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lunes, 27 de julio de 2015

CUIDEMOS NUESTRA VIDA



Cuidemos nuestra vida
¿Qué nos pasa? ¿Ya no valoramos la vida? ¿Ya no nos interesa cuidarla? ¿O quizás nos creemos todopoderosos y que nada podrá sucedernos?





En esta oportunidad, y viendo lo que principalmente está sucediendo en estos días y que tiene que ver con la cantidad de accidentes con consecuencias trágicas, me refiero a la muerte de muchas personas, o también consecuencias que si bien no son mortales, también son trágicas porque implicará que muchos queden con secuelas físicas, anímicas, familiares, etc.

Decía accidentes, y si bien es así como se le llama apenas ocurren, luego, cuando comenzamos a enterarnos de algunos detalles, vemos que quizás muchas veces se podrían haber evitado, y que estos “accidentes” no son ni más ni menos que lamentables consecuencias de no respetarnos y respetar a los demás, de no acatar las leyes de tránsito, de no pensar si estamos en condiciones para conducir, o como también nos hemos encontrado con quienes trabajan al servicio de los demás conduciendo vehículos del transporte público y están siendo exigidos más de lo que corresponde en su trabajo, o no teniendo en condiciones todo lo que técnicamente corresponde.

Es entonces cuando me viene esta pregunta, como creo que le puede venir a muchos: ¿Qué nos pasa? ¿Ya no valoramos la vida? ¿Ya no nos interesa cuidarla? ¿O quizás nos creemos “todopoderosos”, que nada podrá sucedernos?

Es verdad que no estamos libres de accidentes, pero si tomo alcohol y luego conduzco un automóvil, si voy a velocidades no permitidas, si hago determinadas maniobras o me entretengo con distracciones que pueden ser peligrosas para mi y para los demás, si a quien está cumpliendo con un trabajo se le exigen más horarios con menos descansos, etc., entonces ya no sé si podemos hablar sólo de “accidentes”.

Otra de las cosas que han asombrado es que estos hechos, muchos de ellos, han sucedido en tiempos de vacaciones, incluso muchos iban o regresaban de sus descansos, y por lo tanto no se podría hablar del “ritmo alocado en el que vivimos”, de los tiempos que hacen que debamos correr.

¿Podrán servirnos estos acontecimientos como un motivo fuerte para que reflexionemos sobre el “don precioso” de la Vida que Dios nos ha dado, o será sólo un tiempo de conmovernos, dolernos, pero después nos “entregamos” a la imprudencia, mostrando quizás lo poco que valoramos nuestra vida y la de quienes nos rodean? Espero y deseo que sea lo primero, porque la vida de cada uno no sólo es un “don personal” sino también para los demás, y por eso debemos cuidarla.

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