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martes, 30 de diciembre de 2014

¿QUÉ DECÍA JESÚS DE SÍ MISMO?




¿Qué decía Jesús de sí mismo?
Jesús quiere ser conocido por su mensaje, como mensajero del Reino.
 Así estará para siempre dentro de nuestro corazón.


¿Qué decía Jesús de sí mismo? ¿Qué conciencia tenía de su personalidad?
 ¿Cómo se definió con sus palabras y con su modo de vivir y de obrar? 
En rigor sólo él podía dar la explicación clara y definitiva a la gran pregunta
 de quién era Jesús. 

El mensajero del Reino 

Jesús no parece tener gran interés en explicarnos quién es. Su predicación
 no se centra en la revelación acerca de su propia persona, sino en el
 anuncio de la buena nueva de la proximidad del reino de Dios.
 En ningún momento tuvo -como otros taumaturgos- la angustia de
 explicarse a si mismo y de demostrar quién era. Si algo dice y si algo
 demuestra, será sobre la marcha, con la más soberana naturalidad, 
como si en realidad no necesitase demostrar nada. 

¿Por qué no se preocupó Jesús de darnos por anticipado respuesta a las
 preguntas que nosotros juzgamos hoy importantes? ¿Por qué no nos dejó
 unos profundos razonamientos sobre la Trinidad, la encarnación, la
 infalibilidad pontificia, la colegialidad de los obispos o muchas otras
 importantes cuestiones teológicas? Las cosas nos hubieran resultado 
así mucho más fáciles, o al menos así lo creemos nosotros. 

Pero a Jesús no parece preocuparle el facilitar las cosas, casi se diría
 que, por el contrario, ama el dejarlas claras a medias. Quizá porque la
 adhesión que él pide no es la misma que damos al matemático que 
demuestra que dos y dos son cuatro; quizá porque pide un amor y una fe
 que cuentan con unas bases racionales, pero en ningún modo son
 la simple consecuencia de un simple silogismo. Jesús enfrenta a los
 hombres con su persona y se siente tan seguro de si mismo que parece 
molestarle el hecho de tener que ofrecer, además, signos probatorios. 
Y esto desde el primer momento en que llama a los primeros apóstoles. 
Este no centrar su predicación en su persona y el no esforzarse 
especialmente
 en mostrar su poder son ya dos datos absolutamente nuevos en el mundo 
de los grandes líderes de la humanidad. 

Sin embargo, al exponer su mensaje, Jesús hablará inevitablemente
 de si mismo, especialmente cuando tanta relación pone entre la entrada
 en el Reino y la adhesión a él. Pero, aun cuando hable de sí mismo, 
lo hará no como una autodefinición personalista, sino como algo que
 forma parte -y la sustancial- de su mensaje del reino de Dios que llega,
 que ya ha llegado. 

Jesús quiere ser conocido por su mensaje, como mensajero del Reino.
 Así estará para siempre dentro de nuestro corazón. 

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