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viernes, 30 de marzo de 2012

Teología del Cuerpo

La Teología del Cuerpo es el título conjunto de una serie de 129 catequesis dadas por el papa Juan Pablo II durante sus audiencias de los miércoles entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984. Fueron las principales enseñanzas de su pontificado. Sus textos completos fueron más tarde compilados y publicados como una única obra: La Teología del Cuerpo: El Amor Humano en el Plan Divino o bien Varón y mujer.

El punto de partida es la creación: el ser humano ha sido plasmado como hombre y mujer. A partir de esa reflexión se llega a una visión integral que permite una respuesta adecuada al problema del matrimonio y de la procreación. Por tanto, se trata de establecer lo que Juan Pablo II llama una “antropología integral” o mejor una teología del cuerpo.


Organización

Todas estas catequesis están divididas en seis ciclos. El primero se titula "El principio" y consta de 23 catequesis. El segundo ciclo, llamado "La redención del corazón", consta de 40 catequesis. El tercero se llama "La resurrección de la carne" (9 catequesis). El cuarto, "La virginidad cristiana", tiene 14 catequesis. El quinto se titula "El matrimonio cristiano", con 31 catequesis. El sexto, "Amor y fecundidad", fue desarrollado en 16 catequesis.

Tres son los temas principales tratados. En primer lugar la así llamada antropología teológica que el Papa llama "antropología adecuada" o "teología del cuerpo": su método y sus conclusiones. Dado que no se trata de una antropología dualista, cuando se habla de cuerpo se habla de toda la persona humana manifestada en la concreción de su cuerpo. El segundo tema es el matrimonio y su sacramentalidad. El tercero consiste en exponer los contenidos de la Humanae Vitae pero profundizándolos a la luz de la antropología teológica anteriormente considerada.

El apartado sobre la "antropología adecuada" está dividido a su vez en tres secciones que son reflexiones a partir de textos del evangelio y que reflejan tres momentos de la historia del hombre:
a. El origen del hombre y su inocencia según el designio de Dios.
b. El hombre caído por el pecado y redimido por Cristo.
c. El hombre resucitado o "escatológico" en su situación definitiva.

Los puntos a los que Juan Pablo II dedica mayor atención son dilucidaciones sobre el significado de la soledad inicial del hombre, la unidad originaria de hombre y mujer, y la desnudez sin pudor. Todo ello sirve de base para afirmar el profundo significado esponsal que el cuerpo humano tiene.

Metodología

La intención del Papa Juan Pablo II es configurar una antropología adecuada por medio de una reflexión teológica (por sus fuentes) y filosófica (por el método fenomenológico empleado) sobre la corporeidad.

La definición de antropología adecuada la ofrece en una catequesis:

Aquella que busca comprender e interpretar al hombre en lo que es esencialmente humano [...] Este concepto determina el principio mismo de reducción, propio de la filosofía del hombre, indica el límite de este principio, e indirectamente excluye que se pueda traspasar ese límite [...] Se basa en la experiencia esencialmente humana, oponiéndose al reduccionismo de tipo naturalista, que normalmente va junto con la teoría evolucionista que investiga los orígenes del hombre
Catequesis XIII

Por tanto dos son los principios metodológicos: la así llamada "reducción" (que el Papa opone al "reduccionismo") y la búsqueda de lo que es "la experiencia esencialmente humana". Según el Cardenal Cafarra la noción de "reducción" hay que ir a buscarla en obras anteriores del Papa como Persona y acto y es esencialmente un método que tras una inducción intenta dar una explicación de sus conclusiones1 o según una expresión usada con posterioridad por el Pontífice: "ir del fenómeno al fundamento".2

En cuanto a los llamados "significados permanentes" de la experiencia esencialmente humana es el conocimiento que el hombre tiene de sí mismo -por propia experiencia- trasladado al conocimiento que uno tiene de su propio ser persona humana en cuanto participa del ser hombre. Con estos elementos y a partir del análisis de otras obras filosóficas de Karol Wojtyla, Carlo Cafarra ofrece una definición de antropología adecuada:

Antropología adecuada es aquella que comprende e interpreta al hombre en aquello que es esencialmente humano, captando los significados permanentes de la existencia humana mediante la experiencia de aquello en lo que se expresa la persona humana y usando el principio de reducción

Huelga decir que el método, aunque con bases filosóficas, es teológico: la Revelación es el punto de partida para cada reflexión y en especial Cristo que "manifiesta el hombre al hombre mismo y le da a conocer su altísima vocación".3

Primer ciclo: El principio

El "principio" a dilucidar es el del origen o forma original. Parte de la reflexión sobre el texto de Mt 19, 3ss y las narraciones sobre la creación del hombre (cf. Gn 1, 26-31 y Gn 2, 7-25) para mostrar la vida del hombre antes del pecado y el designio divino en relación con él pues a ese "principio" se refiere Jesús:

¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo hombre y mujer?
Mt 19, 4

Así, el Papa presenta esa mención al principio no sólo como un recuerdo de una situación sino también un reclamo que tiene consecuencias morales. Trata de la "soledad" y de la "desnudez originaria" (de acuerdo con la segunda narración de la creación del hombre). El hombre se separa completamente de los animales: se siente solo ante o con ellos (cf. Gn 2). De ahí la creación de la mujer que introduce un doble modo de ser persona: masculinidad y feminidad. Se requieren mutuamente, recíprocamente, interiormente en orden a una comunión de personas.

El Papa afirma que la unidad de la carne -que se da en el acto conyugal- por un lado "expresa" una superación siempre nueva del límite de la soledad al asumir la soledad del cónyuge como propia y, por otro lado, expresa y revive el misterio de la creación cuando el hombre estaba solo: si unidos son una sola carne esa carne vuelve a estar sola.

Así se entiende también la ausencia de pudor: El hombre es consciente de ser sujeto (soledad primera) que está llamado a entrar en una comunión interpersonal y por eso ve al otro como persona, como parte de su comunión, la misma mirada crea comunión. Ve el cuerpo con su significado esponsal. La persona humana es "ser-don" y esto lo expresa hasta en su propio cuerpo. Por tanto, su identidad más profunda la expresa en el acto conyugal que es un don de amor libre y gratuito.

Todo esto implica reafirma el significado procreativo de todo acto sexual. Los esposos al estar unidos como una sola carne reclaman con su soledad la presencia de "otro" que es el hijo al que tal relación puede dar lugar. Cristo, al citar la página de la creación en relación con el matrimonio restablece la norma y recupera el sentido esponsal del cuerpo.

Segundo ciclo: La redención del corazón

En el segundo ciclo de catequesis la reflexión del Papa Juan Pablo II se trasladó a otro texto evangélico: el de la extensión del adulterio (cf. Mt 5, 27-28) a la luz de toda la Biblia y de la historia de la salvación.

Tal aclaración de Jesús sobre el alcance del adulterio llama sobre toda una comprensión del estado del hombre tras la caída y el modo en que la concupiscencia se introdujo en la vida del hombre. La concupiscencia es la contradicción del significado esponsal del cuerpo. Tal mirada reduce al otro al sólo aspecto del sexo entendido como satisfacción de la propia sensualidad. El cuerpo es visto no como expresión de toda la persona y su capacidad de donarse sino como objeto de placer o de uso. Sin embargo, un error de comprensión que lleva a esa mirada significa también que la misma persona no se considera adecuadamente a sí misma, pues tampoco ve que su propio cuerpo tiene ese significado esponsal.

La naturaleza de este error es de orden teológico: parte del poner en duda el Don mismo que acaeció con el pecado original, la sospecha de Dios. Al caer la confianza, cae también la relación inicial de comunión de personas.

A la concupiscencia se opone la virtud de la pureza y a ella dedica el Papa las últimas catequesis del ciclo. La pureza es vista como redención del cuerpo y forma de una nueva y total donación al otro. También se trata el tema del cuerpo en el arte y en la publicidad.

Tercer ciclo: La resurrección de la carne

Según recuerda Jesús, en la resurrección los hombres serán perfectamente personas porque verán a Dios. El Papa recuerda las conclusiones de los ciclos anteriores, en especial la del significado esponsal del ser hombre y del ser mujer que indica la vocación de la persona humana al don, al darse que será pleno tras la resurrección de los cuerpos. De ahí que tras recordar el diálogo de Jesús con los saduceos4 se detenga en el capítulo 5 de la epístola a los efesios: el amor esponsal es una participación del amor que Dios tiene por el hombre y más precisamente del amor de Cristo por su Iglesia. Así el matrimonio es redención del cuerpo porque le da la posibilidad de volverse a poner en el plano de su sentido y significado como don de amor.

Cuando se niega o simplemente se olvida la verdad profunda del acto conyugal en su simultáneo ser acto de amor interpersonal y de cooperación con Dios creador, el llegar a existir de la persona humana o sería debida a una casualidad o debida a una ciega necesidad o simplemente obra del hombre
Card. Carlo Caffarra, introducción del libro Uomo e donna

Así, entre los significados originarios que el Papa se había propuesto iluminar, se encuentra el del significado esponsal del cuerpo.

Cuarto ciclo: La virginidad cristiana

Jesús al decir "al inicio" (cf. Mt 5, 27.28), es decir, en el origen, recuerda también al hombre la verdad del cuerpo y su naturaleza de don. De ahí se presenta la virtud de la pureza como sustancia misma del ethos de la redención del cuerpo. La pureza para Juan Pablo II implica continencia, dominio de la propia concupiscencia pero también y mediante ésta restablecer el sentido y vivencia del propio cuerpo como don personal. La pureza -siempre según estas catequesis- connota el modo de ser propio de la persona, en el que se realiza el significado esponsal del cuerpo y de esa manera se expresa la libertad del don. Así la pureza es también una pedagogía de la entrega de sí.

Quinto ciclo: El matrimonio cristiano

Las reflexiones del Papa Juan Pablo II parten de un texto de san Pablo (Ef 5, 22-33): el matrimonio ha de ser entendido sí, primero como parte de un plan originario de Dios pero luego también a la luz de la redención y como cumplimiento del amor de Cristo por la humanidad, por la Iglesia. En esa relación se fundamenta la sacramentalidad del matrimonio pero también su "grandeza" -según la expresión del Apóstol- que lo lleva a una superioridad particular en relación con los demás sacramentos:

el matrimonio, como sacramento primordial, es asumido e insertado en la estructura integral de la nueva economía sacramental, que surge de la redención en forma, diría, de «prototipo»: es asumido e insertado como desde sus mismas bases. [...] Reflexionando bien sobre esta dimensión, habría que concluir que todos los sacramentos de la Nueva Alianza encuentran, en cierto sentido, su prototipo en el matrimonio como sacramento primordial.
Catequesis 20 de octubre de 1982

Los demás sacramentos establecen una relación con Cristo o la perfeccionan. En cambio, el matrimonio es en sí una figura de esa misma relación y toma también de él su sentido "redentivo": repone el sentido originario del cuerpo y de la soledad, tratados anteriormente.

Sexto ciclo: Amor y fecundidad

El Papa Juan Pablo II recuerda explícitamente las enseñanzas de la encíclica Humanae Vitae iluminándolas con las reflexiones desarrolladas en las catequesis anteriores:

El acto conyugal «significa» no sólo el amor, sino también la fecundidad potencial, y por esto no puede ser privado de su pleno y adecuado significado mediante intervenciones artificiales. En el acto conyugal no es lícito separar artificialmente el significado unitivo del significado procreador, porque uno y otro pertenecen a la verdad íntima del acto conyugal: uno se realiza justamente con el otro y, en cierto sentido, el uno a través de otro. Así enseña la Encíclica (cf. Humanæ vitæ, 12). Por lo tanto en este caso el acto conyugal, privado de su verdad interior, al ser privado artificialmente de su capacidad procreadora, deja también de ser acto de amor.
Catequesis del 22 de agosto de 1984

El acto conyugal ha de ser de una entrega completa sin que nada de los esposos quede fuera: la anticoncepción artificial limita sustancialmente tal donación pues deja fuera parte del bien de la feminidad o masculinidad.5

Bibliografía

  • JUAN PABLO II (1996). Varón y mujer. Teología del cuerpo. Madrid: Ediciones Palabra. ISBN 84-8239-061-9.
  • JUAN PABLO II (1992). Uomo e donna lo creò. Roma: Editorial Città Nuova. ISBN 88-311-1301-1.
  • CICCONE, LINO (2004). Etica sessuale. Milán: Editorial Ares. ISBN 88-8155-285-X.
  • WOJTYLA, KAROL (2001). Persona e atto (texto polaco al frente). Milán: Ediciones Bompiani. ISBN 88-452-9109-X.
  • TETTAMANZI, DIONIGI (1989). Una encíclica profética: La Humanae Vitae. Valencia: Edicep. ISBN 84-7050-195-X.

Véase también

Referencias

  1. Véase el número 3 de la introducción del libro Persona y acto donde las categorías usadas para referirse a esta reducción son en primer lugar su oposición al reduccionismo, el que se trate de un examen o explicación del resultado de una inducción: "penetración más profunda en el contenido de una experiencia". De hecho el apartado entero se llama "La reducción como exploración (eksploatacja) de la experiencia".
  2. Encíclica Fides et Ratio, número 83.
  3. Constitución pastoral Gaudium et spes 22
  4. Cf. Mt 19, 3-9 y el texto paralelo de Mc 10, 2-12.
  5. Estas enseñanzas las retoma el Papa Juan Pablo II en la exhortación apostólica Familiaris Consortio número 14.

Enlaces externos

teolCuerpo.doc

Teología del Cuerpo
Visión del Papa Juan Pablo II sobre el amor humano


AUDIENCIAS GENERALES
5 de septiembre de 1979 al 28 de noviembre de 1984
Ver en Vatican.va
Ver inglés>>>

1979 1980
Sep 5 : Los fundamentos de la Familia a la luz de Cristo
Sep 12 : Primer relato de la creación
Sep 19 : Segundo relato de la creación
Sep 26 : Inocencia original y redención de Cristo
Oct 10 : La soledad original del hombre
Oct 24 : El primer hombre, imagen de Dios
Oct 31 : Entre la inmortalidad y la muerte
Nov 7 : La creación y la mujer
Nov 14: Comunion interpersonal e imagen de Dios
Nov 21 : El matrimonio uno e indisoluble
Dic 12: Las experiencias primordiales del hombre
Dic 19 : Inocencia y desnudez

Enero 2 : El misterio de la creación del hombre: varón y mujer
Enero 9 : En el jardín del Edén
Enero 16 : Significado esponsal del cuerpo humano
Enero 30 : Inocencia, felicidad, pureza de corazón
Feb 6 : Donación mutua en la felicidad de la inocencia
Feb 13: Vocación original al matrimonio
Feb 20 : Llamados a la santidad y a la gloria
Mar 5 : El "conocerse" en la convivencia matrimonial
Mar 12: Dignidad de la generación humana
Mar 30: Conocimiento conyugal y procreación
Abril 2: Los problemas del matrimonio en la visión integral del hombre
Abril 16: Cristo apela al corazón
Abril 23: "No cometerás adulterio"
Abril 30: La triple consupiscencia
Mayo 14: La desnudez original y la vergüenza
Mayo 28: El cuerpo rebelde al Espíritu
Jun 4: La vergüenza original en la relación hombre-mujer
Jun 18: El dominio del otro como consecuencia del pecado original
Jun 25: La triple concupiscencia altera la significación esponsal del cuerpo
Jul 23: La concupiscencia hace perder la libertad interior de la donación mutua
Jul 30: La donación mutua del hombre y la mujer en el matrimonio
Agt 6 : El matrimonio a la luz del Sermón de la Montaña
Agt 13: Cristo denuncia el pecado de adulterio
Agt 20: El adulterio según la Ley y los profetas
Agt 27: El adulterio falsifica el signo de la alianza conyugal
Sept 3: El adulterio en el cuerpo y en el corazón
Sept 10: Concupiscencia y adulterio según el Sermón de la Montaña
Sept 17: El mal deseo, adulterio del corazón
Sept 24: La concupiscencia rompe la comunón entre hombre y mujer
Oct 1: Relación ética entre lo interior y lo exterior
Oct 8: El adulterio y la concupiscencia de la mirada
Oct 15: Valores evangélicos y deberes del corazón
Oct 22: Dignidad del cuerpo y del sexo según el Evangelio
Oct 29: Lafuerza de la creación se hace para el hombre fuerza de redención
Nov 5: "Eros" y "Ethos" en el corazón humano
Nov 12: Lo "ético" y lo "erótico" en el amor humano
Dic 3: La redención del cuerpo
Dic 10: Significado antiguo y nuevo de la pureza
Dic 17: Tensión entre carne y espíritu en el corazón del hombre

1981

1982

Enero 7: La vida según el Espíritu
Enero 14: La pureza de corazón evangélica
Enero 28: El respeto al cuerpo según San Pablo
Feb 8: La pureza del corazón según San Pablo
Feb 11: La pureza y la vida según el Espíritu
Mar 18: La doctrina paulina sobre la pureza
Abril 1: Función positiva de la pureza del corazón
Abril 8: La dignidad del matrimonio y de la familia
Abril 15: El cuerpo humano en la obra de arte
Abril 22: El respeto al cuerpo en las obras de arte

Abril 29: Límites éticos en la obra de arte
Mayo 6: Responsabilidad del artista al tratar del cuerpo humano
Nov 11: La Teología del cuerpo
Nov 18: La resurrección de los cuerpos según las palabras de Jesús a los saduceos
Dic 2: La resurrección de los cuerpos y la antropología teológica
Dic 9: Espiritualización y divinización del hombre en la resurrección de los cuerpos
Dic 16: La comunión escatológica de l hombre con Dios

Enero 13: Los hijos de la resurrección
Enero 27: La antropología paulina de la resurrección
Feb 3: El "hombre celestial" según San Pablo
Feb 10: La espiritualización del cuerpo según San Pablo
Mar 10: Virginidad o celibato como signo escatológico
Mar 17: Virginidad o celibato "por el reino de los cielos"
Mar 24: Continencia evangélica y fecundidad en el Espíritu Santo
Mar 31: Iluminación mutua entre virginidad y matrimonio
Abril 7: Superioridad de la virginidad por el reino de los cielos
Abril 14: Complementariedad entre virginidad y matrimonio
Abril 21: El celibato es una renuncia hecha por amor
Abril 28: El celibato por el reino y la significación esponsal del cuerpo
Mayo 5: El celibato, don de Dios
Mayo 23: Doctrina paulina sobre virginidad y matrimonio
Junio 30: Enseñanza paulina sobre la excelencia de la virginidad
Julio 7: El cuidado de "agradar al Señor"
Julio 14: La abstinencia en el matrimonio
Julio 21: La redención del cuerpo, objeto de esperanza
Julio 28: El sacramento del matrimonio en la carta a los efesios
Agt 4: Vida cristiana de la familia
Agt 11: Relación ed los cónyuges a imagen de la relación de Cristo con la Iglesia
Agt 18: El matrimonio, signo visible del eterno misterio divino
Agt 25: El esposo y la esposa en el misterio de Cristo y de la Iglesia
Sept 1: El amor de Cristo a la Iglesia, modelo del amor conyugal
Sept 8: La sacramentalidad del matrimonio
Sept 15: El amor de Dios al pueblo elegido, signo del amor conyugal
Sept 22: El amor de Dios a su pueblo y el amor nupcial en los profetas
Sept 29: El matrimonio como analogía del amor nupcial entre Cristo y la Iglesia
Oct 6: El matrimonio, sacramento primordial
Oct 13: El matrimonio sacramento, restauración del sacramento primordial
Oct 20: El matrimonio y la nueva economía sacramental
Oct 27: La sacramentalidad del matrimonio y la redención del cuerpo
Nov 24: El matrimonio, "ethos" de la redención del cuerpo

Dic 1: Matrimonio sacramental y la vida según el Espíritu
Dic 15: Matrimonio sacramento y la significación esponsal y redentora del amor

1983

1984

Enero 5: El "lenguaje el cuerpo" en la comunión del matrimonio sacramental
Enero 12: La significación esponsal del cuerpo y la condición de la Alianza
Enero 19: EL matrimonio como alianza de personas
Enero 26: EL signo del matrimonio como sacramento de la Iglesia

Feb 9: La veracidad en "el lenguaje del cuerpo"


Mayo 23: EL amor conyugal en el Cantar de los Cantares
Mayo 30: EL amor masculino y femenino en el Cantar
Junio 6: La verdad sobre el amor en el Cantar
Junio 27: El amor espiritual en el libro de Tobías
Julio 4: El amor conyugal en la Carta a los Efesios
Julio 10: La doctrina de la encíclica "Humanae Vitae"
Julio 18: el acto conyugal abierto a la vida
Julio 25: ·Humanae Vitae" y "Gaudium et spes"
Agos 1: Paternidad y maternidad responsables
Agos 8: La regulación de la natalidad
Agos 22: La transmisión de la vida
Agos 29: La anticoncepción y la continencia periódica
Sept 5: Continencia periódica responsable
Oct 3: Vida espiritual de los esposos
Oct 10: Amor conyugal a imagen del amor divino
Oct 24: La virtud de la continencia
Oct 31: La continencia matrimonial

Nov 7: Continencia periódica y virtud conyugal
Nov 14: La castidad conyugal
Nov 21: El respeto de los esposos por las obras de Dios
Nov 28: El amor humano en el plan divino

Teología del Cuerpo (comentada)

Discutiendo los asuntos morales actuales, recientemente un cardenal europeo provocó asombro diciendo que la contracepción “está al final de la lista” en orden de importancia. Contraste esto con la aseveración de el Cardenal Wojtyla en el décimo aniversario de Humanae Vitae, que el asunto de la contracepción “es una lucha por el valor y el significado de la humanidad misma” (Lateranum 44, 1978). ¿Qué quería decir? Continúe leyendo…

Como joven sacerdote y luego como cardenal, Karol Wojtyla se dedicó a reflexionar sobre el misterio del amor conyugal. El fue bendecido con un don de pensamiento admirable. Sin saber que, pocos meses después de declarar la aseveración anterior, el llevaría esos dones al mundo como el Papa Juan Pablo II. Veintiún años más tarde, cerca de dos terceras partes de lo que la Iglesia ha expresado oficialmente acerca del matrimonio y la sexualidad proviene de su pontificado.

Juan Pablo dedicó las audiencias de los miércoles, entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984, a presentar una exégesis bíblica profunda del misterio del matrimonio y la sexualidad. Es esta serie de audiencias la que se conoce colectivamente como “la teología del cuerpo”. Fue una inspiración proveniente de la aseveración hecha por Pablo VI en la encíclica Humanae Vitae, de que el problema de la regulación de los nacimientos debe ser considerada a la luz de “una visión integral del hombre” (cf. n. 7). La catequesis de Juan Pablo sobre el cuerpo ofrece esa “visión integral del hombre”, o lo que el llama una “antropología adecuada”. Sus pensamientos ofrecen un contexto completamente nuevo para entender la enseñanza de Humanae Vitae y demuestra que lejos de estar “al final de la lista”, este asunto es de crucial importancia.

Una nueva síntesis del Evangelio

¿Cuántas veces han encontrado resistencia cuando tratan de presentar las buenas nuevas de la enseñanza de la Iglesia a otros, con expresiones tales como: “Eso es muy abstracto”, o “La Iglesia no está ‘en contacto’ con la experiencia real de la vida?” Quizás aún sin saberlo, muchos de nosotros hemos heredado un modo de explicar la fe que tiene sus raíces en las formulaciones objetivas de principio de Tomas de Aquino.

Sin embargo, como la mentalidad moderna es muy subjetiva y experimental, las formulaciones tradicionales de la fe son típicamente vistas como abstracciones que tienen muy poco que ver con la experiencia propia de la persona.

Hay un daño inherente en la mentalidad moderna que apela la experiencia como único juez de la realidad. Esto lo vemos en el relativismo moral rampante de hoy día. Sin embargo, este “volver al tema” no es del todo malo. Podemos aprende mucho acerca de quién es el hombre como persona, examinando la experiencia humana auténtica. Esto es precisamente lo que Juan Pablo II hace en su teología del cuerpo. Este enfoque filosófico para entender al hombre (fenomenología) le permite penetrar el misterio de la persona humana con una claridad y precisión sin precedentes. Nos ayuda a comprender los movimientos de nuestro ser más íntimo.

El resultado es una nueva síntesis del Evangelio al cual la mente moderna puede referirse. La persona honesta no puede sino reconocer su propio corazón que ha sido revelado. Simplemente llama la verdad. “Puedo identificarme con esto,” el responde. “Esta es la manera en que experimento la vida.”

Esta nueva síntesis “personalista” no es de ninguna forma una desviación del patrimonio de la Iglesia, sino más bien un auténtico desarrollo de la misma. Esta casa las visiones objetivas y subjetivas del mundo para una “visión integral del hombre”. Para unir ambas, Juan Pablo evita la abstracción y el subjetivismo, y nos da un nuevo lenguaje con el cual expresar la fe – un nuevo lenguaje para una nueva evangelización.

Como señalan los sacerdotes Hogan y Le Voir en su libro Covenant of Love (Alianza de Amor), la unión entre estas dos visiones del mundo es el hecho de que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. “Esto es una verdad objetiva la cual es al mismo tiempo central a la experiencia humana” (p. 33). Entonces, entendiendo nuestra propia experiencia – subjetiva como es – entendemos algo de Dios porque somos imagen de Dios. Es en Dios que encontramos la verdad final sobre nosotros mismos.

El vínculo en este movimiento del hombre a Dios y de Dios al hombre es, por supuesto, el . Jesucristo “en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, pone de manifiesto plenamente al hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (Gaudium et Spes n.22). La catequesis completa de Juan Pablo sobre el cuerpo podría simplemente ser considerada un comentario de este pasaje de Vaticano II.

El Contenido de la Teología del Cuerpo

La teología del cuerpo consiste de un análisis investigativo de textos bíblicos que revelan el misterio del cuerpo, la sexualidad y el matrimonio en tres niveles críticos de la experiencia humana: como el hombre los experimentó “en el principio” antes del pecado (Hombre Original); como el hombre los experimenta en la historia humana afectada por el pecado, pero redimido en Cristo (Hombre Histórico); y como un hombre los experimenta en la resurrección del cuerpo (Hombre Escatológico). Esto conforma su “antropología adecuada”. El continua su catequesis analizando los pasajes de las escrituras que revelan el significado del celibato cristiano y el matrimonio cristiano a la luz de “la visión integral del hombre”. El concluye entonces con una reflexión de Humanae Vitae demostrando que la doctrina contenida en este documento…esta orgánicamente relacionada a …la pregunta bíblica completa de la teología del cuerpo” (Audiencia General 28/11/84).

De acuerdo con Juan Pablo, al reflexionar en estos tres niveles de “experimentar” el cuerpo, la sexualidad y el matrimonio, descubrimos la misma estructura y profunda realidad de la identidad humana- encontramos nuestro lugar en el cosmos y hasta penetramos el misterio del Dios Trinitario. ¿Cómo puede esto ser así a través de la contemplación del cuerpo, el sexo y el matrimonio? Como nos enseña Juan Pablo, la pregunta sobre sexualidad y matrimonio no es un asunto periférico. De hecho, el dice que la llamada al “amor nupcial” inscrita en nuestros cuerpos es “el elemento fundamental de la existencia humana en el mundo” (Audiencia General 16/1/80). A la luz de Efesios 5, hasta dice que la verdad final acerca del “gran misterio” del matrimonio “es en cierto sentido el tema central de toda la revelación, su realidad central” (Audiencia General 8/9/82).

Todo esto que Dios nos quiere decir en la tierra acerca de quien es el, el significado de la vida, la razón para crearnos, como vivir, así como también nuestro último destino, está contenido de algún modo en el significado del cuerpo humano y el llamado al varón y la mujer a ser “un cuerpo” en el matrimonio. ¿Cómo? Dirigiéndose siempre a las escrituras, el Santo Padre nos recuerda que el misterio cristiano en si mismo es un misterio sobre el matrimonio- el matrimonio entre Cristo y su Iglesia. Sí, el plan de Dios por toda la eternidad es envolvernos en la comunión más cercana con el mismo – “casarse con nosotros”. Jesús tomo un cuerpo para que nosotros pudiéramos ser “un cuerpo” con El (lo que hacemos en la eucaristía).

Este plan eterno de Dios está inscrito en (y revelado a través de) nuestros mismo ser como varón y mujer y nuestro llamado a ser “un cuerpo” en el matrimonio. Como dice San Pablo, citando el Génesis, “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es este, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.” (Ef 5:31,32).

Según continúan estas series de artículos sobre la teología del cuerpo de Juan Pablo, veremos que Dios ha creado la unión de “una carne”, de un hombre y una mujer para ser la revelación fundamental en el mundo creado de su propio misterio divino – el misterio de su Vida y su Amor, y su plan para que nosotros compartamos en esta Vida y Amor a través de Cristo. ¿Y algunos alegan que el Papa no está a favor del sexo…?

Generalmente consideramos el cuerpo humano como algo “terrenal”. Es por eso que puede parecer extraño, que el Papa hable de teología (la ciencia que trata sobre Dios) para hablar del cuerpo. Sin embargo, uno de los puntos más importantes en el cristianismo es la asombrosa creencia en que Dios se hizo una persona, la Encarnación. Cuando Dios se reveló al mundo, lo hizo a través del cuerpo humano. Así que no debe sorprendernos que el Papa Juan Pablo II se refiera al estudio del cuerpo como una teología. Como él lo dice: “Por el hecho de que la Palabra de Dios se hizo carne, el cuerpo entra en la teología por la puerta principal” (Audiencia General 2/4/80).

El Santo Padre nos reta a ver que el cuerpo humano se comunica de una forma única. El cuerpo proclama y hace presente el plan eterno y el misterio de Dios. “El cuerpo, de hecho, y sólo este, es capaz de hacer visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino,” dice el Papa (Audiencia General 20/2/80). En otras palabras, no podemos ver las cosas espirituales con nuestros ojos, estas son invisibles por naturaleza. Pero a través del cuerpo se hacen visibles. El cuerpo revela la naturaleza espiritual de cada persona (lo que ocurre dentro de ella), pero no se limita a la parte humana. También debemos recordar que nosotros como personas con cuerpo (los ángeles son personas, pero no tienen cuerpo), estamos hechos a la imagen de Dios invisible. Juan Pablo II dice, “[el cuerpo] fue creado para transferir en la realidad visible del mundo el misterio invisible escondido en Dios desde tiempo inmemorial, y así siendo un signo de esto” (Audiencia General 20/2/80).

Esta sorprendente declaración nos lleva al punto más importante de la antropología de Juan Pablo (su comprensión del hombre). En resumen: El cuerpo no sólo representa la parte espiritual de cada ser; ¡El cuerpo humano revela el misterio de Dios!

Pero, ¿qué aspecto del cuerpo nos permite entenderlo de este modo? La respuesta es la sexualidad. En este extraordinario desarrollo del pensamiento Católico, Juan Pablo II nos lleva mas allá de las ideas tradicionales de lo que significa ser una persona humana hecha a la imagen y semejanza de Dios. Los filósofos de la Edad Media desarrollaron sus ideas sobre las Personas de la Trinidad y la relación entre ellas, pero no las aplicaron a su definición de la persona humana. Esta es la gran aportación hace Juan Pablo II. Para él, si Dios es una Comunión de Personas que dan vida, “el hombre fue hecho ‘imagen y semejanza de Dios’ no sólo en su propia humanidad, sino también mediante la comunión de personas que el hombre y la mujer formaron desde el principio” (Audiencia General 11/14/79).

La “comunión de personas” (en latín, communio personarum) es un concepto clave para Juan Pablo II. El abrazo matrimonial no es meramente la unión de los cuerpos, es una comunión de personas que sólo es posible a través del cuerpo. ¡Esta comunión de personas en “una sola carne” es un icono (representación de lo que ocurre) de la vida íntima de la Trinidad! Esta es una verdad hermosa y profunda, pero debemos ser cuidadosos de no mal interpretar lo antes dicho.

El hecho de que la comunión masculina y femenina revela algo del misterio de la Comunión de la Trinidad no significa que Dios sea sexual. Dios no está hecho a la imagen del hombre como masculino y femenino; es el hombre quien está hecho a la imagen de Dios.

Todas estas afirmaciones decimos que son verdades objetivas acerca de la persona humana porque ellas pueden encontrarse en el primer relato del Génesis. Estas verdades se confirman y se ven con mayor profundidad en las experiencia subjetivas (lo que les pasa a cada uno) de Adán y Eva en el segundo relato de la creación. (Aquí empezamos a ver como, magistralmente Juan Pablo II une una visión del mundo objetiva y otra subjetiva para lograr “una visión integral del hombre”, según se discutió en la parte I de esta serie).

“En el Principio”

Cuando los fariseos preguntaron a Jesús sobre el divorcio, él les señaló la unidad perfecta del hombre y la mujer en “el principio”. “¿No habéis leído que el Creador, desde el principio, los hizo varón y hembra, y que dijo: ‘los dos se harán una sola carne’? Pues bien, lo que Dios unió no lo separa el hombre” (Mt 19:4-6) . Es por las palabras de Cristo que Juan Pablo II atrae nuestra atención hacia el Libro del Génesis.

La intención de Dios cuando creó al hombre original (creado en el principio, antes del pecado) es la misma que debemos usar para el matrimonio. Pero para comprenderlo, nosotros, como hombre histórico (manchado por el pecado), debemos seguir el profundo “eco” de nuestro corazón en nuestra “prehistoria”. Aquí, en un mundo sin mancha de pecado (un mundo difícil de imaginar), descubrimos las experiencias de la soledad original, la unidad original y la desnudez original.

Luego de dar nombre a todos los animales, el hombre se dio cuenta que estaba solo en el mundo, no “encontró una ayuda adecuada” (Gen 2:20). Esta es la experiencia de la soledad original que vivimos los seres humanos. Sentimos que estamos solos en el mundo visible de la creación. Mas aún, experimentamos un anhelo de vivir en comunión con otras personas, de amar y ser amados. Experimentamos que somos diferentes de “los animales” (la palabra que resume esta diferencia es persona).

Al ser persona [Adam] estaba consciente de su “yo”, era libre para determinar sus propias acciones; sólo él (entre todas las creaturas) estaba llamado a amar. Porque el ser humano, precisamente como varón y hembra, está hecho a la imagen y semejanza de Dios “que es amor” (Gen 1:27, 1 Jn 4:8). Por esto, el Amor es el origen del hombre, su vocación y su fin.

Esta es la razón por la cual “no es bueno que el hombre esté solo” (Gen 2:18) – no tiene a quien amar. Así que para crearle una “ayuda adecuada”, el Señor provocó que el hombre cayera en un profundo sueño (también puede traducirse como ‘éxtasis’(lleno de alegría y admiración) porque ¡descubrir a alguien a quien amar nos llena de extasis! Luego tomando una “costilla” de su costado, El formó la mujer. Juan Pablo II señala en una nota al pie de la página, que la palabra “costilla” en el lenguaje bíblico original se escribe igual que la palabra “vida” (Audiencia General 11/7/79). De un modo poético el texto bíblico está indicando que la mujer surge de la misma vida que el hombre. En otras palabras, ella también es persona.

Como explica el Papa, “no hay duda de que el hombre cayó en ese “sueño” con el deseo de encontrar un ser como él. De este modo el círculo de soledad del hombre-persona, se rompe, porque el primer hombre despierta de su [éxtasis] como ‘varón y mujer’” (Audiencia General 11/7/79). Inmediatamente el hombre exclamó: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”(Gen. 2:23). Es decir, “Finalmente, una persona con la que puedo compartir el regalo de la vida. ¡Finalmente una persona a quien puedo amar!”.

Es por esta razón (porque ambos son personas creadas una para la otra) que “el hombre dejará a su padre y a su madre y se une a su mujer y se hacen una sola carne” (Gen 2:24). Esta es la experiencia de la unidad original: ellos descubren que están solos, así confirman que son únicos como personas y diferentes del mundo visible de las criaturas y al mismo tiempo logran romper su soledad (ya que encuentran a otra persona a quien amar).

El Significado Nupcial del Cuerpo

Lo que el hombre y la mujer tienen en común es revelado a través del cuerpo- “carne de mi carne”. También el cuerpo revela sus diferencias complementarias. Fue a través de esa desnudez original que ellos supieron que habían sido creados para amarse mutuamente. La desnudez reveló que: “Podemos darnos nosotros mismos (incluyendo nuestros cuerpos) mutuamente y vivir en una vida de entrega …una comunión de personas” (por ejemplo: el matrimonio). Este fue el único deseo que su cuerpo provocó en sus corazones -un deseo de amar como Dios ama. De ahí que “ambos estaban desnudos y no sintieron vergüenza” (Gen 2:25).

La desnudez original nos habla de “el significado nupcial del cuerpo”, otro tema importante en la catequesis del Papa. El significado nupcial del cuerpo es “la capacidad del [cuerpo] para expresar amor: precisamente ese amor donde la persona se entrega como algo valioso y – de esta forma – cumple el verdadero significado de su ser (descubre realmente quién es) y su existencia (descubre su razón de vivir)” (Audiencia General 16/1/80).

Hagamos un alto para asimilar lo que el Papa esta diciendo aquí. Cuando vivimos nuestra sexualidad de acuerdo a la verdad, descubrimos y cumplimos la razón de nuestra existencia (Para aquellos que están buscando el significado de la vida. ¡Pues bien, aquí esta!). Esto es así porque según nos enseñó el Concilio Vaticano II, el hombre “no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino por la sinceramente entrega de sí mismo a los demás” (Gaudium et Spes n. 24). Es precisamente en y a través de nuestros cuerpos, y mediante nuestra sexualidad, que nos damos cuenta de nuestro llamado a darnos a sí mismos. De este modo, Juan Pablo II puede decir, “estamos convencidos del hecho de que el conocimiento del significado [nupcial] del cuerpo … es el elemento fundamental de la existencia en el mundo” (Audiencia General 16/1/80).

De nuevo, tenemos que pausar para internalizar esto. Nuestro Santo Padre está diciendo que la verdad de nuestra sexualidad es el elemento básico y esencial de nuestra existencia en el mundo. ¿Será posible que nuestra sexualidad sea tan importante? Tan torcida como ha llegado a ser, la fascinación permanente del hombre por el sexo habla de cuan importante es él.

Surge pues una pregunta importante: ¿Cómo llegó a ser tan torcida? La teología del cuerpo de Juan Pablo II ofrece algunos pensamientos muy profundos y originales como respuesta a esta pregunta. Veremos algunas de ellas en la parte III.

En la parte II de esta serie, buscábamos seguir el eco profundo de nuestro corazón en nuestra “prehistoria”. Ahí descubrimos la experiencia del cuerpo hombre como varón y mujer antes del pecado, en lo que el Papa Juan Pablo llama la soledad original, la unidad original y la desnudez original. Lo que experimentamos ahora, después del pecado es de alguna manera lo “negativo” de la imagen, la cual ha tenido de “positivo” estas experiencias originales (cf. Audiencia General 4/2/81).

A través del significado nupcial de sus cuerpos, el primer hombre y la primer mujer tuvieron la experiencia del Amor. Ellos se dieron cuenta de que su existencia y toda la creación era un regalo, y que el Amor (Dios) era la fuente de ese regalo. En este estado de inocencia original, su desnudez les reveló que estaban llamados a compartir en este Amor, siendo “regalos” el uno para el otro. En unión al Amor de Dios, su amor recrearía el misterio de la creación (procreación). Antes del pecado, este era el verdadero sentimiento del deseo sexual — amar a Dios como Dios ama, entrega total que da fruto y receptividad (matrimonio).

Toda la creación ha sido creada para su bien y estaban llamados a tener dominio sobre ella (Gen. 1:28). La persona humana, sin embargo, está creada “para su propio bien”, (cf. Gaudium et Spes 24). Las personas no pueden someterse o dominar a otras. Así que el primer hombre y la primer mujer no tenían deseo de poseerse el uno al otro — sólo para dar y recibir mutuamente, en lo que el Papa Juan Pablo II llama “la libertad del regalo”.

En esta libertad se vieron y se conocieron “con toda la paz de la contemplación interior, la cual crea…la plenitud de la intimidad de las personas” (Audiencia General 2/1/80). “Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro” (Gen. 2:25), ya que vivían conforme a su dignidad como personas.

El pecado original y la vergüenza

La vergüenza entra sólo luego de que ellos negaran el Amor como la fuente de la creación. La serpiente los tienta a creer que Dios no les da todo a ellos — “Es que Dios sabe bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y el mal” (Gen. 3:5). La implicación era: Dios no quiere que seas como él — Dios no es Amor, Dios no es “regalo”. Si quieres ser como Dios, debes tomar esa semejanza para poseerte a ti mismo. ¡Qué trágico! El hombre ya había estado dando libremente esa semejanza a Dios como un regalo — un regalo que sólo él necesitaba recibir — pero ahora un regalo negado en su corazón (Audiencia General 4/30/8, CIC n. 397).

Mientras que la experiencia de la desnudez original les reveló el significado del “regalo”, ahora la experiencia de la desnudez cambia. A través de la negación del regalo en Dios, ellos subsecuentemente negaron “la dimensión interior del regalo” en sí mismos (si el hombre y la mujer niegan el Amor de Dios en sus corazones, ya no tienen la capacidad de amarse mutuamente — tu no puedes dar lo que no tienes).

Al carecer del Amor de Dios, al carecer de la confianza mutua en dar y recibir en la libertad del regalo, el deseo sexual, también, se hace un deseo de asir y poseer. La otra persona es vista no como una persona a quien amar, sino como una cosa para el uso de su propia gratificación. Así que, “La diferencia entre el sexo masculino y sexo femenino se sintió repentinamente y fue entendida como un elemento de confrontación mutua [en vez de comunión]” (Audiencia General 4/6/80). De este modo, la desnudez en la presencia del otro — y en la presencia de Dios— se torna una experiencia de miedo, enajenación y vergüenza. “…Tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí (Gen. 3:10)”.

Como señala el Papa Juan Pablo II, la experiencia de vergüenza ahora conectada a la desnudez tiene doble sentido. Este denuncia la pérdida de respeto en el corazón del hombre para el significado nupcial del cuerpo y una inherente necesidad de preservarlo.

Debido a la lujuria —el deseo de asir, poseer, usar— perdieron “la paz de la contemplación interior”, asociada a la desnudez original. El hombre siente vergüenza por esta pérdida. Está avergonzado, no del cuerpo como tal, sino de la lujuria en su “corazón”. Sin embargo, todavía reconocían que eran personas creadas por Dios “para su propio bien”, por lo que estaban profundamente conscientes de que la lujuria violaba su dignidad. Cubriendo sus órganos sexuales demostró la necesidad inherente de proteger el cuerpo de la degradación de la lujuria. Esta es una función positiva de la vergüenza.

La experiencia confirma las observaciones del Papa y la historia relata los cuentos del efecto del pecado en la relación del hombre y la mujer (“Hacia tu marido irá tu apetencia y el te dominará” – Gen. 3:16). El “corazón” se ha convertido en una campo de batalla entre el amor y la lujuria, amenazando habitualmente el significado nupcial del cuerpo. Como dice el Papa Juan Pablo II, debido a la concupiscencia (las pasiones desordenadas del hombre), “El cuerpo humano en su masculinidad y femineidad casi han perdido la capacidad de expresar este amor en el cual la persona se hace un regalo…” (Audiencia General 23/7/80).

Así, si el hombre histórico vive de acuerdo con el significado nupcial de su cuerpo y “cumple con el verdadero significado de su ser y su existencia,” debe ganar la batalla entre su corazón y la lujuria. Debe ver su cuerpo nuevamente, como la revelación del eterno misterio de Dios. De acuerdo al Santo Padre esto, es el verdadero significado de la pureza de corazón (cf. Audiencia General 18/3/81). ¡Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt. 5:8) — en su cuerpo!

Ponderemos esto por un momento. El hombre puro no evita su sexualidad. El hombre puro ve la revelación del misterio de Dios en su sexualidad, a pesar de las miles de formas que el hombre la pervierte. El hombre puro es capaz de tomar la imagen “negativa” y permitirle al Espíritu Santo desarrollarla en “positiva”. Esta imagen positiva hace visible el misterio invisible de Dios (cf. Audiencia General 20/2/80).En este modo, el hombre puro ve a Dios en el cuerpo humano. ¡Qué extraviadas están esas formas de espiritualidad que tienden a igualar la santidad con una actitud puritana hacia la sexualidad!

La Redención del Cuerpo

Esta es la pureza a la que Cristo nos llama cuando dice, “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt. 5:28). Dándonos una mandato más allá de nuestra habilidad para vivirlo, Cristo establece el escenario para nuestra redención. “Pues cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12:10).

El Papa Juan Pablo II interroga: “¿Estamos temerosos de la severidad de las palabras de Cristo, o en vez confiaremos en su contenido salvífico, en su poder?” (Audiencia General 8/10/80). Su poder descansa en el hecho de que el hombre que las articula es “el Cordero de dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29). Quienquiera que permita que estas palabras actúen en su corazón escuchará un “eco” del plano original de Dios para la sexualidad. Este gustará de la libertad que perdió y anhela su restauración. Él sentirá en lo profundo de su corazón la tragedia del pecado y gritará arrepentido y por el poder del Espíritu Santo, Cristo lo salvará.

Esta es la Buena Nueva del Evangelio. A pesar de que no podemos volver al estado de la inocencia original, podemos vivir como Dios lo quiso “desde el principio” si poseemos la redención de nuestros cuerpos (Rom. 8:23). El llamado para todo hombre, mujer, casado o soltero es experimentar esta redención. Es un error pensar que el matrimonio de alguna manera, ofrece una salida “legítima” a nuestros deseos sexuales desordenados. En un llamado fuerte y claro a los esposos a elevar la dignidad de sus esposas, el Papa Juan Pablo II afirma que el hombre puede cometer adulterio “en su corazón” aún con su misma esposa si la trata sólo como un objeto para satisfacer su concupiscencia (cf. Audiencia General 8/10/80).

A pesar de lo que los medios seculares decían, el Papa no estaba sugiriendo de ninguna forma que las relaciones matrimoniales en sí son adúlteras. En un mundo que estimula el sexo meramente para la gratificación de instintos desordenados, Juan Pablo II estaba llamando a los esposos de vuelta hacia a la intención original de la donación de sí como la norma para las relaciones sexuales.

Esto es un llamado difícil. Aún los más devotos esposos se enfrentan a la realidad de deseos imperfectos y motivos mezclados. Pero Cristo ha revelado, cumplido y restaurado definitivamente el significado nupcial del cuerpo, haciendo un “sincero regalo” de su propio cuerpo a su Novia en la cruz. Esto significa que, amar como Cristo ama es verdaderamente posible a través del poder del Espíritu Santo el cuál se derrama en nuestros corazones (Rom. 5:5).

A través de este “sincero regalo” de sí mismo, Cristo “pone de manifiesto plenamente al hombre ante el propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (Gaudium et Spes n. 22). ¡La vocación sublime del hombre es que él está hecho para la unión nupcial con Cristo! Esto está escrito es su verdadero ser como mujer y varón. La tragedia del pecado es que, en vez de dar gracias a Dios por tan grande regalo, el hombre deja morir su confianza en este regalo y busca tomar a Dios para sí mismo. Pero la gloria del evangelio es que “el siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. En vez, se humilló, haciéndose carne y en acción de gracias (eucaristía) por un regalo al Padre, obedeciendo hasta la muerte — y muerte de cruz (Fil 2:6-8).

Sufrimiento redentor

Al estar el hombre histórico manchado por el pecado, vivir de acuerdo a la verdad de su cuerpo debe llevarlo hasta la cruz. Debemos entrar al “cuarto oscuro”, si tenemos la esperanza de que la imagen “negativa” desarrolle la “positiva”. Esto significa sufrir.

Cristo, el Nuevo Adán, construye el camino reviviendo las mismas experiencias del primer Adán. Sus palabras, “¡Dios mío!, ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” (Mt 27:46), hablan de su experiencia de soledad, una soledad de intenso sufrimiento. Aún así, creyendo en el regalo del Padre (a diferencia del primer Adán), esta soledad le llevó al final a ser el regalo de sí mismo. En su desnudez el soportó la cruz, sin miedo a la ignominia (Heb 12:2). A través de la cruz, Cristo estableció nuevamente la unidad entre Dios y el hombre.

¡Nuestra redención está ganada! En las propias palabras de Cristo, “Todo está cumplido” (Jn 19:30). ¿Qué está cumplido? El matrimonio místico del Nuevo Adán y Eva. Cristo entró en el “sueño profundo” de la muerte y la “mujer” (Jn 19:26) es concebida inmaculadamente de su costado fluyendo sangre y agua: representando el Bautismo y la Eucaristía. Y de la unión mística da el “nuevo nacimiento” del discípulo amado (“Ahí tienes a tu madre” [Jn 19:27]). ¡La creación es recapitulada!

A la luz de la cruz, podemos continuar negando el regalo de Dios — ” este es mi cuerpo que será entregado por vosotros?” Todo lo que tenemos que hacer es recibirlo.

Nuestro modelo para hacerlo es “la mujer” en quien su fiat encontró plenitud al pie de la cruz: “Que se haga en mí según tu palabra”. Según hacemos nuestras sus palabras, concebimos nueva vida en nosotros por el Espíritu Santo. Así como la concupiscencia ciega al hombre y la mujer de su propia verdad y distorsiona los deseos del corazón, más aún la “vida de acuerdo al Espíritu Santo” le permite al hombre y la mujer encontrar nuevamente “la libertad del regalo” unido al significado nupcial del cuerpo (cf. Audiencia General 1/12/82).

Pero este no es el final de la historia. El trabajo de Dios en la Creación y la Redención es sólo un presagio de la consumación de todas las cosas al final de los tiempos. ¿Qué nos dice la teología del cuerpo acerca de la resurrección final?

Si han seguido esta serie de artículos desde los pasados meses, estoy seguro de que hasta este punto están convencidos de que la teología del cuerpo del Santo Padre es materia densa. Pero apenas hemos visto la superficie.

Hasta ahora hemos buscado junto al Santo Padre el significado más profundo de la diferencia entre los sexos y la unión sexual reflexionando sobre nuestro origen y nuestra historia. Ahora, para tener una “visión total del hombre” tenemos que mirar hacia nuestro destino. ¿Que significaría la experiencia del cuerpo, la sexualidad y el matrimonio para el hombre escatológico (el hombre al final de los tiempos)? Esta perspectiva nos permite entender el significado del celibato cristiano y la sacramentalidad del matrimonio.

La Resurrección del Cuerpo

Cristo nos dijo que el hombre y la mujer no se darán en matrimonio en la resurrección (cf. Mt 22:30).

¿Contradice esto entonces de algún modo lo que el Papa Juan Pablo ha dicho hasta ahora sobre el significado nupcial del cuerpo? ¡Al contrario! Las palabras de Cristo apuntan, de hecho a la gloria de todo lo que él ha dicho. Porque en la resurrección “descubrimos – en una dimensión escatológica – el mismo … significado ‘nupcial’ del cuerpo … al encontrarnos … “de cara a cara” con el misterio de Dios vivo (Audiencia General 9/12/81).

La idea que tienen algunas religiones acerca de que después de la vida, el cuerpo se libera de su “prisión”, no podría ser más remota en el Cristianismo. El llamado del cuerpo a la comunión no se logra cuando vayamos al cielo. Allá será algo más completo que el matrimonio y más completo que la comunión: viviremos la comunión de los Santos en comunión con la Comunión de la Trinidad. “Esto será una experiencia completamente nueva, dice el Papa Juan Pablo, “y al mismo tiempo no será alienada [distinta] de ninguna forma de aquello que el hombre tomó parte ‘al principio’ ni del … significado procreativo del cuerpo y el sexo. El hombre del ‘mundo futuro’ encontrará otra vez en esta nueva experiencia de su propio cuerpo, precisamente la consumación de lo que él tiene calado dentro de sí perennemente [desde el principio] e históricamente” (Audiencia General 13/1/82).

En el cielo ocurrirá la consumación del matrimonio entre Cristo y la Iglesia. Y todo esto está anunciado ‘desde el principio’ en nuestra creación como masculino y femenino y nuestro llamado a ser una “sola carne”. Es por esta razón que Juan Pablo II dice que el matrimonio es el sacramento primordial [de donde vienen los demás sacramentos]. Pero precisamente al ser un sacramento – un signo visible de una realidad invisible – el matrimonio no es la última palabra del hombre en la tierra. Este señala al matrimonio celestial como verdadero destino de la persona. Cuando Cristo dice que [al final de los tiempos]un hombre y una mujer no se darán en matrimonio, lo que está diciendo es que ya no necesitaremos de esos signos que nos dirijan al cielo porque ya estaremos en el cielo. Estaremos ahí. ¡La plenitud definitiva del significado nupcial del cuerpo [hecho para el otro] ha llegado!

Como lo explica el Santo Padre en estas impresionantes palabras: “El matrimonio y la procreación no determinan en definitiva el significado original y fundamental del ser … hombre y mujer. El matrimonio y la procreación meramente dan una realidad concreta a ese significado en la dimensión de la historia” (Audiencia General 13/1/82). En otras palabras la vida matrimonial en la tierra es la preparación para el matrimonio en el cielo.

Ahora la puerta está abierta para que podamos entender el sentido del celibato cristiano. Aquellos que son célibes “por el Reino de los Cielos” (Mt. 19:12), escogen vivir el matrimonio celestial [unidos para siempre con Dios] aquí en la tierra. Ellos “se saltan” el sacramento [un símbolo] para participar del verdadero. Los que hacen, dan un paso más allá de la vida terrenal [dimensión histórica] – aún cuando siguen viviendo la vida terrenal – para decir con sus vidas que ” ha llegado el reino de Dios” (Mt. 12:28) [la vida celestial]. El celibato cristiano no quiere restarle importancia al matrimonio, más bien quiere presentar su propósito y significado final aquí en la tierra.

El celibato y el matrimonio son respuestas al llamado inscrito en nuestra sexualidad de darnos en amor. Como dice Juan Pablo II, “…en base al significado nupcial del cuerpo [llamado a darse al otro]…ahí puede formarse el amor que compromete al hombre en matrimonio para toda su vida, pero ahí también puede formarse el amor que compromete al hombre a una vida de abstinencia por el Reino de los Cielos” (Audiencia General 4/28/82). Así que, alguien que siente el llamado a ser célibe volverá a descubrir el verdadero significado de la sexualidad en Cristo [entrega amorosa] – como ocurre en el matrimonio auténticamente cristiano. No es un rechazo a la sexualidad. Según el Santo Padre, si alguno lo ve de esta manera, no está viviendo de acuerdo a las palabras de Cristo (Audiencia General 4/28/82).

Aún más, ya que la fecundidad es parte de nuestra sexualidad, los términos, padre, madre, hermano y hermana son apropiados para ambos, el matrimonio y el celibato. Porque el amor nupcial es por su propia naturaleza dador de vida. Está orientado hacia formar una familia (cf. Gaudium et Spes n. 50). Así que la complementariedad de los sexos [hombre y mujer contribuyen lo propio para bien de ambos], necesaria para traer vida al mundo, también lo es para el matrimonio y la vocación del celibato.

Todo esto está preparando las bases para las reflexiones de Humanae Vitae, las cuales presentaremos en la Parte V de esta serie. Sin embargo, no podemos entender el contenido completo de esas reflexiones sin entender primero el significado del matrimonio como signo sacramental [realidad visible (terrenal) de una realidad invisible (celestial)].

El Signo Sacramental del Matrimonio

Aquí debemos volver a las palabras de San Pablo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, lo digo por respecto a Cristo y la Iglesia.” (Ef. 5:31, 32). “Este pasaje nos trae una dimensión del ‘lenguaje del cuerpo’ que podría ser llamada ‘mística’”, dice el Papa Juan Pablo en la Audiencia General de 4/7/84.

Él pregunta, “¿No es el ‘sacramento’ sinónimo del ‘misterio’? “El sacramento [del matrimonio] consiste en la ‘manifestación’ de ese misterio en un signo [visible] que sirve no solamente para proclamar el misterio [invisible], sino también para consumarlo en el hombre. El sacramento es un signo visible y eficaz de la gracia [hace lo que representa]. A través de este se consuma en el hombre ese misterio escondido en Dios desde la eternidad, del que habla la carta a los Efesios…” (Audiencia General 8/9/82).

¿Cuál es ese “signo visible y eficaz de la gracia” en el matrimonio? Algunos teólogos dicen que son los votos matrimoniales. Otros dicen que es la relación sexual. El Papa Juan Pablo II contesta la pregunta reconociendo que son ambos. “En verdad, las palabras, ‘Te tomo como mi esposa – mi esposo’ … pueden ser cumplidas sólo por medio de la relación sexual conyugal.”

… “[En la relación sexual conyugal hacemos] realidad lo que corresponde a estas palabras. Ambos elementos son importantes [en lo relacionado a] la estructura del signo del sacramento…” (Audiencia General 5/1/83).

Las palabras de los votos del matrimonio se hacen carne en la relación sexual. El compromiso que hacen los esposos en el altar, de amarse totalmente, fielmente y abiertos a la vida (que en las leyes de la Iglesia, son las promesas de indisolubilidad, fidelidad y apertura a los hijos) se expresa cuando se hacen ‘una sola carne’. Si los esposos son fieles a estas promesas en sus expresiones sexuales, podrán comunicarse verdaderamente “el lenguaje de sus cuerpos”. De acuerdo con el Santo Padre, este es el elemento esencial para el matrimonio como sacramento: el “lenguaje del cuerpo” hablado en verdad. Es precisamente por medio de este que el sacramento se constituye (c.f. Audiencia General 12/1/83).

Pausemos un momento para reflexionar en lo que el Papa Juan Pablo nos está diciendo. La relación sexual, en toda su verdad, es un signo sacramental que habla sobre el misterio eterno de Dios en el mundo. ¿Cuál es ese misterio? La Vida Trinitaria de Dios [Comunidad de vida y amor] y nuestro llamado a compartir en esa Vida a través de Cristo. ¡Pero – ánimo – la relación sexual matrimonial no sólo proclama este misterio, el Papa nos dice que lo consuma en el hombre!

Una vez más para que podamos profundizar en esto: la unión sexual, como un símbolo verdadero de la Trinidad y de la unión de Cristo con la Iglesia, es una participación real en la vida divina (o al menos esto es lo que debe significar). El Santo Padre incluso dice que el signo visible del matrimonio (la relación sexual), ligado al signo visible de Cristo y la Iglesia (la Eucaristía), transfiere el plan eterno del amor de Dios en la historia y se hace “la fundación de toda el orden sacramental” (Audiencia General 29/9/82).

¿Qué es la orden sacramental? Es la manera en que Dios hace visible su misterio invisible, para que así nosotros, criaturas con cuerpo finitas [que vivimos en el mundo visible y algún día moriremos], podamos verlo y participar en ello [su gloria eterna]. Sí – el Vicario de Cristo dice – que la relación sexual es la revelación principal en el mundo creado del misterio eterno e invisible de Cristo. Es la manera principal en que los hombres y las mujeres encuentran lo divino en el mundo natural. ¡Sorprendente! ¿Podría Dios otorgar mayor dignidad a nuestra sexualidad?

Ahora, teniendo esto en cuenta, existe un enemigo de Dios que quiere alejarnos de participar en esta vida divina, ¿dónde piensan ustedes que intentaría lograrlo?

Teología del Cuerpo de Juan Pablo II

Documento Teología del Cuerpo JP.doc

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