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martes, 8 de julio de 2014

Aspectos importantes a tener en cuenta sobre el hesicasmo y la oración de Jesús



 


Ícono del Cristo Orante - Capilla del Eremitorio, Monasterio del Cristo Orante

Aspectos importantes a tener en cuenta sobre el hesicasmo y la oración de Jesús



Ayudados con textos de valiosos autores intentaremos aclarar algunos puntos que consideramos importantes sobre el hesicasmo y la oración de Jesús.


1-    ¿A qué llamamos hesicasmo [1]?

“El hesicasmo es una forma cristiana de vivir la vida espiritual que hunde sus raíces en los primeros eremitas que se asentaron en los desiertos de Egipto y Siria durante el siglo IV. Un autor define el hesicasmo como un sistema espiritual de orientación esencialmente contemplativa que encuentra la perfección del hombre en la unión con Dios mediante la oración continua [2]. Se le defina como se le defina, el hesicasmo no debe limitarse únicamente a la recitación de la Oración de Jesús, junto con la técnica respiratoria, la postura sedente, etc. Es verdad que en el siglo XIV el renacimiento del hesicasmo en el Monte Athos centró la atención en estas técnicas, pero los rasgos esenciales de esta espiritualidad se desarrollaron mucho antes y se concibieron como un entero modo de vida en Cristo diseñado por cristianos totalmente comprometidos que se esforzaban en los desiertos físicos, por centrarse completamente en una entrega amorosa a la Trinidad que mora en nosotros.  A partir de esta espiritualidad del desierto, el hesicasmo evolucionó al recibir diversas influencias de autores espirituales.” [3]

“En líneas generales se pueden distinguir cinco períodos generales [en la evolución del hesicasmo]: 1) el tiempo de los Padres del desierto; 2) la “escuela sinaítica”; 3) la tendencia de Simeón el Nuevo Teólogo; 4) el hesicasmo athonita; 5) el movimiento “filocálico” de los tiempos más recientes.”

“Si para los monjes el verdadero padre es Antonio, para los hesicastas es Arsenio, que, después de haber dejado el palacio imperial, convertido en anacoreta oyó una voz del cielo que le decía: “Arsenio, huye, calla, permanece tranquilo (hesixaze)”. El ideal que él encarna es recomendado por numerosos monjes de la época patrística.”

“También la espiritualidad de los autores sinaíticos de los siglos VI y VII (Nilo, Juan Clímaco, Hesiquio, Filoteo) se concentra en la custodia del corazón o de los pensamientos en vista de la oración mental. La importancia del pensamiento para el estado del corazón es mejor analizado por ellos que por sus predecesores.”

“Los sinaítas habían predicado las ventajas de la hesychia como preparación a latheoría o “visión” de Dios. Ahora bien, si el Reino de Dios está verdaderamente en el corazón, piensa Simeón el Nuevo Teólogo (+ 1022), nosotros debemos tener conciencia de él. […]”

“En el siglo XIV un Sinaíta, Gregorio, descendió de su montaña para la conquista espiritual del Athos y de los monasterios griegos, balcánicos y rusos. Aunque a su llegada al monte Athos no encontrase más que tres monjes que tenían algunas nociones de oración mental, más tarde reuniría discípulos tan numerosos e influyentes que habría de hacer triunfar muy pronto su doctrina: el renacimiento del ideal hesicasta de la pura contemplación. La “oración de Jesús” era aconsejada con una insistencia del todo particular y su práctica fue acompañada pronto de una verdadera técnica psicosomática. La descripción detallada de esta técnica está registrada en Nicéforo el Hesicasta, así como en Gregorio Sinaíta y en el Pseudo Simeón, que son sus más antiguos teóricos conocidos. La difusión del método da lugar a una viva controversia. Choca con los sentimientos de un humanista, el ítalo-griego Barlaam de Seminaria, llamado el Calabrés (+ 1348). Pero Gregorio Pálamas, futuro arzobispo de Tesalónica (+ 1348), entonces monje del Athos, emprendió la defensa de los hesicastas e introdujo esta oración en su síntesis teológica.”

“Al final del siglo XVIII, después de tres siglos de adormecimiento, la Iglesia de Grecia conoció un renacimiento espiritual cuyos principales artífices fueron los autores de la Filocalia. Este “movimiento filocálico” produce sus frutos, sobre todo en los monasterios de Rumania y de Rusia, cuya piedad fue profundamente marcada por Paisij Velickovskij (+ 1794).”

“Se puede también hablar de un neohesicasmo en época reciente, debido a numerosas ediciones y traducciones en lenguas occidentales de la Filocalia y de losRelatos sinceros de un peregrino ruso a su padre espiritual.”

“Se ve en esta visión panorámica que el hesicasmo es un gran movimiento espiritual que atraviesa toda la historia de la espiritualidad oriental. Los hesicastas dedicaban su vida a la oración; a ellos se deben numerosos escritos sobre la oración, de la que tratan todos los aspectos.” [4]

Para encontrar una breve reseña histórica del hesicasmo y de la oración de Jesús se pueden leer los siguientes artículos ya publicados en nuestro blog:


2-    Oliver Clement. La Filocalia


4-    Elizabeth Bher Siguel. La oración de Jesús. 


2-    Aclaraciones sobre el  método psicofísico en la práctica de la oración de Jesús

“Los hesicastas agregan [a la repetición de la Oración de Jesús] un método físico con el fin de mantener la atención. Una cierta actitud corporal es recomendada a veces: la cabeza inclinada, el mentón apoyado sobre el pecho, los ojos fijos sobre el lugar del corazón. Es necesario al mismo tiempo regular con cuidado la respiración, a fin de ritmarla con la Oración. Esos métodos son descriptos por primera vez en una obra titulada: “Los tres métodos de oración y atención” y atribuida a San Simeón el Nuevo Teólogo (siglo XI) aunque seguramente no le pertenezca. El autor es probablemente Nicéforo el Solitario (siglo XIV) y es muy posible que describa una práctica ya bien establecida en esa época.”

“En muchos pasajes de la antología de Teófano el Recluso e Ignacio Brianchaninov se refieren a esta técnica respiratoria. Cuando la mencionan es, sin embargo, casi siempre con una cierta desaprobación y evitan cuidadosamente hacer una descripción detallada. Esta reticencia desilusiona a muchos lectores occidentales que ven en el hesicasmo una especie de yoga. Lo que ha atraído hacia la Oración de Jesús a muchos no ortodoxos en el curso de los últimos años, y lo que más les fascina, son precisamente esos ejercicios físicos. Esa manera de entender la oración interior no habría sido aprobada ciertamente por Teófano y por Ignacio, que consideraban muy peligrosos el uso indiscriminado de ejercicios respiratorios.”

“Para apreciar en su justo valor el lugar que ocupa el método físico, es necesario tener claro tres puntos esenciales:”

“En primer lugar, los ejercicios respiratorios no son más que un accesorio, una ayuda para el recogimiento, útil para algunos pero no obligatorios para todos. No constituyen, de ningún modo, un elemento esencial de la oración, que puede ser practicada en toda su plenitud sin ellos.”

“Además, esos ejercicios deben ser utilizados con la mayor discreción, pues pueden ser peligrosos si se los realiza mal. En sí mismos, descansan sobre un principio teológico perfectamente seguro y sólido – la unidad del compuesto humano constituído por el cuerpo y el alma-, y  sobre el hecho de que, por consiguiente, el cuerpo tiene un papel positivo que jugar en la obra de la oración. Sin embargo, si tales técnicas son mal empleadas, pueden arruinar la salud e incluso llevar a la locura, tal como algunos lo han constatado recientemente para su desdicha. Esta es la razón por la cual los autores ortodoxos insisten en que aquellos que practican dichos métodos se coloquen bajo la dirección constante de un director espiritual experimentado. En ausencia de starets (e incluso en los países ortodoxos existen pocos que tengan la experiencia requerida), es mejor practicar la Oración en sí misma, sin preocuparse por técnicas somáticas. Según el obispo Ignacio: “Es necesario no intentar practicar esa técnica mecánica, a menos que ella se establezca por sí misma… El método mecánico es ventajosamente reemplazado por una repetición apacible de la Oración; es necesario hacer una breve pausa entre cada invocación, la respiración debe ser calma y apacible, y el intelecto debe estar encerrado en las palabras de la Oración.”

“Finalmente, la práctica de la Oración de Jesús, con o sin la técnica respiratoria, presupone una pertenencia plena y activa a la Iglesia. […] la Oración de Jesús no nos dispensa de las obligaciones normales de la vida cristiana. Teófano y los demás autores suponen que sus lectores son cristianos admitidos en la Iglesia por el bautismo, asistiendo regularmente a la liturgia, confesándose y comulgando frecuentemente. Si dicen poco sobre este tema, no es porque lo consideran sin importancia, sino porque están persuadidos de que cualquiera que se proponga practicar la Oración de Jesús, conoce ya la enseñanza de la Iglesia.” [5]

“Las diferentes técnicas descriptas por los Padres: sentarse, hacer postraciones y las otras técnicas que se usan recitando esta oración, no convienen a todos; son incluso peligrosas si no se tiene una dirección espiritual. Es mejor no  intentar utilizarlas. El único método indispensable para todos, es permanecer con la atención en el corazón. Todo lo demás es accesorio y no conduce a lo esencial. […]”

“La esencia de la oración consiste en permanecer establecido en el recuerdo de Dios y marchar en su presencia. Podéis decir cualquier cosa. Seguid el método que queráis, recitad la Oración de Jesús, haced inclinaciones y postraciones, id a la Iglesia, haced lo que queráis; solamente, recordad constantemente a Dios. […]”

“Es particularmente importante comprender que la oración es siempre un don de Dios, de otro modo se correría el riesgo de confundir el don de la gracia con cualquier otra realización proveniente de nosotros.”
Teófano el Recluso

Sobre este tema recomendamos leer el excelente artículo de Elizabeth Bher Siguel:Uso y mal uso de la oración de Jesús.

Para aquellos que deseen iniciarse en la práctica de la oración de Jesús recomendamos empezar leyendo los siguientes artículos:

1- Un Monje de la Iglesia de Oriente: La práctica de la oración de Jesús

2- Un Monje de la Iglesia de Oriente: La invocación del Nombre como camino espiritual.
3- Un Monje de la Iglesia de Oriente: ¿Cómo transfigurar la vida con la oración de Jesús?
4- Un Monje de la Iglesia de Oriente: El Nombre de Jesús como Eucaristía
5- Un Monje de la Iglesia de Oriente: La oración de Jesús y la vida trinitaria
6- Un Monje de la Iglesia de Oriente: El Nombre y la plenitud total



3-    ¿Qué es el corazón para los Padres del Oriente cristiano?

“Teófano y otros autores, distinguen en el hombre tres elementos: el cuerpo, el alma y el espíritu, que Teófano describe así: “El cuerpo […] provisto de alma viviente. En esta alma se ha insuflado un espíritu, el espíritu de Dios, destinado a conocerlo, glorificarlo, buscarlo y a gustar y encontrar alegría en Él. El alma es el principio fundamental de vida […] Sin embargo, mientras que el alma existe ante todo sobre el plano natural, el espíritu nos pone en contacto con el orden de las realidades divinas. Es la facultad más elevada del hombre y la que nos hace aptos para entrar en comunión con Dios.[…]”

“Fuera de esos tres elementos: el espíritu, el alma y el cuerpo, hay otro aspecto de la naturaleza humana que permanece por afuera de esta clasificación tripartita: el corazón. El término corazón tiene una importancia muy particular en la doctrina ortodoxa sobre el hombre. Cuando, en Occidente, se habla del corazón, se entiende por ello las emociones y los afectos; pero en la Biblia como en la mayoría de los libros ascéticos de la Iglesia ortodoxa, el corazón tiene una significación mucho más rica: es el órgano principal del ser humano, físico y espiritual. Es el centro de la vida, el principio determinante de todas las actividades y todas sus aspiraciones. El corazón incluye igualmente las emociones y los afectos, pero significa mucho más; abraza todo lo que constituye lo que nosotros llamamos una “persona”.”

“Las homilías de San Macario desarrollan esta noción del corazón: “El corazón gobierna todo el organismo corporal y reina sobre él, y cuando la gracia posee al corazón, ella gobierna todos los miembros y todos los pensamientos, pues es en el corazón que se encuentra el intelecto y todos los pensamientos del alma, así como sus deseos. Por su intermedio, la gracia penetra igualmente todos los miembros del cuerpo. El corazón es de una profundidad insondable. Podemos encontrar allí, salas de recepción y dormitorios, puertas y portales, numerosas piezas y pasajes. Se encuentra allí el taller de la justicia tanto como el de la maldad. La muerte y la vida están en él… El corazón es el palacio de Cristo, es allí donde Cristo, nuestro Rey, viene a tomar su reposo con los ángeles y los santos. En él permanece, lo recorre y establece su Reino. El corazón  no es más que un pequeño navío y, sin embargo, allí se encuentran leones, dragones, criaturas venenosas y todos los refinamientos de la maldad. Los senderos rugosos y ásperos y los abismos abiertos. Pero también están Dios y los ángeles, la Vida y el Reino, la Luz y los apóstoles, la ciudad celeste y los tesoros de la gracia. Todo está allí.””

“Así comprendido, resulta claro que el corazón no se confunde con ninguno de los tres elementos constitutivos del hombre, el cuerpo, el alma o el espíritu, pero que, sin embargo, está ligado a cada uno de los tres.” [6]

Para profundizar sobre la noción de “corazón” se puede leer el siguiente artículo ya publicado de Tomás Spidlík sj. La Mística del Corazón




4-    ¿Es lo mismo la oración de Jesús que las técnicas yoga? ¿La repetición de la oración de Jesús es lo mismo que los mantras de otras religiones?  ¿La acción de repetir la oración de Jesús tiene un efecto mágico?

“Actualmente, en Occidente, existe determinada tendencia a objetivar esta oración, a asimilarla a los métodos tomados de los orientales no cristianos (como el dhikrmusulmán, el japa-yoga hindú, el nembutsu japonés), en resumen, a aislarla de su contexto eclesial y ascético: el del hesicasmo.” [7]

“El punto esencial de la Oración de Jesús no es el hecho de la repetición en sí misma, no es cómo nos sentamos o como respiramos, sino a quién hablamos; y en este caso las palabras están dirigidas de modo inequívoco al Salvador Encarnado Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María.”

“La existencia de una técnica física en conexión con la Oración de Jesús no debería cegarnos respecto al verdadero carácter de la Oración. La Oración de Jesús no es sólo un mecanismo para ayudarnos a concentrarnos o a relajarnos. No es simplemente una parte de «yoga cristiano», un tipo de «meditación trascendental », o un «mantra cristiano», aunque alguien haya tratado incluso de interpretarlo de esta manera. Es, por el contrario, una invocación dirigida específicamente a otra persona –a Dios hecho hombre, Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor personal. La Oración de Jesús, por lo tanto, es mucho más que una técnica o método aislado. Existe dentro de un cierto contexto, y si separa de ese contexto pierde su verdadero significado.”

“El contexto de la Oración de Jesús es, primero de todo, un contexto de fe. La Invocación del Nombre presupone que el que dice la Oración cree en Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador. Detrás de la repetición de un grupo de palabras debe existir una fe viva en el Señor Jesús –en quién es Él y en lo que ha hecho por mí personalmente. Quizás la fe en muchos de nosotros es muy indecisa y vacilante; quizás coexiste con la duda; quizás nos encontramos a menudo obligados a gritar acompañados del padre del niño endemoniado: «¡Creo, pero ayuda a mi poca fe!» (Mc 9, 24). Pero al menos debería haber algún deseo de creer; al menos debería haber, en medio de toda la incertidumbre, una pizca de amor por el Jesús a quien hasta ahora conocemos tan imperfectamente.”

“En segundo lugar, el contexto de la Oración de Jesús es un contexto de comunidad. No invocamos al Nombre como individuos separados, confiando exclusivamente en nuestros propios recursos interiores, sino como miembros de la comunidad de la Iglesia. Escritores como San Barsanufio, San Gregorio el Sinaíta o el Obispo Teófano daban por sentado que aquellos a quienes ellos recomendaban la Oración de Jesús eran cristianos bautizados, que participaban con regularidad en la vida sacramental de la Iglesia por medio de la Confesión y la Santa Comunión. Ni por un momento se imaginaron la Invocación del Nombre como un sustituto de los sacramentos, sino que suponían que cualquiera que la usara sería un miembro practicante y comulgante de la Iglesia. Todavía hoy, en esta época actual de curiosidad inquieta y desintegración eclesiástica, de hecho hay muchos que usan la Oración de Jesús sin pertenecer a ninguna Iglesia, posiblemente sin tener una fe clara ni en el Señor Jesús ni en nada más. ¿Debemos condenarlos? ¿Debemos prohibirles el uso de la Oración? Seguramente no, siempre que estén buscando sinceramente la Fuente de la Vida. Jesús no condenó a nadie excepto a los hipócritas. Pero, con toda humildad y muy conscientes de nuestra propia infidelidad, estamos obligados a considerar la situación de tales personas como anómala, y de advertirles de este hecho.” [8]

“¡La oración de Jesús no es un talismán! Nada en las palabras de la Oración, ni en su recitado, puede, por sí mismo, dar fruto.[…]”

“La oración de Jesús es como cualquier otra oración. Si es más poderosa que ninguna otra es, únicamente, en virtud del nombre de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Pero es necesario invocar ese nombre con una fe total y sin hesitación, con una certidumbre profunda de la proximidad de Dios, sabiendo que él ve, que él entiende, que él escucha con extrema atención nuestra demanda y que se mantiene listo para responder a ella y acordarnos lo que buscamos. […]”

“La oración de Jesús no es un talismán. Su poder proviene de nuestra fe en el Señor, y de una unión profunda de nuestro espíritu y de nuestro corazón con él. Si estamos en disposición, la invocación del nombre de Jesús será verdaderamente eficaz; pero la simple repetición de las palabras no significa absolutamente nada.”
Teófano el Recluso.


5-    ¿Podemos o nos corresponde a nosotros cristianos occidentales, de rito latino, conocer e intentar vivir algo de la riqueza espiritual del oriente cristiano?

En Orientale Lumen,  Juan Pablo II,  nos marcaba la importancia de defender el significado de las tradiciones orientales para toda la Iglesia y nos hace un llamado a trabajar y buscar la unión entre los cristianos de oriente y occidente.

“La venerable y antigua tradición de las Iglesias orientales forma parte integrante del patrimonio de la Iglesia de Cristo, la primera necesidad que tienen los católicos consiste en conocerla para poderse alimentar de ella y favorecer, cada uno en la medida de sus posibilidades, el proceso de la unidad.” (n 1)

Nos escribía sobre la necesidad de que los hijos de la Iglesia católica de tradición latina puedan conocer con plenitud el tesoro de la tradición ortodoxa.

“Estamos llamados a mostrar con palabras y gestos de hoy las inmensas riquezas que nuestras Iglesias conservan en los cofres de sus tradiciones” (n 4)

Gracias a este tesoro: “podemos dar una respuesta cristiana más completa a las expectativas de los hombres y mujeres de hoy”. (n 5)

“Creo que una manera importante de crecer en la comprensión recíproca y en la unidad consiste precisamente en mejorar nuestro conocimiento recíproco. Los hijos de la Iglesia católica ya conocen los caminos que la Santa Sede ha señalado para que puedan alcanzar ese objetivo: conocer la liturgia de las Iglesias de Oriente; profundizar el conocimiento de las tradiciones espirituales de los Padres y de los Doctores del Oriente cristiano; tomar ejemplo de las Iglesias de Oriente para la inculturación del mensaje del Evangelio; combatir las tensiones entre Latinos y Orientales e impulsar el diálogo entre Católicos y Ortodoxos; formar en instituciones especializadas para el Oriente cristiano a teólogos, liturgistas, historiadores y canonistas que puedan difundir, a su vez, el conocimiento de las Iglesias de Oriente; ofrecer en los seminarios y en las facultades teológicas una enseñanza adecuada sobre esas materias, sobre todo para los futuros sacerdotes. Son directrices siempre muy válidas, en las que deseo insistir con particular fuerza.” (n 24)

En este ir creciendo en la comprensión y conocimiento de las tradiciones espirituales del Oriente cristiano debemos ser conscientes que:

“La tradición oriental implica un modo de acoger, comprender y vivir la fe en el Señor Jesucristo (…) El cristiano oriental tiene un modo propio de sentir y comprender (…) un modo original de vivir su relación con el Salvador.” (n 5)

La tradición oriental nos enseña a entender la vida espiritual como un proceso de divinización (theosis), de participación en la vida divina, en la cual el poder del Espíritu va deificando al hombre, lo va transfigurando e inaugurando el Reino de Dios en esta tierra.

“Se encomienda encarecidamente que los católicos se acerquen con mayor frecuencia a estas riquezas espirituales de los padre orientales que elevan a todos los hombres a la contemplación de lo divino”. (n 8)

Algunos elementos que caracterizan la espiritualidad monástica del Oriente Cristiano:

En el Oriente, todos los estados de vida (laicos, sacerdotes y monjes) hacen referencia al monaquismo. “El monaquismo no se ha contemplado solo como una condición aparte, propia de una clase de cristianos, sino sobre todo como el punto de referencia para todos los bautizados, en la medida de los dones que el Señor ha ofrecido a cada uno, presentándose como una síntesis emblemática del cristianismo.” (n 9)

1-    “El monaquismo, de modo particular, revela que la vida está suspendida entre dos cumbres: la Palabra de Dios y la Eucaristía:

La Palabra de Dios es el punto de partida del monje, una Palabra que llama, que invita, que interpela personalmente. Cuando la Palabra toca a una persona, nace la obediencia, es decir, la escucha que cambia la vida. Cada día el monje se alimenta del pan de la Palabra. Privado de él, está casi muerto, y ya no tiene nada que comunicar a sus hermanos, porque la Palabra es Cristo, al que el monje está llamado a conformarse. Incluso cuando canta con sus hermanos la oración que santifica el tiempo, continúa su asimilación de la Palabra.” (n 10)

“En el culmen de esta experiencia orante está la Eucaristía, la otra cumbre indisolublemente vinculada a la Palabra, en cuanto lugar en el que la Palabra se hace Carne y Sangre, experiencia celestial donde se hace nuevamente evento.” (n 10)

2-    “A Cristo, el Hombre-Dios, se dirige la mirada del monje: en su rostro desfigurado, varón de dolores, descubre ya el anuncio profético del rostrotransfigurado del Resucitado. (…) Y así, formada en esa escuela, la mirada del monje se acostumbra a contemplar a Cristo. La mirada progresivamentecristificada aprende así a alejarse de lo exterior, del torbellino de los sentidos, es decir, de cuanto impide al hombre la levedad que le permitiría dejarse conquistar por el Espíritu. Al recorrer ese camino, se deja reconciliar con Cristo en un incesante proceso de conversión: en la conciencia de su pecado y de la lejanía del Señor, que se transforma en compunción del corazón, símbolo de su bautismo en el agua saludable de las lágrimas; en el silencio y en el sosiego interior buscado y donado, donde se aprende a hacer que el corazón palpite en armonía con el ritmo del Espíritu, eliminando toda doblez o ambigüedad. Este hacerse cada vez más sobrio y esencial, más transparente a sí mismo, puede llevarlo a caer en el orgullo y en la intransigencia, si llega a considerar que eso es fruto de su esfuerzo ascético. El discernimiento espiritual, en la purificación continua, lo vuelve entonces humilde y manso, consciente de captar sólo algún rasgo de esa verdad que lo sacia, porque es don del Esposo, único que encierra la plenitud de la felicidad.” (n 12)

3-    “El recorrido del monje, por lo general, no sólo está marcado por un esfuerzo personal, sino que también hace referencia a un padre espiritual, al que se abandona con confianza filial, seguro de que en él se manifiesta la tierna y exigente paternidad de Dios.” (n 13)

4-    “Precisamente gracias al progresivo desapego de lo que en el mundo le impide lograr la comunión con su Señor, el monje considera el mundo como lugar donde se refleja la belleza del Creador y el amor del Redentor. En su oración el monje pronuncia una epíclesis del Espíritu sobre el mundo y está seguro de que será escuchado, porque esa plegaria forma parte de la misma oración de Cristo. Y así siente nacer en sí mismo un amor profundo hacia la humanidad. (…)De ello da testimonio la experiencia de tantos monjes que, encerrados en sus celdas, infunden en su oración una pasión extraordinaria no sólo por la persona humana sino también por toda criatura, en la invocación incesante para que todo se convierta a la corriente salvífica del amor de Cristo. Este camino de liberación interior en la apertura al Otro convierte al monje en el hombre de la caridad.” (n 14)

5-    “Debemos confesar que todos tenemos necesidad de este silencio penetrado de presencia adorada: la teología, para poder valorizar plenamente su propia alma sapiencial y espiritual; la oración, para que no se olvide nunca de que ver a Dios significa bajar del monte con un rostro tan radiante que obligue a cubrirlo con un velo (cfr. Ex 34, 33) y para que nuestras asambleas sepan hacer espacio a la presencia de Dios, evitando celebrarse a sí mismas; la predicación, para que no se engañe pensando que basta multiplicar las palabras para atraer hacia la experiencia de Dios; el compromiso, para renunciar a encerrarse en una lucha sin amor y perdón. De ese silencio tiene necesidad el hombre de hoy, que a menudo no sabe callar por miedo de encontrarse a sí mismo, de descubrirse, de sentir el vacío que se convierte en demanda de significado; el hombre que se aturde en el ruido. Todos, tanto creyentes como no creyentes, necesitan aprender un silencio que permita al Otro hablar, cuando quiera y como quiera, y a nosotros comprender esa palabra.” (n 16)

6-    “Frente al abismo de la misericordia divina, al monje no le queda más que proclamar la conciencia de su pobreza radical, que se convierte inmediatamente en invocación y grito de júbilo para una salvación aún más generosa, por ser inseparable del abismo de su miseria.” (n 10)




Notas:

[1] “La etimología de la palabra es incierta. Quizá está vinculada a hesothai, estar sentado. En el griego profano, indica el estado de calma, la desaparición de las causas exteriores de turbación o la ausencia de agitación interior. Es también soledad, el retiro solitario. […] Se puede por tanto definir hesicasmo como una forma de espiritualidad basada en la hesichía y cuya orientación es esencialmente contemplativa. Sin embargo, el hesicasta no ve en la paz o en la tranquilidad un fin en sí, como el estoicismo en la aphatheia. La hesychia es, como cualquier otra corriente en el cristianismo, un medio, quizá el medio por excelencia, en todo caso un medio excelente para llegar a la meta, que es la unión con Dios, la oración continua.” Tomas Spidlik. La oración según la tradición del oriente cristiano. Monte Carmelo. 2004. Burgos. Pág.384

[2] Pierre Adnes, “Hésychasm”, en Dictionnaire de Spiritualité (en adelante, abreviado como DS), Paris 1969, T.7, Col 384.

[3] George Maloney sj. La oración del corazón. La tradición contemplativa del Oriente cristiano. Sal Terrae. Salamanca. 2009. pág. 26-27

[4] Tomas Spidlik. La oración según la tradición del oriente cristiano. Monte Carmelo. 2004. Burgos. Pág.381-383.

[5] Archimandrita Kallistos Ware. Introducción. El arte de la oración. Lumen. 2005. Argentina. Pág. 22-23

[6] Ibid, pág.7-8

[7] Olivier Clément. Introducción. La oración del Corazón. De “Un monje de la Iglesia de Oriente”. Lumen. 1990. Pág. 7

[8] Archimandrita Kallistos Ware. El Poder del Nombre. La oración de Jesús en la espiritualidad ortodoxa.

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