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viernes, 27 de noviembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 27 DE NOVIEMBRE DEL 2015



El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
Tiempo Ordinario


Lucas 21, 29-33. Tiempo Ordinario. El mejor camino para afrontar el futuro es aprovechar el momento presente. 




Del santo Evangelio según san Lucas 21, 29-33
Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Oración introductoria
Espíritu Santo, te pido el don de ciencia para valorar las cosas humanas en relación a mi último fin y para saber discernir lo que debo hacer en cada momento. En este momento de oración, ayúdame a guardar el silencio necesario para agradarte y escuchar lo que hoy me quieres decir.

Petición
Señor, dame fortaleza, para buscar con constancia la santidad.

Meditación del Papa Francisco
Con la venida de Dios en la historia estamos ya en los tiempos “últimos”, después de los cuales el paso final será la segunda y definitiva venida de Cristo.
Naturalmente aquí se habla de la 'calidad' del tiempo, no de su 'cantidad'. Con Jesús ha venido la plenitud del tiempo, plenitud de significado y plenitud de salvación. Y no habrá más una nueva revelación, pero la manifestación plena de lo que Jesús ha ya revelado.
En este sentido estamos ya en la 'última hora'; cada momento de nuestra vida no es provisorio es definitivo y cada acción nuestra está cargada de eternidad. De hecho la respuesta que damos hoy a Dios que nos ama en Jesucristo, incide en nuestro futuro.
La visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, pero linear: es un camino que va hacia un cumplimiento. Un año que ha pasado por lo tanto no nos lleva a una realidad que termina pero a una realidad que se cumple, es un paso ulterior hacia la meta que está delante de nosotros: una meta de esperanza y de felicidad, porque encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra alegría. (Homilía de S.S. Francisco, 31 de diciembre de 2013).
Reflexión
Nos interesan mucho los pronósticos. Ponemos atención al reporte del clima para saber si saldremos o no al campo. A los aficionados, el de la Liga de fútbol. A los empresarios, el de la Bolsa de valores. ¡Qué previsores! Nos gusta saber todo con antelación para estar preparados.

Jesucristo ya lo había constatado hace 2000 años, cuando no había ni telediarios, no existía el fútbol, ni mucho menos la Bolsa de Valores. Pero los hombres de entonces, ya sabían cuándo se acercaba el verano, porque veían los brotes en los árboles.

Nuestra vida se mueve entre una historia (el pasado) y un proyecto (el futuro). La invitación del Señor es a estar preparados para lo que nos aguarda, con atención a los signos de los tiempos. A aprender de las lecciones del pasado, con optimismo y deseo de superación. Pero, sobre todo, a vivir intensamente el presente, el único instante que tenemos en nuestras manos para construir. No lo podemos perder lamentándonos por los errores del pasado y, menos aún, temiendo lo que puede llegar en el porvenir. El mejor camino para afrontar el futuro es aprovechar el momento presente. Seamos previsores, ¡invirtamos y apostemos hoy por la vida eterna!


Propósito
El Señor nos advierte: "mis palabras no pasarán", es nuestra responsabilidad no perder más el tiempo, el tiempo es un regalo de Dios de valor incalculable. Utilizarlo de cara a Él, obedeciendo su santa voluntad. He ahí la tarea del cristiano y lo único que puede darnos la felicidad.

viernes 27 Noviembre 2015

Viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario

Ntra Sra de la Medalla Milagrosa, Beato Bronislao Kostowski

Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes : «El verano está cerca»

Daniel 7,2-14.
Daniel tomó la palabra y dijo: Yo miraba en mis visiones nocturnas, y vi los cuatro vientos del cielo que agitaban el gran mar.
Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar.
El primero era como un león y tenía alas de águila. Yo estuve mirando hasta que fueron arrancadas sus alas; él fue levantado de la tierra y puesto de pie sobre dos patas como un hombre, y le fue dado un corazón de hombre.
Luego vi otro animal, el segundo, semejante a un oso; él estaba medio erguido y tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes. Y le hablaban así: "¡Levántate, devora carne en abundancia!".
Después de esto, yo estaba mirando y vi otro animal como un leopardo; tenía cuatro alas de pájaro sobre el dorso y también cuatro cabezas, y le fue dado el dominio.
Después de esto, yo estaba mirando en las visiones nocturnas y vi un cuarto animal, terrible, espantoso y extremadamente fuerte; tenía enormes dientes de hierro, comía, trituraba y el resto lo pisoteaba con las patas. Era diferente de todos los animales que lo habían precedido, y tenía diez cuernos.
Yo observaba los cuernos, y vi otro cuerno, pequeño, que se elevaba entre ellos. Tres de los cuernos anteriores fueron arrancados delante de él, y sobre este cuerno había unos ojos como de hombre y una boca que hablaba con insolencia.
Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros
Yo miraba a causa de las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que el animal fue muerto, y su cuerpo destrozado y entregado al ardor del fuego.
También a los otros animales les fue retirado el dominio, pero se les permitió seguir viviendo por un momento y un tiempo.
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.

Daniel 3,75.76.77.78.79.80.81.
Montañas y colinas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todo lo que brota sobre la tierra, bendiga al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Manantiales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Mares y ríos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todas las aves del cielo, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Todas las fieras y animales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!


Lucas 21,29-33.
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación:
"Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol.
Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo
1ª homilía sobre el salmo 38

«El verano está cerca»

«Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años, para que comprenda lo caduco que soy» (Sl 38,5). Si me hicieras conocer mi fin, dice el salmista, si me hicieras conocer cuál es el número de mis días, por ahí mismo podré saber lo que me falta. Y es posible que a través de estas palabras quiera también indicar eso: todo oficio tiene una finalidad. Por ejemplo, la finalidad de una empresa constructora es construir una casa; la finalidad de un astillero es construir un buque capaz de enfrentarse con las olas del mar y soportar los azotes de los vientos; y la finalidad de cada oficio es llegar a una cosa parecida a la que el mismo oficio parece inventado. Quizás es así que nuestra vida y la del mundo entero tiene una cierta finalidad con la cual hacemos todo lo que se hace en nuestra vida, o por la cual el mismo mundo ha sido creado o subsiste. El apóstol Pablo se acuerda de esta finalidad cuando dice: «Seguidamente vendrá el fin, cuando entregue el Reino a Dios Padre» (1Co 15,24). Ciertamente que hay que apresurarse hacia este fin puesto que es el precio mismo de la obra por la cual somos creados por Dios.

De la misma manera que nuestro organismo corporal, pequeño y reducido al nacer, es, sin embargo estimulado y tiende al término de su grandeza creciendo en edad, y también así como nuestra alma se expresa primero a través de un lenguaje balbuciente y más claro después para, en fin, llegar a una perfecta y correcta manera de expresión, también es cierto que toda nuestra vida comienza en el presente de esta manera: primero como balbuciente entre los hombres sobre la tierra, pero se acaba y llega a su cumbre en los cielos cerca de Dios.

Por este motivo el profeta desea conocer la finalidad por la cual ha sido hecho para que, mirando el fin, examinando sus días y considerando su perfección, ve todo lo que le falta en relación con este fin hacia el cual tiende... Es como si los que salieron de Egipto hubieran dicho: «Hazme conocer, Señor, mi fin» que es una tierra buena y una tierra santa, «y el número de mis días» por los que ando «para que conozca lo caduco que soy»,y cuánto me falta hasta llegar a la tierra santa que me tienes prometida. 

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