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domingo, 3 de agosto de 2014

La multiplicación de los panes

Mateo 14, 13-21. Tiempo Ordinario. ¿Sabes cuál es el secreto del éxito? ¡Todo depende de en manos de quién está el asunto!
 
La multiplicación de los panes
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo: "Traédmelos". Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente: Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Oración introductoria

Señor, concédeme estar a la escucha de lo que quieres transmitirme en esta oración. Te ofrezco los talentos que me has regalado para que los multipliques y los transformes en medios para crecer en el amor.

Petición

Jesús, dame la gracia de saberme desprender de aquello que puede hacer bien a los demás.

Meditación del Papa Francisco

Cuando los apóstoles le dijeron a Jesús que las personas que habían llegado a escuchar sus palabras estaban hambrientas, los incitó a ir a buscar alimentos y siendo pobres, estos no encontraron otra cosa que cinco panes y dos peces, pero con la gracia de Dios llegaron a alimentar a una multitud de personas, recogiendo incluso los restos y logrando así a evitar cualquier descarte.
La parábola de la multiplicación de los panes y los peces nos enseña justamente esto: que si existe voluntad lo que tenemos no termina e incluso sobra y no debe ser desechado.
Por lo tanto queridos hermanos y hermanas les invito hacer lugar en nuestro corazón a esta urgencia, respetando este derecho dado por Dios a todos de tener acceso a una alimentación adecuada. (Cf S.S. Francisco, 10 de diciembre de 2013, homilía en Santa Marta).

Reflexión

Un amigo mío me envió un mensaje titulado: "¿En manos de quién?", y decía así: "¡Todo depende de en manos de quién está el asunto! Una pelota de basketball en mis manos vale unos 19 dólares, pero en las manos de Michael Jordan vale alrededor de 3.000.000 de dólares. Una raqueta de tenis en mis manos no sirve para nada, pero en manos de Novak Đoković, significa el campeonato en Wimbledon. Una honda en mis manos es un juego de niños, pero en manos de David es el arma de la victoria del Pueblo de Dios. Cinco panes y dos peces en mis manos son un par de sandwiches de pescado, pero en manos de Jesús son el alimento para miles... ¡Todo depende de en manos de quién está el asunto!"

Este mensaje me pareció sumamente adecuado para el tema de nuestra reflexión de hoy: lo más importante de todo es, en efecto, en manos de quién está el asunto, porque ¡allí está la clave del verdadero éxito!

El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesucristo en la ribera del mar de Galilea, rodeado de una enorme muchedumbre de toda la comarca. Lo seguían anhelantes de escuchar su palabra. Jesús, en su predicación, les habla del Reino de los cielos, y pasan las horas sin que la gente se dé cuenta. Estaban todos pendientes de su boca. Hacia media tarde sus apóstoles lo interrumpen para decirle que ya es muy tarde y que despida a la gente para que se vaya a las aldeas vecinas y se compre algo de comer. Y Jesús, con un cierto tono de ironía: "No hace falta que se vayan –les responde–. Dadles vosotros de comer". Si eran sus invitados, también serían sus comensales; y no los iba a despedir en ayunas. Pero esa respuesta, sin duda, los dejó aún más confundidos... ¿Cómo iban a hacerlo? Ni doscientos denarios de pan –doscientos dólares, diríamos hoy– alcanzarían para que a cada uno le tocara un pedacito... Un muchacho de la multitud ofrece a Andrés, el hermano de Simón Pedro, todo lo que traía en su lonchera: cinco panes y dos peces. Pero eso, ¿qué era para tantos? ¡Una cantidad sumamente irrisoria! ¡No era nada!

Pero fíjate bien, lector amigo, que es aquí cuando interviene Jesús y comienza a realizarse el maravilloso milagro de la multiplicación de los panes que todos conocemos... ¿Qué fue lo que pasó? Dos cosas, aparentemente bien sencillas, pero prodigiosas y decisivas: primera, que el muchacho ofreciera toda su “despensa”, que no era casi nada; y segunda, que la pusiera en manos de Jesús. Y ya sabemos qué pasó a continuación: se saciaron cinco mil hombres con cinco panes –sin contar mujeres y niños, nos dice el evangelista– y llenaron doce canastos con los pedazos que sobraron.

¿Cómo era posible? ¡Eran sólo cinco panes y dos peces! ¡Era una insignificancia, claro! Es absolutamente evidente la desproporción tan abismal entre los medios materiales que se tienen a disposición y los efectos que logra nuestro Señor. Sí. Pero para realizar el milagro fueron necesarios esos cinco panes y esos dos peces. Sin ellos tal vez no habría sucedido nada. Y el Señor quiere contar con eso para realizar sus prodigios.

Monseñor Francois-Xavier Van Thuan, Obispo vietnamita que pasó trece años en la cárcel bajo el régimen comunista durante la dura persecución religiosa en su país, escribió varios libros con hermosos y conmovedores testimonios personales de ese período de su vida. Uno de ellos se titula precisamente "Cinco panes y dos peces". Y allí él trata de resumir en unas cuantas pinceladas las experiencias espirituales más fuertes de su cautiverio. "Yo hago – nos confiesa con sencillez– como el muchacho del Evangelio que da a Jesús los cinco panes y dos peces: eso no es nada para una multitud de miles de personas, pero es todo lo que tengo. Jesús hará el resto".

¡Aquí está la primera parte del secreto del éxito!: Darle a Jesús TODO lo que somos y tenemos. No importa que no sea casi nada, o prácticamente nada. Lo importante es dárselo porque Él quiere contar con esa nada para hacer sus obras. Y la segunda parte del secreto es ponerlo en SUS MANOS. Y Él se encarga de todo lo demás.

Propósito

Sé generoso y magnánimo con Dios y con los demás: da de ti mismo, no seas egoísta ni tacaño. Da de tus bienes materiales y espirituales, comparte tu tiempo y tus cosas con los demás; pero, sobre todo, dónate a ti mismo a tu prójimo: ¡no importa que sólo tengas cinco panes y dos peces! Pon todos tus proyectos, tus inquietudes, tus preocupaciones, tus miedos, tus deseos, tus sueños, tu familia, tus relaciones, tu "todo" EN MANOS DE DIOS, pues sabemos que "¡todo depende de en manos de quién está el asunto!". 



domingo 03 Agosto 2014

Decimooctavo Domingo del tiempo ordinario

Beato Agustín Kazotic

Leer el comentario del Evangelio por
San Atanasio : “Un lugar desierto y solitario”

Isaías 55,1-3.
Así habla el Señor:
¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos,
y el que no tenga dinero, venga también!
Coman gratuitamente su ración de trigo,
y sin pagar, tomen vino y leche.
¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta
y sus ganancias, en algo que no sacia?
Háganme caso, y comerán buena comida,
se deleitarán con sabrosos manjares.
Presten atención y vengan a mí,
escuchen bien y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna,
obra de mi inquebrantable amor a David.

Salmo 145(144),8-9.15-16.17-18.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

Los ojos de todos esperan en ti,
y tú les das la comida a su tiempo;
abres tu mano y colmas de favores
a todos los vivientes.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.



San Pablo a los Romanos 8,35.37-39.
Hermanos:
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales,
ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Mateo 14,13-21.
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos".
Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos".
Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
"Tráiganmelos aquí", les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría, doctor de la Iglesia, Padre de la Iglesia Oriental
Carta Pascual nº 24

“Un lugar desierto y solitario”

Cada uno de los santos debió evitar "la vía ancha y espaciosa" (Mt 7,13), para permanecer sólo, aparte, y allí, vivir en la virtud: Elías, Eliseo, Jacob […] El desierto y el abandono de los tumultos de la vida le proporcionan al hombre la amistad de Dios; así Abraham, cuando salió del país de los caldeos, fue llamado"amigo de Dios" (Jc 2,23). El gran Moisés también, en el momento de su salida del país de Egipto […] habló con Dios cara a cara, fue salvado de las manos de sus enemigos y atravesó el desierto. Todos ellos son la imagen de la salida de las tinieblas hacia la luz admirable, y de la subida hacia la ciudad que está al cielo (He 11,16), la prefiguración de la verdadera felicidad y de la fiesta eterna.

En cuanto a nosotros, tenemos cerca de nosotros la realidad que sombras y símbolos anunciaban, quiero decir la imagen del Padre, nuestro Señor Jesucristo (Cuello 2,17; 1,15). Si lo recibimos como alimento en todo tiempo, y si marcamos con su sangre las puertas de nuestras almas, seremos liberados de los trabajos del Faraón y sus inspectores (Ex 12,7; 5,6s). […] Ahora hemos encontrado el camino para pasar de la tierra al cielo… En otro tiempo, a través de Moisés, el Señor precedía a los hijos de Israel en una columna de fuego y de nubarrón; ahora, él mismo nos llama diciendo: "Si alguien tiene sed, que venga a mí y que beba; del que cree en mí, brotarán ríos de agua viva que saltarán hasta la vida eterna" (Jn 7,37s).

Qué cada uno se prepare pues con un deseo ardiente para ir a esta fiesta; que escuche al Salvador llamarlo, porque es él quien nos consuela a todos y cada uno en particular. El que tenga hambre que acuda a Él: Él es el verdadero pan (Jn 6,32). El que tenga sed que venga: Él es la fuente de agua viva (Jn 4,10). Que el enfermo venga a Él: es el Verbo, la Palabra de Dios, que cura a los enfermos. Si alguien está agobiado por el peso del pecado y se arrepiente, que se refugie en sus pies: Él es el descanso y el puerto de la salvación. Que el pecador tenga confianza, porque dijo: "venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré” (Mt 11,28).

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