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sábado, 31 de diciembre de 2011

Y la Palabra se hizo carne


Juan 1, 1-18. Navidad. Dios no sólo es el creador del universo, sino que es Padre, que nos eligió antes de crear el mundo.
Y la Palabra se hizo carne



Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Oración introductoria

Jesús mío, cada vez que contemplo tu infinita bondad y misericordia en el misterio de tu encarnación, no puedo más que agradecerte semejante regalo, el más grande que de nadie he recibido. Hazme siempre valorar tu amor por mí y por cada uno de los hombres mis hermanos.

Petición

Señor Jesucristo, que quisiste hacerte carne para mostrarnos los secretos de tu humildad y tu pobreza, concédeme la fuerzas para seguir tu ejemplo en mi vida cotidiana.

Meditación del Papa

Este texto afirma que Dios no sólo es el creador del universo —aspecto común también a otras religiones— sino que es Padre, que "nos eligió antes de crear el mundo (...) predestinándonos a ser sus hijos adoptivos" (Ef 1, 4-5) y que por esto llegó hasta el punto inconcebible de hacerse hombre: "El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros" (Jn 1, 14). El misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios fue preparado en el Antiguo Testamento, especialmente donde la Sabiduría divina se identifica con la Ley de Moisés. En efecto, la misma Sabiduría afirma: "El creador del universo me hizo plantar mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel"" (Si 24, 8). En Jesucristo, la Ley de Dios se ha hecho testimonio vivo, escrita en el corazón de un hombre en el que, por la acción del Espíritu Santo, reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad (cf. Col 2, 9).
Queridos amigos, esta es la verdadera razón de la esperanza de la humanidad: la historia tiene un sentido, porque en ella "habita" la Sabiduría de Dios. Sin embargo, el designio divino no se cumple automáticamente, porque es un proyecto de amor, y el amor genera libertad y pide libertad. Ciertamente, el reino de Dios viene, más aún, ya está presente en la historia y, gracias a la venida de Cristo, ya ha vencido a la fuerza negativa del maligno
Cada vez que el Señor quiere dar un paso adelante, junto con nosotros, hacia la "tierra prometida", llama primero a nuestro corazón; espera, por decirlo así, nuestro "sí", tanto en las pequeñas decisiones como en las grandes. (Benedicto XVI, Ángelus, domingo 3 de enero de 2010)

Reflexión

La encarnación del Verbo, no es sino el evento más grande sucedido en la historia. Es el acto de humildad y pobreza por excelencia; porque Él, siendo Dios, se anonadó haciéndose uno como nosotros, y Él, que era rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Jesús nos ha mostrado la verdad sobre el amor: la caridad del que está dispuesto a olvidarse de sí mismo y buscar el bien del otro, de otro que –como nosotros– está necesitado de cosas materiales sí, pero más de amor. La caridad nunca será inactiva.

Propósito

El día de hoy buscaré hacer un acto de caridad oculto hacia una persona necesitada.

Diálogo con Cristo

Jesús, quiero ser como Tú, quiero vivir la caridad como Tú lo hiciste. Tu entrega hacia nosotros, hacia mí, me llena de ánimo y me da fuerzas para darme sin reservas a mis hermanos. Darles mi amor y enriquecerlos con mi amor. Enséñame a amar la santa caridad que prefiere hacerse pobre olvidándose de sí para colmar de amor a los demás.


"La contemplación del Verbo de Dios hecho hombre no nos descubre su gloria, sino que nos revela más bien su humildad y pobreza". (Pablo VI, Audiencia general, miércoles 11 de enero de 1978)

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