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viernes, 19 de agosto de 2011

San Bernardo de Claraval (Clairvaux)



Fiesta: 20 de agosto
(1090-1153)
Abad Cisterciense,
Doctor de la Iglesia
Etim. de Bernardo:
"Batallador y valiente". (Bern=batallador; Nard=valiente)

Nacido en Borgoña, Francia. Llamado "Mellifluous Doctor" (boca de miel) por su elocuencia. Famoso por su gran amor a la Virgen María. Compuso muchas oraciones marianas. Fundador del Monasterio Cisterciense del Claraval y muchos otros.


Biografía

San Bernardo, abad es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que mas impacto ha tenido. Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Con sus siete hermanos recibió una excelente formación en la religión, el latín y la literatura.

Personalidad de Bernardo

Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo. Amable, simpático, Inteligente, bondadoso y alegre. Todo esto y vigor juvenil le causaba un reto en las tentaciones contra la castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.

A grandes males grades remedios.

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó sobre el hielo hasta sufrir profundamente el frío. Sabía que a la carne le gusta el placer y comprendió que si la castigaba así, no vendrían tan fácilmente las tentaciones. Aquel tremendo remedio le trajo liberación y paz. S

Una visión cambia su rumbo:

Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.

La familia que se fue con Cristo.

Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera. Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y 31 compañeros. Dicen que cuando llamaron a Nirvardo el hermano menor para anunciarle que se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso.

Antes de entrar al monasterio, Bernardo llevó a su finca a todos los que deseaban entrar al convento para prepararlos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, entra en el monasterio de Cister. Mas tarde, habiendo muerto su madre, entra en el monasterio su padre. Su hermana y el cuñado, de mutuo acuerdo decidieron también entrar en la vida religiosa. Vemos en la historia la gran influencia de las relaciones tanto para bien como para mal.

En la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a la vida religiosa, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Fundador de Claraval. En el convento del Cister demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio apartado en el bosque donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día. Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.

La Predicación de santo.

Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo). Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Su amor a la Virgen Santísima.

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir". El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante.

Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial.

Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Viajero incansable

El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le dañó la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos. Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pasaría luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

De carbonero a Pontífice

Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, lo cual hizo de muy buena voluntad. Llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Honorio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle:

"Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo
a la oración y a la meditación".

Despedida gozosa. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por Ej., Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba:

"Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Tenía 63 años. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

San Bernardo: gran predicador, enamorado de Cristo y de la Madre Santísima: pídele al buen Dios que nos conceda a nosotros un amor a Dios y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. Quiera Dios que así sea.

Nota interesante: San Bernardo escribió la vida de San Malaquías quién murió en sus brazos camino a Roma.


DE LA CASA DE LA DIVINA SABIDURIA,
LA VIRGEN MARÍA

1. ... Como hay varias sabidurías, debemos buscar qué sabiduría edificó para sí la casa. Hay una sabiduría de la carne, que es enemiga de Dios, y una sabiduría de este mundo, que es insensatez ante Dios. Estas dos, según el apóstol Santiago, son terrenas, animales y diabólicas. Según estas sabidurías, se llaman sabios los que hacen el mal y no saben hacer el bien , los cuales se pierden y se condenan en su misma sabiduría, como está escrito: Cogeré a los sabios en su astucia; Perderé la sabiduría de los sabios y reprobaré la prudencia de los prudente. Y, ciertamente, me parece que a tales sabios se adapta digna y competentemente el dicho de Salomón: Vi una malicia debajo del sol: el hombre que se cree ante sí ser sabio. Ninguna de estas sabidurías, ya sea la de la carne, ya la del mundo, edifica, más bien destruyen cualquiera casa en que habiten. Pero hay otra sabiduría que viene de arriba; la cual primero es pudorosa, después pacífica. Es Cristo, Virtud y Sabiduría de Dios, de quien dice el Apóstol: Al cual nos ha dado Dios como sabiduría y justicia, santificación y redención.

2. Así, pues, esta sabiduría, que era de Dios, vino a nosotros del seno del Padre y edificó para sí una casa, es a saber, a María virgen, su madre, en la que talló siete columnas. ¿Qué significa tallar en ella siete columnas sino hacer de ella una digna morada con la fe y las buenas obras? Ciertamente, el número ternario pertenece a la fe en la santa Trinidad, y el cuaternario, a las cuatro principales virtudes. Que estuvo la Santísima Trinidad en María (me refiero a la presencia de la majestad), en la que sólo el Hijo estaba por la asunción de la humanidad, lo atestigua el mensajero celestial, quien, abriendo los misterios ocultos, dice: "Dios, te salve, llena de gracia, el Señor es contigo"; y en seguida: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra". He ahí que tienes al Señor, que tienes la virtud del Altísimo, que tienes al Espíritu Santo, que tienes al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ni puede estar el Padre sin el Hijo o el Hijo sin el Padre o sin los dos el que procede de ambos, el Espíritu Santo, según lo dice el mismo Hijo: "Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". Y otra vez: "El Padre, que permanece en mí, ése hace los milagros" . Es claro, pues, que en el corazón de la Virgen estuvo la fe en la Santísima Trinidad.

3. Que poseyó las cuatro principales virtudes como cuatro columnas, debemos investigarlo. Primero veamos si tuvo la fortaleza. ¿Cómo pudo estar lejos esta virtud de aquella que, relegadas las pompas seculares y despreciados los deleites de la carne, se propuso vivir sólo para Dios virginalmente? Si no me engaño, ésta es la virgen de la que se lee en Salomón: ¿Quién encontrará a la mujer fuerte? Ciertamente, su precio es de los últimos confines. La cual fue tan valerosa, que aplastó la cabeza de aquella serpiente a la que dijo el Señor: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, tu descendencia y su descendencia; ella aplastará tu cabeza" Que fue templada, prudente y justa, lo comprobamos con luz más clara en la alocución del ángel y en la respuesta de ella. Habiendo saludado tan honrosamente el ángel diciéndole: "Dios te salve, llena de gracia", no se ensoberbeció por ser bendita con un singular privilegio de la gracia, sino que calló y pensó dentro de sí qué sería este insólito saludo. ¿Qué otra cosa brilla en esto sino la templanza? Mas cuando el mismo ángel la ilustraba sobre los misterios celestiales, preguntó diligentemente cómo concebiría y daría a luz la que no conocía varón; y en esto, sin duda ninguna, fue prudente. Da una señal de justicia cuando se confiesa esclava del Señor. Que la confesión es de los justos, lo atestigua el que dice: Con todo eso, los Justos confesarán tu nombre y los rectos habitarán en tu presencia. Y en otra parte se dice de los mismos: Y diréis en la confesión: Todas las obras del Señor son muy buenas .

4. Fue, pues, la bienaventurada Virgen María fuerte en el propósito, templada en el silencio, prudente en la interrogación, justa en la confesión. Por tanto, con estas cuatro columnas y las tres predichas de la fe construyó en ella la Sabiduría celestial una casa para sí. La cual Sabiduría de tal modo llenó la mente, que de su Plenitud se fecundó la carne, y con ella cubrió la Virgen, mediante una gracia singular, a la misma sabiduría, que antes había concebido en la mente pura. También nosotros, si queremos ser hechos casa de esta sabiduría, debemos tallar en nosotros las mismas siete columnas, esto es, nos debemos preparar para ella con la fe y las costumbres. Por lo que se refiere a las costumbres, pienso que basta la justicia, mas rodeada de las demás virtudes. Así, pues, para que el error no engañe a la ignorancia, haya una previa prudencia; haya también templanza y fortaleza para que no caiga ladeándose a la derecha o a la izquierda.

NO ERES MAS SANTO PORQUE NO ERES MAS DEVOTO DE MARÍA.
(San Bernardo)


San Bernardo de Claraval

Fundador y primer abad de Claraval (Clairvaux).

Nacido en el castillo de Fontaines-les-Dijon, en Borgoña (Francia, cerca de Suiza) en el año 1090 . Sus padres fueron Tescelin el Moreno y la dulce y encantadora Alicia, señores del lugar y vasallos del duque. Este santo matrimonio—los dos son venerables y beatos— tuvieron siete hijos Guido, Gerardo, Bernardo, Humbelina, Andres, Bartolome y Nivardo. Todos seran Santos o Beatos. Con sus siete hermanos recibió una excelente formación en la religión, el latín y la literatura.

Llamado «Mellifluous Doctor» (boca de miel) por su elocuencia. Era un escritor nato. Le gustaba practicar géneros literarios tan diversos como la sátira, el ensayo, la sentencia, la parábola, el oficio litúrgico la leyenda hagiográfica, la carta, el sermón, el tratado, el comentario bíblico. Bernardo era poeta, artista, músico y pensador: todas estas cualidades están realzadas por el estilo, reflejo de su inteligencia y de su genio.

San Bernardo es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que más impacto ha tenido en la Iglesia. "El hombre que se enamoro de Dios". "El gran amante". "El reformador del Cister". Este gran hombre que influyó en la Iglesia de la Edad Media más que los reyes y Papas de su tiempo: predicó Cruzadas, dirigió batallas, paso largas horas en oración. Fue el verdadero reformador de la vida religiosa y hasta cristiana de la Edad Media.

San bernardo de Claraval



Personalidad de Bernardo

Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo. Amable, simpático, Inteligente, bondadoso y alegre. Todo esto y vigor juvenil le causaba un reto en las tentaciones contra la castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres. Pronto descolló en los estudios y en la piedad. A los 17 años muere su madre y Bernardo busca su camino en medio de fuertes dudas y ansiedades. El mundo le sonríe y la pasión le halaga. Bernardo resiste y fortalece su voluntad con actos heroicos de virtud.

En 1112 ingresó en el monasterio de Cîteaux (Císter). Tres años después, fue enviado a fundar la abadía de Claraval (Clairvaux), de la que fue el primer abad. La nueva fundación llegó a contar con más de setecientos monjes y se le agregaron 160 monasterios. Claraval y el Císter ejercieron la influencia tenida antes por Cluny gracias a Bernardo.

Viajero incansable

El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le dañó la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos. Exclamaba: «A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar.» Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pasaría luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

Un «carbonero» Pontífice

Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, lo cual hizo de muy buena voluntad. Llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Honorio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle:

«Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación.»

En 1128 comenzó su papel de árbitro: defendió al obispo de París contra el rey, apoyó enérgicamente al fundador del Temple. Tras la muerte de Honorio II fueron elegidos dos papas, apoyando a Inocencio II, que prevaleció sobre su rival.

Hermano Bernardo fue un místico que se opuso tanto al racionalismo de Abelardo como a la ortodoxia escolástica.

Se impregnó de devoción mariana y no cesó de denunciar los abusos eclesiásticos. Dirigió enérgicas advertencias al papa Eugenio III, antiguo discípulo suyo.

Entre sus numerosas obras, cabe destacar De amore Dei, Adversus Abelardum, más de trescientos sermones y muchos poemas. Fue canonizado en 1173.

Sin duda, San Bernardo de Claraval se trata del hombre más extraordinario que haya conocido Occidente. En él hay un misterio de "superhombre" divino que escapa a la comprensión puramente humana.


Vínculos con la Orden del Temple

En 1115, un piadoso caballero francés llamado Hugo de Payens y su compañero Godofredo de Saint-Adhemar, flamenco, concibieron el proyecto de fundar una orden monástica consagrada a la custodia de los peregrinos y a la guarda de los inciertos caminos del reino, la orden de los pobres soldados de Cristo.

Los primeros efectivos de la orden fueron siete caballeros franceses. El grupo había jurado, ante el patriarca de Jerusalén, los votos monásticos de castidad, pobreza y obediencia, y el rey de Jerusalén, Balduino II, les había concedido cuarteles en las mezquitas de Koubet al-Sakhara y Koubet al-Aksa, situadas sobre el solar del antiguo Templo de Salomón. Por este motivo la orden se llamaría, con el tiempo, orden del Temple y sus miembros "templarios".

A los pocos años de la fundación de su orden, Hugo de Payens se planteó la necesidad de ampliarla y consolidarla otorgándole unos estatutos. En otoño de 1127 regresó a Europa con cartas de recomendación del rey Balduino II. La incipiente orden despertó el entusiasmo de uno de los eclesiásticos más prestigiosos de la Cristiandad, San Bernardo de Claraval, el reformador del Cister.

En el concilio de Troyes, 1128, se accedió y encargó a Bernardo la tarea de redactar la regla correspondiente de la Orden del Temple; y Bernardo dictó al clerigo Miguel la regla de la Orden. Esta regla era monacal y esencialmente cisterciense. La Milicia del Temple se había constituido, y Bernardo había abocado en ella todo el peso de su palabra y su autoridad:

Ha aparecido una nueva caballería en la tierra de la Encarnación. Es nueva, digo, y todavía no ha sido puesta a prueba en el universo en el que ella desarrolla un combate doble: por un lado contra los adversarios de la carne y la sangre, y por otro, en los cielos, contra el espíritu del mal. Y no me parece maravilloso, porque no lo encuentro extraño, que esos caballeros se enfrenten a los enemigos corporales con su fuerza corporal. Pero que combatan con la fuerza del espíritu contra los vicios y los demonios, eso no sólo lo llamaré maravilloso, sino digno de todas las alabanzas debidas a los religiosos.

La misión de Hugo de Payens en Occidente constituyó un éxito. Después de la calurosa aprobación de su orden en el concilio de Troyes fue reclutando gran cantidad de caballeros. Los efectivos humanos del Temple crecieron y fueron determinando una jerarquización de categorías y una especialización en los oficios.

Los caballeros profesos constituían una minoría selecta. El resto de la orden estaba compuesto por capellanes, hermanos de oficio, sargentos de armas, artesanos, visitadores e incluso asociados temporales. A la cabeza de todos ellos estaba la autoridad superior del gran maestre, elegido por concilio general en la casa madre de Tierra Santa.

En 1133, a petición de Alfonso VI de Castilla, introdujo el Cister en España (abadía de Moreruela) e intervino en casi todas las nuevas fundaciones de la orden (La Oliva, Las Huelgas, Santes Creus, Veruela y Poblet). En 1140 obtuvo la condenación de algunas tesis de Abelardo.

Bernardo en 1146 predicó la segunda cruzada en Vézelay y en Spira.

Cister
Frases de San Bernardo

«NO ERES MÁS SANTO PORQUE NO ERES MÁS DEVOTO DE MARÍA.»

San Bernardo
  • "Debemos amar a Dios porque Él es Dios, y la medida de nuestro amor debe ser amarlo sin medida." ...sobre la necesidad de acudir a la Stma. Virgen:
  • Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!.
  • Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estella, invoca a María!
  • Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!
  • Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.
  • En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María, invoca a María!
  • El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se parten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. Siguiéndola no te pierdes en el camino!
  • ¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás!
  • Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.
  • ¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial! Amén!!




Dichos de San Bernardo

De sus sermones:
En la plenitud de los tiempos vino la plenitud de la divinidad Epifanía
Amo porque amo, amo por amar
Dios. Vendrá a nosotros el Verbo de Dios
Gracia. Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia
María. Todo el mundo espera la respuesta de María
María. Sobre las excelencias de la Virgen Madre
María. La Madre estaba junto a la cruz
María. Conviene meditar los misterios de salvación
Sabiduría. Hay que buscar la sabiduría
Castidad. La castidad sin la caridad no tiene valor
Angeles custodios. Que te guarden en tus caminos.
Santos. Apresurémonos hacia los hermanos que nos esperan

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