Cada mañana viajaba en el autobús una señora que iba a trabajar. En determinado momento, sacaba de una bolsa algo y lo tiraba por la ventana. Un señor, que siempre viajaba con ella, tuvo curiosidad y un día le preguntó:
- “Señora, disculpe mi indiscreción, pero ¿se puede saber qué tira usted por la ventana siempre que pasa por aquí?”
- Echo semillas de flores.
- Pero, señora, ¿no sabe que ahí no van a crecer las flores y que está usted perdiendo el tiempo?
La señora guardó silencio.
Pasó el tiempo y la señora dejó de viajar en el autobús. El caballero se sorprendió y preguntó por ella.
- “Ha muerto”, le dijeron.
Pasaron las semanas hasta que un día de primavera, mirando por la ventana, vio que el campo estaba lleno de florecillas. Las semillas habían crecido.
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
viernes, 14 de octubre de 2011
Sembrando flores
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