1. La falsa y desastrosa teoría de la catarsis de los años 60-70.
En
los años setenta, en los Estados Unidos, la Comisión sobre la
Obscenidad y la Pornografía había concluido no solamente que la
pornografía no es peligrosa, sino que tiene incluso un papel positivo,
como eliminatorio de los fantasmas de agresividad sexual. Puede quitar a
la sexualidad el estigma de la culpabilidad, decía el informe, y
desempeñar un papel educativo. De una manera más detallada, las
conclusiones eran:
1. Ningún problema social puede ser resultante de la pornografía;
2. La producción y la distribución de pornografía adulta deberían ser despenalizadas;
3. No es útil prohibir a los niños el acceso a la pornografía;
4. La pornografía puede ser un buen material para la educación sexual;
5.
La pornografía tiene un efecto "catártico"; en el mirón y puede pues
servir con fines terapéuticos para los criminales sexuales.
Esta
teoría pseudo científica de "catarsis", fue lanzada por Seymour
Feshbach a partir de 1955 en los Estados Unidos. Hoy es abandonada por
el total de los sociólogos, incluso por su autor (renunció a ella en
1967).
A
pesar del hecho de que el Senado americano rechazara como
insuficientemente fundamentado el informe de esta comisión por un voto a
60 contra 5, constantemente se suele citarlo en todas clases de
ocasiones, por los medios de comunicación así como por los abogados
defensores de los pornografía. Es necesario observar que en 1970, la
pornografía se limitaba a la pornografía llamada suave, representando
sobre todo cuerpos desnudos de mujeres, y no actos sexuales. Se
encontraba aún muy poco sexo crudo en el mercado.
Sin
embargo, a la sombra de este informe complaciente, hubo un estallido,
en los años 70, de la obscenidad en los EE.UU. Algunas cifras no estarán
de más para ayudarnos a entender la amplitud del fenómeno. En 1983, ya
se contaban aproximadamente 80 estudios de la clase Playboy o Penthouse;
18.000 lugares de venta para publicaciones obscenas; 800 teatros para
adultos, y doce cadenas de televisión pornográficas. ¿Cuál fue el
resultado, en los Estados Unidos, de esta masificación de la
pornografía? El primer resultado fue una escalada muy rápida en el
sentido de la desviación y la perversión sexual. El desnudo, en efecto,
se convirtió rápidamente en algo banal. Es a continuación la
representación de relaciones sexuales normales que llega a ser algo de
insignificancia, de inocuidad.
Para
seguir suscitando un interés y una emoción en el consumidor, se hace
necesario ofrecerle una representación de lo más cruda posible de los
fantasmas más oscuros: sadomasoquismo, sodomía, pederastia,
bestialidades (relación sexual con animales), para no citar más que los
más razonables. Por medio de gritos y contorsiones que expresaban un
deleite extremo, los protagonistas rápidamente han logrado de
desvalorizar, a los ojos del consumidor, una sexualidad más clásica.
Un
primer análisis muy simple permite inmediatamente comprender la grosera
desfachatez del argumento según el cual las imágenes pornográficas no
tienen influencia negativa sobre el comportamiento. Se puede retomar la
observación henchida de sensatez que hace Michael Medved en su libro
"Hollywood versus América", cuando denuncia las fechorías de la
violencia y el sexo al cine. A los productores y distribuidores de
películas, que persisten en negar el efecto de sus imágenes sobre el
comportamiento, Medved responde muy acertadamente:
"¡Hipocresía!
¿Cómo gente que invierte las sumas considerables y mucho talento en
anuncios de 30 a 60 segundos, convencida, con mucha razón de su impacto
en las masas, para promover un hombre político o una nueva marca de
cerveza, puede afirmar que no tiene influencia alguna sobre este mismo
público con una película de 120 minutos?"[1]
Todos
los profesionales de la imagen conocen en efecto el poder sugestivo de
la imagen. ¿Es que mostrar un bonito coche tiene un efecto de catarsis,
vale decir, le libera al espectador de la compra simplemente dándole una
satisfacción mental verdadera? No. Al contrario, eso le incita a
comprar, pasar al acto. Si no, los publicistas se guardarían bien de
utilizar estos métodos. Por otra parte, el sexo y el erotismo, que
recurre a las emociones más fuertes y las menos controladas del hombre,
tienen el poder de procurar una fogosidad de lo más fuerte. Esta es la
razón por la que los publicistas se sirven abundantemente de ella para
vender cualquier cosa.
Ahora
bien, hoy, la imagen erótica y la pornográfica son omnipresentes. Los
medios de comunicación, los publicistas y los productores del sector
audiovisual recurren a ella ya que es el medio más seguro de vender.
Nadie puede escaparse a este espectáculo diario, ni los niños. Aunque
solo por su poder subconsciente, una imagen puede influir duraderamente
sobre el psiquismo aunque uno no se de cuenta conscientemente. ¿Que
decir entonces de la influencia millares de imágenes y de mensajes
sexuales que cada uno recibe a lo largo de día? ¿Que decir de la
influencia de estas imágenes sobre nuestros niños, cuya permeabilidad
psíquica se conoce?
No
solamente el erotismo, sino la pornografía misma se trivialaza cada vez
más, incluso en sus formas más perversas como el sadomasoquismo. Se
entrevista a las actrices de pornografía en la TV; escriben libros, como
Brigitte Lahaye, que publicó sus memorias bajo el título ‘Yo, la
escandalosa’, y la invitaron a por eso al programa literario Apóstrofe;
hasta se hacen elegir de diputados, como Moana Pozzi en Italia. Si se
ensalzan a las actrices y a los protagonistas porno, ¿por qué no a los
productores de películas porno, que son proxenetas mafiosos? ¿Que pensar
de una sociedad que da la palabra a los promotores del vicio?
No
parece ya haber límites de decencia en los medios de comunicación. La
confusión de los valores es tal que se ve a eclesiásticos, como Monseñor
Gaillot, obispo de Evreux, supuesto defensor los valores morales y del
respeto a la dignidad humana, dar entrevistas en Lui, Playboy, Penthouse
y la revista homosexual Gai Pied Hebdo..
Nuestro
ex Ministro de Cultura, Jack Lang, da regularmente entrevistas en Gai
Pied Hebdo, revista homosexual que se sitúa constantemente al límite de
la ilegalidad haciendo la promoción de la pederastia. Con respecto a la
pornografía, el Sr. Lang fue a Europa 1: "Es una forma de arte como
otra, y sería necesario desarrollarla".[2]
2. El balance de los años 90
De
veinte a treinta años después del comienzo de la legalización de la
pornografía, respaldada por los profetas de la revolución sexual y los
expertos en sexología, la pornografía adquirió un espacio
extraordinario.
Muy
poca gente no ha sufrido los efectos de una manera u otra, y una
clientela muy numerosa la consume en alta dosis. El volumen de negocios
del mercado del sexo no engaña. Una investigación presentada en el
informe oficial de 1993 sobre "el comportamientos sexual en Francia"
ponen de manifiesto que un 47% de los hombres reconocen haber visto por
lo menos una película pornográfica, 47% reconocen ya haber leído una
revista pornográfica, y 10% reconocen haber utilizado el Minitel rosado
(una cadena televisiva porno). Los porcentajes para las mujeres son 23%,
19% y 3%. Para los 18-19 años, los porcentajes son 57%, 46% y 17%.[3]
La cuestión no se planteó a los menores y con todo, sería interesante
saber cuánto niños ya abrieron una revista pornográfica, o incluso
observaron los vídeos porno de sus padres. Todo adulto conoce la
permanencia de las imágenes sexuales en el psiquismo, es decir, su
tendencia a incrustarse profundamente en la memoria; pero este impacto
es aún mayor en los niños, y se sabe que las escenas sexuales tienen
sobre los niños un carácter traumático.
Todos
los expertos, hoy en día, conciben un balance muy negativo de la
pornografía. Vamos a citar en particular dos informes importantes, uno
americano de los años 80, el Informe Meese, y otro de 1994 y proviniendo
por el Parlamento Europeo. Desgraciadamente, a pesar de estos informes,
no se hace nada para frenar este mal, que prolifera al contrario de
manera creciente.
Una
de las razones es que la pornografía se convirtió en un mercado
floreciente e involucran unos intereses muy importantes. La pornografía
es un mercado lucrativo. En Alemania en 1992, el volumen de negocios
global solo para el comercio de los vídeos casetes pornográficos
ascendía cerca de mil millones de DM.[4] Ningún almacén de alquiler de
vídeos puede hoy sobrevivir sin ofrecer pornografía, puesto que ésta
representa cerca de un 40% del mercado del vídeo. Y, después del sexo,
son las películas de horror y violencia que se alquilan más. Se
considera que se vende alrededor 1,5 millón de vídeos porno cada año en
Francia.[5]
Ahora
bien, se conoce que el mercado de la pornografía es controlado por los
mismos criminales que controlan el mercado de la prostitución y la
esclavitud sexual. ¿Cómo podría ser de otra manera? Estos grupos son por
otra parte los mismos a menudo que los que controlan el mercado de la
droga.
Este
mercado, hoy, no llama la atención y es legal. Por ejemplo, en
Copenhague en Dinamarca, un salón de la pornografía, el Salón Erótica
2000, atrae a millares de personas. Recibe incluso subvenciones del
Ministerio de Salud, con tal que se fomenten los métodos de prevención
contra el SIDA.[6]
3. La pornografía es una droga
A) La intoxicación pornográfica
La
sexualidad es algo que afecta las capas profundas de la personalidad.
No se puede pues tratarla como un simple entretenimiento inofensivo.
Numerosos estudios pusieron de manifiesto que la pornografía actúa como
una droga muy potente sobre los hombres.
En una entrevista a Francia-Noche, el Doctor René Salinger, neuropsiquiatra, explica la influencia de la pornografía:
"
En personas desequilibradas la violencia y la pornografía pueden valer
de modelos de comportamiento [...] ya que la potencia de la imagen es
tal como viene a substituirse al pensamiento [...]. En todo lo que es
estrictamente visual, no se tiene ya que representarse las cosas,
deslizan en ustedes para funcionar como un modelo."
El
primer resultado de la ideología pornográfica consiste en
desestabilizar poco a poco las actitudes naturales del hombre respecto
su propia sexualidad. La sexualidad termina por convertirse en un fin en
sí, como la droga; absorbe poco a poco al consumidor en el espiral de
la dependencia. La pornografía crea nuevas necesidades, nuevas
curiosidades y, así, incita a sus adeptos a abandonar una sexualidad
normal.
The pornography is flying in the wind |
Patrick
Carnes, fundador de la asociación Sex Addicts Anonymous, afirma que
entre 7 y 14 millones de americanos sufren del síndrome de la
dependencia sexual. En la mayoría de los casos, se trata de consumidores
de pornografía que se convierten progresivamente en clientes de la
prostitución. Numeroso maridos y padres de familia contactan esta
asociación después de darse cuenta que su defecto destruye la relación
con su mujer y sus niños. En efecto, estos hombres son condicionados
mentalmente tanto por las imágenes pornográficas que las fantasías de
violencia sexual invaden sus relaciones familiares. En otros casos,
sucede lo contrario, pierden todo interés emocional respecto a su mujer y
sus niños.
B) ¿Droga dura? ¿Droga blanda?
Puesto
que la pornografía es una droga, la diferencia entre pornografía suave y
pornografía dura debe ser comparada con la diferencia entre droga
blanda y droga dura. La droga blanda es, en numerosos casos, la puerta
hacia la droga dura. Del mismo modo, la pornografía suave (Lui, Playboy,
etc.) es la puerta hacia la pornografía dura, y esa es la puerta hacia
la criminalidad sexual. Por otro lado, la diferencia entre pornografía
suave y dura tiende a desaparecer puesto que las revistas en venta en
los quioscos, como Penthouse, muestran escenas de relaciones sexuales
con acercamientos sobre los órganos sexuales, y pertenece pues a lo que
(hace solamente algunos años) se reservaba antes a los almacenes
especializados. La pornografía sadomasoquista también mucho se
trivializa hoy en día y aparece sobre las coberturas de revistas y los
aviseros publicitarios. En cuanto a la pornografía suave, antes la
especialidad de las revistas dichas de romance, es omnipresente hoy, en
el cine y la publicidad. En las grandes ciudades, todo el mundo consume
dosis no desdeñables cada día, a no ser que se prive de televisión, de
cine o que vaya por calle mirando solo sus zapatos.
4. La pornografía destruye a las familias
La
sexualidad es una cosa muy seria. Afecta a las capas más profundas del
ser humano. Por lo tanto, todo lo que afecta a la sexualidad no puede
nunca tratarse ligeramente. La idea que la sexualidad pueda ser objeto
de un entretenimiento inofensivo es un grave error. Es propio de un
entretenimiento, el no tener consecuencias profundas sobre el psiquismo.
Ahora bien, toda actividad sexual, incluso puramente mental, afecta
profundamente al psiquismo, y esto de manera duradera.
Para
comprender por qué la pornografía contribuye mucho a la destrucción de
las parejas y familias, no basta con constatar sus daños, como acabamos
de hacerlo. Es necesario ir más lejos en nuestra comprensión de los
mecanismos psíquicos vinculados a la pornografía.
A) La pornografía hipererotiza las relaciones conyugales e incluso las relaciones de padres a hijos (incesto)
En
efecto, la costumbre del erotismo y la pornografía tienden a
hipertrofiar el impulso sexual, que se vuelve entonces constantemente
susceptible a que pueda ser despertado en cualquier momento. El hombre
dopado por la pornografía, suave o dura, proyecta sus fantasías sexuales
sobre todo lo que encuentra. El más grave es el caso de padres de
familia. No solamente proyecta sus fantasías sobre su mujer, sino a
menudo su relación emocional con sus niños se erotiza. Esta es la razón
porque que numerosos padres de familia que consumen de la pornografía
terminan con abusar sexualmente de sus niños.
B)
La pornografía, al crear una vida sexual puramente mental, de fantasía y
surrealista, destruye la vocación relacional de la sexualidad
La
sexualidad es una actividad esencialmente relacional. Es siempre una
relación entre una persona y otra. La pornografía, al igual que el
erotismo en general, es una relación entre mi yo y una persona
imaginaria, una persona de papel o pantalla de televisión. Es pues una
sexualidad de fantasía, es decir, una relación puramente mental con un
fantasma. Se puede decir también que es una sexualidad narcisista o
también masturbatoria, es decir, una relación sexual consigo mismo. La
pornografía acentúa este fenómeno ya que es la representación de un
placer sexual completamente irreal, que no existe en la realidad, y que
el hombre no puede satisfacer de manera real. Se aleja, pues, de la
realidad y solo vive en la fantasía. Cuando una persona desarrolla una
costumbre respecto a la pornografía, toda su vida sexual se transforma:
en lugar de relacional, se vuelve fantasmal. Tal hombre se vuelve
incapaz de vivir su sexualidad como un acto de amor entre él y su
cónyuge. Esta es la razón por la que puede perder cualquier deseo de
cara a su mujer y poco a poco destruye su pareja. Si no tiene aún
familia, destruye a su futura esposa.
Numerosos
testimonios citados por el informe Meese (véase más abajo) confirman
que la pornografía conduce al consumidor a una disociación casi
esquizoide de la sexualidad: narcotizado por sus lecturas y espectáculos
pornográficos, el hombre se encierra poco a poco en un universo
masturbatorio, perdiendo todo interés por su esposa, sus niños, las
responsabilidades de la vida familiar y emocional. La pornografía es la
causa, directa o indirectamente, de numerosos divorcios. Favorece la
progresión de la homosexualidad, la bisexualidad, la sodomía, de la
prostitución, y en consecuencia contribuye a la progresión del SIDA.
C) La pornografía, que ofrece una sexualidad anónima, fomenta el adulterio
En
efecto, las fantasías alimentadas por la pornografía son fantasmas de
relaciones sexuales adúlteras. Peor, el deseo que se encuentra
exacerbado es se expresa con un anonimato completo: tener relaciones con
una o más mujeres completamente desconocidas, sin ningún respeto por
estas mujeres como personas, pero con pretensión perversa de tratarlas
como objeto. Esta fantasía no puede satisfacerse con la mujer propia,
sino, como es sabido, lleva al marido a que busque relaciones adúlteras.
Con mayor frecuencia se dirigen hacia el mercado de la prostitución,
añadiendo al pecado de engañar a su mujer el hecho de agotar los
recursos económicos de su hogar.
Durante
estos últimos años el desarrollo de la pornografía homosexual, tiene
mucho que ver con el desarrollo de la prostitución homosexual, o de la
homosexualidad como tal. El Doctor Roger Henrion, especialista del SIDA,
revelaba en una entrevista:
"Ha
sido necesario que alcance la sesentena y cuarenta años de carrera para
realizar, con la aparición del SIDA, el número impresionante de hombres
casados que habían tenido relaciones homosexuales. [...] obviamente,
estos hombres, que tienen una vida social muy en orden, están encima de
toda sospecha". [7]
D) La pornografía fomenta una sexualidad violenta que se expresará con la pareja.
Toda
experiencia sexual, incluso mental, causa una impresión psíquica muy
fuerte. Esta es la razón por la que los recuerdos de imágenes sexuales
son extremadamente vividos. En el caso de mi vida sexual con la persona a
quien entregue mi vida, esta memorización muy fuerte de las emociones
vinculadas a la sexualidad contribuye a consolidar el amor y el
compromiso emocional entre los esposos. Sin embargo, en el caso del
erotismo y la pornografía, los recuerdos tienden a interferir con mi
vida sexual, lo que tiene por consecuencia que mi relación con la
persona quien elegí para compartir con ella mi vida va a ser influida
sobre por estas imágenes y estos fantasmas: voy a proyectar
irresistiblemente e inconscientemente sobre ella estas imágenes y estos
fantasmas. El problema es tanto más grave cuanto mas mis imágenes
pornográficas implican la violencia y la humillación sexual. Toda forma
de erotismo, incluso "suave", tiene el mismo efecto.
Se
habla mucho, últimamente, de la "prostitución marital", es decir, de
relaciones entre marido y mujer donde el sexo es un instrumento poder.
Recientemente (en los anos 80's), el asunto Lorena Bobbitt hizo gran
ruido en los Estados Unidos. Esta joven mujer, regularmente humillada y
agredida sexualmente por su marido, en un gesto de locura, lo castró.
Reconociendo las circunstancias atenuantes, los jueces la han absuelto, y
la opinión pública también la sostuvo ampliamente. La razón es que la
violencia y el abuso sexual en los matrimonios es cosa corriente. Es que
numerosos esposos, envenenados a la pornografía, proyectan sobre sus
mujeres los fantasmas con quienes se alimenta.
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Notas
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[1] Michael Medved, Hollywood versus América, Agarrar Perennial, Nueva York, 1993.
[2] Ciudad por Max Cerrada, "Elogio de la pornografía", Le Figaro, 31 de octubre de 1993.
[3] Alfred Spira, Nathalie Bajos y el grupo ACSF, los comportamientos sexuales en Francia, la documentación francesa, 1993.
[4]
Parlamento Europeo, Informe de la comision de las libertades públicas y
asuntos interiores sobre la pornografía, 24 de septiembre de 1993, p.
38. Estas cifras se basan en estimaciones de la Sociedad para el
registro y la percepción de los derechos de difusión cinematográfica
(GÜFA).
[5] El Acontecimiento del Jueves, 6 de enero de 1994, p. 63.
[6] Camille Olsen, "Las viejas ropas de la pornografía", Le Figaro, el 17 de octubre de 1991.
[7] París Partido, 21 de enero de 1993.
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