al
convento más sencillo y humilde de la orden religiosa, donde
pasó sus últimos días, orando y postrado ante la imagen
de la Virgen María. Falleció durante el angelus vespertino, y
en 1761 fue canonizado. Su fiesta fue extendida a toda
la Iglesia occidental en 1694.
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