jueves, 5 de mayo de 2016

El Santo Evangelio del día jueves 05 Mayo 2016



«Vuestra tristeza se convertirá en gozo»

Hoy contemplamos de nuevo la Palabra de Dios con la ayuda del evangelista Juan. En estos últimos días de Pascua sentimos una inquietud especial por hacer nuestra esta Palabra y entenderla. La misma inquietud de los primeros discípulos, que se expresa profundamente en las palabras de Jesús —«Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver» (Jn 16,16)— concentra la tensión de nuestras inquietudes de fe, de búsqueda de Dios en nuestra vida cotidiana.

Los cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del primer siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en medio de nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos provoca tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y tocar su presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se transforma en alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre nosotros.

Esta presencia, así nos lo recordaba Juan Pablo II en su última Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, se concreta —específicamente— en la Eucaristía: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). (...) La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: 'Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron' (Lc 24,31)».


Pidamos a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la fuente eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y saciando nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de luz nuestra búsqueda de Dios.



Jueves de la sexta semana de Pascua

Beato Nunzio Sulprizio

Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo : «Ahora estáis tristes, pero volveré..., y vuestra alegría, nadie os la quitará»

Hechos 18,1-8.

Pablo dejó Atenas y fue a Corinto.
Allí encontró a un judío llamado Aquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia con su mujer Priscila, a raíz de un edicto de Claudio que obligaba a todos los judíos a salir de Roma. Pablo fue a verlos,
y como ejercía el mismo oficio, se alojó en su casa y trabajaba con ellos haciendo tiendas de campaña.
Todos los sábados, Pablo discutía en la sinagoga y trataba de persuadir tanto a los judíos como a los paganos.
Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó por entero a la predicación de la Palabra, dando testimonio a los judíos de que Jesús es el Mesías.
Pero como ellos lo contradecían y lo injuriaban, sacudió su manto en señal de protesta, diciendo: "Que la sangre de ustedes caiga sobre sus cabezas. Yo soy inocente de eso; en adelante me dedicaré a los paganos".
Entonces, alejándose de allí, fue a lo de un tal Ticio Justo, uno de los que adoraban a Dios y cuya casa lindaba con la sinagoga.
Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su familia. También muchos habitantes de Corinto, que habían escuchado a Pablo, abrazaron la fe y se hicieron bautizar.

Salmo 98(97),1.2-3ab.3cd-4.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.




Juan 16,16-20.

Jesús dijo a sus discípulos:
"Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver".
Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: "¿Qué significa esto que nos dice: 'Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'?. ¿Y que significa: 'Yo me voy al Padre'?".
Decían: "¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir".
Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: "Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: 'Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'.
Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 1 sobre la 1ª carta a los Tesalonicenses

«Ahora estáis tristes, pero volveré..., y vuestra alegría, nadie os la quitará»


    "Habéis llegado a ser imitadores del divino Maestro", dijo Pablo. ¿Cómo es esto? "Acogiendo la Palabra en las pruebas, con la alegría del Espíritu Santo" (1Tm 1,6). No solamente en las pruebas sino en medio de las pruebas entre incontables sufrimientos. Se puede ver en los Hechos de los Apóstoles. Vemos cómo surgió la persecución contra ellos, cómo sus enemigos los denunciaron a los magistrados y soliviantaron la ciudad. Estaban en la prueba, y no se puede decir que permanecieron fieles con tristeza, lamentándose; no, ellos estaban muy alegres. Los Apóstoles les habían dado el ejemplo: "Estaban contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Cristo" (Hch. 5,41 ).

    ¡Es realmente admirable! Ya es mucho, sufrir la prueba con paciencia; pero con alegría, es mostrarse superior a la naturaleza humana y no tener más, por así decirlo, que un cuerpo impasible. Pero, ¿cómo han sido imitadores de Cristo? En aquello que Él mismo sufrió sin quejarse, con alegría; porque voluntariamente aceptó las pruebas. Por nosotros se anonadó, escupido en la frente, agonizando en la Cruz, apeló a su gloria: "Padre, dijo, glorifícame" (Jn 17,5).

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