"Martirio de San Eulogio y Santa Leocricia. Año 859". Ilustración de José Segrelles (gouache sobre cartón). "Historia de España, tomo II", Ed. M. Seguí (s.XIX)
Los mozárabes eran los cristianos hispanos que vivían bajo el dominio musulmán y que mantenían su cultura, religión y organización con cierta cobertura legal dentro de la sociedad árabe de Al-Andalus; pagaban sus impuestos, respetaban la autoridad del emir correspondiente, pero tenían ciertas restricciones con respecto a los que profesaban el Islam y esto era así a fin de impulsarlos a convertirse a la fe de Mahoma.
Los árabes invadieron la Península Ibérica a partir del año 711, sometiendo a los hispano-visigodos que vivían en ella y que mayoritariamente eran cristianos, los cuales mayoritariamente también, lucharon contra los invasores.
Con el paso de los años, las culturas se mezclaron entre sí, muchos cambiaron de religión por razones económicas y sociales, pero la mayor parte de la población hispana se mantuvo en la fe en Cristo, conviviendo con los musulmanes en una sociedad cada vez más islámica. El proceso fue por lo general pacífico, aunque en ocasiones la persecución del Islán contra los cristianos fue en extremo violenta, como ocurrió en el llamado “día de la Hoya” en el que fueron asesinados más de cinco mil cristianos. Pero en el siglo IX, impulsados por San Eulogio de Córdoba y ante la  actitud de algunos muslimes cordobeses, un numeroso grupo de cristianos de Al-Andalus provocaron lo que podríamos llamar “martirios voluntarios”.
¿Quién fue San Eulogio? Fue un cordobés, de abuelos visigodos, perteneciente a una noble familia cristiana, que muy joven entró en la comunidad de clérigos de la iglesia de San Zoilo, donde estudió y se ordenó de presbítero. El mismo santo, en sus escritos, nos habla de su familia, sus amistades, los viajes que realizó a los monasterios navarros, su conocimiento de la Regla de San Benito, el retorno a su Córdoba natal y su lucha contra el Islam, en un decenio (850-859) en el que en el Emirato de Al-Andalus surgió un especial movimiento de fervor místico entre los mozárabes cordobeses, especialmente entre los monjes  y monjas de los monasterio de la capital y de la sierra cordobesa. Eulogio y su amigo Pablo Álvaro recorrieron  los conventos denunciando la coexistencia pacífica de los cristianos con los musulmanes y promoviendo lo que podríamos denominar cómo un pequeño motín en la ciudad de Córdoba, que ni siquiera es mencionado en las crónicas musulmanas de la época.
Abderramán II fue especialmente tolerante, mantenía buenas relaciones con los obispos de la Bética e incluso permitía que los hispano-visigodos mantuviesen su organización política, judicial, económica y eclesiástica, lo que también exacerbaba a determinados muslimes musulmanes. Así que la actitud de San Eulogio por un lado y de estos muslimes por el otro, originó los martirios de mozárabes a los que hacemos mención en el decenio 850-859.
En medio, el Concilio de Córdoba celebrado el año 852, insinuado por Abderramán II al Conde Gómez que obligó a que acudieron todos los obispos del Emirato cordobés y en el que, muy activamente, se posicionaron los metropolitanos Recaredo de Sevilla, Samuel de Iliberis,  Hortegesis de Málaga y Arnulfo de Mérida a favor de las tesis de que había que mantener como fuese la coexistencia y repudiar los martirios voluntarios.
Tanto Eulogio, que asistía como asesor del obispo Pablo de Córdoba, como éste mismo, fueron los únicos que protestaron y siguieron con su labor de alentar a los mártires a que hiciesen profesión pública de su fe, denunciando la religión de Mahoma. No se conservan las Actas de dicho Concilio.
Relicario de San Eulogio y Santa Leocricia. Catedral de Oviedo (España).
No voy a entrar en describir el martirio de cada uno de estos santos mártires voluntarios, santos reconocidos tanto por la Iglesia Católica como por las Ortodoxas y solo los mencionaré por sus nombres, condición y fecha del martirio. Estos son:
Año 850:
San Perfecto, presbítero cordobés mártir – 18 de abril del año 850.
Año 851:
San Isaac, monje mártir – 3 de junio del año 851.
San Sancho, laico mártir – 5 de junio del año 850.
Santos Pedro (sacerdote), Walabonso (diácono), Sabiniano (monje), Wistremundo(monje), Habencio (noble cordobés) y Jeremías (eremita), mártires – 7 de junio del año 851.
San Sisenando, diácono mártir – 16 de julio del año 851.
Santos Pablo (diácono) y Teodomiro, monjes mártires – 20 de julio del año 851.
Santas Nunilo y Alodía, vírgenes mártires – 21 de octubre del año 851.
Santas Flora y María, vírgenes mártires – 24 de noviembre del año 851.

Año 852:
Santos Gumersindo (sacerdote) y Servideo, (monje), mártires – 13 de enero del año 852.
Santos Aurelio, Félix, Jorge, Sabigoto (Natalia) y Liliosa, mártires – 27 de julio del año 852.
Santos Cristóbal y Leovigildo, monjes mártires – 20 de agosto del año 852.
Santos Emila y Jeremías, nobles cordobeses mártires – 15 de septiembre del año 852.
Santos Rogelio y Servideo, monjes mártires – 16 de septiembre del año 852.

Año 853:
San Fándila, sacerdote mártir – 13 de junio del año 853.
Santos Anastasio (sacerdote), Félix (monje) y Digna (virgen), mártires – 14 de junio del año 853.
Santa Benilde, matrona cordobesa mártir – 15 de junio del año 853.
Santa Columba (Colomba), virgen mártir – 17 de septiembre del año 853.
Santa Pomposa, virgen mártir – 19 de septiembre del año 853.

Año 854:
San Abundio, sacerdote mártir – 11 de julio del año 854.

Año 855:
Santos Amador (sacerdote), Pedro (monje) y Ludovico (seglar), mártires – 30 de abril del año 855.
San Witesindo, mártir – No pone la fecha exacta, pero es del año 855.

Año 856:
Santos Elías (sacerdote), Pablo e Isidoro (monjes), mártires – 17 de abril del año 856.
San Argimiro, monje mártir – 28 de junio del año 856.
Santa Áurea, virgen mártir – 10 de julio del año 856.

Año 857:
Santos Rodrigo (sacerdote) y Salomón, mártires – 13 de marzo del año 857.

Año 859:
San Eulogio (sacerdote y obispo electo de Toledo), mártir – 11 de marzo del año 859.Santa Leocricia (virgen cordobesa), mártir – 15 de marzo del año 859.
Como podemos ver en esta relación, el mismo San Eulogio confesó su fe en Cristo derramando también su sangre. Las reliquias de la mayor parte de ellos se encuentran en la parroquia de San Pedro de la ciudad de Córdoba, en España y las de los santos Eulogio y Leocricia, en la catedral de la ciudad de Oviedo, también en España.