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lunes, 22 de junio de 2015

CRISTIANOS Y MUSULMANES: JUNTOS CONTRA LA VIOLENCIA PERPETRADA EN NOMBRE DE LA RELIGIÓN




Cristianos y musulmanes: juntos contra la violencia perpetrada en nombre de la religión

Mensaje del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, a los musulmanes de todo el mundo, con ocasión del inicio del mes del Ramadán



Queridos hermanos y hermanas musulmanes,

1. Me complace enviarles, en nombre de todos los católicos de todo el mundo y en el mío propio, los mejores deseos para una celebración pacífica y gozosa de 'Id al-Fitr. Ustedes realizan, durante el mes de Ramadán, muchas prácticas religiosas y sociales, como el ayuno, la oración, la limosna, la ayuda a los pobres, las visitas a los familiares ya los amigos.

Espero y rezo para que los frutos de estas buenas acciones enriquezcan su vida.

2. Para algunos de ustedes y también para las personas de otras comunidades religiosas, la alegría de la fiesta se ensombrece por el recuerdo de los seres queridos que perdieron su vida o sus bienes, o sufrieron física, mental y espiritualmente incluso, a causa de la violencia. Las comunidades étnicas y religiosas en varios países del mundo han pasado por diversos y enormes sufrimientos injustos: asesinato de algunos de sus miembros, la destrucción de sus patrimonios culturales y religiosos, la emigración forzada de sus hogares y ciudades, el abuso sexual y violación de sus mujeres, esclavitud de algunos de sus miembros, la trata de personas, el comercio de órganos, e incluso ¡la venta de cadáveres!

3. Todos somos conscientes de la gravedad de estos delitos en sí mismos. Sin embargo, lo que los hace aún más atroces es el intento de justificarlos en el nombre de la religión. Es una clara manifestación de instrumentalizar la religión para ganar poder y riqueza.

4. No hace falta decir que los que tienen la responsabilidad de la seguridad y el orden público tienen también el deber de proteger a su gente y sus propiedades de la violencia ciega de los terroristas.

Además, también existe la responsabilidad de aquellos que tienen la tarea de educar: las familias, las escuelas, los programas de estudio, los líderes religiosos, el discurso religioso, los medios de comunicación. La violencia y el terrorismo son concebidos en primer lugar en la mente de personas desviadas, y a partir de ahí aterrizan para ser perpetrados.

5. Todos los que están involucrados en la educación de los jóvenes y en los diversos espacios educativos deben enseñar el carácter sagrado de la vida y la dignidad derivada de toda persona, independientemente de su origen étnico, religión, cultura, posición social y tendencia política. No hay una vida que sea más preciada que otra por el hecho de pertenecer a una raza o una religión específica. Por lo tanto, nadie puede matar. Nadie puede matar en nombre de Dios; esto sería un doble crimen: contra Dios y contra la persona misma.

6. No puede haber ninguna ambigüedad en la educación. El futuro de una persona, comunidad y de toda la humanidad no puede construirse sobre tal ambigüedad o la verdad aparente. Cristianos y musulmanes, de acuerdo con sus respectivas tradiciones religiosas, miran a  Dios y se relacionan con Él como la Verdad. Nuestra vida y conducta como creyentes deben reflejar tal convicción.

7. De acuerdo con San Juan Pablo II, los cristianos y los musulmanes tienen "el privilegio de la oración" (Discurso a los líderes religiosos musulmanes, Kaduna, Nigeria, 14 de Febrero 1982). Nuestra oración es muy necesaria: por la justicia, por la paz y la seguridad en el mundo; por aquellos que se han desviado del verdadero camino de la vida y cometen actos de violencia en nombre de la religión, para que regresen a Dios y cambien de vida; por los pobres y los enfermos.
8. Nuestras fiestas, entre otras cosas, alimentan en nosotros la esperanza para el presente y el futuro. Es con esperanza que miramos el futuro de la humanidad, especialmente cuando hacemos nuestro mejor esfuerzo para hacer que nuestros sueños legítimos se hagan realidad.
9. Con el Papa Francisco, les deseamos que los frutos del Ramadán y la alegría de 'Id al-Fitr pueden lograr la paz y la prosperidad, de realce a su crecimiento humano y espiritual.

¡Feliz fiesta a todos!

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