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martes, 25 de noviembre de 2014

25 de noviembre, día de Santa Catalina de Alejandría


Hoy, 25 de noviembre, conmemoramos a Santa CATALINA de ALEJANDRÍA, Mártir.

SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA (¿287?-¿306?) nació según una versión en Chipre, hija del rey de esa isla, Costo.

Santa Catalina de Alejandría era de origen noble; desde niña se distinguió por su extraordinaria inteligencia y capacidad de argumentación, apoyada en sólidos estudios.

Se cuenta que una noche se le apareció en sueños Jesucristo, quien le ofrecía un anillo de compromiso y se lo insertaba en un dedo.

Al día siguiente, Santa Catalina despertó convencida de que consagraría a Jesús su vida, y a partir de entonces rechazó a todos los que la pretendían.

Corrió la noticia de que el emperador Maximiano estaría en Alejandría, Egipto, con motivo de celebraciones paganas. Santa Catalina se hizo entonces el propósito de acudir hasta donde estuviera el emperador para a base de razonamientos convertirlo al cristianismo.

Y en efecto, así lo hizo. Pero solamente consiguió desatar la ira de Maximiano. El emperador llamó entonces a medio centenar de sabios de su corte para poner a prueba a la joven, pero después de un debate Santa Catalina los convirtió a todos ellos.

Fue tal el enojo de Maximiano, que mandó que los mataran a todos. También le ordenó a Santa Catalina casarse con alguien que él le asignaría, pero Santa Catalina de Alejandría se negó de manera categórica, pues tenía ya un esposo místico.

Lo que siguió fue torturar a Santa Catalina para que abjurara de su fe. Para ello utilizaron un potro de tormentos, pero las ruedas del aparato se rompieron de forma milagrosa cuando quisieron emplearlo con la sabia.

Finalmente, Santa Catalina de Alejandría fue condenada a morir por decapitación, y le cortaron la cabeza con una espada. Fue enterrada en las faldas del Monte Sinaí (se dice que por ángeles que llevaron hasta allá su cuerpo), y su tumba se volvió desde entonces sitio de peregrinación.

En la Edad Media, el culto de Santa Catalina se extendió ampliamente por Europa, llevado por los soldados que regresaban de las Cruzadas.

Esta santa representa de manera ejemplar el tema del matrimonio místico, de importancia en la literatura y el pensamiento medievales. Iconográficamente se le representa con una rueda quebrada, una espada, un libro y una corona.

El patronazgo de Santa Catalina de Alejandría es amplísimo. Además de ser la santa patrona de las solteras, lo es de escuelas superiores, bibliotecas, filósofos, teólogos, eruditos, profesores, estudiantes, oradores, predicadores, abogados, alfareros, barberos, carreteros, cordeleros, fontaneros, hilanderas, molineros, nodrizas, notarios, sastres, torneros, traperos, y de todos los oficios que involucren ruedas.

SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA nos enseña que el don divino de la sabiduría puede darse tanto en varones como en mujeres.



SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA 

VIRGEN Y MÁRTIR




Santa Catalina, mártir, que, según la tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente en el célebre monasterio del monte Sinaí.


Nada sabemos con certeza histórica del lugar y fecha de su nacimiento. La historia nos tiene velado el nombre de sus padres. Los datos de su muerte, según la "passio", son tardíos y están pletóricos de elementos espureos. Por esto, algún historiador ha llegado a pensar que quizá esta santa nunca haya existido. Así, Catalina de Alejandría sería un personaje aleccionador salido de la literatura para ilustrar la vida de los cristianos y estimularles en su fidelidad a la fe. De todos modos es seguro que la fantasía ha rellenado los huecos en el curso del tiempo.


Se la presenta como una joven de extremada belleza y aún mayor inteligencia. Perteneciente a una familia noble. Residente en Alejandría. Versada en los conocimientos filosóficos de la época y buscadora incansable de la verdad. Movida por la fe cristiana, se bautiza. Su vida está enmarcada en el siglo IV, cuando Maximino Daia se ha hecho Augusto del Imperio de Oriente. Sí, le ha tocado compartir el tiempo con este "hombre semibárbaro, fiera salvaje del Danubio, que habían soltado en las cultas ciudades del Oriente", según lo describe el padre Urbel, o, con términos de Lactancio, "el mundo para él era un juguete". Recrimina al emperador su conducta y lo enmudece con sus rectos razonamientos. Enfrentada con los sabios del imperio, descubre sus sofismas e incluso se convierten después de la dialéctica bizantina. Aparece como vencedora en la palestra de la razón y vencida por la fuerza de las armas en el martirio de rueda con cuchillas que llegan a saltar hiriendo a sus propios verdugos y por la espada que corta su cabeza de un tajo.

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