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miércoles, 18 de mayo de 2016

Papa Francisco advierte: Ignorar al pobre y al prójimo es despreciar a Dios!

El Papa saluda a los fieles durante la Audiencia General. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa





VATICANO, 18 May. 16 / 04:16 am (ACI).- Los pobres centraron lacatequesis del Papa Francisco de la Audiencia General de esta semana, en la que reflexionó sobre la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro.
“¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! ¡Y esto debemos aprenderlo bien: ignorar al pobre es despreciar a Dios!”, pidió el Papa.
Francisco comentó que “la vida de estas dos personas parece discurrir en dos caminos paralelos: sus condiciones de vida son opuestas y del todo no comunicantes. La puerta de la casa del rico está siempre cerrada al pobre, que yace allí fuera, buscando comer alguna sobra de la mesa del rico”.
El rico “lleva vestidos de lujo, mientras que Lázaro está cubierto de llagas; el rico cada día banquetea alegremente, mientras Lázaro muere de hambre. Solo los perros se ocupan de él, y vienen a lamer sus llagas”.
El Papa expresó que “Lázaro represente bien el grito silencioso de los pobres de todos los tiempos y de la contradicción de un mundo en el que inmensas riquezas y recursos están en manos de pocos”.

“Jesús dice que un día ese hombre rico murió, los pobres y los ricos mueren, tienen el mismo destino, todos nosotros, sin excepción, y entonces se dirigió a Abraham suplicándole con el apelativo de ‘padre’. Reivindica así ser su hijo, pertenecer al pueblo de Dios”.
Pero, “en vida no ha mostrado ninguna consideración hacia Dios, es más, ha hecho de sí mismo el centro de todo, cerrado en su mundo de lujo y de derroche. Excluyendo a Lázaro, no ha tenido en cuenta al Señor ni a su ley”, señaló.
Francisco hizo notar que en la parábola el rico no tiene nombre, “mientras que del pobre se dice cinco veces que se llama Lázaro que significa ‘Dios ayuda’”. “Lázaro, que yace frente a la puerta, es un reclamo viviente al rico para recordarse de Dios, pero el rico no acoge tal reclamo. Será por tanto condenado no por sus riquezas, sino por haber sido incapaz de sentir compasión por Lázaro y de socorrerlo”.
La última parte de la parábola cuenta que ocurrió después de que murieran. “El pobre Lázaro es llevado por los ángeles al cielo ante Abraham, el rico, al contrario, es precipitado a los tormentos”.

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