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miércoles, 28 de octubre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 28 DE OCTUBRE DEL 2015



Salía de Él una fuerza que sanaba
Solemnidades y Fiestas


Lucas 6, 12-19. Fiesta Simón y Judas, apóstoles. Nuestras grandes decisiones deben surgir tras un encuentro con Dios en la oración. 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la Semana 30o. del Tiempo Ordinario, del domingo 25 al sábado 31 de octubre 2015.
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Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19
Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 

Oración introductoria
Señor, yo también me acerco a Ti para ser curado de todo lo que me puede apartar del cumplimiento de tu voluntad. A mí también me llamas por mi nombre y me escoges para llevar tu Amor a todos los que me rodean.

Petición
Jesús, ayudame a entender mi presente a partir del futuro del cielo que me espera e iluminarlo con espíritu de esperanza.

Meditación del Papa Francisco
Cuando vemos a estos cristianos, con tantas actitudes triunfalistas, en sus vidas, en sus discursos y en su pastoral, en la liturgia y tantas otras cosas, es porque en lo más profundo no creen en el Resucitado.
Y Él es el ganador, el Resucitado. Por lo tanto ha ganado. Por esto, sin temor, sin miedo, sin triunfalismo, simplemente mirando al Señor resucitado, su belleza, incluso poniendo los dedos en las heridas y la mano en el costado.
Esto es el mensaje que Pablo nos da: Cristo es todo, es la totalidad y la esperanza, porque es el Esposo, el vencedor.

El evangelio de hoy muestra una multitud de gente que va a escuchar a Jesús y hay muchas personas enfermas que tratan de tocarlo, porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos. Nuestra fe, la fe en el Señor resucitado es aquello vence al mundo. Vayamos hacia Él y dejémonos, como estos enfermos, tocar por Él, por su fuerza, porque Él está en carne y hueso, no es una idea espiritual que flota... Él está vivo. Y está resucitado. Y así ha vencido al mundo. Que el Señor nos conceda la gracia de entender y vivir estas cosas. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 10 de septiembre de 2013, en Santa Marta).
Reflexión
La oración fue una compañera inseparable de Jesús. En todo el Evangelio le vemos orando, sobre todo en los momentos más decisivos de su vida: antes del Bautismo, al realizar varios milagros, en la Última Cena, en el Huerto de los Olivos, en la Cruz, etc.
Aquí se nos narra la elección de los Doce apóstoles. Eran los hombres con los que iba a comenzar la Iglesia y debían ser aptos para llevarla a buen término con paso firme.
Por tanto, era una decisión importante, que no podía hacerse con prisas y a la ligera. Necesitaba dedicar una noche entera para consultarla con su Padre.
De la misma manera, todas nuestras grandes decisiones deberían surgir tras un encuentro con Dios en la oración. Por ejemplo, al elegir una carrera, al optar por la vida matrimonial o seguir una vocación religiosa, etc. También debemos rezar cuando llegan situaciones difíciles en el trabajo o en la familia, ya que Dios nos puede ayudar a encontrar la solución más adecuada.
¿Y cómo sabemos si la respuesta viene realmente de Dios? Cuando Dios “ilumina” un alma por la acción del Espíritu Santo le envía algunas señales, por ejemplo, una profunda paz interior, alegría, amor, etc.
Es lo que llamamos “frutos del Espíritu”. Y por si hubiera dudas, nos damos cuenta de que esa solución está completamente de acuerdo con lo revelado en las Sagradas Escrituras. También es provechoso contar con la ayuda de un buen sacerdote que nos pueda orientar a encontrar la voluntad de Dios para nosotros, ya que ellos reciben unas gracias especiales para ejercer su ministerio.

Propósito
Que todas nuestras grandes decisiones surjan tras un encuentro con Dios en la oración.

miércoles 28 Octubre 2015

Fiesta de san Simón y san Judas, apóstoles

San Simón Cananeo

Leer el comentario del Evangelio por
San Cirilo de Alejandría : “Eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles”

San Pablo a los Efesios 2,19-22.
Hermanos:
Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo.
En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

Salmo 19(18),2-3.4-5.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol



Lucas 6,12-19.
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles:
Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,
Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote,
Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados;
y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia
Comentario sobre el evangelio de San Juan, 3,130 (trad. breviario 28 de octubre)

“Eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles”

Nuestro Señor Jesucristo instituyó a aquellos que habían de ser guías y maestros de todo el mundo y “administradores de sus divinos misterios” (1Co 4,1), y les mandó que fueran como astros que iluminaran con su luz no sólo el país de los judíos, sino también a todos los países que hay bajo el sol, a todos los hombres que habitan la tierra entera. Es verdad lo que afirma la Escritura: “Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama” (He 5,4). (…)


Si el Señor tenía la convicción de que había de enviar a sus discípulos como el Padre lo había enviado a él (Jn 20,21), era necesario que ellos, que habían de ser imitadores de uno y otro, supieran con qué finalidad el Padre había enviado al Hijo. Por esto, Cristo, exponiendo en diversas ocasiones las características de su propia misión, decía: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.” (Lc 5,32) Y también: “He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”. (Jn 6,38) Porque “Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3,17)


De este modo, resume en pocas palabras la regla de conducta de los apóstoles, ya que, al afirmar que los envía como el Padre lo ha enviado a él, les da a entender que su misión consiste en invitar a los pecadores a que se arrepientan y curar a los enfermos de cuerpo y de alma, y que en el ejercicio de su ministerio no han de buscar su voluntad, sino la de aquel que los ha enviado, y que han de salvar al mundo con la doctrina que de él han recibido.

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