La Pastoral del Duelo Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mi, aunque muera vivirá” (Jn 11,25) ¿Qué es el duelo? El término duelo procede etimológicamente del vocablo latino dolium, que a su vez deriva del verbo, doleo (dolerse). El duelo es la actividad y actitud de la persona ante la reacción emocional, espontánea y natural del sufrimiento producido por: Pérdida de bienes, prestigio, posición, afectos, amores, amistad, identidad personal, autoestima, ilusiones, honor, verdad, posibilidades, salud, integridad corporal, raíces culturales, patria, trabajo... Omisión de lo que no se pudo tener, ser, hacer, amar o ser amado...Alejamiento o separación parcial o definitiva de alguien amado.... Muerte de seres queridos y la propia muerte cercana. Su intensidad La intensidad del sufrimientos en los duelos, obviamente, es mucho mayor por la muerte de seres queridos que por pérdidas de bienes apreciados. En efecto, la intensidad de los sentimientos se produce por: Lo definitivo de la pérdida o de la muerte. La ansiedad de la separación. El vacío o desconcierto de la ausencia. La causa y circunstancias que lo ocasionaron (acción o muerte impuesta, indigna, deshumanizada, con abandono, con negligencia, con violencia...) La hondura de la relación existente. El rol desempeñado por el difunto o ausente La fuerza del "apego": dependencia o independencia que se ha generado La actitud asumida: pasiva o activa La consideración sobre la realización, satisfacción y cumplimiento de la vida del fallecido. Los asuntos sin resolver entre dolientes y difuntos. La canalización y reinversión afectivas desplegadas. La utilización de los recursos humanos y religiosos de que dispone cada persona: carácter, salud mental, autoestima, capacidad adaptativa, experiencia de otros duelos, acción vincular y familiar, capacidad de expresar el duelo, vivencia espiritual. Sufrimos como somos, pensamos, creemos y esperamos, es decir según nuestra propia personalidad. Muchos autores mencionan la intensidad según este tipo de vínculos o situaciones: 1. Muerte del hijo 2. Muerte del cónyuge 3. Separación o divorcio del cónyuge 4. Encarcelamiento o pérdida de la libertad 5. Muerte del familiar cercano 6. Accidente o enfermedad 7. Crisis familiar grave 8. Expulsión del trabajo 9. Pérdida económica importante 10.Jubilación Duelo: ¿Cómo afecta? En el proceso del duelo queda dañada la biología de la persona (corporeidad), se resiente la biografía (proyectos, estilos de vida, mundo emocional, vida espiritual...) y se achica la biofilia (autoestima, razón vital, gusto por la vida, sentido existencial). El duelo es una experiencia global. Afecta a toda la persona, en todas y en cada una de sus dimensiones:
He aquí las principales reacciones: En la dimensión física: Dolor de cabeza. Sequedad de boca. Sensación de estómago vacío. Falta de energía y debilidad. Llanto. Dolores agudos en el cuerpo. Opresión en el pecho y garganta. Taquicardias. Anorexia y pérdida de peso. Alteración en el sueño. En la dimensión emocional: Tristeza y depresión temporal. Extrañeza ante el mundo habitual. Deseo de presencia del fallecido. Hablar con el muerto. Añoranza. Obsesión por recuperar la pérdida. Deseo de unirse al muerto. Suspiros. Sentimiento de impotencia. Insensibilidad y desinterés. Sentimiento de abandono y soledad. Culpa y auto-reproche. Aprensión de que suceda algo malo, miedos. Falta de deseo sexual. Temor a apegarse a seres queridos, ante posibles muertes. Pérdida de autoestima. En la dimensión social: Auto-aislamiento. Hiperactividad. Hipersensibilidad a ruidos, risas... Deseos de superprotección. Desconcentración en el trabajo. Despreocupación por lo cotidiano. Ausencia de proyectos. Desinterés por los acontecimientos externos. En la dimensión Intelectual Confusión y aturdimiento No aceptación de la realidad Incredulidad Alucinaciones visuales y auditivas. Dificultad de atención y concentración. Incapacidad de coordinación mental. Obsesión por encontrar respuestas. Acatar mensajes negativos del sufrimiento Centrar la mente y la conversación en el fallecido. En la dimensión espiritual: Conciencia de la finitud humana. Sin esperanza de trascendencia. Crisis del sentido vital. Crisis de fe. Dudas del amor y bondad divinas. Sentirse abandonado por Dios. Resentimiento contra Dios y alejamiento de la Iglesia... Hacer el duelo Conviene diferenciar entre estar en duelo y hacer el duelo. Estar en duelo es propiamente un estado sufriente pasivo, víctima del sufrimiento. Hacer el duelo es el proceso activo de recuperación integral de la persona en todas sus dimensiones, en una sana elaboración del sufrimiento, poniendo mucha voluntad. Los espacios vitales. El duelo se hace en estos “lugares” de la persona
Fases del duelo-Tipos de duelo Fases del duelo La simple observación de un alma en duelo, así como la literatura de siglos y recientemente algunos estudios de especialistas, constata etapas por las que se suele pasar en el proceso de elaboración del sufrimiento.
Duelo - Su finalidad Muchos creen que en el duelo hay que dejar pasar el tiempo que todo lo cura y considerar el sufrimiento como propio, exclusivo y no compartible; no hablar y sufrir en soledad y en silencio; procurar despejarse y evadir los recuerdos; vivir como si nada hubiera pasado, cayendo así en una especie de sumisión ante el fatalismo. ¡Es un gran error! Otros, por el contrario, creen que el duelo es un continuo lamento y desahogo exteriores, situándose en un estilo de vida eternamente infeliz; o recluyéndose en un mundo imaginario por sentirse agobiados por la realidad. ¡No es lo correcto! No es tampoco el duelo para olvidar ni para dejar de amar al ser querido muerto. ¡Sería absurdo! La finalidad del duelo es dar expresión y cauce sano a los sentimientos, serenando el sufrimiento, dominado la pena de la separación, aceptando la realidad de la muerte, integrando la extrañeza física, reorientando positivamente la energía afectiva con un proyecto pleno de sentido, amando con un nuevo lenguaje de amor al fallecido a quien, como creyentes, ponemos en las manos misericordiosas de Dios en la esperanza firme de la resurrección, donde nos ama con el amor purificado y pleno de Dios. Pensando sobre el duelo Más que un problema es un misterio con el que hay que convivir y elaborar sanamente. Nadie muere solo. Nadie quiere que se mueran con el. No morirse con los muertos. Lo que no se asume, no se redime. El sufrimiento no tiene atajos. Después de perder mucho, no darse permiso para perder más. Hay que dejar de mirar lo perdido y optar por lo que se puede ganar. No se puede elegir la muerte pero sí que actitud tomar ante ella. El peor enemigo en el duelo es no quererse. El duelo elaborado nos enseña a vivir en verdad y libertad. Y sin apegos. Purifica el amor. La asignatura del duelo o se rinde o se deje previa. El mejor regalo al ser querido muerto: ser feliz. La mayor tragedia: quedarse sin sentido en la vida. Dios es tu mejor amigo. No te hagas "el duro con él". El duelo es... Lágrima furtiva ante la tumba. Solitaria soledad entre muchos. Sobrevivir sin vivir. Ir a la mesa y encontrar un hueco vacío. Desear que la realidad fuese distinta, luchando contra lo imposible. Estar en la cama sin sentir el calor de una caricia. - Muerte del hermano que levantó pronto el vuelo. Enterrar los padres al hijo. Ilusión de un embarazo que nunca verá la primavera de la vida. Ternuras de abuelos regadas en penas. Miedo e inseguridad del hijo que perdió una estrella fija en el firmamento de su existencia. Querer amar y mediar la ausencia física. Ver crecer a los hijos de los amigos y no al propio. Un sueño imposible: "Si viviera ahora él..." Lucha de la memoria del corazón contra la memoria de la mente. Mirar al infinito buscando un sentido. Culpa insistente, bronca ciega, tristeza fría. Miedo misterioso, sin sentido, pregunta sin respuesta. Amor sin apegos. Mirar al ser querido con los ojos del alma. Mano a mano con Dios. Esperanza del reencuentro Tiempos de Duelo Su acompañamiento El duelo tiene sus tiempos (cfr. Ecl 3,1-8). Se quiere salir rápidamente del sufrimiento, pero no siempre es posible. Con el duelo hay que ser pacientes pero no pasivos. Hay que tomarse y conocer "sus tiempos". El acompañamiento en todo duelo es una disciplina y un arte que implican en el ayudante, también sanador herido, madurez afectiva, gran capacidad de escucha, habilidad en la relación ayudante-ayudado, acogida emotiva, control emocional, serena empatía, conocimiento de los tiempos y movimientos del alma sufriente, experiencia de vida espiritual... El duelo tiene su lógica y sus tiempos específicos en los que el dinamismo terapéutico ha de recorrer los pasillos interiores del hombre herido hasta sanarlo. Inicialmente, lo mejor es contener y acompañar, permitiendo los desahogos necesarios, haciendo acto de presencia y ofreciendo servicios concretos. "Mira que la dolencia de amor no se cura sino con la presencia y la figura" (S. Juan de la Cruz). El duelo anticipado En no pocas ocasiones, como en el caso del enfermo moribundo, se puede prever la muerte más o menos cercana. Los familiares, si aceptan la realidad, van entrando en un duelo anticipado. El moribundo también hace su duelo anticipado. Yo casi no lloré después de la muerte de mi marido, pero antes fui un llanto continuo. Sólo no lloraba delante de él. En ocasiones, tras penosa y larga enfermedad: Lo vimos como una liberación. Sin embargo, esta anticipación no es garantía de un duelo sin obstáculos. Para muchos, aún en esas circunstancias, no es fácil aceptar la cruda realidad y la muerte cae como ladrón en la noche: No podía creer que se me iba a morir alguna vez. No quería creerlo. El agente de relación de ayuda ha de tener mucho tacto para empatizar con las personas al ritmo de sus ritmos en el duelo anticipado. El desahogarse con libertad y poder compartir la verdad de la situación con alguien es sumamente terapéutico. Es bueno procurar para los dolientes un espacio físico con cierta intimidad. Se ha de informar oportuna, sencilla y claramente por parte del profesional competente, asegurando a los seres queridos que se está haciendo todo lo humanamente posible. Al comunicar la muerte, es conveniente explicar cómo fue el proceso, aceptar preguntas e interesarse por las necesidades emotivas y espirituales. El velatorio La sociedad actual tan juvenalista y secularista, que tabuiza la muerte, ha eliminado muchas expresiones del duelo y del luto y ha reducido otras con lo cual no se facilita su sana elaboración. Todos los pueblos han ritualizado el adiós a sus seres queridos. Han elaborado ritos fúnebres, han culturizado y socializado la muerte. Estos ritos y ceremonias constituyen un caudal acumulado que logra una sana y sabia manera de ayudar emocionalmente a las personas en duelo, permitiendo que se expresen en la acción sentimientos demasiado profundos como para ser expresados con palabras en momentos tensos de emoción. El velatorio, tanto en un lugar público como en casa, facilita la aceptación de la muerte, permite aflorar el llanto liberador, dominar la pena de la separación, tocar el cadáver y hablar para despedirlo, expresando los genuinos sentimientos ante el muerto... Es duro no poder velar a los seres queridos muertos, ni ver su cadáver. El sereno acompañamiento ha de dar completa libertad al sufriente para su desahogo, respetando sus silencios. Se ha de ofrecer una presencia solidaria con ayudas o gestiones concretas, si fuesen necesarias. Se ha de reavivar la esperanza cristiana en la resurrección, evocando la resurrección de Cristo y la misericordia divina, ante familiares cristianos. En los velatorios y funerales se ofrece a la comunidad la posibilidad de expresar la solidaridad y los propios afectos a los deudos. Es una ocasión especial de reflexión sobre la propia muerte. Las exequias o funerales Es saludable poder decir adiós al ser querido muerto, ritualizar la despedida, honrar su memoria, agradecer su existencia... Conforta a los familiares escuchar lo significativo que fue su ser querido para la comunidad, que será recordado positivamente... En la liturgia de las exequias (responso, funeral, despedida en el cementerio, novenario, etc.) la finalidad de los ritos cristianos no es venerar los cuerpos sino celebrar la memoria del difunto, afirmar el valor de la vida y situar el acontecimiento de la muerte en el horizonte de la pascua de Cristo. Estos actos litúrgicos dan un sentido de continuidad a la vida y fomentan la pertenencia al pueblo de Dios. A su vez, facilitan la elaboración del duelo al contribuir a:
Otras celebraciones litúrgicas durante el año (misas de sufragio, paraliturgias y otros ritos familiares) van ayudando a serenar el sufrimiento y alimentan la esperanza. Se ha de considerar el hecho de tener las cenizas del muerto en casa. Puede acarrear serios problemas en la sana elaboración del duelo. La visita a domicilio Se ha de efectuar periódicamente la visita a domicilio al menos durante un mes, después del fallecimiento. Es necesario tomarse tiempo e ir con calma, no hablar mucho, practicar la actitud de escucha, emplear también el lenguaje no verbal, permitir el desahogo de los sentimientos del doliente y aceptar el llanto. Está hablando el corazón: no entrar en desintonía con razones. No juzgar. No tener que responder a todos los interrogantes, pero sí escucharlos. Es bueno, si se pide, clarificar las fases del duelo y sus tiempos, expresando que son normales las manifestaciones emotivas, aconsejando no tomar decisiones importantes de inmediato. No caer en el error de ayudar a evadirse de la realidad con meros consuelos o "frases hechas"(1). Es muy aconsejable aportar ayudas concretas: en la casa, con trámites, evitando el aislamiento de quien sufre. Todo sin atosigar. Pastoralmente, el ayudante ha de reforzar la fe, el vínculo comunitario eclesial y la esperanza del sufriente. Frases hechas que hay que evitar: "deshacen" el duelo Al menos te quedan otros hijos. Dios quería un angelito. Sé como te sientes. Es mejor así. Dejó de sufrir. Si tenía que suceder, mejor que fuera pronto. Es la voluntad de Dios. Jesús también sufrió. ¿Por qué no tú? Dios se ha llevado. Lo necesitaba junto a El. Si me pasara a mí, me moriría. ¡Animo, otros pasaron por esto! El destino lo ha querido así. Es la ley de la vida. Es así, hoy estamos, mañana no. Hemos nacido para sufrir. Sé fuerte. No llores. El tiempo cura todas las heridas. Era demasiado bueno para este mundo. La ayuda profesional Hay duelos en los que por su intensidad, circunstancias peculiares, implicaciones emotivas, conflictos que arrastra y reacciones anómalas, el doliente somatiza y/o entra en un cuadro depresivo. El médico deberá detectar el origen del "dolor", evitando la medicalización innecesaria del duelo. Especialmente en tales casos, es muy útil aconsejar la ayuda terapéutica de un profesional especializado. Esto Será siempre necesario en los duelos extraordinarios y patológicos. El terapeuta ha de inspirar confianza en el doliente para permitirle descargar libremente todo su torrente emocional contenido, cosa que no siempre es factible en casa o en los ámbitos comunitarios. El profesional, en la admisión, ha de dar una precisa información del proceso del duelo y de sus serias dificultades, pero recalcando que del sufrimiento se sale, motivando a una sana y continua elaboración. Las penas, culpas, tensiones, confusiones, broncas y resentimientos han de ser expuestos confiadamente y, poco a poco, canalizados positivamente. La experiencia indica que, en muchos casos, la asistencia a estas terapias no suele ser muy prolongada. Obviamente, influyen los costos económicos. Los resultados suelen ser positivos. En los duelos más intensos suelen quedar muchas lagunas por una falta de asistencia a las terapias, lo cual impide una mayor continuidad y profundización del proceso de sanación. Es más que sabido que la mejor ayuda es la que brinda una conjunta e interdisciplinaria respuesta terapéutica que configure la fe y la ciencia, dentro de un marco vincular sano. Grupo de mutua ayuda Dejarse ayudar en el duelo es algo muy sano. Como hemos dicho, hay profesionales y otras personas capacitadas que saben ayudar. También existen grupos de mutua ayuda que hacen mucho bien. ¿Qué es un grupo de mutua ayuda en duelo? Este está formado por otros miembros en proceso de duelo y coordinado por expertos o por quienes pasaron por similar experiencia elaborándola positivamente, conocedores de la dinámica de relación de ayuda y del mundo interior del sufriente. Además, están debidamente capacitados para explorar los "recovecos del sufrimiento". El grupo es la ocasión para ayudar y ser ayudados, expresar libremente el propio sufrimiento, compartir la esperanza y sanear las heridas reactivando el poder terapéutico de cada uno. Cualidades del grupo: Apertura Respeto Discreción Libertad de participación Sigilo Ayuda mutua Aceptación incondicional de opiniones y emociones Confrontación empática Un grupo de mutua ayuda no es una reunión social de amigos. No convoca el sufrimiento sino la necesidad de elaborar el duelo. No es para transferir el sufrimiento sino el método de sanación. ¡Atención a la "droga-grupo-dependencia"! Ha de tener el grupo un tiempo de inicio y de fin bien precisados. Se institucionaliza el grupo, no se institucionaliza el duelo. Su ideario, metodología y temáticas han de ser muy terapéuticas. No han de faltar evaluaciones constantes que observen el proceso del duelo. El grupo de mutua ayuda es uno de los recursos de esa amplia red de apoyos sociales a la que hay que acudir para elaborar sanamente el duelo, pero nunca el único. Letanías por un difuntoEs muy común ver en los lugares de velatorios cerca a mi hogar (iglesias, sobre todo) que las personas conversan, hablan por celular, fuman, converas, ¡se dan vueltas si saber qué hacer o cómo colaborar! es raro, rarísimo que se esté rezando un responso o un rosario junto al muerto en las últimas horas de permanecer insepulto. ¿No podríasmos tener a la mano impresas algunas de estas oraciones y en caso necesario hacer lo único que al muerto le puede ayudar y a sus familiares también para tener consuelo?
Hay muchos sitios en que las podemos conseguir. En este blog dejo algunas que me parecen preciosas, para tener una idea de lo mucho que uno puede ahcer al llegar a acompañar a un difunto en su velatorio. Por los difuntos I A ti, Jesús, vida nuestra, dirigimos nuestras súplicas. Tú, que resucitaste a Lázaro del sepulcro. Todos: Escúchanos, Señor. Tú, que llamaste a la vida al híjo de la viuda de Naín Todos: Escúchanos, Señor. Tú, que despertaste del sueño de la muerte a la hija de Jairo. Todos: Escúchanos, Señor. Tú, que resucitaste del sepulcro, vencedor de la muerte. Todos: Escúchanos, Señor. Tú, que eres la resurrección y la vida. Todos: Escúchanos, Señor. II A ti, Jesús, Señor, que quisiste compartir nuestro dolor, dirigimos nuestras súplicas. Tú, que te compadeciste de la viuda de Naín, desolada por la muerte de su hijo. Todos: Ten compasión de nosotros. Tú, que lloraste ante el sepulcro de Lázaro, muerto de cuatro días. Todos: Ten compasión de nosotros. Tú, que, muriendo de tristeza, sudaste sangre en Getsemaní. Todos: Ten compasión de nosotros. Tú, que sufriste la agonía de una muerte de cruz. Todos: Ten compasión de nosotros. III Invoquemos con toda confianza a Cristo Jesús. Señor, ten piedad. Todos: Señor, ten piedad. Cristo, escucha nuestra oración por tu fiel N. Todos: Señor, ten piedad. Ilumina sus ojos con la luz de tu gloria. Todos: Señor, ten piedad. Perdónale sus pecados, concédele la vida eterna. Todos: Señor, ten piedad. Señor Jesús, atiende a los que te suplican, escucha la voz de los que lloran. Todos: Señor, ten piedad. Jesús, Hijo de Dios, consuélanos en nuestra tribulación. Todos: Señor, ten piedad. IV Acuérdate, Señor, de tu hijo N que en el bautismo fue sepultado en la muerte de Cristo para resucitar con él. Todos: Acuérdate, Señor, y ten piedad. Que en la confirmación fue ungido por el Espíritu de Jesús resucitado. Todos: Acuérdate, Señor, y ten piedad. Que en la eucaristía, memorial de la pascua de tu Hijo, fue alimentado con el Pan de la vida. Todos: Acuérdate, Señor, y ten piedad Que muriendo al pecado por la penitencia fue devuelto a la vida en Cristo Jesús. Todos: Acuérdate, Señor, y ten piedad. Que ungido con el óleo de los enfermos ha recibido el germen de la salud eterna. Todos: Acuérdate, Señor, y ten piedad. Que ha muerto con Cristo, para vivir con él. Todos: Acuérdate, Señor, y ten piedad. V Santa María, que permaneciste junto a la cruz de Jesús. Todos: Ruega por nosotros. San Pedro , a quien el Señor confió las llaves del reino eterno. Todos: Ruega por nosotros. San Pablo, que deseaste partir de este mundo para estar con Cristo. Todos: Ruega por nosotros. San Juan, que anunciaste al que es la Palabra de la vida. Todos: Ruega por nosotros. San José, que tuviste el consuelo de morir asistido por Jesús y María. Todos: Ruega por nosotros. San N., cuyo nombre ha llevado en esta vida, acogido a tu protección. Todos: Ruega por nosotros. Todos los santos y santas de Dios, que, muriendo en Cristo, habéis nacido a la vida eterna. Todos: Rogad por nosotros. VI Terminemos nuestra oración repitiendo la plegaria que el Señor nos enseñó. Todos: Padre nuestro... Señor, ten misericordia de N., para que encuentre el perdón de todas sus faltas, pues deseó cumplir tu voluntad. La verdadera fe le unía, aquí en la tierra, al pueblo fiel que tu bondad le una ahora al coro de los ángeles y elegidos. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Todos: Amén. Dale, Señor, el descanso eterno. Todos: Brille para él la luz perpetua. Documento 1 Documento 2 Documento 3 Orar por los difuntos ¿Es de cristianos hacerlo? | |||
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*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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