miércoles, 21 de octubre de 2015

SAN HILARIÓN



EREMITA





En la isla de Chipre, san Hilarión, abad, que, siguiendo las huellas de san Antonio Abad, primero llevó vida solitaria cerca de la ciudad de Gaza y después fue fundador y ejemplo de la vida eremítica en esta región (c. 371).


Etimología: Hilarión = Aquel que sonríe, viene de la lengua latina.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.Conocemos su vida por el testimonio de muy antiguos escritores, sobre todo por San Jerónimo, en su Vita Patrum.

Nació en Tabatha, cerca de Gaza, en Palestina, de familia pagana y rica. Como había muchos bienes, fue a estudiar a Alejandría, emporio del saber humano del tiempo. Allí, entre la vida blanda pagana, el eclecticismo en las doctrinas, el lujo de los palacios, las diatribas en el foro y el bullicio de los mercados, conoció a los cristianos de la comunidad fundada por San Marcos, cuna del gran orador San Atanasio, su contemporáneo. Recibió el don de la fe y se bautizó, sin duda ayudado por la influencia y ejemplo de los buenos discípulos de Jesucristo. 

Toma la fe recibida con todas las consecuencias. Esta es la diferencia entre los mediocres y los santos. Cuando oyó hablar del abad Antonio, lo busca en el delta del Nilo, en la Arcadia, convive un tiempo con él y se siente llamado por Dios a imitarle en la vida de oración, cabalgando con la soledad y la penitencia por amor a Jesucristo. Por eso, a su vuelta al hogar paterno, cuando sus padres han muerto y es dueño de una pingüe herencia, nada dificulta el arranque de su nuevo proyecto de vida.

Es la hora de «vender» lo que se tiene y de «darlo» a los pobres para tener un «tesoro en el cielo». Pobreza extrema en el retiro de Majuma, oración profunda, penitencia grande, ayunos, consejos a quien lo pide y servicio amplio al necesitado hasta el milagro. 
Tiene deseos de huir del aura popular que lo rodea, ansía la soledad y la busca, embarcándose para Sicilia; pero allí también sus milagros le delatan.

El retorno a Alejandría es inútil porque la persecución de Juliano el Apóstata ha destruido, en el año 362, el monasterio de Majuma. Se traslada a Dalmacia donde se le une Hesiquio. Vivió sus últimos cinco años en Chipre entre paganos que no le facilitan en nada la existencia, pero le respetan por su virtud y por curar al jefe con un milagro. Sintiéndose morir, deja escrito al discípulo Hesiquio que le entrega sus bienes en herencia: el Evangelio, su túnica, su cogulla y un pequeño manto.



¿Se valora hoy la herencia de quien fue rico y es santo?


21 de octubre, día de San Hilarión de Gaza


Hoy, 21 de octubre, conmemoramos a San HILARIÓN de GAZA, Eremita.

SAN HILARIÓN DE GAZA (291-372) nació en Tabata, pequeña ciudad de Gaza, en Palestina, en el seno de una familia pagana.

De niño, San Hilarión de Gaza mostró gusto y entusiasmo por aprender cosas, y por eso, llegado el momento, sus padres lo mandaron a Alejandría de Egipto para que estudiara formalmente.

En esa época, Alejandría era una opulenta y culta metrópolis que conjuntaba lo mismo a eruditos de todo el mundo con toda su sapiencia, que los vicios propios de toda ciudad de gran magnitud.

A pesar de que avanzó mucho en sus estudios, San Hilarión no se sentía del todo a gusto en la gran ciudad, pero encontró su camino cuando empezó a frecuentar a las comunidades cristianas de Alejandría.

Luego de convertirse y ser bautizado, San Hilarión se retiró al desierto, donde encontró a San Antonio Abad cerca de Tabennisi, la actual Dandara en Egipto, y se convirtió en su discípulo durante un tiempo.

Hacia el año 307, San Hilarión de Gaza regresó a su ciudad natal, sólo para encontrar que sus padres habían fallecido. Sin dudarlo, repartió su herencia entre los pobres y se retiró para vivir en soledad en el desierto de Mayuma.

Así, San Hilarión de Gaza se convirtió en el primer monje y en el primer eremita de Palestina, instituyendo esta práctica en la región.

Sus días se le pasaban entre la oración, el estudio de las Escrituras y diversos trabajos manuales. Poco a poco, sin embargo, se extendió por la zona el rumor de su santidad y su facultad para obrar milagros.

Aunque al principio eran sólo unos cuantos quienes lo buscaban, llegó un día en que San Hilarión se sintió abrumado. Decidió entonces buscar la soledad en otro lugar.

Regresó, pues, a Alejandría, donde se embarcó a Sicilia primero, luego a Dalmacia, y finalmente a la isla de Chipre, donde fundó un monasterio y vivió sus últimos años.

Unos 25 años después de su muerte, San Jerónimo redactó la biografía de San Hilarión de Gaza, siendo ésta la única fuente que refiere su vida. En Chipre, numerosas iglesias llevan su nombre.

SAN HILARIÓN DE GAZA nos enseña el valor de buscar la integridad moral.

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