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domingo, 30 de octubre de 2011

(Soledad y silencio para escuchar la voz de Dios)



"Por tanto, he aquí la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón" (Oseas 2:14).

Escuchar la voz de Dios es posible, pero se requiere de circunstancias especiales: Para poder sanarte y liberarte Dios propicia tiempos de soledad en tu vida. Te aparta del mundo, no para que te sientas triste sino como una invitación a poder escuchar su voz Apartarte en soledad y en silencio es necesario para tu renovación emocional y espiritual. Si escudriñas la Biblia te darás cuenta que muchos de los grandes siervos de Dios ( Elías, Moisés), tuvieron que caminar un gran trecho de vida en soledad, como parte del Plan de Dios para poder liberarlos de las viejas ataduras forjadas en su vida y de las cadenas de opresión interior que estorbaban en la obra de Dios. De esta forma Él pudo prepararlos para su plan perfecto...

La soledad a la que Dios te induce o que tú debes buscar no es para que te escondas del mundo sino para que puedas abrir tu mente y corazón a Dios. El Señor propicia estas circunstancias. El es quién llama a estar en su presencia en soledad y silencio para darte instrucciones, para escuchar su voz y responderte, para prepararte para el plan que tiene para tu vida. Así lo hizo con Moisés cuando lo apartó del pueblo Hebreo en el desierto y lo llevó a la cumbre del Monte Sinaí, como se describe en este versículo:

"Y Moisés subió hacia Dios, y el Señor lo llamó desde el Monte, diciendo: así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los Hijos de Israel" (Exodo 19:3).

La experiencia del profeta Elías fue también un llamado a apartarse de la multitud para tener un encuentro en soledad y silencio con Dios:

"Y vino a Elías la Palabra del Señor diciendo: Sal de aquí y dirígete hacia el oriente, y escóndete junto al arroyo Querit, que está en el oriente del Jordán. Y

beberás del arroyo, y he ordenado a los cuervos que te sustenten allí. El fue he hizo conforme a la palabra del Señor, pues fue y habitó junto al arroyo Querit, que está al oriente del Jordán" (1 Reyes 17:2-5).

Durante este tiempo Dios se preocupó por las necesidades de Elías y trató en soledad con el profeta, quien había obedecido al mandato del Señor.

La soledad y silencio te obliga a enfrentarte a lo que haz estado evadiendo, mediante actividades mundanas, afán, pecados o comportamientos y hábitos negativos persistentes.

Una parada obligatoria en el camino, para mirar a tu alrededor y tu vida interior solo es posible en soledad porque te lleva a establecer una verdadera comunión con Dios y te obliga a escuchar su voz a través de su palabra, la oración y la adoración.

Este tiempo puedes usarlo para meditar sobre los errores de tu pasado y para enderezar tus sendas bajo la dirección del Señor. Dios puede utilizar este tiempo para disciplinarte y corregirte. Deberás reconocer si Dios está apartándote para hablarte de aquello que no has querido enfrentar o dejar, y aunque estos momentos te parecen a veces difíciles, Dios los permite porque te ama y quiere disciplinarte, como se expresa en la Biblia:

"Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia" (Hebreos 12:11).

Cuando utilizas tu tiempo de soledad para crecer en el Señor, no es tiempo perdido, sino tiempo de crecimiento espiritual. ¡Es el tiempo de subir al Monte Sinaí para tener un encuentro personal con Dios! En soledad y silencio para poder escuchar su voz.

"Ahora pues, hijo, escuchadme porque bienaventurados son los que guardan mis caminos. Escuchad la instrucción y sed sabios; y no la menosprecies. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas día a día, aguardando a los postes de mi entrada. Porque el que me halla, halla la vida, y alcanza el favor del Señor"(Proverbios 8:32-35).

PARA RECORDAR:

"Bueno es el Señor para los que en Él esperan, para el alma que le busca; bueno es esperar en silencio la salvación del Señor. Bueno es para el hombre llevar el yugo de su juventud. Que se siente solo y en silencio ya que El se lo ha impuesto" (Lamentaciones 3:25-28).

ESCRIBE DE ESTA ENSEÑANZA UNA APLICACIÓN EN TU VIDA:

PARA MEDITAR:

"Oh Señor, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tu escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aún antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda. Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí.

Tal conocimiento es demasiado maravillosos para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar. ¿Adónde me iré de tu espíritu?Adónde huiré de tu presencia; si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba, si habito en lo más remoto del mar; aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si digo: ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío será noche; ni aun las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti" (Salmo 139:1-12).

No mires con desagrado la soledad, sino que recíbela con agrado y búscala para escuchar la voz de Dios que hablará a tu vida por medio de su Santo Espíritu.

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