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jueves, 23 de junio de 2016

23 de junio, día de Santa Eteldreda


Hoy, 23 de junio, conmemoramos a Santa ETELDREDA, Reina.

SANTA ETELDREDA (630-679) nació en Exning, Suffolk, Inglaterra, en una familia de la alta realeza de su tiempo; en aquella época Inglaterra estaba dividida en siete reinos distintos.

La princesa Eteldreda, o Etheldreda, también llamada Audrey, fue hija del rey Anna de Anglia Oriental y de la reina Hereswida de Inglaterra.

Su sueño fue siempre hacerse monja al igual que sus hermanas, pero no habría de alcanzar esta meta sino hasta después de haber estado casada en dos ocasiones.

En 652, a los 14 años de edad, Santa Eteldreda fue casada con Tonbercht, anciano príncipe de Gyrvii del Sur (Escocia), territorio colindante con Anglia.

Su marido le dio como obsequio de bodas la isla de Ely. Ella se las arregló para convencerlo de respetar su voto de virginidad, y tres años más tarde él falleció.

Santa Eteldreda se retiró entonces a Ely. No obstante, la pertinaz insistencia de Egfrido, poderoso rey de Nortumbría, dio lugar a un segundo matrimonio, en 660. Ella tenía 30 años de edad, pero su nuevo esposo solamente 16. Él la respetó por 12 años, pero después tuvo deseos de que su relación de casados fuera normal.

Para mantener sus votos, la ahora reina Eteldreda huyó entonces a su isla de Ely. Su confesor, San Wilfrido, obispo de York, abogó por ella ante el rey Egfrido. Finalmente el matrimonio fue anulado, y San Wilfrido le otorgó el velo monacal en 671.

Al año siguiente, Santa Eteldreda fundó un monasterio doble en Ely; San Wilfrido la nombró abadesa, y ella lo gobernó hasta su muerte, dando un ejemplo de obediencia a las reglas monacales.

Santa Eteldreda falleció de un repentino tumor en el cuello, que ella achacó a tantos años de haber usado collares lujosos. Luego de su muerte, en Ely, su culto se extendió con rapidez.

En la actualidad, Santa Eteldreda sigue siendo una de las santas más populares de Inglaterra.

SANTA ETELDREDA nos enseña el valor de la resignación y la paciencia para esperar el momento en que Dios nos conceda las cosas que anhelamos.

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