Los
múltiples estilos que han seguido los diversos investigadores de la Psicología se pueden
clasificar en atención a los métodos que han usado en el estudio de los hechos
psicológicos y atendiendo a los temas preferidos. Esos estilos han condicionado
el modo de entender y de orientar la religiosidad y sus manifestaciones. Una
visión general de esas corrientes permitirá situar mejor la acción pedagógica y
catequística respecto a este rasgo general del espíritu humano que es la
religiosidad e indirectamente la fe.
1. Las
corrientes clásicas e históricas
Vamos a llamar a las que identificaron psicología con otras ciencias como la
física o la biología. Herederas de la inquietud psicofísica del XIX trataron de
analizas los hechos en frío, es decir en sí mismo y al margen del ser humano en
que se producen. Dominaron la primera mitad del siglo. Partieron del principio
de que todo hecho psíquico, y la religiosidad entre ellos, debe ser analizada
como hecho original y de forma aislada. Se pueden señalar algunas.
1.1. El Experimentalismo.
Se afirma en 1879 con el laboratorio que, en Leipzig, establece W. Wundt (1832-1920). Los
trabajos psicométricos que realiza completan los que ya otros fisiólogos habían
publicado, como los de W. H.
Weber (1795-1878) en su libro "Sobre
la medida del tacto", o en sus "Elementos de Psicofísica".
El método de Wundt es el experimental, el cual se impone rápidamente entre los
fisiólogos y psicólogos y va a predominar en la primera parte del siglo XX. Es
evidente que esta metodología es poco apta para acceder con ella a los
fenómenos interiores del hombre y de manera especial a los hechos, a las
actitudes y a las disposiciones que tiene que ver con la religiosidad.
Por eso el experimentalismo por lo general suele eludir, y ocasiones negar, el
hecho religioso como algo diferente y original. Y prefiere desarrollarse con los
que tiene directamente una base fisiológica: lo sensorial dependiente del
sistema nervioso, lo caracterial vinculado a las secreciones endocrinas. Con
frecuencia se le acuda a este experimentalismo de asociacionismo y de
materialismo. Y algo de ello hay en realidad.
1.2. El Estructuralismo.
Representado por E.
B. Tichtener (1867-1927), discípulo de W. Wundt, en libros como
intenta analizar los hechos psíquicos en el contexto de las estructuras a las
que pertenecen, superando el reduccionismo del experimentalismo original.
Admite el elemento sensorial de todo hecho de conciencia. Pero afirma la superioridad y la originalidad de la reacción psicológica, como algo diferente de la acción fisiológica, física o biológica. Algunos simpatizantes como R. B. Perry, (1876-1950) en libros como "Naturalismo y Espíritu Humano" o antropólogos como el alemán Kurt Lewin (1890-1947) en "La esctructura de la mente", se desentiende de afirmaciones comprometedoras, al considerar que lo espiritual escapa la ciencia positiva y por lo tanto no debe ocupar el tiempo de los pensadores y de los mismos sociólogos o educadores.
1.3. Psicología
Gestáltica
De similar hechura científica es la corriente germánica llamada del gestaltismo
o configuración dinámica de la mente y de la personalidad (Gestalt, en alemana,
forma, configuración)
Representada por W. Wertheimer (1880-1943), por C. Koffka,(1886-1941) o W. Köhler (1887-1946) prefiere hablar de configuraciones o formas, más que de estructura, implicando en el concepto unas relaciones implícitas y vinculantes para explicar los hechos psíquicos (en alemán Gestalt) para explicar los procesos psíquicos.
El principio que rige sus interpretaciones es que "el todo es más que la suma de las partes". Aunque no se puede explicar el hecho psíquico por la simple acumulación de sensaciones, factores, funciones, reflejos o estímulos, algunos de los promotores, como Köhler, en su libro "La inteligencia de los monos superiores" no fueron capaces de superar el sensorialismo y el asociacionismo, lo que les incapacitaba para una mínima comprensión de los aspectos trascendentes del pensamiento humano.
1.4. El
Funcionalismo,
El funcionalismo radical (función es el resultado de una intersección de variables)
fue iniciado por C. Stumpf (1848-1936), en su obra "Psicología del sonido" y en "Teoría del conocimiento".
En principio se quedó en lo meros análisis de lo sensorial, por su procedencia
del experimentalismo y por su metodología analítica de laboratorio.
Pero pronto se desarrollo en el estilo funcionalista el sentido práctico y abarcaron todos los temas. Algunos de sus promotores o afines, como W. James (1842-1910) en "La voluntad de creer", en "Varias formas de experiencia religiosa" o en "El sentido de la verdad" intentaron descubrir lo que se esconde detrás de las actitudes espirituales.
Otros fueron más directamente a explorar los valores religiosos debido a su objetiva aparición en la vida de las personas. Tal fue el caso de J. Dewey (1859-1952) en estudios como "Esbozo de una teoría crítica de la ética" o en "Naturaleza y conducta humana".
1.5
El Factorialismo.
Fue corriente que se desarrolló al acercarse la mitad del siglo XX y que recogió datos y observaciones anteriores para entender que las facultades humanas no son realidades simples, sino resultados de diversos factores que se entrecruzan e interactúan.
Ch. L. Spearman
(1863-1938), representante con C.L. Burt de la escuela monofactorialista
inglesa y Luis L. Thurstone
(1887-1955), representante de la escuela multifactorialista americana,
reflejaron las dos posturas encontradas respecto a entender las
"capacidades y las aptitudes humanas como resultado de factores.
Spearman asoció la inteligencia a un factor común o general (factor G), en
libros como "La
habilidades de la inteligencia y los principios de la cognición".
Thurstone la entendió "producto" resultante de la actuación
proporcional y desigual de factores (V, N, W, M, E, C...) en libros como "Las aptitudes mentales primarias."
En ambas aptitudes se entiende los religioso como producto confluyente de
factores que intervienen en su gestación (expresividad, comprensión, capacidad
abstractiva, memorización, etc.)
El factorialismo usa procedimientos objetivos y matemáticos para lograr un análisis profundo, completo, cuantitativo y dinámico. Sólo cuando se hallan suficientes técnicas e instrumentos analíticos, se puede conocer lo psicológico. Y por supuesto, lo más sutil, como son los sentimientos éticos, los estéticos y los espirituales, se escapan de la definición factorializada propia de otros elementos humanos como es la inteligencia, el lenguaje, el comportamiento o la sociabilidad.
1.6. La
Reflexología
El desarrollo de la neurología permitió descubrir la estrecha dependencia entre
lo psíquico y la corteza cerebral.
Primero se hizo con sorpresa y casi incredulidad. Luego se fueron desarrollando intensas investigaciones hasta establecer vínculos tan fuertes y condicionantes que ya no es posible analizar fenómenos psicológicos, incluso espirituales, sin entender lo que se registra, combina y se desencadena en las neuronas corticales del hombre.
La identificación de los fenómenos psíquicos con la adquisición de reflejos condicionados y con su ejercitación está apoyada en los trabajos de neurólogos rusos como Ivan P. Pawlow (1849-1946) publicados en conferencias y libros como "Los reflejos condicionados", "La psicología reflexológica" y "Fisiología y psicología". Con Pawlow se desarrolla una línea neurológica importante, del psiquiatra Vladimiro Bechterev (1857-1927), hasta el tardíamente valorado Semonovich Vygotski (1896-1934) con obras como "Desarrollo de los procesos psicológicos superiores" y Alxander Luria (1902-1977) con trabajos como "El cerebro humano y los procesos psicológicos".
Todo hecho psicológico se reduciría entre los reflexólogos a efecto, en definitiva, de interacciones nerviosas. En esta clave es evidente que poco lugar queda para la originalidad de los hechos espirituales y de los aspectos religiosos, salvo en cuanto se asocien a los soportes que les pueden prestar las facultades o potencias tradicionales: inteligencia, sociabilidad, afectividad, fantasía, etc.
En tiempo reciente, B. Skinner (1904-1990), en obras como "Aprendizaje y comportamiento", "Más allá de la libertad y de la dignidad", "Conductismo y sociedad", siguió una línea similar y elude lo religioso por no resultar campo directo y fácil para el análisis experimental.
Sin caer en el biologismo materialista, se origina con la neurología una nueva dimensión psicológica. Se desarrolla una forma de entender los procesos mentales y se los aprecia como resultado de "acondicionamientos" y de los reforzamientos positivos y gratificantes de la conducta humana.
1.7. El
Conductismo
Más biológico incluso que la misma neurología se encamina fácilmente a un
mecanicismo materialista. Esta representado por J. B. Watson (1878-1959) con sus escritos "El Behaviorismo" y "La
conducta: una introducción a la psicología comparada".
Se realiza un duplicado de la reflexología pauloniana, aunque con menos originalidad. Este conductismo (o behaviorismo, con término inglés) interpreta todo hecho psicológico como respuesta suscitada por un estímulo.
El abanico de estímulos que llegan al sistema nervioso genera un código progresivamente organizado y complicado de respuestas, que van desde el movimiento corporal a las mismas acciones superiores: pensamiento, relaciones, amor, elecciones, lenguaje, etc.
Tampoco cabe mucho lo espiritual y lo ético en este esquema mecanicista y se pasa superficialmente sobre sus manifestaciones y sus interrogantes.
2. Vías de renovación
Psicología cálida se puede denominar al conjunto de corrientes que centraron su
interés en la persona que late bajo el hombre. Es decir, la ciencia psicológica
pone en segundo lugar la ciencia y en el primero el hombre su psique
supramaterial y suprabiológica. Es el centro de atención prioritaria de las
corrientes psicológicas de la segunda parte del siglo XX. Se tiende a definir
los hechos psíquicos como manifestaciones de la persona, no como realidades
abstractas.
2.1. Psiconálisis
Especial valor tuvo el método psicoanalítico investigado por el psiquiatra
Freud en la década de los años treinta, pero que cobró amplia difusión después
de la Guerra Mundial
segunda.
El Psicoanálisis, o Psicología analítica del subconsciente, representó
una convulsión en Psiquiatría y en Psicología. No todos los entendieron de la
misma forma y por eso se dispersaron los estilos desde los primeros tiempos.
Segismundo Freud (1856-1939), psiquiatra austriaco de ascendencia judía, con sus intuiciones y sus numerosos escritos al estilo de "Seis ensayos de sexualidad", "Totem y Tabú", "La interpretación de los sueños", marcó desde mitad de siglo una nueva orientación psicológica al valorar el subconsciente humano y la fuerza radical de la tendencia al placer en el hombre, la libido, en sus formas negativas (thanatos) y en suforma positiva (eros). Entre los campos explorados, también estuvo el religioso, entendido como una "neurosis compulsiva", y su manifestación: la idea de Dios como una sublimación de la dependencia paterna; o la moral, como una represión exógena generadora de conflictos.
Sus seguidores en el estilo, aunque no en la interpretación, desarrollaron esta corriente por diversos derroteros.
K. Jung (1875-1961), suizo que se separó de Freud en 1912, inició el psicoanálisis sociologista de Zurich, con libros como "Psicología y religión", "la realidad del alma" o "Los tipos psicológicos".
Y Alfredo Adler (1875-1937), austriaco que dirige el Movimiento de Viena, generó un psicoanálisis más personalista con obras interesantes: "Práctica y teoría de
Las corrientes psicológicas originaron posteriores reviviscencias científicas de signo psicoanalítico de variado tono.
Una de ellas fue la de
Otra fue la línea americana, con Erick Erikson (1902-1994) como mejor exponente. Este psicoanalista combina un moderado freudismo con los procesos de ajuste social de la persona que crece. Se desarrolla su pensamiento en libros como "Infancia y sociedad", "Identidad, juventud y crisis", "Historia personal y circunstancia histórica".
Sigue teniendo intensa resonancia en el terreno de la psicología el llamado "Neopsicoanálisis" o interpretación dinámica de las tensiones profundas que se manifiestan en el hombre y se constituyen en objeto de estudios científicosde singular importancia.
2.2. Creativismo
En la medianía del siglo, el psicólogo de la universidad de Harvard Joy Paul Guilford
(1897-1990) promovió una corriente psicológica y sociológica de tipos
multifactorialista en la conferencia (y en el libro) que con el título
"Creativity" pronunció y publicó en 1950.
En obras posteriores como "La estructura de
2.3. Psicología genética
Al mismo tiempo que se desarrollaba el movimiento creativista, se realizaban
las investigaciones de la filosofía epigenética de Jean Piaget (1896-1980).
Este filósofo y psicólogo y los equipos que con él trabajaron permanentemente
en Suiza, en Francia y en otros lugares elaboraron trabajos sobre psicología
evolutiva que fueron los que más resaltaron en sus investigaciones: "La formación del símbolo en el
niño", "Lenguaje y pensamiento en el niño" y "El nacimiento
de la inteligencia en el niño".
Pero más personales y no menos importantes fueron sus planteamientos más filosóficos sobre la teoría del conocimiento expuesto en sus obras: "La psicología de la inteligencia", "Introducción a la epistemología genética", "Los mecanismos perceptivos". Entre los vacíos que existen en la excelente obra de Piaget no es el menor la ausencia de temas religiosos y de valores espirituales, a los que su orientación no fue muy propicia.
En cierto sentido paralelo a Piaget, y con silencios religiosos más explicables,
puede recordarse al miembro del Partido comunista francés Henri Wallon (1879-1963),
con su clarividente valoración de los mecanismos nerviosos en la configuración
de los hechos psíquicos
Su pensamiento quedó plasmado en múltiples obras como "Psicología del niño", "Los orígenes del carácter en el niño", y "El niño turbulento".
2.4. Personalismo
Surgió como reacción contra el existencialismo demoledor de mediados del
siglo. Fue el pensador Manuel
Mounier (1902-1950) el que lo construyó en su dimensión filosófica
con sus preguntas sobre la personalidad expresadas en sus libros: "Qué es el personalismo",
"Manifiesto al servicio del personalismo" y "Revolución
personalista y comunitaria".
Pero en Psicología se transformó en nueva manera de mirar al hombre como unidad global y no como acumulación de rasgos y facultades.
G. W. Allport (1897-1967) puso en el candelero científico los estudios psicológicos sobre
Desarrolla el personalismo la psicología humanista del psiquiatra Karl Rogers (1902-1980), quien se detiene en el análisis de los posibles desajustes.
En libros como "La psicoterapia centrada en el cliente" o en "Cómo llegar a ser persona", trata a los psicópatas como seres humanos libres a los que hay que ayudar desde su yo a regenerarse, pues son hombres antes que enfermos.
2.5.
Constructivismo
En tiempos recientes se ha resaltado en la psicología el valor y el condicionamiento
de los aprendizajes como modo de desarrollo. Interesa recordar la importancia y
la influencia de las corrientes constructivistas de los "psicólogos del
aprendizaje" de Harvard.
Jerónimo Brunner (n. 1915) en libros como "Hacia una teoría de la instrucción", "Realidades mentales y mundos posibles" o "Acción, pensamiento y lenguaje" ha resaltado el valor de la cultura como condición de desarrollo. En su línea pedagógica han trabajado David Ausubel con su "aprendizaje significativo" Norman Donald con su "teoría de las redes", Joseph Novak con su "aprendizaje autónomo".
2.6. Globalismo
psicológico
En el mapa de las corrientes de renovación hay que situar otros intentos
recientes de teorizar menos y de concebir más caminos prácticos para hacer
actuar a los hombres de forma vital.
Tal vez sea la resonancia de Daniel Goleman con su conocido libro "La inteligencia emocional" uno de los autores afortunados que mejor puede representar ese movimiento de que lo que importa son los hombres y no las teorías que sobre ellos se formulen. Lo decisivo es el ser que vive y aprende con gusto y no la hipótesis de que en la mente hay una red de datos y capacidades que nadie ha visto pero que hay que presuponer para sacar partido de ella.
Los psicólogos más recientes extienden el deseo de que todos, tanto anormales como normales, sean protagonistas de sus actos interiores y exteriores. Intentan reconocer la dignidad humana por encima de todo. Y promocionan una psicología centrada en el hombre, que adquiere cierta resonancia al comenzar el siglo XXI y que tal vez sea la demanda de los próximos decenios.
3. Porvenir y síntesis
Ante tantas corrientes psicológicas del pasado y ante las intuiciones de los
años venideros, es buen tener presente el interrogante de cuál será la próxima
ola de corrientes psicológicas que se otea en el horizonte de la ciencia.
La historia de la ciencia, y con más motivo de las ciencias del hombre como es la Psicología , enseña que
el caminar humano es irregular, inestable y nunca previsible del todo, pero
que se rige siempre por demandas imperiosas, individuales y colectivas, y que
las respuestas sin irrefrenables.
No se puede predecir en este terreno el porvenir con un porcentaje suficiente
de probabilidad. Pero algunos rasgos del hombre caminante de los tiempos
actuales sí hacen posibles ciertas previsiones, en clave de demandas urgentes.
- El hombre desconcertado por la técnica y los nuevos cauces de información y de comunicación, sobredimensionados en los dos últimos decenios, demanda una psicología de la serenidad, de la crítica personal y de los apoyos solidarios. Una corriente vigorosa de "Psicología orientacional" se va a despertar a corto alcance para no prolongar los desconciertos colectivos.
- El hombre víctima de un vacío ético y de un sincretismo religioso desajustante y empobrecedor va a conocer las reacciones de cierto terrorismo intelectual, de integrismos políticos y religiosos, de intentos fallidos de refugiarse en grupos sectarios protectores en apariencia pero explotadores en la realidad. Una "Psicología de reflexión", de defensa ideológica, de rearme moral e intelectual está a punto de nacer con fortaleza.
- El hombre insatisfecho con sus propias conquistas y por el consumo fugaz promovido por la propaganda falaz, anuncia una "psicosociología de la elevación" (del autocontrol, de los ideales, incluso religiosos, que aseguren libertad.
- Ha nacido ya un movimiento globalizador que pone en duda las barreras
raciales, económicas, políticas, incluso religiosas. La "Psicología del ecumenismo"
y de apertura universal está naciendo en soportes como son las ONGs del
desarrollo, las experiencias de servicio abierto, los grupos internacionales.
- El hombre conflictivo, fruto de la distorsión de las culturas, del anarquismo,
de la felicidad del fin de semana, tiene que ser superado por el hombre
pacífico de lo natural (de la familia, de la amistad, de la solidaridad),
estudiado y entendido por una nueva "Psicología
natural".
Por eso se halla tal vez ya en gestación una "nueva corriente de psicología humanista", que da prioridad al hombre concreto sobre la humanidad abstracta, a la construcción interior sobre los alarde del espectáculo, a las palabras clave como trabajo, seguridad, espiritualidad, belleza, amor y paz sobre otras engañosas como progreso, libertad, justicia, igualdad, poder, riqueza, amistad, placer, ciencia, dignidad y felicidad.
3. Historia. Corrientes y etapas
3.1.
Etapas precientíficas
Los tiempos antiguos se caracterizaron por la preferencia que se daba a la
reflexión teórica sobre la interpretación objetiva y sistemática de los hechos
observados apoyándose en datos experimentales o en hecho concreto.
La confianza de los pensadores en el poder de la mente era total y la visión de
la "persona" humana, más que de la "personalidad", se
fundaba en postulados teóricos más que en conclusiones prácticas. Cada uno trataba
de entender al hombre y de interpretar sus inquietudes trascendentes según los
presupuestos mentales que su filosofía le sugería.
Las inquietudes trascendentes se consideraban como sobrenaturales, más que naturales.
3.1.1.
En tiempos antiguos
Lo religioso resultaba indiscutible e innegable. Los griegos y los latinos
fueron más supersticiosos que creyentes. Se purificarían sus creencias al
llegar los tiempos paleocristianos y se volvería a múltiples mitologías en los
medievales.
Las mitologías antiguas, bellas literariamente, absorbieron en todos los
pueblos la visión de la vida humana y tendieron a hacer a los hombres juguetes
de los dioses. Ejemplo es la interpretación mítica de Homero, quien, en la Iliada y la Odisea , hacia el
siglo IX a.C., relataba en unos 20.800 versos hexámetros cómo los protagonistas
Aquiles y Ulises, que se hallan a merced de la voluntad de los habitantes del
Olimpo y actuaban bajo su influencia. Del mismo modo, Hesíodo, en "Las Teogonías" describía
las genealogías divinas y atribuía a cada divinidad, por el pueblo inventada y
por él organizadas en ingeniosas interdependencias y parentescos, una función
peculiar en la tierra y en la vida.
Esas fantasías hacían a los hombres "religiosos", pero evidentemente tendenciosos, temerosos, desconcertados ante el más allá.
3.1.2.
Ruptura de los mitos
El primer escéptico que comienza a vacilar sobre tanta credulidad parece que
fue Tales de Mileto
(624-554), ingeniero que se permitió dudar de la influencia de los dioses en la
tierra y pensó que era preferible explicar la vida del mundo y del cielo por
los hechos y las capacidades humanas de actuar sobre ellos.
Después siguieron su camino en Mileto Anaximandro (610-545) que habló de lo indeterminado (el apeiron) como origen de las cosas; y Anaxímenes (585-524) que concibió a todas las realidades como formadas por el aire y explicables por este elemento invisible.
Son los primeros que se permitieron disentir de lo divino y pretendieron
explicar la vida no por creencias míticas, sino por reflexiones racionales.
- Pitágoras
(576-492 a
C.), influido tal vez por misteriosos secretos de los templos egipcios, habló
del diez, como número sagrado y de la esfera como realidad perfecta. El diez
encierra los cuatro elementos de la naturaleza (fuego, aire, agua, tierra: 1 +
2 + 3 + 4). Y la esfera esconde la perfección divina (pues encierra el punto,
la línea, la superficie y el volumen). Lo perfecto, lo divino, lo exacto
condiciona la vida de los hombres.
- Heráclito de Efeso
(535-465) concibió al ser humano como fruto de la lucha interior, eco de la
exterior, del cambio permanente. Lo miró como fuego, torbellino, fuerza,
guerra, lo cual explica todo lo que existe en la tierra. "Todo
fluye", "la guerra es el padre de todo", "nadie habla dos veces
con la misma persona o se baña en el mismo río". Todo es movimiento. En
el hombre todo es fuerza.
- Parménides de Elea
(540-460), adoptó postura opuesta. Todo queda y permanece, nada cambia, todo es
divino e inmutable. El ser que describe es eterno y permanente. Es divino. Y
con ello todo producto humano es efluvio de la divinidad. Así surge el
panteísmo.
- Anaxágoras de Klazomene
(500-428) asumió posturas intermedias; habló de elementos que se combinan, que
son estables, la homeomerías, pero que se entremezclan y dan las cosas. Y
detrás de esos elementos aparece la idea de una mente ordenadora, de un
"nous" o espíritu divino, que es fuente de la vida.
- Empédocles de
Agrigento (495-435), en sus libros "Sobre la Naturaleza " o "De las Purificaciones",
de quien se dice que se consideraba divino y se arrojó al Etna cuando la ancianidad
le hizo entender que era humano, habló de las cuatro fuentes de la realidad: el
fuego, el aire, el agua y la tierra. Con esta lista de pensadores surgió un
intento no religioso de explicar la vida.
El hombre, al menos el intelectual y el pensador, tomó conciencia de su poder razonador y se dio cuenta de que es él mismo el que crea a sus dioses y el que debe explicar la realidad. Así surgieron las teorías, las opiniones, las ciencias,
Y surgieron los grandes pensadores del siglo V griego, el de Pericles, el de
Fidias, los que marcaron el derrotero del pensamiento de occidente para los
siguientes dos milenios.
- Sócrates de Atenas
(469-399) fue el pensador que supo atraer a la juventud de Atenas con su
discurso sensato y su virtud sincera. Entendió al hombre como un ser terreno
que busca el saber y tiende a comportarse según un espíritu divino (un daimon o
genio interior) que lo rige desde su nacimiento. Terminó condenado a beber la
cicuta por "asebeia", por impiedad, y por ateísmo, ya que enseñaba a
desconfiar de los dioses inventados por los hombres y de los sentidos halagados
por las pasiones.
- Platón (427-399),
persuadido por Sócrates, propondrá en adelante las ideas del maestro condenado.
El hará del Bien, del Amor, de la
Verdad , el centro de sus inquietudes y el motivo de sus
reflexiones. Sospechara que el hombre es un espíritu desterrado del Olimpo,
encadenado en un cuerpo que lo esclaviza, inseguro entre la verdad y el error.
Su dualismo radical considerará al hombre como un pobre espíritu, alma,
sufriendo la prisión de un cuerpo material que le impide llegar a lo más
elevado de la verdad, a lo supremo. En "El
Banquete", el mejor de sus diálogos, y en "La
República ", la mejor de sus utopías que
luego corregirá oportunamente con "Las
Leyes", propone modelos de entender lo que es el hombre y sus
inquietudes. Con sus ideas se mantendrán vivas en la historia las inquietudes
del hombre por la otra vida, la que no se reduce a los sentidos y placeres de
la tierra.
- Aristóteles
(384-322) prefiere ver al hombre con más realismo: como animal social
(anthropon politikon), artífice de sus propias ideas, dueño de su destino,
dependiente de sus sentidos, buscador de la felicidad (eudemonismo).
Pero también lo mira como un espíritu capaz de pensar y de seguir el destino de los dioses. Superará las sospechas de las divinidades mitológicas y hablará de un Ser Supremo, de una divinidad entendida en clave intelectual ("noeseos noesis noeseos", la inteligencia que conoce su propia intelección).
Pero también lo mira como un espíritu capaz de pensar y de seguir el destino de los dioses. Superará las sospechas de las divinidades mitológicas y hablará de un Ser Supremo, de una divinidad entendida en clave intelectual ("noeseos noesis noeseos", la inteligencia que conoce su propia intelección).
- Los sofistas del siglo IV griego se
encargaron de completar el panorama psicológico y filosófico. Protágoras de Abdera
(481-401) resaltó la cara humanista del hombre: "Es la medida de todas las cosas, de
las que son y de las que nos son." Gorgias de Leonthinos
(483-375) resaltó el escepticismo del conocimiento humano: "Nada existe; si existe no podemos conocerlo;
si conocemos algo no lo podemos comunicar". En lo corporal, el
gran Hipócrates de Cos
(460-377), el médico y biólogo más representativo de los griegos, vio al
hombre como un organismo vivo cuyo equilibro depende de la armonía de los
humores y con infravaloración de su dimensión espiritual y trascendente. Epicuro de Samos (341-270)
explicará lo importante que es el placer: el corporal, el social, el estético,
el espiritual. Y Zenón de
Citium (336-264) se pondrá en una actitud opuesta defendiendo un
"estoicismo" o indiferencia (epojé) superadora.
- Cuando llegan los pensadores romanos Marco
T. Cicerón (106-43), Lucio
A. Séneca (4-65 d. C.) o el médico Claudio Galeno (130-200), casi no harán otra
cosa que aplicar las teorías de los griegos y explicar la vida y el pensamiento
de los hombres forma más social y, sobre todo, utilitaria. Mirarán su
"persona" como el resultado de la unión del "pneuma", o espíritu,
y del "soma", o "cuerpo".
- Al terminar el período greco-romano, Plotino
(203-269), que nació en Licópolis de Egipto y enseñó en Roma a partir del 243,
dejó perfilada en sus 54 obras (Las
Eneadas) una visión dualista del hombre, formado de cuerpo y alma;
y afirmo que el espíritu es divino y sólo puede producir acciones divinas, El
cuerpo es freno terreno y sólo puede estorbar al espíritu. Y hará del alma un
"eon" o ser divino emanado de una divinidad suprema de la que se
engendró la realidad total.
3.1.3. Tiempos patrísticos.
Con la estructura grecolatina, y muy poco con
ideas venidas de Oriente, los cristianos nacidos de un kerigma y de un carisma
transformadores, construyeron también su pensamiento original y propio sobre el
hombre y sobre su capacidad par pensar y amar. Resaltaron su vocación divina y
su capacidad para trascender la vida presente.
El período cristiano fue decisivo para entender como piensa, siente, quiere,
vive el hombre y como se comporta bajo los impulsos según como se forme y se
discipline en sus facultades. Se puede afirmar con contundencia que fue el
pensamiento antropológico y psicológico que triunfó en Occidente el hizo mirar
con nuevos ojos a la humanidad.
Lo común del pensamiento paleocristiano es entender al hombre (sus facultades y sus operaciones) como ser singular, libre, inteligente, superior a los animales, doble en su composición radical.
- Los primeros grandes pensadores cristianos, como San Clemente de Alejandría (150-217), Orígenes (185-253)
y Tertuliano (260-320), hablarán del hombre como un ser luchador,
espiritual, trascendente, social, pecador y redimido, pero siempre sometido a
la influencia y al peso de su cuerpo material, que es preciso dominar para
superar el mal.
- Los pensadores del siglo IV serán los más sistemáticos y profundos psicólogos
por su experiencia sobre el hombre: S.
Jerónimo (340-420) con su "Carta
a Leta", S.
Juan Crisóstomo (344-407) con sus "Homilías", San Basilio (371-425) con su "Carta a los jóvenes sobre los autores
paganos".
- S. Agustín
(354-430) planteará en sus escritos antropológicos, "Las Confesiones", "Sobre la
vida feliz", "Sobre la inmortalidad del alma", "Sobre el
libre albedrío' "Sobre el Maestro", etc. una Antropología
y una Psicología que serán definitivas en muchos aspectos en la historia del pensamiento
no sólo cristiano, sino filosófico o social. El hombre, para este singular
Obispo de Hipona es libre y ha nacido para Dios.
1.2. Los tiempos
medievales
En la Edad Media
centro su atención en las cuestiones teológicos (sobre Dios y la Iglesia ) más que en las
antropológicas (visión del hombre). Pero los grandes pensadores que surgieron
en los nuevos pueblos bárbaros no fueron menos brillantes que sus predecesores.
- Boecio
(480-525), en su libro "Sobre
el consuelo de la Filosofía ",
será el que abra el pensamiento a los nuevos pueblos y el que ofrezca una visión
consoladora sobre el valor hombre cuando es bueno y el riesgo de corrupción del
pecador y del violento.
- Y en estos pueblos surgirán pensadores como
Isidoro de Sevilla
(570-636), educador de los Visigodos de la península Ibérica, con tratados como
"Las Etimologías,
o Alcuino de York
(730-804), consejero de francos en "La
razón del alma", los cuales centran sus estudios sobre el
hombre, individual y socialmente considerado, y lo contemplan como protagonista
de su propia vida.
- La reflexión antropológica se vuelve creativa y profunda cuando llegan las
dialécticas de la
Escolástica.
Unas veces se actúa con sentido polémico, como en el caso del inquieto y
enamoradizo Pedro Abelardo
(1079-1142), que tanto se preocupa de la conciencia en su tratado "Del sí y del no".
Y en ocasiones se orientarán las interpretaciones por las vías místicas y
subjetivas, como en San
Bernardo de Claraval (1096-1153), organizador de la vida religiosa
del Císter. A veces son las sabías observaciones de San Anselmo de Canterbury (1033-1109) en el
"Proslogium" y en
"Sobre la verdadera religión" y ocasiones fluya le vena
mística, como en San Buenaventura
(1217-1274), con sus teorías sobre la iluminación del "Itinerario de la mente hacia
Dios".
- Síntesis geniales logran los grandes maestros del siglo XIII, en el momento
de esplendor de la
Escolástica : S.
Alberto Magno (1200-1280), con sus luminosas concepciones en "De la unidad de la inteligencia"
en que tanta claridad ofrece sobre la naturaleza humana y animal; Sto. Tomás de Aquino
(1225-1274), con su visión realista en la "Suma
Teológica", el más influyente de los escritos cristianos de
todos los tiempos.
- El pensamiento cristiano medieval será deudor de los excelentes escritores
árabes, como Averroes de
Córdoba (1126-1198), que en sus "Comentarios
a Aristóteles" ensalza la importancia de la mente humana; o
como el médico Avicena
o Ibn Sina (980-1037) que, en su "Libro
de la Curación ",
hace al cuerpo la fuente del actuar del alma.
- Al final de los tiempos medievales es cuando
el conocimiento del hombre ha avanzado tanto que se pueden hacer estudios tan
completos y hermosos como los de Guillermo
de Occam (1300-1350) sobre la intuición y sobre la ley moral, en su
libro "Suma de la Lógica "; y
los de Raimundo Lulio
(1235-1315), incansable escritor de temas psicológicos, con su "Doctrina Pueril", verdadero
manual de psicología, o su novela "Blanquerna",
tratado hermoso de sociología y de pedagogía cristiana
3.1.4. Los tiempos modernos
En el Renacimiento es la puerta de la modernidad. Se vuelve la atención a la
visión moral y convivencial del hombre. Las ciudades y las nuevas relaciones
sociales y políticas reclaman la elaboración de nuevas teorías sobre el
hombre.
-
Figuras de la talla de Erasmo
de Rotterdam (1467-1536) reclaman en sus libros, como en "El Elogio de la locura",
mayor espíritu crítico ante la realidad de la vida y ante las instituciones.
- Surgen las utopías sobre el hombre como ser dinámico, tales como la de Sto. Tomás Moro
(1480-1535), titulada "La Utopía "; o
la de Tomás Campanella
(1568-1639), "La Ciudad del Sol"; e incluso "La Docta ignorancia", de Nicolás de Cusa
(1401-1461).
Se escriben programas de vida como "El
Príncie", de Nicolás
Maquiavelo (1467-1527); y surgen estudios profundos y vitales, como
los del genial Luis Vives
(1512-1540), que llevan por título, "Sobre
la enseñanza de las disciplinas" o "Sobre el alma y la vida" o
"Sobre la educación de
la mujer cristiana".
Y se perfilan finos análisis de temas vitales, como "Los Ensayos", del liberal Miguel de Montaigne
(1533-1592). Y se elaboran tratados verdaderos de Psicología sistemática, como "El examen de ingenios",
de Juan Huarte de San Juan
(1530-1581) y exploraciones biológicas, como las del médico Teofrastro Paracelso (1493-1541).
- Hasta se renueva la visión del hombre con nuevos métodos para analizar la
realidad en la que vive, como hace Francisco
Bacon de Verulam (1561-1626), quien, en su "Nuevo Organo de las ciencias", anuncia
ya concepciones audaces.
3.1.5. . Los
tiempos racionalistas
El racionalismo del siglo XVII y el naturalismo del siglo XVIII serán la cumbre
de esa etapa de renovación. Se multiplican pensadores que vuelve
insistentemente la atención propia y el interés ajeno sobre el la razón y el
sentimiento, sobre las ciencias la naturaleza, sobre las leyes de la vida.
3.1.5.1. Revolución cartesiana
Los tiempos humanistas prepararon la visión nueva sobre dos ejes: la razón y la
naturaleza. La primera dominará en el Continente. La segunda será centro de
atención en el núcleo sajón. Surge la visión global del hombre desde sus
productos individuales y colectivos.
- La
reacción antiescolástica y antihumanista, que representa Renato Descartes
(1596-1650), es el punto de partida. En sus libros: "Tratado de las pasiones del alma"
y "Reglas para el discernimiento de los espíritus" ahonda
su aguda distinción entre la "sustancia extensa" o material y la
"sustancia cogitans" o racional.
- Ni el misticismo de Blas
Pascal (1623-1662) en sus "Pensamientos"
ni el pesimismo de Tomás
Hobbes (1588-1679) en sus "Elementos
de Filosofía" o en su crítica "Leviathan" desdicen de cualquier
manual de psicología actual.
- Será Guillermo
Leibniz (1646-1716), gran matemático que también escribe sobre
psicología, por ejemplo su obra "Nuevo
ensayo sobre el entendimiento humano", el que más aplique a la
vida humana el racionalismo de Descartes.
En las Islas Británicas nace también un gran afán por estudiar lo humano y lo
social: Juan Locke
(1632-1704) construye un sistema de psicología empirista en sus obras "Ensayo sobre el entendimiento
humano" y en "Algunos
pensamientos sobre educación". Y su seguidor David Hume
(1711-1776), en su estudio "Tratado
sobre la naturaleza humana", lleva más lejos sus afirmación
sobre las fuerzas vitales del hombre.
3.1.5.2. .
Enciclopedismo y razón
El estudio sistemático y renovador del hombre se extrema en los Enciclopedistas
franceses. F. M. Arouet o
Voltaire (1694-1778) representa la corriente crítica y mordaz de
este movimiento.
E. B. de Condillac
(1715-1780) se expresa, en su "Tratado
de las sensaciones", con exagerado sensorialismo; y J. O. La Mettrie
(1709-1751), en su obra "El
hombre máquina", incurre en el más grosero mecanicismo.
Es el oportunista J. J. Rousseau
(1712-1778), quien con su novela pedagógica "El
Emilio", o con sus teorías sociales del "El Contrato social",
quien hace volver la atención sobre lo que vale el sentimiento, el impulso, la
pasión, lo que él llama "la naturaleza". Su postura suscita una
enorme preocupación por el estudio de cada hombre particular, al hacer del niño
el centro de sus reflexiones y condicionar la vida adulta a las condiciones en
las que el niño se forme y desarrolle.
Paralela a esas corrientes
de los "ilustrados" aparece una línea psicológica racional, crítica
y filosófica. Viene representada por la figura de Manuel Kant (1724-1804) influyente por su
rigor científico y sus esquemas lógicos de nuevo cuño. Es el comienzo de una
psicología "apriorística", "formal", integrada en un
importante soporte filosófico. La expone Kant en "Crítica de la razón pura"
en donde formula el planteamiento de la inteligencia y de sus estadios
configurativos de las ideas perfectas (el estético trascendental, el analítico
trascendental y el dialéctico). Ante la oscuridad del planteamiento tiene que
desarrollar el esquema en la "Crítica
de la razón práctica" y en sus dimensiones sociales en "La metafísica de las costumbres"
o en "Sobre la paz
perpetua", para terminar con algunas aplicaciones en sus
escritos menores como en su "Tratado
de Pedagogía".
La psicología de Kant es más filosofía
que estricta antropología, pero sus planteamientos pedagógicos derivados de su
esquema del conocimiento crítico resultó muy influyente en los estudiosos
posteriores sobre los problemas del conocimiento y las actividades sociales del
hombre.
4. Psicología
en los tiempos dialécticos
La ciencia del siglo XIX se caracterizó por su arrogancia: despreciaba lo
anterior como ingenuo, se consideraba definitiva por su originalidad, se
extendía a todos los campos del saber, era dogmática por sus afirmaciones, se
emancipó definitivamente de cualquier autoridad divina y humana que no fuera el
prestigio de sus promotores.
En lo relativo al estudio del hombre siguió los criterios de la Ilustración , que no
eran otros que los del "Dictionnaire
reaisonés des siences, des arts et de métiers", vulgarmente
llamado Enciclopedia, generadora del racionalismo integral, del secularismo y
del idealismo absoluto.
4.1. Psicología
científica
Por eso se considero la psicología como una ciencia autónoma, rigurosa, basa en
los hechos demostrables y no en las reflexiones personales. Se miró todo lo
anterior como consideraciones morales. Es decir la Psicología se hizo
positiva y experimental de forma exagerada.
Contribuyeron a ellos las actitudes filosóficas del positivismo de Augusto Comte (1789-1857)
en obras como "Discursos
sobre el espíritu positivo", los gustos pragmáticos de los
utilitaristas como John
Stuart Mill (1806-1883) en pubicaciones como "Sobre la libertad" o
"El utilitarismo", en las metodologías dialécticos de G. F. Hegel (1770- 1831),
con su "Fenomenología
del Espíritu" o "La Ciencia de la Lógica ", y
en la inquietud antropológica de Karl
Darwin (1809-1882), en libros como "El origen del hombre". Los
estudios sistemáticos y profundos sobre el hombre, a partir de los datos
objetivos y no sólo de consideraciones intuitivas, se divulgaron ampliamente en
Europa.
Se siguieron cultivando estudios literarios, como los de H. Pestalozzi (1746-1827), por ejemplo "Cómo Gertrudis enseña a sus hijos" o también "Veladas de un solitario". Se escribieron análisis vibrantes sobre las razas, como los "Discursos a la nación alemana" de J. G. Fichte (1762-1814), que publicó "Fundamentos de la teoría de la ciencia".
Y se formularon consideraciones románticas y brillantes como las F. G. Schelling
(1775-1854) en "Filosofía
de la religión, "El alma del mundo" o "El yo como principio de la Filosofía ".
Y algunos filósofos como Federico Schiller (1759-1805) en sus "Cartas sobre la educación estética o "Sobre la elegancia y la dignidad", y Federico Scheleiermacher (1768-1834) "Proyecto de un sistema ético", o "Lecciones de Estética".
Pero surgieron los trabajos estrictamente de psicología, en forma de pedagogía
o de sociología, entre los que se pueden citar las figuras clásicas en los
inicios de la psicología experimental.
- J. F. Froebel (1782-1852) en "La educación el hombre" o en sus "Escritos de Pedagogía."
- J. F. Herbart
(1776-1841) es uno de los más originales organizadores de la Ciencia psicológica, con
su "Tratado de
Psicología" o su "La Psicología como ciencia".
Da orientación práctica a los conocimientos científicos, sobre todo ahonda el
concepto de "formación humana" en su libro "Pedagogía General derivada del fin de la
educación".
- La dimensión naturalista aparece en F.
E. Beneke (1798-1854), quien escribe un "Tratado de psicología considerada como ciencia natural".
En él promociona las demostraciones independientes de la reflexión y establece
leyes y criterios básicos de actuación psicológica.
- Cierta orientación social y comparativa aparece en P. Natorp (1854-1924) en
su libro "Psicología
social". Y un profundo rigor objetivo reclama F. Brentano (1838-1917),
cuando escribe " La Psicología desde el punto de vista
científico" o también su obra "Clasificación de los hechos psíquicos"
4.2. Psicología
experimental
Surgieron incluso los laboratorios de antropometría, como fueron el de Leipzig
en 1789, el primero considerado como iniciador de los experimentos psicológico
dirigido por Guilermo Wundt (1832-1920) que escribió obras en este sentido:
"Elementos de
Psicología fisiológica" o "Psicología de los pueblos".
Y también nació en 1884 el Laboratorio de antropometría de Londres, de Francisco Galton
(1822-1911) surgido en 1884. Esa inquietud por la experimentación hace que se
divulguen los experimentos.
El esquema lo había dado el
fisiólogo clásico francés Claudio
Bernard (1813-1878) al trazar el itinerario de cualquier trabajo
científico experimental y admisible en el los ámbitos de cualquier ciencia:
hipótesis, documentación, tabulación, comparación, comprobación, divulgación.
Pero los experimentos se multiplicarán a lo largo del siglo. Sikorsy en 1879 trabajaba
ya sobre la fatiga escolar en Rusia; Santely
Hall en 1883 exploraba las sensaciones en Baltimore y Jaime Catell (1860-1944) en
1890 iniciaba los "tests" como forma preferente de medir los hechos
psíquicos también en EE.UU. Teodoro
Ribot (1839 1916) y
Alfredo Binet (1857-1911) iniciaban en Francia la Psicología moderna.
G. T. Fechner
(1801-1887), en su libro "Elementos
de Psicofísica"; y Th.
Ribot (1839-1916), en su obra "La
herencia psicológica", resaltaron el valor de la exploración
psicológica objetiva como camino para construir la ciencia del hombre. Con
ellos se potenció la medida como criterio; y la conclusión rigurosa se aprecia
como fuente exclusiva de afirmaciones científicas.
La Ciencia
de hombre entró, casi sin advertirlo, en la órbita de las grandes ciencias
físicas, naturales, médicas, matemáticas, sociales o económicas, que requieren
datos demostrables para llegar a conclusiones ciertas.
El nacimiento de esa Psicología científica rigurosa se debió sin duda a
diversos factores:
- A la influencia de tantos científicos que no se contentaban con afirmaciones generales, sino que requerían demostraciones objetivas y experimentales.
- Al elevado número de filósofos y sociólogos que, sin llamarse psicólogos todavía, trabajaron y escribieron sobre temas psicológicos estrictos.
- A la creciente preocupación que se desarrolló al final del siglo por el
hombre individual y colectivamente considerado.
El siglo XIX terminó con gran preocupación por los problemas psicológicos, en su dimensión psicofísica (sensaciones, reacciones, medidas, experimentos) y en su dimensión humana (causas, facultades, relaciones interiores).
Y el siglo XX será ya muy psicocéntrico. Una excesiva valoración de la psicometría colectiva tenderá a hacer cauces a la nueva psicología: la de la inteligencia, la de la personalidad, la de la creatividad, la de la sociabilidad. Se observará cierto desconcierto de los datos que ya no dice todo lo que hay en el fondo del hombre. Y por eso triunfarán corrientes psicoanalíticas como compensación de la afición que existe a explicar todos los hechos psíquicos por la neurobiología y la endocrinología. Serán tan abundantes los estilos, formas o corrientes psicológicas que convertirán
5. Los valores
religiosos
Queda el interrogante de los que supuso en esa carrera vertiginosa de
desarrollo psicológico el campo religioso y todo el conjunto de aspectos que le
configuran y que le hacen original.
No es evidentemente fácil tratar los espiritual: ideas religiosas, sentimientos éticos o espirituales, credulidad, espiritualidad, fe, virtud, sentido de la trascendencia , como se hace con lo demás.
Pero es evidentemente que contribuyo a introducir en el esquema científico la dismitificación religiosa que provocaron los adversarios, a veces patológicos, de todo lo que significara creencias:
F. Nietsche (1844-1900) en "Humano, demasiado humano" y Luis Feuerbach (1804-1872) en "La esencia del cristianismo" son dos ejemplos de obsesivos anticristianos de bello estilo y de influencias fuertes e innegables.
Federico Strauss
(1802-1874), en "La fe
antigua y la fe moderna" hacía una historia tendenciosa de los
dogmas cristianos y en "La
vida de Jesús para el pueblo alemán", opuesta a la "Vida de Jesús, de José Ernesto Renán
(1823-1892) que se había divulgado para los franceses.
Los misterios cristianos se dejaron aparte, reservados para las conciencias y para las creencias. Pero los sentimientos, los conceptos, las relaciones, sobre todo la actitudes morales y las preferencias de cultos o las prácticas religiosas se comenzaron a mirar como desafíos científicos que había que morar con lupa y se sometieron a las exploraciones y a los contrastes de opinión que tanto apasionaban a los psicólogos experimentales (autodenominados científicos), sobre todo si alardeaban de incredulidad.
En general el siglo XIX estuvo muy lejos de diferencia fe de credulidad,
religiosidad de superstición, amor divino de afectividad humana, ética de
moral. La perspectiva que permite la historia permite hoy asegurar que fue un
beneficio que también el terreno religiosa se sometiera a los devaneos
(aciertos y errores, discusiones bizantinas y exploraciones en profundidad) para
que, al menos en el terreno de la pedagogía y de la catequesis, se comenzará a
dar importancia a la religiosidad sana, a diferenciar el rito del culto y
explorar los itinerarios por los que la fe ingenua del niño egocéntrico y
animista se convierte en disposición solida de adhesión al misterio divino
presentado por los mensajeros y los lenguajes humanos.
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