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jueves, 23 de marzo de 2017


El Santo Sepulcro después de la restauración. Foto: Daniel Ibáñez (EWTN katholisches TV)


VATICANO, 22 Mar. 17 / 01:05 pm (ACI).- El Santo Sepulcro, la tumba donde el cuerpo de Jesucristo fue depositado tras la crucifixión, vuelve a brillar en todo su esplendor.
Las obras de restauración ya han finalizado de forma oficial, justo a tiempo para la Semana Santa, y los peregrinos ya pueden acceder al interior del recinto sagrado.
En una sencilla y simbólica ceremonia ecuménica, representantes de las tres iglesias cristianas encargadas de la custodia del Santo Sepulcro –la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa Griega y la Iglesia Ortodoxa Armenia– agradecieron por la reapertura del Santo Sepulcro.
Hablaron en esta reapertura Su Beatitud Teófilo III, Patriarca greco-ortodoxo; Francesco Patton, Custodio Franciscano de Tierra Santa; Su Beatitud Nourhan Maougian, Patriarca armenio apostólico; y Mons. Pierbattista Pizzabala, Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén.
El Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, asistió al acto ecuménico en el que también participaron representantes de las demás Iglesias y comunidades cristianas con presencia en la Basílica del Santo Sepulcro: coptos, sirios, etíopes y luteranos.
Mons. Pizzabala afirmó que “la aparente misión imposible de la restauración del Santo Edículo se hizo posible porque permitimos a Dios iluminar nuestros pensamientos, nuestros ojos y nuestros vínculos”.
“Pienso que la mayoría de los habitantes de Jerusalén y todos aquellos que están familiarizados con la vida en el Santo Sepulcro, en general con la vida de los cristianos en Jerusalén, no podían creer que pudiera ser posible que llegara este momento. Muchas veces, cuando los peregrinos, los cristianos locales, también los no cristianos, venían a la Basílica se preguntaban cuándo sería posible la restauración del Edículo, la respuesta inmediata era: ‘Nunca veremos ese día’”. Pero ese día “por fin ha llegado”.
El Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén indicó que “el Santo Sepulcro, donde nuestro Señor fue enterrado y donde resucitó, es el custodio de nuestra fe. Pero también de nuestras respectivas historias, de nuestras identidades. Es el espejo de lo que somos”.
El Santo Sepulcro
La tumba de Cristo se encuentra en el interior de un pequeño edificio, denominado Edículo, construido en el año 1801 –después de que un terremoto destruyera una edificación anterior– que a su vez está dentro de la Basílica del Santo Sepulcro.
De estilo barroco otomano, el Edículo volvió a sufrir los efectos de los temblores de tierra en 1927, lo que ocasionó un paulatino deterior que obligó a instalar, en el año 1947, unas vigas de acero para evitar su derrumbe.
Ahora, las obras de restauración han permitido retirar esas vigas y contemplar el edificio, limpio de suciedad y con todas sus policromías e inscripciones perfectamente visibles, en todo su esplendor debajo de la gran cúpula que cubre el crucero de la Basílica.
Las labores de consolidación y restauración del edificio han tenido un presupuesto de 3 millones 500 mil dólares. La financiación corrió a cargo de las tres denominaciones cristianas sobre las que recae la custodia del sepulcro.
También se recibieron ayudas del gobierno griego y de benefactores privados. Además, el Fondo Mundial para los Monumentos desempeñó un papel importante en la recaudación de fondos.
Las ayudas económicas para las obras también procedieron de países musulmanes. Así, el rey Abdalá II de Jordania ofreció una donación, al igual que las autoridades palestinas, que no quisieron quedarse al margen del proyecto y realizaron una aportación económica para la restauración de la tumba de Cristo.
Ahora, se abre una nueva fase en las obras de restauración del Edículo, que comenzarán tras las celebraciones de Semana Santa y Pascua. Según explican fuentes de la Custodia de Tierra Santa mediante un comunicado de prensa, “habrá que quitar todo el pavimento alrededor del Edículo, rehacer todas las canalizaciones, restaurar todas las piedras del pavimento y sustituirlas por otras del mismo estilo, consolidar los cimientos del edículo garantizando la estabilidad sísmica del conjunto”.
Sin duda, se trata de una fase muy interesante y que deparará sorpresas, pues, señalan en la Custodia, será posible realizar excavaciones arqueológicas que en la anterior fase, ya finalizada, no se pudieron realizar.

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