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viernes, 30 de marzo de 2012

El secreto de la auténtica felicidad


Si el Maestro se ha apoderado de nuestro corazón, como un acto de Su voluntad… ¿No sería esto suficiente razón para ser feliz en esta vida?
El secreto de la auténtica felicidad
El secreto de la auténtica felicidad

Acaba de decir el Papa en Guanajuato:
"Dios quiere que seamos siempre felices.
Él nos conoce y nos ama.
Si dejamos que el amor de Cristo cambie nuestro corazón,
entonces nosotros podremos cambiar el mundo.
Ese es el secreto de la auténtica felicidad."


Cuando era estudiante y dirigente de la ACJM, y que escribía, daba conferencias y discursos con el mensaje evangélico, mi madre me dijo algunas veces: "no puedes cambiar el mundo", y yo le respondía que sí podía, que al mundo lo cambiaban los hombres, y que yo quería cambiar el mundo, que si, que si se podía.

El Papa nos dice qué cosa necesitamos para cambiar el mundo. Muchos hombres han cambiado el mundo para mal, para deshumanizarlo, pero otros luchan también en sentido contrario, re-humanizando el mundo, y lo logran. Quiero estar siempre en esta trinchera de la comunicación cristiana, para cambiar al mundo a favor del amor, de la vida y del respeto a la persona humana y toda la creación, que Dios puso a nuestro servicio.

Por medio del instrumento de la comunicación escrita (en mi caso), que puede volar y vuela a todo el mundo por la maravilla de la Internet, en portales católicos y de grupos de gente de buena voluntad; trato con otros muchos cambiar para bien al mundo, ser uno de los mensajeros del Señor.

Y puedo decir que si, que el Papa tiene razón, pues en esta tarea de pedir la inspiración del Espíritu de Dios, de reflexionar, escribir y publicar con ayuda de otros amigos y compañeros de lucha, a favor del mensaje cristiano, encuentro una gran felicidad y paz en el corazón.

¿Cómo podemos, simples mortales, cambiar al mundo? Cuando Cristo recompensa nuestro trabajo de ser sus mensajeros y entonces Él mueve los corazones de los hombres, y el mundo cambia a favor del amor.

Quienes aceptamos ser humildemente mensajeros de Cristo, sabemos qué cosa es la felicidad, a pesar de que la tarea desborda por mucho el alcance de nuestros esfuerzos, para que la Paz inunde más y más corazones, cuando, como dijo el Papa, dejen que el amor de Cristo reine en sus corazones.

No estamos satisfechos con el camino recorrido ni con los resultados alcanzados, pues es más lo que falta por hacer, pero cada vez que una persona acepta nuestro mensaje y lo toma en cuenta, para acercarse un poquito más a Cristo, aunque ni siquiera nos enteremos de ello, nuestro corazón está en paz con el Maestro.

De algo estoy bien seguro: quienes aceptamos ser mensajeros del Señor, bajo la inspiración (reconocida o no) del Espíritu Santo, estaremos con Él en su Reino. Si el Maestro se ha apoderado de nuestro corazón, como un acto de Su voluntad… ¿No sería esto suficiente razón para ser feliz en esta vida?

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