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miércoles, 24 de septiembre de 2014

NUESTROS HIJOS ADOLESCENTES



La llegada a la adolescencia de los hijos puede ser causa de desasosiego, incluso de conflictos, en no pocos hogares. Partiendo de que la responsabilidad de la educación corresponde a los padres es obvio que también es suya la autoridad. Afirmado esto, intentemos ayudarles con algunas ideas, que no son más que consejos, cada uno sabe lo que ocurre en su casa mejor que nadie.

SE HACEN MAYORES…

No resultan fáciles, en muchos casos, las relaciones de los padres con sus hijos adolescentes. Los muchachos van despertando a la vida y descubren una parte importante de su identidad como es la necesidad de ser más independientes y  resolver los asuntos que les afectan mientras notan una falta de conocimientos y de experiencias para hacerles frente. Necesitan el consejo pero, por otra parte, no quieren ser mandados. De ahí sus expresiones o gestos de rebeldía contra los que quieren ayudarles, que ellos toman como una manipulación, incluso como autoritarismo.
También los padres, en bastantes ocasiones, denotan una falta de tacto, quizás por no tener una visión correcta de la situación o por un excesivo cariño proteccionista. Tenemos que darnos cuenta de que van creciendo y adoptar tácticas distintas a las que utilizábamos cuando eran unos niños. Nos gustaría, por su bien, colocar en su cerebro un disco duro como el nuestro lleno de experiencias y, como no es posible, se las queremos comunicar continuamente llegando, incluso, a prevenir lo que van a hacer en cosas que todavía no se han puesto sobre la mesa.
No pretendo meterme con los progenitores, bastante tienen con afrontar esa tremenda crisis de valores en la que se desenvuelve la vida de sus hijos que, en mi opinión, es bastante más grave que la económica que tanto nos preocupa en estos momentos. Lo primero que se me ocurre, aunque sea una obviedad, es aconsejarles que se den cuenta que nuestras queridas criaturas crecen y no sólo en estatura y peso. Si a esto añadimos un recuerdo a cuando nosotros teníamos su edad podremos tener unos buenos apoyos para actuar.
          Quisiera comentar brevemente qué características fundamentales presenta, para mí, ese paso a la adolescencia. Como ya he comentado en otros artículos cuando llegan a esa época, siempre con carácter general, salen de su individualismo y se relacionan más y mejor con el entorno. También es la época en la que toman conciencia de la palabracomprometerse, apeteciéndoles adquirir ciertas responsabilidades de diversas formas. La autoridad debe imponérseles por el razonamiento, pero no se debe dejar de ejercer en los casos, que pueden darse, en los que no la acepten. Especial atención se debe poner en orientarles en esos compromisos de todo tipo que les gusta adquirir, evitando que recorran caminos inadecuados en los diversos aspectos de la vida. Hay que hacerle ver que nuestra lucha es por su futuro, que al nuestro ya hemos llegado y que si lo hacemos, no sin esfuerzo y contra lo que ellos opinan, es porque les deseamos lo mejor.
Podemos quejarnos, en muchos casos con fundados motivos,  de que el adolescente que nos ha tocado educar presenta actitudes que no facilitan las cosas, además, que el ambiente fuera de casa no nos ayuda mucho. De acuerdo pero también tendríamos que analizar cómo es la nuestra, pues tal vez no hayamos asimilado que ha crecido y ha dado un paso adelante en su interior, que ya no es aquél niño abierto a papá y mamá y reclama parcelas de intimidad, también necesita ver que confiamos en él, detestando el ser sometido a un seguimiento rayando en el espionaje. Ese crecimiento ya no es compatible con una autoridad impuesta porque sí y hay que empezar a razonar con él. Tendrá que hacer lo que decidan los padres pero hay que hacerla compatible con el diálogo.
AL PRINCIPIO…
Perdonadme un desvío en el camino que traemos para abordar un asunto que considero importante. Se trata de los comienzos de la educación.  Sabemos que la educación de los hijos empieza desde muy pequeños pero,  ¿lo tenemos en cuenta? Muchas veces los problemas que salen en la adolescencia tiene su origen en los años de la infancia, otras no pero los cimientos en la construcción de un ser humano son tan fundamentales como los de una casa. Ya sabéis las consecuencias de edificar sobre arena o sobre roca, viene en el Evangelio, y vale lo mismo para la construcción de un ser humano como para un edificio, la diferencia es la importancia o la visión de futuro que tenemos al acometerlo.
Puede ocurrir y ocurre que aun  poniendo buenos principios, las cosas se nos tuerzan, son los riesgos de la libertad del joven pero habremos cumplido con la obligación y queda buscar otras soluciones.
Retomemos el camino y sigamos tratando de nuestros adolescentes. Los tenemos que formar para que se integren en ese mundo, nada fácil, que les espera. Una tarea de gran importancia y en la que somos insustituibles, además de ser los responsables. Podremos apoyarnos en el colegio, tutores, parroquia, etc. pero deben ser siempre eso, apoyos. Esa responsabilidad aconseja, mejor diría obliga, a que los padres tomen ciertas actitudes que les ayuden a manejar los instrumentos para sacar del adolescente lo mejor que llevan dentro. No me vale la respuesta sobre que me falta paciencia, ando agobiado de cosas, incluso que esto es un arte que no poseo. Disculpas, como otras muchas que podrían manifestarse, que manifiestan unos deseos de evadirse de una tarea no fácil pero de la que los padres son responsables, como vengo repitiendo  a lo largo de este escrito.
Ser educador exige una capacitación y ciertas cualidades, no cabe duda, pero lo primero, dado por supuesto el cariño hacia el educando, es el tiempo, en cantidad o en calidad según las circunstancias de unos y otros. Esa dedicación temporal debería repartirse en tres facetas, formación e información, conversaciones entre los padres y diálogo con el adolescente, veamos brevemente cada una de ellas:
FORMACIÓN E INFORMACIÓN
Muchas veces ocurre que dedicamos un tiempo importante a formarnos profesionalmente, que está muy bien, pero no buscamos el tiempo necesario para otra formación necesaria como es la de ser padres. Por desgracia suele suceder algo parecido con la formación religiosa. Ambas cosas suelen quedar para después, luego, nunca o casi nunca.
Reconozco que la vida no es fácil, las exigencias profesionales muchas, los gastos de una familia numerosos, sobre todo si tiene abundantes miembros. Reconocido esto no es menos cierto que la paternidad requiere una dedicación en este terreno formativo para tener la capacitación adecuada. No hay que esperar a que lleguen los problemas, sino hay que saber cómo se puede evitar que lleguen. La participación en cursos o charlas sobre el matrimonio, la familia y los hijos son un buen camino. Otro que, además de complementarlas son las lecturas de buenas publicaciones especializadas que tienen la ventaja de poder adaptarlas a nuestro ritmo de vida, incluso dedicándoles poco tiempo en cantidad pero sí en frecuencia, haciéndola prácticamente a diario o dedicando un espacio mayor los días no laborables.
He escrito junto con el tema formativo el informativo y con éste último quiero referirme a una cosa que parece sencilla y normal, pero que falla: Los padres deben estar al corriente de lo que pasa con sus hijos adolescentes. Para conocerlo el camino es observarle y hablar con él, así como con las personas que tiene a cargo su educación en el centro escolar, catequesis y otros lugares donde se forme en cualquier actividad.
CONVERSACIONES ENTRE LOS PADRES
Segunda cuestión importante es hablar de los hijos y, en el caso de un adolescente más. Los padres deben tratar frecuentemente sobre todo aquello que tiene relación con él para ir de común acuerdo en las decisiones y actitudes a tomar. Es necesario adoptar posturas en comúnpara llevarlas a cabo bien para corregir sus fallos, como para animarle en las cosas positivas. Es fundamental que vayan los dos en la misma dirección porque de lo contrario se produce un desconcierto que puede afectar al hijo, incluso lo puede utilizar como válvula de escape a los proyectos de sus progenitores. Hay casos en que el propio adolescente es quien busca el enfrentamiento entre éstos para obtener ventajas en su propio interés. Si los padres no hablan entre ellos por cualquier circunstancia, el asunto fácilmente no irá bien y para hablar hay, en primer lugar, que buscar ocasiones y eso se traduce en tiempo.
DIÁLOGO CON EL ADOLESCENTE
La comunicación entre padres e hijos adolescentes puede verse afectada por dificultades de diversa índole pero a las que se debe hacer frente para intentar resolverlas, sobre todo por parte de los primeros a los que se supone ser la parte madura de la familia.
Las formas destempladas no ayudan a mejorar al muchacho/a y hacen perder autoridad moral a los padres. Hay que fomentar la convivencia y el trato frecuente con los hijos, tanto de forma conjunta con todos, como en ratos de diálogo individualizado. A medida que crecen es importante pedirle opinión en asuntos relacionados con la familia, esto ayudará a que se involucren, se abran al diálogo y, dejando por sentado que no les corresponde la decisión final, siempre servirá para facilitar la confianza mutua.Hay una frase que puede resumir la actitud a adoptar, muchos síes en lo secundario y pocos noes y reservados para temas fundamentales.
Reconozco que no es fácil porque son muchas las influencias externas que les afectan y no pocas tratan de desprestigiar la autoridad en la familia y tener la posibilidad de sustituirles de manejar a los hijos. De ahí la necesidad de ser amigos de ellos  hablar de todo con calma. Otra vez más nos encontramos con la necesidad de buscar tiempo.
Para finalizar permítanme un consejo, no se olviden de rezar, Dios le encargó de unas criaturas a las que creó con todo su Amor y no les dejará solos. Viene a mi memoria una frase que, como hijo mayor de una familia numerosa, me dijo alguna vez mi padre hablándome de mis hermanos que ya iban creciendo y tomando sus decisiones, Ahora le hablo más a Dios de tus hermanos que a ellos de Dios.

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