¡Oh clementísima Virgen María,
Madre de Dios,
Reina del Cielo,
Señora del mundo,
Júbilo de los santos,
Consuelo de los pecadores!
Atiende los gemidos de los arrepentidos;
calma los deseo de los devotos;
socorre las necesidades de los enfermos;
conforta los corazones de los atribulados;
asiste a los agonizantes;
protege contra los ataques de los demonios
a tus siervos que te imploran;
guía a los que te aman
al premio de la eterna bienaventuranza,
en donde con tu amantísimo hijo Jesucristo
reinas felizmente por toda la eternidad.
Amen.
Tomás de Kempis
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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