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  | Marón, Santo | 
 
 Eremita
Martirologio Romano: En una montaña cerca de Apamea, en Siria,  san Marón, eremita, muerto después de una vida de áspera  penitencia e intensa piedad, fundándose sobre su sepulcro un célebre  monasterio, alrededor del cual se originó la nación que lleva  su nombre (c. 423).
San Marón nació en Siria; hombre humilde,  que un día oyó la voz de Dios, aceptando inmediatamente  el desafío que significaba seguirle.
San Marón eligió una morada solitaria  no lejos de la ciudad de Cirrus en Siria, y  allí, por espíritu de mortificación, vivía casi siempre a la  intemperie. Cierto es que tenía una pequeña cabaña cubierta con  pieles de cabra para guarecerse en caso de necesidad, pero  rara vez la utilizaba. Encontró las ruinas de un templo  pagano, lo dedicó al verdadero Dios, y lo convirtió en  casa de oración. San Juan Crisóstomo, que lo estimaba mucho,  le escribía desde Cucusus, donde estaba desterrado, y se encomendaba  a sus oraciones, rogándole le diera noticias suyas con la  mayor frecuencia posible. San Marón había tenido por maestro a  San Zebino, cuya asiduidad en la oración era tal, que  se dice que pasaba días y noches enteras orando, sin  experimentar cansancio. Generalmente rezaba de pie, aunque cuando ya era  muy anciano, tenía que sostenerse con un báculo. A los  que iban a consultarle, respondía con la mayor brevedad posible;  tan deseoso estaba de pasar todo su tiempo en conversación  con Dios.
San Marón, no solo fue ejemplo, sino que además  fue para aquellos hombres un líder lleno de sabiduría y  del Espíritu Santo, que supo dar sentido a cada acción,  con inflexible disciplina. Alcanzó en vida, fama de santidad en  incluso realizó milagros de curación y conversión.
Sus virtudes fueron ampliamente  conocidas: justicia, templanza, castidad y trabajo duro, semillas que él  mismo plantó en otros, quienes se convirtieron en el campo  fértil, que llevó a Dios numerosas vocaciones, que serían tiempo  después labradores diligentes y sabios, que harían florecer la Montaña  de Líbano en la fe sólida y verdadera de nuestro  Señor Jesucristo.
San Marón imitó a su maestro en la constancia  en la oración, pero trataba a sus visitantes de modo  diferente. No sólo los recibía con suma bondad, sino que  los invitaba a que se quedaran con él, aunque muy  pocos estaban dispuestos a pasar toda la noche en pie,  rezando. Dios recompensó sus trabajos con gracias abundantísimas y con  el don de curar enfermedades tanto corporales como espirituales. No  es sorprendente por tanto, que su fama como consejero espiritual  se extendiera por todas partes. Esto le atrajo grandes multitudes,  Formó a muchos santos ermitaños y fundó monasterios; sabemos que,  cuando menos, tres grandes conventos llevaron su nombre. Teodoreto, obispo  de Cirrus, dice que los numerosos monjes que poblaron su  diócesis fueron formados por las instrucciones del santo. San Marón  fue llamado al premio después de una corta enfermedad, la  cual dice Teodoreto, reveló a todos la gran debilidad a  que estaba reducido su cuerpo. Los pueblos vecinos se disputaron  sus restos. Finalmente obtuvieron el cuerpo los habitantes de un  centro relativamente populoso y construyeron sobre su tumba una espaciosa  iglesia con un monasterio anexo, cerca de la fuente de  Orontes, no lejos de Apamea.
Los Maronitas son los cristianos que  deben su nombre a San Marón, santo hombre, rígido defensor  de la fe católica de oriente. fue ejemplo para muchas  personas, estos fueron sus discípulos, escuchando sus enseñanzas, imitando sus  virtudes. estos disipulos fueron llamados "Discípulos de San Marón" que  después de su muerte en el año 420, crecieron mucho.
Marón (santo)
                                                                                            Marón (m. 410, Siria), fue un monje anacoreta sirio, abad en San Ciro y fundador del rito católico oriental que lleva su nombre, la Iglesia Católica Maronita.  Fue un cenobita de la Iglesia de Antioquía del siglo IV, que estableció  una ermita en el Amanus occidental. La festividad de San Marón se  celebra el 9 de febrero.
 Marón fue uno de los primeros evangelizadores de la región de Fenicia, que por el siglo IV  conservaba sus ritos y religión pagana; la influencia de este asceta  dio como resultado, el que sus discípulos fundaran algunos años después,  enclaves de evangelización en Monte Líbano.  Siguió su creencia con gran fe, por lo que su fama de santidad pronto  se extendió por gran parte de la región de Siria. Tuvo en vida numerosos  seguidores que quisieron abrazar la vida de austeridad, soledad y  oración, que él proponía. Sus características fueron: justicia,  templanza, castidad y trabajo duro.
 Marón nunca tuvo la idea de formar una iglesia; sino, más bien, quiso  iniciar dentro de la iglesia de Antioquía un camino especial de  santidad. Su vida relatada con pocas líneas por el historiador  eclesiástico Teodoreto de Ciro,  se resume en: fidelidad a Cristo, siguiendo los consejos evangélicos;  fidelidad a la iglesia de Cristo, defendiendo a su cabeza visible el  obispo de Roma; y fidelidad a las santas tradiciones de la  Iglesia Oriental, llevando una vida de ermitaño en la cumbre de una  montaña, cercano al pueblo de Kfar Nabo, donde estaba erigido un templo  al dios pagano Nabo, que él transformó en un templo cristiano.
 Los maronitas  son los cristianos que deben su nombre a Marón, amparador del  catolicismo de oriente. Después de su muerte en el año 410, los  denominados discípulos de San Marón tuvieron gran crecimiento.
  Referencias
 - Saint Maroun. Opus Libani. 2008--02-15.
 - St. Maroun's: Maronite History. St. Maroun Parish of Cleveland. 2008--02-15.
 - Martyrologium Romanum (Librería Editrice Vaticana 2001 ISBN 88-209-7210-7)
 
San Marón (oración)
  
 Santoral 9 de febrero
 San Marón (c. 423), fue un monje anacoreta sirio, abad en San Ciro y fundador del rito católico oriental que lleva su nombre, la Iglesia Católica Maronita
  Se estableció en una ermita del Amanus occidental, formó con algunos discípulos el primer núcleo de la Iglesia maronita.
 San Marón fue uno de los primeros evangelizadores de la región de Fenicia,  que por el siglo IV conservaba sus ritos y religión pagana; la  influencia de este gran asceta dio como resultado, el que sus discípulos  fundaran algunos años después, verdaderos enclaves de evangelización en  Monte Líbano.
 San Marón siguió a Dios con una fe a toda prueba, por lo que su fama de santidad pronto se extendió por gran parte de  la región de Siria. Tuvo en vida numerosos seguidores que quisieron  abrazar la vida de austeridad, soledad y oración, que él proponía.
 San  Marón nació en Siria; hombre humilde, que un día oyó la voz de Dios,  aceptando inmediatamente el desafío que significaba seguirle.
 San  Marón, no solo fue ejemplo, sino que además fue para aquellos hombres  un líder lleno de sabiduría y del Espíritu Santo, que supo dar sentido a  cada acción, con inflexible disciplina. Alcanzó en vida, fama de  santidad en incluso realizó milagros de curación y conversión. 
 Sus  virtudes fueron ampliamente conocidas: justicia, templanza, castidad y  trabajo duro, semillas que él mismo plantó en otros, quienes se  convirtieron en el campo fértil, que llevó a Dios numerosas vocaciones,  que serían tiempo después labradores diligentes y sabios, que harían  florecer la Montaña de Líbano en la fe sólida y verdadera de nuestro  Señor Jesucristo.
 San  Marón, patrono, protector e inspirador de la Iglesia Maronita, nunca  tuvo la idea de formar una Iglesia; sino, más bien, quiso iniciar dentro  de la Iglesia de Antioquía un camino especial de santidad, inspirado en  el Evangelio donde Cristo es “el camino, la verdad y la vida”. Su vida  relatada con pocas líneas por el historiador eclesiástico Teodoreto,  obispo de Ciro, se resume en pocas palabras: fidelidad a Cristo,  siguiendo los consejos evangélicos, fidelidad a la Iglesia de Cristo,  defendiendo heroicamente a su Cabeza visible el Obispo de Roma y  fidelidad a las santas tradiciones de la Iglesia Oriental, llevando una  vida de ermitaño en la cumbre de una montaña, cercano al pueblo de Kfar  Nabo, donde estaba erigido un templo al dios pagano Nabo, que él  transformó en un templo cristiano para adorar al verdadero Dios.
 San  Marón es el fundador y santo patrono de los maronitas, un cenobita de  la Iglesia de Antioquía del siglo IV, cuya fiesta se celebra todos los  años los 9 de febrero.
 San  Marón cultivó heroicamente en su vida cenobítica las virtudes  evangélicas, retirado del mundo, entregándose , día y noche, en  oraciones, ayunos y mortificaciones. La fama de su santidad fue  reconocida por San Juan Crisóstomo, en una carta dirigida a Marón, en  405, desde su exilio en el Cáucaso. Me permito reproducir el texto  resumido de esta carta llena de emoción espiritual, para la edificación  nuestra : ” A Marón, presbítero y solitario : Unidos por los lazos de  amor, lo tenemos presente,
entre nosotros. Los ojos de la caridad son de tal vigor que las  distancias lejanas son impotentes de debilitarlos, con el pasar del  tiempo. Desearíamos escribirte con frecuencia pero por varias  dificultades se nos hace difícil. Mismo así le escribiremos cuantas  veces se nos está permitido para decirle que nosotros nunca te olvidamos  y donde estemos tu estás en nuestra alma. Tú, procura notificarnos  sobre tu salud, para que aun separados por el cuerpo, tengamos el  consuelo de saber que estás bien y esto nos fortifica en nuestra  soledad. Ante todo te ruego que reces a Dios por mí” . 
 El  mérito de San Marón no fue solamente en haber llevado una vida de  perfección individual, sino, también, por haber atraído hacia él a  muchos jóvenes que imitaron su ejemplo de santidad y después de su  muerte, acontecida en 410, continuaron llevando una vida monástica  comunitaria en una montaña de Siria, en el famoso Convento de San Marón,  cuna de la formación de la futura Iglesia Maronita, jerárquicamente  instituida en el Líbano (685) por San Juan Marón su primer patriarca
“El ejemplo arrastra y la santidad se difunde. En vida de San Marón y  después de su muerte, se incrementó la vida contemplativa en la Iglesia.  Eran muchos los que, buscando la intimidad profunda con Dios e imitando  la vida de Cristo, se aislaban por todas esas montañas , viviendo en  pequeñas comunidades como monjes o como ermitaños solitarios”. El mismo  historiador Teodoreto escribía exclamando : Marón embelleció el coro  divino de los santos.
 Los Maronitas  son los cristianos que deben su nombre a San Marón, santo hombre,  rígido defensor de la fe católica de oriente. fue ejemplo para muchas  personas, estos fueron sus discípulos, escuchando sus enseñanzas,  imitando sus virtudes. estos disipulos fueron llamados “Discípulos de  San Marón” que después de su muerte en el año 420, crecieron mucho.
 Cortesia de wikipedia.org y misionlibanesa.com.ar
  
  
 Oración a San Marón
 

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   San Maron 
   
  San    Marón, patrono, protector e inspirador de la Iglesia maronita, nunca    tuvo la idea de formar una Iglesia, a parte; sino, más bien, quiso iniciar    dentro de la Iglesia de Antioquía un camino especial de santidad, inspirado    en el Evangelio donde Cristo es " el camino, la verdad y la vida". Su vida relatada    con pocas líneas por el historiador eclesiástico Teodoreto, obispo    de Ciro, se resume en pocas palabras :
fidelidad a Cristo, siguiendo los consejos evangélicos, fidelidad a la    Iglesia de Cristo, defendiendo heroicamente a su Cabeza visible el Obispo de    Roma y fidelidad a las santas tradiciones de la Iglesia oriental, llevando una    vida de asceta en la cumbre de una montaña, cercano al pueblo de Kfar    Nabo, donde estaba erigido un templo al dios pagano Nabo, que él transformó    en un templo cristiano para adorar al verdadero Dios.   
San    Marón cultivó heroicamente en su vida cenobítica las virtudes    evangélicas, retirado del mundo, entregándose , día y noche,    en oraciones, ayunos y mortificaciones. La fama de su santidad fue reconocida    por San Juan Crisóstomo, en una carta dirigida a Marón, en 405,    desde su exilio en el Cáucaso. Me permito reproducir el texto resumido    de esta carta llena de emoción espiritual, para la edificación    nuestra : " A Marón, presbítero y solitario : Unidos por los lazos    de amor, lo tenemos presente,
entre nosotros. Los ojos de la caridad son de tal vigor que las distancias lejanas    son impotentes de debilitarlos, con el pasar del tiempo. Desearíamos    escribirte con frecuencia pero por varias dificultades se nos hace difícil.    Mismo así le escribiremos cuantas veces se nos está permitido    para decirle que nosotros nunca te olvidamos y donde estemos tu estás    en nuestra alma. Tú, procura notificarnos sobre tu salud, para que aun    separados por el cuerpo, tengamos el consuelo de saber que estás bien    y esto nos fortifica en nuestra soledad. Ante todo te ruego que reces a Dios    por mí" .   
El    mérito de San Marón no fue solamente en haber llevado una vida    de perfección individual, sino, también, por haber atraído    hacia él a muchos jóvenes que imitaron su ejemplo de santidad    y después de su muerte, acontecida en 410, continuaron llevando una vida    monástica comunitaria en una montaña de Siria, en el famoso Convento    de San Marón, cuna de la formación de la futura Iglesia Maronita,    jerárquicamente instituida en el Líbano (685) por San Juan Marón    su primer patriarca
"El ejemplo arrastra y la santidad se difunde. En vida de San Marón y    después de su muerte, se incrementó la vida contemplativa en la    Iglesia. Eran muchos los que, buscando la intimidad profunda con Dios e imitando    la vida de Cristo, se aislaban por todas esas montañas , viviendo en    pequeñas comunidades como monjes o como ermitaños solitarios".    El mismo historiador Teodoreto escribía exclamando : Marón embelleció    el coro divino de los santos. Fue quien plantó para Dios el jardín    que hoy florece en la región de Ciro" (Cfr. Vida de S. Charbel, Juan    Antonio Flores Santana, Arzobispo de Santiago de los Caballeros, Rep. Dominicana,    1997). (La Fiesta de san Marón, es 9 de febrero)
   
                    Oración            a San Marón                     |    
 
 OTRO    ACERCAMIENTO DE LA IGLESIA MARONITA Y DE LOS MARONITAS
LOS MARONITAS   
Los    Maronitas son los cristianos católicos orientales que deben su nombre    a San Marón, santo hombre, rígido defensor de la fe católica    en Oriente, monje modelo cuyo ejemplo siguieron numerosos discípulos,    un apóstol que la Providencia de Dios eligió para confirmar a    los vacilantes en su fe y para organizar el núcleo principal de la nación    maronita que será baluarte de la lucha en favor de la fe y en beneficio    del triunfo de la verdad sobre la mentira y de la libertad contra la opresión.    Marón vivió en el siglo IV, en las cercanías de Antioquía,    donde trabó relaciones de amistad con grandes figuras como San Basilio    y San Juan Crisóstomo y otros ilustres Doctores de la Iglesia. De joven,    siguiendo las enseñanzas del Divino Maestro, dejó su familia,    sus bienes  y fue a buscar la calma en una montaña, entregándose    a la oración la contemplación y el trabajo. Dios le otorgó    el don de los milagros, sanando las enfermedades del cuerpo y del espíritu    y sus prodigios llegaron a proyectarse en lejanos países.   
Muchos    jóvenes siguieron su ejemplo, imitando sus virtudes y procurándolo    para escuchar sus enseñanzas y adoptar su espiritualidad. Fueron llamados    “discípulos  de San Marón” y después de su muerte,    ocurrida en el año 410, crecieron mucho, y formaron el “Convento de San    Marón”  que cobijaba a numerosos monjes que se dedicaron a luchar    con heroísmo contra los errores doctrinales de su época. En el    año 517, los cristianos monofisitas que no aceptaron la fe católica    definida en el Concilio Ecuménico de Calcedonia (a.451), mataron a 350    miembros de ellos que son conocidos como “ Mártires, discípulos    de San Marón”. El Papa Hermes IV reconoció su martirio y así    quedó sellada la fe maronita con su sangre.   
Al    pueblo que en el Patriarcado de Antioquía  siguió la orientación    religiosa de San Marón y sus discípulos, se les aplicó    el nombre de “Maronitas”. En el siglo VII, por ocasión de la invasión    árabe, los maronitas para escapar a la opresión de los conquistadores,    tomaron la fuga  y se refugiaron en los montes y los valles del Líbano    donde formaron la Iglesia Maronita , bajo el liderazgo de San Juan Marón,    un monje discípulo de San Marón, reconocido por el Papa como Primer    Patriarca Maronita de Antioquía y de todo el Oriente. Hasta hoy, los    maronitas tienen un Patriarca que lleva junto a su  propio nombre, el nombre    de Pedro, el Apóstol de Cristo, primer Obispo de Antioquía y más    tarde, primer Obispo de Roma, Vicario de Cristo, Papa de la Iglesia Universal.    Actualmente el Patriarca maronita se llama Nasrala Butros Sfeir, y al mismo    tiempo es Cardenal de la Iglesia Católica que puede ser elegido Papa.      
Los    maronitas no, son, pues, una secta cristiana, ni una religión misteriosa,    ni una Iglesia disidente, sino una nación católica, un pueblo    de origen  definido, una Iglesia particular que tiene un destino providencial    en el desarrollo de su historia y en la mística de sus santos.   
LOS    MARONITAS Y ROMA   
Si    el mundo ignora la lucha de los maronitas contra el error y si los discípulos    de San Marón llegasen alguna vez a dudar de su identidad, o si los adversarios    tratan de denigrar el papel importante que los maronitas juegan en la vida de    la Iglesia, los Papas de Roma, sin embargo,  han prestado con sus bondadosas    palabras un valioso testimonio que llena de orgullo y de satisfacción    a los hijos de San Marón :
Así León X, escribía, en 1515, al Patriarca maronita :    “ conviene que alabemos y bendigamos la divina clemencia, porque entre las naciones    orientales infieles y en los campos del error, haya el Altísimo querido    que sean los maronitas casi rosas entre espinos”.  Clemente XII en 1735    , califica a la nación  maronita de “Rosa entre las espinas, de    roca solidísima contra la cual se rompen las furias de la infidelidad    y de las herejías”. Y San Pío X, entre otras palabras, dice, hablando    de los maronitas :  ” Amamos a todos los cristianos del Oriente, pero los    Maronitas ocupan un lugar especial en nuestro corazón porque han sido    en todo tiempo la alegría de la Iglesia y el consuelo del Papado...,     la fe católica está arraigada en el corazón de los Maronitas    como los muy antiguos cedros están hincados por sus potentes raíces    en las altas montañas de su patria”.   
No    es necesario extenderse más sobre este sublime aprecio de los Papas a    los Maronitas y es muy elocuente la actitud de los últimos Pontífices    que convivieron con los recientes dramas que afectaron a los maronitas     en la última guerra  que castigó cruelmente durante 17 años    al Líbano. Las palabras, los gestos , la preocupación casi diaria    y la manifestación continua del afecto más puro y sincero del    actual papa Juan Pablo II hacia el Líbano, han sido un suave bálsamo    para las heridas del pueblo maronita y una fuerte dosis de esperanza para los    hijos de San Marón en su ardua lucha por una digna supervivencia .Y la    convocación, recientemente,  a una Asamblea especial del Sínodo    de los Obispos dedicado al Líbano, como también, la visita del    Sumo Pontífice a la tierra de los fenicios, no fue sino una prueba a    más del amor que tiene el Papa por  los cristianos del Líbano,    en general, y particularmente por el destino de la Iglesia Maronita en aquel    país.   
LOS    MARONITAS Y EL LIBANO   
Perseguidos    por causa  de su fe, los maronitas se refugiaron en el Líbano, encontrando    en él una tierra de libertad y con el espíritu tenaz transformaron    su  árido suelo en un floreciente y fecundo vergel. Su historia    se identificó con la historia del Líbano y no será extraño    verlos defender su patria con valentía , sangre y  heroísmo.    Jamás el Líbano, único baluarte del cristianismo en oriente    , se dejó avasallar por sus enemigos, gracias a la lucha de los maronitas    y sus hermanos libaneses :“Toda la Siria, escribía Jaled el conquistador    árabe, cayó como un camello, el Líbano solo quedó    erguido”. ¡Solo Dios sabe cuanta sangre vertió la nación    maronita en esas luchas de exterminio que acompañaron su 13 siglos de 
Caro fue el precio que pagó la nación maronita por causa de la     ayuda  que prestaron  sus fuerzas  a los cruzados, en su marcha    al santo Sepulcro. Finiquitada la conquista europea, todo el odio de sus enemigos    cayó sobre el Líbano, ensangrentando sus  campos y arrasando    su territorio. Esta historia dolorosa no se cerraba  sino a cortes intervalos    de tiempo, para volver a abrirse más triste  y verter más    sangre mártir. Tales fueron las matanzas feroces de los años 1834,    1845, 1860, 1914, 1920, 1925 y últimamente en la guerra de 17 años    que comenzó el 13 de abril 1975.   
Inútil    continuar a deplorar los tristes y dramáticos episodios que ya son patrimonio    de la historia; pero es necesario advertir que los maronitas se sienten responsables    de la vida o de la muerte del Líbano, único territorio donde se    sienten dueños de su destino y donde radica la Iglesia madre que organiza    su rito y que vela por la integridad de su fe y la sanidad de sus tradiciones.    Como es Roma para los católicos, Armenia para el pueblo armenio, Palestina    para los palestinos e Israel para  el pueblo judío, así es    el Líbano para los maronitas. Sin una tierra no se puede asegurar una    existencia permanente y digna, y sin el Líbano el maronita se siente    desamparado, desorientado y errante. Pero al mismo tiempo los maronitas son    conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la tierra    de los Cedros, por esto siempre extienden sus manos y abren sus corazones a    todos los habitantes que integran el territorio libanés para juntos construir    un Líbano libre, unido y soberano, donde el perseguido encuentra un refugio    seguro y donde existen pacíficamente las diversas comunidades que profesan    distintas creencias y siguen diferentes ideologías.   
Así    pues, no todo libanés es maronita, tampoco cada maronita es libanés,    pero sí, todos los maronitas deben defender la soberanía del Líbano,    si quieren ser solidarios con su Iglesia madre y sentirse como miembros     de una única familia que tiene sus raíces en el Líbano.      
LOS    MARONITAS EN ARGENTINA   
Los    maronitas se radicaron definitivamente en el Líbano debido a las circunstancias    de opresión, en la región de Siria, donde vivía su mayor    parte, en tiempo de la expansión árabe, en el albor del Islam.    Su presencia en la Argentina, como en varios puntos del mundo, se debió    a otras circunstancias de otra dramática opresión turca     motivada por siglos de arbitrariedad que culminaron en la masacre despiadada    del año 1860 que introdujo en la vida del maronita libanés el    miedo del futuro y la incertidumbre del porvenir  de sus hijos. La opresión,    el miedo, la miseria, fueron los principales factores que, sumados al espíritu    aventurero que el libanés heredó de los fenicios, sus antepasados,    abrieron progresivamente las puertas de la emigración a los diferentes    países del mundo, entre ellos la Argentina. A finales del siglo pasado,    principalmente en la década de los ochenta, comenzaron a llegar al país    platense emigrantes solitarios que poco a poco determinaron la emigración    en masa a estas benditas y vastas tierras donde los nuevos emigrantes encontraron    una cálida acogida que les incentivó a traer sus familias y integrarse    rápida y totalmente en todos los campos  de la vida argentina. Así,    contamos actualmente con muchos mandatarios, profesionales, empresarios, hombres    de cultura y de arte, figuras eminentes de la Iglesia y un caudal popular genuino    y activo, conformando una comunidad maronita  respetada y disponible para    el  servicio de toda la sociedad argentina.   
Los    maronitas, en general, forman  un pueblo que alimenta sentimientos profundamente    religiosos y vive muy allegado a las iglesias y los  conventos, dada su    historia como un pueblo que tuvo su origen en la vida monacal orientada por    San Marón y sus discípulos. En tiempos, no muy lejanos, el maronita    en el Líbano debía su formación religiosa y cultural gracias    al esfuerzo del clero de su Iglesia : Son famosas las escuelas que funcionaban    al aire libre, debajo del árbol de encina “Taht el sindiene”, bajo la    orientación, muchas veces rígida y severa del cura de la aldea    o del monje del monasterio. Muchas figuras lucieron en el campo de la cultura    universal, en sus diversas ramas del saber, lo que originó el el adagio    propagado en Europa : “Sabio como un maronita”. Esta formación impregnada    por un cuño típicamente religioso y fundamentalmente monacal,    dejó en la psicología del maronita una inclinación natural    a la vida espiritual y moral de inspiración evangélica y una docilidad    espontánea hacia los pastores de su Iglesia. Encontrando en Argentina    una  sociedad profundamente católica y conocida ya la fidelidad    proverbial de los maronitas a los Papas de Roma, los nuevos inmigrantes se integraron    fácilmente en las parroquias y diócesis católicas de la    República. Así existen actualmente un obispo, Mons. Hesayne y    decenas de sacerdotes y religiosas y religiosos, todos maronitas, a servicio    de la Iglesia católica nacional. Este aporte modesto y genuino, en el    campo de la evangelización, hace de los maronitas valiosos colaboradores    en la obra espiritual que emprendieron los que descubrieron el continente americano    y por lo tanto la comunidad maronita o libanesa se pone en espíritu de    igualdad con las demás grandes colectividades que conforman la idiosincrasia    del pueblo argentino.   
En    el 5 de octubre de 1990 el Papa Juan Pablo II creó la “Eparquía    de San Charbel en Buenos de los Maronitas”, que equivale a una diócesis    con jurisdicción personal sobre los descendientes de maronitas, en todo    el territorio nacional, para ayudar al pueblo maronita a conservar la fidelidad    a su identidad espiritual oriental. En la Iglesia universal de Cristo cabe,    por razones históricas de  carácter cultural y étnico,    una división de la comunidad cristiana en dos ramas, la Occidental con    centro Roma y la Oriental, con cuatro centros principales que fueron los cuatro    patriarcados de : Antioquía, Jerusalén, Alejandría y Constantinopla.    Las dos ramas son unificadas en Cristo como cabeza invisible y en Pedro y sus    Sucesores, como cabezas visibles que presiden en la caridad y aseguran la unidad    de la Iglesia universal continuadora de la obra salvadora de Cristo. La diversidad    de Iglesias se debe a los diversos ritos que conforman la realidad cultural    y étnica de la iglesia universal. La pluralidad de los ritos es una riqueza    para la iglesia de Cristo y es motivo de una armoniosa unidad en la diversidad.    La Iglesia maronita, perteneciente a la grupo ritual de la Iglesia de Antioquía,     conserva en su liturgia el arameo, el idioma que hablaba Cristo cuando pasó    por la tierra.   
La    Eparquía Maronita cuenta  actualmente con cuatro parroquias ( Buenos    Aires, Capital  Federal - Villa Linch, San Martín Bs.As – Mendoza    – Tucumán.)  que deben  servir a más de un  medio    millón de maronitas. Todo indica la gigante labor que sus autoridades    deben desarrollar para cumplir con la misión pastoral de su Iglesia.      
SANTOS    DE LA IGLESIA MARONITA   
La    santidad de san Marón reflejada en la vida de sus seguidores forjó    una espiritualidad profunda que marcó la comunidad maronita en toda su    historia ensangrentada y dio origen a un número considerable de santos    cuyas virtudes heroicas enriquecieron el tesoro espiritual de la Iglesia por    nobles figuras y maestros de perfección. A parte de un número    ilimitado de fieles, históricamente ignorados, que lucharon indefectiblemente,    durante 16 siglos, para conservar su fidelidad al Evangelio y a Roma y     sin contar los millares de mártires que derramaron su sangre para dar    testimonio de su fe, la Iglesia maronita honra en los altares a muchos santos    reconocidos, beatificados o canonizados por la Iglesia universal cuya memoria    forma un tesoro espiritual invalorable :  
 
        - SAN MARON          : Fundador y Patrono de los maronitas, un cenobita de la Iglesia          de Antioquía del siglo IV, cuya fiesta se celebra el 9 de febrero.                     |    
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-    Los 350 Mártires : En el año 517, los cristianos monofisistas    que no aceptaron la fé católica definida en el Concilio Ecuménico    de Calcedonia (451), mataron a 350 miembros del Convento de San Marón    que son conocidos como “Mártires, discipulos de San Marón”.
El papa Hermes IV reconoció su martirio y así quedó sellada    la fe maronita con su sangre.
Su fiesta se conmemora el día 31 de julio. 
-    Los Santos Liminaus, Santiago    y las Santas Marina, Domnina    y  Cora, todos discípulos de San Marón.    Su fiesta se celebra el 17 de julio.
 
-    SAN JUAN MARON : Monje del Convento de san Marón, obispo de    Batrun y del Monte Líbano, elegido y entronizado en 685 como primer patriarca    de la Iglesia Maronita y sexagésimo sucesor de San Pedro en la sede de    Antioquía. Su fiesta 2 de marzo.   
-    Los mártires MASABKI : Francisco, Abdel    Moti  y Rafael Masabki, tres hermanos de sangre, llamados    mártires de Damasco, martirizados junto a 10  Frailes franciscanos    en la Iglesia de los frailes de san Francisco en Damasco, el 10 de julio, de    1864, a raíz de la masacre en 1860 de los cristianos del Líbano.    Su fiesta, el domingo después del 10 de julio.   
-SAN    CHARBEL MAJLUF : Monje ermitaño, maronita libanés cuyos    milagros suscitaron la admiración del mundo entero. Canonizado el 9 de    octubre de 1977 por el papa Paulo VI. Su fiesta es el tercer Domingo de julio.    Este año 1998, llamado  año charbeliano, se conmemora el    primer centenario de su muerte acontecida el 24 de diciembre de 1898.   
-SANTA    RAFKA : Monja de la Orden Libanesa Maronita, beatificada por el actual    Papa Juan Pablo II en 17 de mayo de 1985. Fue canonizada el 10 de Junio de 2001.    Su fiesta se celebra el 23 de marzo.   
-    SAN Nemtala EL-HARDINI : Monje libanés maronita, maestro espiritual    y profesor de teología de San Charbel. Falleció el año    1858 a los 50 años de edad. Fue beatificado por Juan Pablo II el 10 de    mayo de 1998. Fue canonizado el 16 de Mayo de 2004. Su fiesta se celebra el    14 de diciembreEl Santo Padre bendice la estatua de San Marón, colocada en un nicho de la Basílica de San Pedro
            Ciudad del Vaticano (Miércoles, 23-02-2011 ve el video.

San Marón Anacoreta (Justo)
San  Marón eligió una morada solitaria no lejos de la ciudad de Cirrus al  norte de Siria, y allí, por espíritu de mortificación, vivía casi  siempre a la intemperie. Cierto es que tenía una pequeña cabaña cubierta  con pieles de cabra para taparse en caso de necesidad, pero rara vez la  utilizaba. Encontró las ruinas de un templo pagano, lo dedicó al  verdadero Dios  y lo convirtió en casa de oración. San Juan Crisóstomo,  quien lo estimaba mucho, le escribía desde Cucusus, donde estaba  desterrado y se encomendaba a sus oraciones, rogándole le diera noticias  suyas con la mayor frecuencia posible. 
San Marón había tenido por maestro a San  Zebino, de quien había heredado la virtud de la oración constante. Se  dice que pasaba días y noches enteras orando  sin experimentar  cansancio. Generalmente rezaba de pie, aunque cuando ya era muy anciano  tenía que sostenerse con un báculo. A los que iban a consultarle les  respondía con la mayor brevedad posible pues deseaba pasar todo su  tiempo en conversación con Dios.
 Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.
  Son cristianos de origen Sirio, y toman su nombre de Maron, Santo ermitaño que vivió en el siglo quinto. No tenemos muchas noticias sobre la vida de este gran Santo, se sabe con certeza que era un anacoreta y que vivió en Siria, probablemente en la región de Apanema (hoy At al-Madiq). Él huía del mundo y decidió vivir al aire libre en las ruinas de un antiguo templo pagano sobre la montaña. El Señor, además de la gracia, le había otorgado el don de las curaciones. Él siempre procuró durante su vida cuidar con sus rezos no sólo el cuerpo, sino también el alma de los fieles que llegaban a su ermita.
 A su muerte, ocurrida tal vez en el año 410, se encendió una disputa entre los habitantes del lugar por la posesión de su cuerpo, en esta, vencierón los habitantes del 

 pueblo más grande y para honrar la preciada reliquia, construyeron una hermosa y suntuosa iglesia; probablemente en torno a ella, se irgió en lo sucesivo un monasterio dedicado a San Maron, que fué el más importante de toda Siria. Fué destruido durante las correrías de los árabes, alrededor del siglo décimo, y de él, no permanece ninguna huella. La cabeza de San Maron, es conservada en la actualidad en la catedral de Foligno, en Italia.
Los discípulos de San Maron, fieles a la ortodoxia de la iglesia católica, fuerón muy estimados por los fieles que de diferentes puntos acudían a sus monasterios para obtener bajo ellos protección y compartir la honorífica denominación de "Maronitas"; es en torno a ellos que nace el primer núcleo de la iglesia maronita y de su pueblo.
 Los maronitas, que se encontraban dispersos por Siria, a consecuencia de la dominación árabe (626-750), se vieron obligados a abandonar ese país para refugiarse en las montañas del Líbano, que por ese entonces se encontraban prácticamente despobladas. En este período, los monjes y obispos deciden elegir a un Patriarca que más allá de tener la dirección espititual, poseyerá las facultades temporales que le habían sido otorgados de los árabes, cruzados, mamelucos y los otomanos. También para este, la historia se entrelaza con la de los líbaneses y maronitas, que han visto siempre en el Patriarca , el defensor de la fé, la justicia y la libertad de su pueblo.
 Con la llegada de los cruzados en el 1098, comienza una nueva época para los maronitas. Ellos les ayudan a consolidar la conquista con la que vuelven a tomar los contactos con la iglesia latina, interrumpida a concecuencia de la dominación árabe; siendo reforzada su fidelidad a la iglesia de Roma. Todo esto duró hasta el 1244, año de la caída de Jerusalén.
 Desde el 1291 al 1516, Siria y el Líbano, pasan bajo la dominación de los mamelucos, y luego por la otomana, perdiendo todo contacto con occidente, a pesar de esto, los maronitas pasan por un período de relativa prosperidad y paz; esta paz dura, entre alternas vicisitudes, prácticamente hasta el 1860, cuando los drusos, instigados por los turcos, y preocupados por la relativa autonomía de los maronitas, les asesinan.
 Se habla de más de veinte mil muertos, frente a tal atrocidad, a petición del Papa Pío IX y solicitado por el Patriarca maronita, intervienen potencias europeas: Francia, Inglaterra, Rusia y Austria, que organizan una expedición militar. En el 1861, se les dá a los maronitas un nuevo estatuto que resiste hasta la primera guerra mundial (1914-1918). Los líbaneses, pasan a ser gobernados por un presidente cristiano, que fué nombrado por los turcos, con el consentimiento de las potencias europeas.
 Después de la primera guerra mundial, el Patriarca maronita, Elías Hoyek, promulga en el congreso de Versailles, la independencia del Líbano, siendo el 31 de agosto de 1920, que Francia e Inglaterra, que le declaran su reconocimiento como estado independiente llamado "Gran Líbano", situado al interior de sus fronteras históricas y geográficas. Pero en ese momento la soberanía de las grandes potencias pasa a ser sólo teórica y el 26 de mayo de 1926, "El Gran Líbano", se transforma en la República Líbanesa, y se promulga su constitución, adoptando un régimen parlamentario.
 En 1944, cae el mandato franco-británico sobre el Líbano, y este obtiene la completa independencia.
 Actualmente el Líbano, cuya capital es Beirut, cuenta con 3.200.000 habitantes, de los cuales la mitad profesa la religión cristiana y el otro tanto la musulmana.
 
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