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jueves, 31 de agosto de 2017

Evangelio del Día jueves 31 Agosto 2017

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Jueves de la vigésima primera semana del tiempo ordinario

San Ramón Nonato
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Leer el comentario del Evangelio por
Homilía atribuida a San Macario de Egipto : «Velad, porque no sabéis en que día vendrá el Señor»

San Pablo a los Tesalonicenses 1 3,7-13.

Por eso, hermanos, a pesar de las angustias y contrariedades, nos sentimos reconfortados por ustedes, al comprobar su fe.
Sí, ahora volvemos a vivir, sabiendo que ustedes permanecen firmes en el Señor.
¿Cómo podremos dar gracias a Dios por ustedes, por todo el gozo que nos hacen sentir en la presencia de nuestro Dios?
Día y noche, le pedimos con insistencia que podamos verlos de nuevo personalmente, para completar lo que todavía falta a su fe.
Que el mismo Dios, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesucristo, nos allanen el camino para ir allí.
Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes.
Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus santos.

Salmo 90(89),3-4.12-13.14.17.

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos

como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.
Enséñanos a calcular nuestros años,

para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...?
Ten compasión de tus servidores.

Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros

la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.



Mateo 24,42-51.

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?
Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará',
y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos,
su señor llegará el día y la hora menos pensada,
y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390), monje
Homilía 31; PG 34, 728

«Velad, porque no sabéis en que día vendrá el Señor»

    Dios es el bien supremo; dirige hacia él los pensamientos de tu espíritu y no sueñes en otra cosa que en aguardar su venida. Así pues, que el alma recoja sus pensamientos dispersos por el pecado, como si recogiera a unos hijos traviesos. Que los conduzca de nuevo a la casa de su cuerpo, y que espere siempre al Señor en el ayuno y en el amor, hasta que él venga y la recoja verdaderamente... 

     Si nuestro corazón no se hincha, si nuestros pensamientos dispersos no los enviamos a pastura en las locas hierbas del pecado, sino que por el contrario, elevamos nuestro espíritu y por una ferviente voluntad conducimos nuestros pensamientos en la presencia del Señor, entonces gracias a su buen querer, ciertamente que el Señor vendrá a nosotros y nos unirá verdaderamente a él... 

Apresúrate, pues, a complacer al Señor, espérale sin cesar en tu corazón, búscale a través de tus pensamientos, incita tu voluntad y tus sentimientos a tender constantemente hacia él. Verás entonces como él viene a ti y hace en ti su morada.


Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Jueves XXI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 24,42-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Comentario: + Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas (Barcelona, España)
«Estad preparados»
Hoy, el texto evangélico nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el Señor: «No sabéis qué día vendrá» (Mt 24,42). Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no nos podemos distraer ni dormirnos: hay que estar siempre preparados. Jesús pone muchos ejemplos de esta atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer a su amo... Quizá hoy nos hablaría de un portero de fútbol que no sabe cuándo ni de qué manera le vendrá la pelota...

Pero, quizá, antes debiéramos aclarar de qué venida se nos habla. ¿Se trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para provocar en nosotros una atención constante. Pero, haciendo un cálculo de probabilidades, quizá nadie de nuestra generación será testimonio de un cataclismo universal que ponga fin a la existencia de la vida humana en este planeta. Y, por lo que se refiere a la muerte, esto sólo será una vez y basta. Mientras esto no llegue, ¿no hay ninguna otra venida más cercana ante la cual nos convenga estar siempre preparados?

«¡Cómo pasan los años! Los meses se reducen a semanas, las semanas a días, los días a horas, y las horas a segundos...» (San Francisco de Sales). Cada día, cada hora, en cada instante, el Señor está cerca de nuestra vida. A través de inspiraciones internas, a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo, el Señor llama a nuestra puerta y, como dice el Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Hoy, si comulgamos, esto volverá a pasar. Hoy, si escuchamos pacientemente los problemas que otro nos confía o damos generosamente nuestro dinero para socorrer una necesidad, esto volverá a pasar. Hoy, si en nuestra oración personal recibimos —repentinamente— una inspiración inesperada, esto volverá a pasar.

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