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miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Quiénes están aprovechando el boom del culto a la Santa Muerte?

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El culto a la Santa Muerte


En busca de devotos
Muchos que promueven a la Santa Muerte han visto que este culto puede ser un excelente negocio, por eso algunos se disputan el culto «auténtico» a la Santa Muerte y cada uno de ellos se considera el único autorizado a realizar la así llamada «curación de sus imágenes» o de ser sus verdaderos devotos.
“La Iglesia de la Santa Muerte”
Es la llamada Iglesia Católica Tradicional México – USA, cuyo líder máximo saltó a la fama por haber celebrado la controvertida boda religiosa de Niurka y Bobby Larios, consiguiendo una significativa exposición mediática por la polémica suscitada. Este grupo proselitista pretende tener a su cargo el así llamado «Santuario Nacional del Ángel de la Santa Muerte», aunque no todos los que promueven a la Santa Muerte aceptan su liderazgo.
La vertiente esotérica
Hay que señalar que hay locatarios de los mercados populares donde se hacen “limpias” y otros rituales, los pasajes esotéricos y diversas editoriales que también pelean en esta disputa por los feligreses. Pues bien, cada uno de ellos se considera el más autorizado para señalar los rituales específicos que deben ser realizados, siguiendo las instrucciones que ellos proporcionan «al pie de la letra».
He aquí lo que se lee en una de las revistas más populares que difunden el culto: «Tengo que decirles que también hay personas que no les ha servido este ritual, porque no preparan las cosas como se debe. Aquí en mi local trabajo cada uno de los elementos que utilizo, los preparo de una forma especial que solamente yo sé, es parte de mi éxito al ayudar a las personas. Si alguien lo hace y no resulta, tiene que venir a verme personalmente para que yo lo realice».
Hay otros que dicen que lo importante es la «fe» que cada uno tenga, de manera tal que uno mismo puede diseñar sus propios rituales. Eso sí, para que los rituales sean eficaces, deben adquirir las imágenes y todo lo necesario «exclusivamente con ellos», de otra manera el ritual no surtirá ningún efecto.
Los “santuarios locales”
Actualmente existen diversos santuarios de la Santa Muerte, los más famosos están en el Valle del Mezquital (Hidalgo), en Sombrerete (Zacatecas) y en el Barrio de Tepito (México, D.F.). Además, están surgiendo por aquí y por allá pequeños locales que ostentan también el nombre de “santuarios” de la Santa Muerte. Lo que se observa es que existen algunas personas y grupos muy concretos que tratan de capitalizar en su favor el culto a la «Santísima». Por eso se explica la enorme difusión que tiene este tétrico culto.
El brinco al satanismo
Algunos aprovechan este culto para promover la incursión en el mundo del satanismo y sus prácticas y creencias, representando el máximo alejamiento de Dios y de su Iglesia.
En los diversos encuentros de exorcistas realizados en México, por ejemplo, los sacerdotes católicos que se dedican a este ministerio específico, señalan que muchos casos que han tratado en la última década tienen que ver con el culto a la llamada Santa Muerte.
La conexión con el crimen organizado
El culto a la Santa Muerte es promovido como el culto a una divinidad o entidad espiritual con características muy peculiares en el ámbito de las casas de seguridad de las más variadas bandas y carteles y en los reclusorios mexicanos, como una alternativa a la religión católica, en búsqueda de una religiosidad que legitime las actividades delictivas y “proteja” a quienes se dedican al crimen organizado, tanto de los grupos rivales y del “fuego amigo”, como de la acción del Ejército y las dependencias policiacas.
Se trataría, por tanto, de una divinidad y una religiosidad creadas a la propia medida, sin exigencias de tipo ético y con múltiples formas de culto supersticioso, en convivencia y competencia con otros personajes como Jesús Malverde y afines, considerados protectores o “santos patronos” de la delincuencia organizada.
Conclusión
“A río revuelto, ganancia de pescadores”, dice un conocido refrán. Es lo que está sucediendo con este tétrico culto que parece haber llegado para quedarse. Se trata, sin duda, de un desafío más a la tarea evangelizadora de la Iglesia.
Es una magnífica oportunidad para clarificar conceptos en numerosas creencias y prácticas de la religiosidad popular católica, que ha representado hasta ahora un oportuno caldo de cultivo para la propagación de estas expresiones. Adelante, pues, en esta necesaria tarea.

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