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miércoles, 24 de septiembre de 2014

No toméis nada para el camino





Lucas 9, 1-6. Tiempo Ordinario. Poner toda mi confianza en Dios y no en mis propios recursos.
No toméis nada para el camino
No toméis nada para el camino
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 1-6

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

Oración introductoria

Señor, quiero ponerme en camino para predicar tu Reino con mi testimonio de vida. Inicio poniendo en tus manos mi intención y te pido, en esta oración, que me concedas un corazón generoso y seguro de su misión, para la cual sólo necesito de tu gracia.

Petición

Jesús, dame tu gracia para ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor.

Meditación del Papa Francisco

El Reino de Dios es un regalo. Desde el inicio de la comunidad cristiana, esta actitud ha sido sometida a la tentación de buscar la fuerza en otro lugar que no fuera en la gratuidad, mientras que nuestra fuerza es la gratuidad del evangelio. Siempre, en la Iglesia, ha habido esta tentación. Y esto crea un poco de confusión, pues el anuncio parece ser proselitismo, y de esa manera no va. El Señor nos ha invitado a predicar, no a hacer proselitismo. La Iglesia crece no por proselitismo, sino por atracción. Y esta atracción viene del testimonio de aquellos que desde la gratuidad anuncian la gratuidad de la salvación.
Todo es gracia. Todo. ¿Y cuáles son las señales de cuando un apóstol vive esta gratuidad? Hay muchos, en primer lugar, la pobreza. El anuncio del evangelio debe ir por el camino de la pobreza. El testimonio de esta pobreza: no tengo riquezas, mi riqueza es solamente el don que he recibido, Dios. Esta gratuidad: ¡esta es nuestra riqueza! Y esta pobreza nos salva de convertirnos en organizadores, empresarios... Se deben llevar a cabo las obras de la Iglesia, y algunas son un poco complicadas; pero con corazón de pobreza, no con corazón de inversionista o de un empresario, ¿no? (Cf. S.S. Francisco, 11 de junio de 2013, homilía en Santa Marta) .

Reflexión

¿Qué se necesita para predicar el Evangelio? Conocerlo. Nada más.

Vamos, pues, a descubrir dos lecciones que se esconden en este pasaje de san Lucas.

La primera es la profunda fe que debe tener el enviado a proclamar el Reino de Dios. Debe poner toda su confianza en Dios y no en sus propios recursos, sabiduría, medios técnicos, etc. Y esa fe exige también el desapego de las comodidades y la esperanza de que Dios proveerá todo aquello que necesite el apóstol para cumplir con su labor.

La segunda enseñanza va dirigida a los fieles que acogen al misionero, sacerdote o religiosa que viene de parte de Dios. Porque si ellos han entregado su vida, su tiempo y su esfuerzo para darnos a conocer lo más importante, ¿cómo vamos a despedirles sin darles ni siquiera de comer?

Jesús nos invita a atender las necesidades materiales de la Iglesia. Por ejemplo, ¿sabes cuántos seminaristas se están formando actualmente? ¿Y cómo lo harán para pagarse los estudios, la alimentación, el vestido, etc? Sería muy triste que un joven dejase casa, familia y amigos para abrazar la vocación sacerdotal y luego no tuviese medios para completar su formación.

Es buen momento para reflexionar en todo lo que nos da la Iglesia y ver qué aportamos nosotros a cambio.

Propósito

Acercar a Cristo, con mi oración y atención, a quien esté pasando por la enfermedad.

Diálogo con Cristo 

Señor, el mundo necesita apóstoles santos. La persona «moderna» se caracteriza por su insensibilidad e indiferencia ante las necesidades de los demás. Por eso confío en que esta oración me ayude a pasar mi vida haciendo el bien, pensando bien, hablando bien y dando no sólo lo que tengo, sino sobre todo, lo que soy, con sencillez y generosidad.



miércoles 24 Septiembre 2014

Miércoles de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario

Nuestra Señora de la Merced

Leer el comentario del Evangelio por
Papa Francisco: “Fueron de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia”

Proverbios 30,5-9.
Toda palabra de Dios es acrisolada, Dios es un escudo para el que se refugia en él.
No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y seas tenido por mentiroso.
Hay dos cosas que yo te pido, no me la niegues antes que muera:
aleja de mí la falsedad y la mentira; no me des ni pobreza ni riqueza, dame la ración necesaria,
no sea que, al sentirme satisfecho, reniegue y diga: "¿Quién es el Señor?", o que, siendo pobre, me ponga a robar y atente contra el nombre de mi Dios.

Salmo 119(118),29.72.89.101.104.163.
Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.

Para mí vale más la ley de tus labios
que todo el oro y la plata.

Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.

Yo aparto mis pies del mal camino,
para cumplir tu palabra.

Tus preceptos me hacen comprender:
por eso aborrezco el camino de la mentira.

Odio y aborrezco la mentira;
en cambio, amo tu ley.




Lucas 9,1-6.
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,
diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.
Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.
Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Papa Francisco
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” § 181-183 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

“Fueron de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia”

El mandato [de Cristo] es: «Id por todo el mundo, anunciad la Buena Noticia a toda la creación» (Mc 16,15), porque «toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Toda la creación quiere decir también todos los aspectos de la vida humana […]. Las enseñanzas de la Iglesia sobre situaciones contingentes están sujetas a mayores o nuevos desarrollos y pueden ser objeto de discusión, pero no podemos evitar ser concretos […]. Los Pastores, acogiendo los aportes de las distintas ciencias, tienen derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano.

Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas «para que las disfrutemos» (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar «especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común» (S. Juan Pablo II).

Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.

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